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Los primos Jaime y Rodolfo Andreu comenzaron como los pioneros de la tecnología: en el sótano de una casa. Pero, en vez de computadoras, tenían unos garrafones, unos tapones y una palanca para poner corcholatas. Con todo ello fabricaban cerveza, que fermentaban en el baño “porque ahí no pegaba el sol y se mantenía la temperatura fresca y constante”, comenta Jaime. Tras esta experiencia, dos años después crearon la marca Primus –inspirada en Jan Primus, quien, presuntamente, introdujo en Europa la malta y la costumbre del brindis–, en un momento en que el segmento artesanal no existía en el país. “El proceso para que se reconociera la categoría no fue fácil”, comenta Jaime Andreu.
En esa época, los restauranteros firmaban contratos de exclusividad con Grupo Modelo y Cuauhtémoc Moctezuma, y tenían prohibida la venta de otras marcas. Frente a esta situación, los pioneros del sector –los Abreu y los fundadores de Cervecería Minerva, Cervecería Cucapá y Beer Factory– decidieron unir fuerzas: primero crearon la Asociación Cervecera de la República Mexicana (Acermex), en 2008, y luego, denunciaron ante la Comisión Federal de Competencia esos actos monopólicos de las grandes compañías. En 2013, ganaron –parcialmente– la batalla. La Comisión prohibió el 80% de esos contratos de exclusividad, en restaurantes y gran parte de las tiendas, “y con todo esto, logramos impulsar un nuevo sector”, afirma Andreu.
De las 80 cervecerías artesanales que existían en 2013, pasaron a ser 630 al cierre del año pasado, de acuerdo con los últimos datos de la Acermex. Ahora, hay cientos de bares y restaurantes en el país especializados en estas cervezas, y grandes cadenas como Toks y Hooters ya las incluyen en su menú.
Este boom ha llegado para quedarse, afirma Paz Austin, presidenta de la Acermex. “Para inicios del próximo año vamos a ver un crecimiento contundente en esta industria, y buenas noticias de empresas mexicanas que están apostando a las malteras, lúpulos, laboratorios, así como equipos especializados de cerveza a baja escala hechas en México, entre otras cosas”,destaca.
Las marcas de cerveza artesanal se extienden desde Baja California hasta Yucatán, impulsadas por un grupo de emprendedores que se arriesgaron a crear, de la nada, un nuevo mercado.
Así fue como la cerveza artesanal nació en México
La cervecería Primus, junto con otros microcerveceros, se encargaron de abrir el mercado de la cerveza artesanal hace 12 años en México y hoy crecen a 30%.
En esa época, los restauranteros firmaban contratos de exclusividad con Grupo Modelo y Cuauhtémoc Moctezuma, y tenían prohibida la venta de otras marcas. Frente a esta situación, los pioneros del sector –los Abreu y los fundadores de Cervecería Minerva, Cervecería Cucapá y Beer Factory– decidieron unir fuerzas: primero crearon la Asociación Cervecera de la República Mexicana (Acermex), en 2008, y luego, denunciaron ante la Comisión Federal de Competencia esos actos monopólicos de las grandes compañías. En 2013, ganaron –parcialmente– la batalla. La Comisión prohibió el 80% de esos contratos de exclusividad, en restaurantes y gran parte de las tiendas, “y con todo esto, logramos impulsar un nuevo sector”, afirma Andreu.
De las 80 cervecerías artesanales que existían en 2013, pasaron a ser 630 al cierre del año pasado, de acuerdo con los últimos datos de la Acermex. Ahora, hay cientos de bares y restaurantes en el país especializados en estas cervezas, y grandes cadenas como Toks y Hooters ya las incluyen en su menú.
Este boom ha llegado para quedarse, afirma Paz Austin, presidenta de la Acermex. “Para inicios del próximo año vamos a ver un crecimiento contundente en esta industria, y buenas noticias de empresas mexicanas que están apostando a las malteras, lúpulos, laboratorios, así como equipos especializados de cerveza a baja escala hechas en México, entre otras cosas”,destaca.
Las marcas de cerveza artesanal se extienden desde Baja California hasta Yucatán, impulsadas por un grupo de emprendedores que se arriesgaron a crear, de la nada, un nuevo mercado.
Los primos Jaime y Rodolfo Andreu comenzaron como los pioneros de la tecnología: en el sótano de una casa. Pero, en vez de computadoras, tenían unos garrafones, unos tapones y una palanca para poner corcholatas. Con todo ello fabricaban cerveza, que fermentaban en el baño “porque ahí no pegaba el sol y se mantenía la temperatura fresca y constante”, comenta Jaime. Tras esta experiencia, dos años después crearon la marca Primus –inspirada en Jan Primus, quien, presuntamente, introdujo en Europa la malta y la costumbre del brindis–, en un momento en que el segmento artesanal no existía en el país. “El proceso para que se reconociera la categoría no fue fácil”, comenta Jaime Andreu.
Los primos Jaime y Rodolfo Andreu comenzaron como los pioneros de la tecnología: en el sótano de una casa. Pero, en vez de computadoras, tenían unos garrafones, unos tapones y una palanca para poner corcholatas. Con todo ello fabricaban cerveza, que fermentaban en el baño “porque ahí no pegaba el sol y se mantenía la temperatura fresca y constante”, comenta Jaime. Tras esta experiencia, dos años después crearon la marca Primus –inspirada en Jan Primus, quien, presuntamente, introdujo en Europa la malta y la costumbre del brindis–, en un momento en que el segmento artesanal no existía en el país. “El proceso para que se reconociera la categoría no fue fácil”, comenta Jaime Andreu.
En esa época, los restauranteros firmaban contratos de exclusividad con Grupo Modelo y Cuauhtémoc Moctezuma, y tenían prohibida la venta de otras marcas. Frente a esta situación, los pioneros del sector –los Abreu y los fundadores de Cervecería Minerva, Cervecería Cucapá y Beer Factory– decidieron unir fuerzas: primero crearon la Asociación Cervecera de la República Mexicana (Acermex), en 2008, y luego, denunciaron ante la Comisión Federal de Competencia esos actos monopólicos de las grandes compañías. En 2013, ganaron –parcialmente– la batalla. La Comisión prohibió el 80% de esos contratos de exclusividad, en restaurantes y gran parte de las tiendas, “y con todo esto, logramos impulsar un nuevo sector”, afirma Andreu.
De las 80 cervecerías artesanales que existían en 2013, pasaron a ser 630 al cierre del año pasado, de acuerdo con los últimos datos de la Acermex. Ahora, hay cientos de bares y restaurantes en el país especializados en estas cervezas, y grandes cadenas como Toks y Hooters ya las incluyen en su menú.
Este boom ha llegado para quedarse, afirma Paz Austin, presidenta de la Acermex. “Para inicios del próximo año vamos a ver un crecimiento contundente en esta industria, y buenas noticias de empresas mexicanas que están apostando a las malteras, lúpulos, laboratorios, así como equipos especializados de cerveza a baja escala hechas en México, entre otras cosas”,destaca.
Las marcas de cerveza artesanal se extienden desde Baja California hasta Yucatán, impulsadas por un grupo de emprendedores que se arriesgaron a crear, de la nada, un nuevo mercado.
Cervecería Primus es una de las pioneras en el desarrollo de la cerveza artesanal. Jaime y Rodolfo Andreu, los primos que crearon su cerveza en 2006, han crecido bastante desde entonces. Ahora son dueños de Fiebre de Malta, un restaurante con distintas sucursales en la Ciudad de México y operan El Depósito, junto con Minerva.
Ambos han sido testigos de cómo los empresarios de la localidad en San Juan del Río, Querétaro han intentado aliarse con la industria cervecera desde hace tres años, desarrollando nuevos productos como químicos, refrigeradores e incluso materias primas.
Esta localidad se convirtió en la sede de una de las empresas más importantes de fabricación de refrigeradores para cervezas en el país, gracias a la empresa Imbera. “Está interesante lo que están haciendo, porque hoy en día las máquinas para despachar cerveza de barril las importamos y ahora nos damos cuenta del talento, la capacidad y la innovación de esta empresa que está a la vuelta”, agrega Andreu.
Querétaro es el cuarto productor de cerveza artesanal en México, con una participación de 9%, de acuerdo con Acermex. “Es uno de los estados con el mejor rendimiento en la producción de malta. A pesar de que no es un estado importante en la producción de cebada, sí tiene un gran rendimiento junto con Guanajuato. Entonces, potencialmente el Bajío, es una región geográfica que pudiera ser una región autosuficiente en el tema de producción de cerveza”, comenta Jaime Andreu, cuyas cervezas Tempus y Jalabí ya son famosas en México.
Cervecería Primus es una de las pioneras en el desarrollo de la cerveza artesanal. Jaime y Rodolfo Andreu, los primos que crearon su cerveza en 2006, han crecido bastante desde entonces. Ahora son dueños de Fiebre de Malta, un restaurante con distintas sucursales en la Ciudad de México y operan El Depósito, junto con Minerva.
Ambos han sido testigos de cómo los empresarios de la localidad en San Juan del Río, Querétaro han intentado aliarse con la industria cervecera desde hace tres años, desarrollando nuevos productos como químicos, refrigeradores e incluso materias primas.
Esta localidad se convirtió en la sede de una de las empresas más importantes de fabricación de refrigeradores para cervezas en el país, gracias a la empresa Imbera. “Está interesante lo que están haciendo, porque hoy en día las máquinas para despachar cerveza de barril las importamos y ahora nos damos cuenta del talento, la capacidad y la innovación de esta empresa que está a la vuelta”, agrega Andreu.
Querétaro es el cuarto productor de cerveza artesanal en México, con una participación de 9%, de acuerdo con Acermex. “Es uno de los estados con el mejor rendimiento en la producción de malta. A pesar de que no es un estado importante en la producción de cebada, sí tiene un gran rendimiento junto con Guanajuato. Entonces, potencialmente el Bajío, es una región geográfica que pudiera ser una región autosuficiente en el tema de producción de cerveza”, comenta Jaime Andreu, cuyas cervezas Tempus y Jalabí ya son famosas en México.
Baja California es una de las entidades con mayor crecimiento tanto en la producción de cerveza artesanal como en la creación de las mismas. Tan solo en 2017 fue el segundo estado con mayor producción de cerveza, con una participación de 17%, y el primero en concentrar más microcervecerías, con el 13%, según datos de Acermex.
El crecimiento en esta entidad fue bastante rápido en los últimos diez años, al pasar de unas 20 cervecerías a 91 unidades, contando las caseras, cuenta Francisco Talamantes, presidente de la Asociación de Cerveceros en Ensenada y director del Ensenada Beer Fest, el más grande a nivel estatal con una asistencia de 12,000 personas este año.
“El festival surgió de la intención de hacer una fiesta para que la gente de Ensenada supiera que estábamos haciendo ‘cheve’. Y en el primer festival, en 2011, logramos juntarnos 27 cervecerías”, agrega el también fundador de la cerveza Canneria, que pretende cerrar este año con una producción de 50,000 litros y empezar a enlatar su producto.
A raíz de este festival, comenzaron a surgir otros en Mexicali, Tijuana y Ensenada. La congregación de estos cerveceros artesanales aunado al nivel de convocatoria, lograron que se modificara una ley estatal para que los artesanales pudieran obtener sus permisos de microcerveceros.
”Ya casi todas las cervecerías tiene sus ‘taste rooms’ y estamos haciendo bares de barrio. Cada colonia tiene su barecito, la gente va y degusta, es un ambiente familiar y está muy controlado, esa es la parte que fomenta al turismo y la economía”, agrega Talamantes, quién remarca que sino fuera por la resolución de la Cofece en 2013, no hubieran logrado estar ahí.
Una de las cervezas con mayor aceptación en Ensenada, Baja California, es Agua Mala, que fundó el biólogo marino Nathaniel Schmidt en 2009. La cervecera artesanal comenzó con 400 litros anuales y ahora produce 500,000 litros. “Cuando comenzamos tuvimos que sacar unos permisos como almacén de alcohol porque no existían permisos de cerveza artesanal”, comenta Schmidt.
Pero el potencial del mercado era claro, asegura. “En aquel entonces había muchos vinos tintos que mataban el sabor de varios pescados, así que empezamos a llevar nuestras cervezas para los maridajes y nos dimos a conocer con los restauranteros”. Hoy, su producción alcanza los 500,000 litros al año.
Los estilos con los que comenzaron a trabajar se caracterizaban por tener lúpulo, que es casi inexistente en la mayoría de las cervezas industriales, y fueron desarrollando IPAs, Amber Ale, así como cerveza ligera bajo la marca Sirena y cervezas oscuras como la Mantarraya.
Una de las cervezas con mayor aceptación en Ensenada, Baja California, es Agua Mala, que fundó el biólogo marino Nathaniel Schmidt en 2009. La cervecera artesanal comenzó con 400 litros anuales y ahora produce 500,000 litros. “Cuando comenzamos tuvimos que sacar unos permisos como almacén de alcohol porque no existían permisos de cerveza artesanal”, comenta Schmidt.
Pero el potencial del mercado era claro, asegura. “En aquel entonces había muchos vinos tintos que mataban el sabor de varios pescados, así que empezamos a llevar nuestras cervezas para los maridajes y nos dimos a conocer con los restauranteros”. Hoy, su producción alcanza los 500,000 litros al año.
Los estilos con los que comenzaron a trabajar se caracterizaban por tener lúpulo, que es casi inexistente en la mayoría de las cervezas industriales, y fueron desarrollando IPAs, Amber Ale, así como cerveza ligera bajo la marca Sirena y cervezas oscuras como la Mantarraya.
Una de las cervezas con mayor aceptación en Ensenada, Baja California, es Agua Mala, que fundó el biólogo marino Nathaniel Schmidt en 2009. La cervecera artesanal comenzó con 400 litros anuales y ahora produce 500,000 litros. “Cuando comenzamos tuvimos que sacar unos permisos como almacén de alcohol porque no existían permisos de cerveza artesanal”, comenta Schmidt.
Pero el potencial del mercado era claro, asegura. “En aquel entonces había muchos vinos tintos que mataban el sabor de varios pescados, así que empezamos a llevar nuestras cervezas para los maridajes y nos dimos a conocer con los restauranteros”. Hoy, su producción alcanza los 500,000 litros al año.
Los estilos con los que comenzaron a trabajar se caracterizaban por tener lúpulo, que es casi inexistente en la mayoría de las cervezas industriales, y fueron desarrollando IPAs, Amber Ale, así como cerveza ligera bajo la marca Sirena y cervezas oscuras como la Mantarraya.
El 2013 fue determinante para la industria e impulsó a que varios cerveceros artesanales se atrevieran a salir al mercado. Este fue el caso de los fundadores de la cerveza Fortuna, en Guadalajara, en 2014.
“Teníamos el presentimiento de que el ‘boom’ cervecero que se acercaba. Estados Unidos tiene ya 15 años de desarrollo de cerveza artesanal y tiene el 20% de participación de mercado. En México, ahora hay 50 cerveceras de buen tamaño, imagínate en 10 años cómo estará el ‘boom’ cervecero con los millennials, es el futuro de México”, comenta Juan José Morales, socio fundador de Cervecería Fortuna.
Morales, quién antiguamente tenía una empresa que reciclaba desechos, tiene la meta de llegar a producir 200,000 litros en los próximos cinco años. Mientras tanto, aprovecha el movimiento alrededor de tequila, pues su fábrica se encuentra a las afueras de Guadalajara sobre la ruta del Tequila, en Jalisco, por la calidad del agua.
“Cuándo fuimos a California y vimos como las cervecerías tienen vitrales para exponer la maquinaria, se me ocurrió diseñar una terraza con un ‘beer garden’ con vista a la maquinaria y un ‘tap room’ de 16 líneas, eso nos ha servido para invitar a restauranteros para que tengan la confianza de meter nuestro producto a sus restaurantes, además de que somos la primer parada de la ruta del tequila”, comenta Morales a risas, quién bromea con ser representante de la ruta.
Sin embargo, próximamente arrancará la ruta cervecera junto con las cervecerías Minerva y Loba, que consistirá en visitar la plantas, dar un tour y conocer los diferentes tipos de cerveza con degustación de comida.
Guadalajara es la primera entidad en la producción de cerveza artesanal con el 29% de participación. En gran medida el sector es impulsado por la cervecería Minerva, una de las pioneras en abrir el mercado artesanal.
Cervecería Allende nace en el corazón del país, en San Miguel de Allende, Guanajuato, o al menos eso es lo que presume Rodrigo Moncada, el socio fundador de la marca, antes de la celebración del Día Internacional de la Cerveza.
Moncada, quién habla y se mueve como un empresario con años de experiencia, cuenta que la idea de desarrollar una cerveza nació después de cerrar un trato con el director de Manhattan Beer Distributors, uno de los importadores de bebidas alcohólicas más importantes de Nueva York, quien les pidió que le llevarán “la mejor cerveza de México”.
“Empezamos en 2015 con una capacidad para 2,000 cajas mensuales, de 24 botellas cada una, al año siguiente tuvimos que duplicar la producción y a partir de este año, llegamos a 4,500 cajas mensuales. Ese crecimiento no lo veía venir tan rápido”, comenta Moncada, cuya fábrica ya forma parte de un tour que la gente realiza en los tranvías de la ciudad.
Cervecería Allende distribuye su cerveza en Guanajuato y Querétaro, próximamente lo hará en León (Guanajuato), San Luis Potosí (San Luis Potosí) y Veracruz (Veracruz). Además está en proceso de consolidar sus mercados en el extranjero, en países europeos como España, Francia y Reino Unido; así como en las ciudades estadounidenses: Massachusetts, Illinois, California y Texas.
Moncada presume que desde que Allende salió al mercado, surgieron otras dos cervecerías más en la ciudad, y otras en Celaya y en León. Guanajuato es el sexto estado con mayor concentración de cerveceras artesanales, con el 6% de participación, de acuerdo con Acermex.
La cerveza 5 de mayo nace en Puebla en 2012, año en que el mercado para la cerveza no industrial aún estaba cerrado y los accesos a los comercios eran complicado.
“Nos dimos a la tarea heroica de salir adelante, justo surgimos cuando se cumplió el 150 aniversario de la Batalla de Puebla y eso nos inspiró para el nombre y nuestras marcas”, comenta Carlos Bencomo, fundador de la cervecería, quién trabajó más de 20 años en el área de mercadotecnia para una de las grandes compañías cerveceras.
Su primer lote salió en 2013, cuando la Cofece dio la resolución de libre competencia y salieron a vender a los centros de consumo, lo cual no estaba contemplado dentro de su plan de negocios original. “No fuimos la primera cerveza artesanal, pero si la primera consolidada en Puebla”, dice Bencomo, quién asegura que junto con Cholula son las cervecerías más reconocidas en el estado.
Sin embargo, en Puebla están surgiendo una serie de pequeñas cervecerías o ‘tap rooms’, que mandan a maquilar su cerveza a otro lado. A nivel nacional, el 23% de la producción total de cerveza artesanal se realiza a través de maquilas, mientras que el 77% es producción propia, de acuerdo con Acermex.
“En la industria artesanal todavía no hay reglas o tendencias definidas de formas, de cómos, o temas de distribución, por ejemplo. La principal barrera son los canales de distribución, no hay que desarrollarlos de manera aislada no es la solución, hay que sumar voluntades, hay espacios para hacerlo, asociaciones”, afirma Bencomo, quién hoy produce 700 hectolitros (hl) al mes, y tiene una capacidad de producción de 1,500 hl al año.
El concepto de Beer Factory nació en 1997, de la mano del conductor de televisión Alan Tacher y otro par de socios, con la idea de que la gente pudiera tomar diferentes tipos de cerveza artesanal directamente de la fábrica y acompañarlos con alimentos.
La idea era sumamente arriesgada en un momento en el que la cerveza artesanal no era para nada conocida por el mercado mexicano y la cervecería cambió varias veces de administración, pasando por la Comercial Mexicana hasta llegar a manos de Grupo Gigante en 2015.
“A partir de 2015 empezamos una reingeniería de marca, propiciada por un estudio de mercado entendiendo en qué momento estábamos, y si bien Beer Factory había sido pionero, fue hasta este momento que estaba surgiendo la tendencia de cerveza artesanal”, comenta Claudia Amerena, directora de mercadotecnia.
La cervecería tiene tres unidades en la Ciudad de México: Santa Fe, Mundo E y Cuicuilco. Por ahora, el plan a corto plazo es llevar sus cervezas Santa Fe y Mediterránea a las 200 unidades de la cadena de restaurante Toks -donde tienen permiso de vender alcohol-. Para Toks producen cerca de 66,000 botellas mensuales, mismas que se producen en Mundo E. Además, planean abrir una unidad más a finales de año.
La Ciudad de México, es hoy en día uno de los centros de consumo más importantes de cerveza artesanal, sobre todo en barrios como La Condesa, La Roma, Polanco y Coyoacán.
A pesar de que Colima es el estado con menos población, el economista Esteban Silva se atrevió a incursionar en la industria de la cerveza con la creación de la Colimita y ahora es una de las más grandes en cuanto a producción, la firma tiene una capacidad de 120,000 litros mensuales.
“Desde el día cero ya éramos la quinta cervecera con mayor capacidad de producción para el tamaño del estado. Desde el primer mes estábamos en 100 tiendas de conveniencia y en todos los restaurante, y fuimos ganando y transformando los hábitos de consumo de los colimenses”, cuenta Silva, quién desarrolló la marca en 2013.
El economista considera que el mercado de cerveza artesanal en México puede ser 25 veces más grande en los próximos cinco a siete años. Sin embargo, su meta es comenzar a vender más producto en Estados Unidos, en donde el mercado de las cervezas mexicanas artesanales tiene un valor de 7,000 millones de dólares (mdd).
“No hay una artesanal que participe de manera activa (en ese mercado), y queremos capturar una pequeña parte de ese mercado. El mercado de cerveza artesanal en México anda como en los 30 o 40 mdd, esto es el 0.5% de lo que vale la cerveza mexicana en Estados Unidos. Robándote allá el 0.5%, equivale a que tienes todo el tamaño de cerveza artesanal en México”, agrega.
La Colimita ya está en Los Ángeles y en San Francisco, California. El objetivo de Silva es estudiar el mercado estadounidense y enviar durante los próximos seis meses unos 50,000 litros.
Uno de los grandes retos de la industria artesanal es evitar que las cervecerías industriales adquieran a las pequeñas y los contratos de exclusividad que continúan en algunos comercios, de acuerdo con Silva.
“Las grandes cerveceras tratan de evitar lo que les ha pasado en Estados Unidos, que han perdido participación de mercado y por eso han adquirido otras marcas artesanales y las están impulsando de manera muy agresiva con números que nosotros no podemos competir, y confundiendo al consumidores, llamándole artesanal que la fabrican en un lugar chico con volúmenes pequeños cuando hay detrás grandes empresas comerciales que los impulsan”, señala.
En Yucatán se pueden encontrar hasta 20 marcas diferentes, la mayoría son más caseras y sólo dos son formalmente artesanales, que es Patito y Ceiba, cuyo nombre viene del árbol sagrado para los mayas.
“Queríamos que la gente recordara el sabor de una cerveza yucateca, lo que antes era Montejo y León, que ahora forman parte del portafolio de Grupo Modelo Ab InBev“, comenta Mauricio Jaimes, socio fundador de la cervecera, que creó su padre en 2012 a raíz de un viaje que hizo a una isla muy cerca a Nueva York, en Estados Unidos.
La señal para abrir este negocio fue cuando la fábrica de colchones de su padre desapareció entre las cenizas.
El reto para Jaimes es que las cervecerías perduren, pues muchas abren y cierran con facilidad por los altos impuestos como el IEPS, el IVA a las bebidas alcohólicas y los costos de producción.
“Ya hay un movimiento que le da mucha ventaja a las cervezas artesanales, esa misma ventaja es la que permite que surjan nuevas marcas. Cuando iniciamos en la industria, tú llegabas a un restaurante y te decían: ‘oye mira te traigo una cerveza artesanal, ¿qué es eso?’. Poco a poco fuimos abriendo mercados, nos beneficia que haya más artesanales porque nos ayuda a promover la cultura cervecera y facilita los puntos de entrada”, dice Jaimes.
La fortuna de Guadalajara
Una fábrica de cervezas
Del noroeste mexicano para el mundo
El corazón de México
Los grandes del club
De biólogo a cervecero
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Los primos de San Juan del Río, Querétaro
Cerveza a la poblana
La cerveza yucateca
Por
Sheila A. Sánchez Fermín
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