“Nunca me he sentido menos, nunca he dejado de alzar la voz, y también he tomado muchos riesgos: si hay una posición abierta, la pido”.

POR: LILIANA CORONA

Con tan sólo 27 años, a Claudia Jañez se le abrió su primera oportunidad de alcanzar una posición de alto rango, desde que se graduó en Derecho en La Salle. Trabajaba en la firma de servicios financieros de Ford en México, que había empezado en el país tres años antes, y la dirección se acababa de quedar vacante. Era 1995. “Para mí, había sido como tener un bebé: me tocó el lanzamiento de la empresa, las nuevas leyes financieras y la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio. Se va la persona que ocupaba el cargo y dije: ‘Denme la posición a mí’. Pero lo único que me decían era: ‘No, Claudia, porque estás muy joven’”, cuenta. Sin embargo, eso no echó para atrás a la ejecutiva, que consiguió convencer a sus jefes. Les dijo: “Vamos hacer una cosa, denme la posición, pero no me nombren formalmente. Si en seis meses no puedo, me corren, y si puedo, me ratifican’. Lo logré me quedé”, cuenta la hoy presidenta de Dupont para América Latina y presidenta del Consejo Ejecutivo de Empresas Globales (CEEG). De esa experiencia, aprendió dos cosas que siempre ha aplicado a lo largo de su carrera directiva: que un ‘no’ puede ser un punto de partida, y que con trabajo y esfuerzo se puede convertir en un ‘sí’. “Siempre digo que él ‘no’ ya lo tienes. Si a ese ‘no’ le empiezas a deshebrar opciones para que sea un poquito ‘sí’, con eso ganaste. Ésa ha sido mi filosofía desde muy temprana edad, y hoy tengo 47 años, así que ya son 20 años de eso”, dice en su despacho del piso 15 del corporativo de Dupont en México, que, en un par de semanas, migrará a otro edificio cercano en Polanco.

Aunque se formó en Derecho, Jañez destaca que desde su entrada a Ford le atrapó el mundo de los negocios y las finanzas. Entró a trabajar en Dupont hace 11 años, y afirma que el mayor desafío de su carrera le llegó en esa empresa, y muy recientemente: colaborar en la fusión de la compañía con Dow Chemical, una operación de 130,000 millones de dólares que concluyó en 2017.

Según JP Morgan, “el plan estratégico para DowDuPont consiste en mejorar el enfoque empresarial, el potencial de crecimiento y la valoración, dividiéndose en tres empresas separadas”: ciencias de los materiales, bajo la marca Dow; especialidades químicas, con el nombre de Dupont; y agrociencia, con una nueva firma llamada Corteva Agriscience. “El camino de la fusión ha sido fascinante, no nada más en temas financieros y de la operación, sino que hemos tenido que encontrar nuevas maneras de operar”, señala Jañez. “Ha sido increíble, porque es como cambiarle la llanta a un Fórmula 1 en la curva, a 300 kilómetros por hora, porque todas estas transformaciones también conllevan enganchar a la gente y tenerla motivada, operar, vender y cumplir con los objetivos que la compañía espera”, añade.

Pero Dupont es una empresa acostumbrada a los cambios: comenzó como fabricante de pólvora, y tuvo tanto éxito que, por décadas, se convirtió en el mayor proveedor del Ejército de Estados Unidos. Hasta que “decidió cambiar de giro, al apostar por la investigación básica. Y de ahí surgió el nylon”, comenta Claudia González, académica del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Jañez también aprendió a cambiar, sobre todo, en cosas de las que no le hablaron en la universidad. “Me costó mucho más que a mis colegas, porque tuve que entender que, en una reunión, podía dar una opinión y nadie me escuchaba, pero después un hombre decía lo mismo que yo, y esa vez sí valía. Lleva tiempo entender eso, pero empiezas a trabajar esa curva de aprendizaje personal, a decir ‘¿por qué me voy a quedar callada?, ¿por qué le dan la promoción a él? Porque él sí la pidió y a mí me cuesta más trabajo pedirla, se la dan a él aunque yo trabajo el doble’. Eso me pasó hasta los primeros 10 años de mi carrera, y lo vi como un problema que tenía que arreglar, nunca como ‘así son las cosas, ni modo’”.

Para que ese lastre no sea un obstáculo para las nuevas generaciones de mujeres, la directora participa en cada evento de mentoría a su alcance para compartir ideas. “Más allá de dar consejos, el ejemplo sirve muchísimo, tratar de explicar lo que a mí me ha funcionado, porque no hay fórmulas, no creo que lo que me sirva te sirva a ti, pero sí puedes adaptarlo a tu realidad”, comenta. “Estas mujeres más jóvenes que yo viven en un mundo distinto al que yo crecí hace 20 años. Sin embargo, cuando cuento mi experiencia veo las caras de muchas de ellas, se acercan y me dicen ‘sí me está pasando a mí’. Desafortunadamente, en México seguimos atrasados en este tema de escoger entre ser mamá y aceptar la promoción”. La presidenta de Dupont en Latinoamérica concluye que la principal enseñanza que puede ofrecer es su experiencia personal. “Desde el principio, nunca me he sentido menos, nunca he dejado de alzar la voz, y también he tomado muchos riesgos: si hay una posición abierta, la pido; si hay un espacio para tomar el trabajo que alguien más no está haciendo, lo hago, y sin pedir nada a cambio. Y algo que me ha hecho exitosa es que trato de tener equipos exitosos. Si no tienes un equipo que te ayude, te soporte, te entrene y toque temas que tú no conoces, no puedes estar en donde estoy”.