Germán Ortiz

Socio Líder de Clientes e Industrias en Consultoría, Deloitte México

“Sufrí los techos de cristal en todos los ámbitos por ser gay”

Por Eladio González

Muchos habrán pensado, alguna vez, que Germán Ortiz es una persona insociable. Desde niño, buscaba refugiarse en los libros, para no tener que correr detrás de un balón de futbol. Eso hizo que sobresaliera siempre en los estudios, algo que le permitía acceder a aquéllos que no tenían facilidad para aprender. Pero, a medida que se hizo mayor, esa actitud se convirtió en un obstáculo, o como dice: “un techo de cristal”. Creció en el seno de una familia conservadora y un entorno “hostil” para una persona LGBT. Desde la universidad, comenzó a hacerse a un lado cuando se organizaban cenas o festejos navideños, hasta el punto de limitar al máximo sus interacciones sociales.

Aconsejado por su padre, estudió ingeniería en sistemas. Antes de terminar la carrera, ya le habían ofrecido un trabajo en Softtek, “la joya de la corona” para cualquier estudiante de su facultad, según cuenta. Después, siguieron un postgrado en administración y una especialidad en finanzas. Pronto, uno de los socios de Deloitte se fijó en él. Le dijo que nunca llegaría lejos dedicándose a la tecnología. Lo convenció para entrar en el campo de la consultoría.

En Deloitte, se encontró en un ambiente que no le invitaba a ser él mismo. La discreción se volvió de nuevo su carta de presentación. Durante algún tiempo, logró esquivar las preguntas sobre su esposa o sus hijos. Pero con cada respuesta ambigua, se alejaba más de sus compañeros de trabajo. Y no acudía a las reuniones sociales, tan importantes para obtener una promoción. Sin embargo, ponía un gran esfuerzo en demostrar buenos resultados y el valor que generaba a la empresa. De esa manera, consiguió su reconocimiento. Un día, hace ya 20 años, le ofrecieron ser socio de la firma.

El cerco se hacía cada vez más estrecho. No quiso festejar esa promoción con sus colegas y ya se estaba quedando sin excusas para acudir siempre solo a las convenciones de socios. Pasado un tiempo, no aguantó más y decidió contar la verdad: “Tengo una relación bastante sólida con otro hombre”. La incomodidad caracterizó sus conversaciones en la oficina durante varios meses. Pero su actitud cambió. No le quedaba otra salida que la de mostrarse más que antes, para que sus compañeros entendieran que las personas LGBT no son tan diferentes a ellos.

Actualmente, Germán Ortiz dirige el área de Clientes e Industrias en Deloitte Consulting Group, después de haber sido su director general por cuatro años, y es miembro internacional para mercados estratégicos. “Ahora, me siento absolutamente apoyado”, reconoce. Con muchos clientes, al enterarse hace un año por Expansión de su orientación sexual, mejoró la conversación y la amistad en todos los niveles: “Algo que extrañé mucho en otros momentos de mi vida”, admite.

Expansión: ¿Cuándo fue la primera vez que le hablaste de tu orientación sexual a tu entorno?

Germán Ortiz: Desde la escuela, siempre utilicé las herramientas que estaban a mi alcance, como ser un estudiante sobresaliente, para tratar de compensar de alguna manera otras que no me interesaban, como los deportes. El ambiente a mi alrededor era muy hostil para una persona LGBT. Vengo de una familia bastante conservadora, en la cual el tema de ser gay se empezó a discutir una vez que terminé la carrera. Cuando fui económicamente independiente, tuve una conversación larga con mi familia, mis padres y mis hermanos -soy el último de cuatro- y, en un primer momento, se produjo un rompimiento. Pero fue muy breve, porque siempre hubo mucho cariño. A los 23 años, ya estaba viviendo fuera de casa y con una pareja. Pero fue un proceso complicado, porque definitivamente los techos de cristal existen. Yo los he sufrido en todos los ámbitos, no solamente en el laboral.

E: ¿Cómo percibes esos techos de cristal?

GO: En las interacciones que tenía en la universidad o en el posgrado, donde la mayoría eran heterosexuales. En mi caso, opté por ser muy limitado en mis relaciones personales. A pesar de que en el desarrollo de mis actividades diarias era muy abierto, cuando llegaba el momento de las cenas o de los festejos navideños, normalmente, me hacía un lado. Esto no es tan importante cuando se trata de temas sociales, o al menos así lo pensaba en ese momento. En el ámbito laboral, Deloitte es una empresa que tiene muchos años en el mercado y, definitivamente, tiene una cultura conservadora. Es una firma cuyos socios tienen, principalmente, una formación financiera y valores bastante conservadores. La postura que adopté sobre mi orientación sexual fue sumamente discreta por muchos años. Solía haber invasiones constantes a mi privacidad, que no eran intencionales. Pero, te vas haciendo grande y no faltan las invitaciones a cenas y eventos, donde te dicen que vayas con tu novia o tu esposa, o te preguntan sobre tus hijos. En la firma, ser LGBT todavía sigue siendo un tabú. A mí me costó el doble de trabajo sobresalir, tener promociones, tener una carrera exitosa, porque me faltaba un componente muy importante, que es la interacción social. Puse una barrera, simplemente porque el entorno era mucho más propicio para las personas heterosexuales. No era nada agradable llegar a una reunión sólo, mucho menos tratar de llegar con mi pareja. Sin querer parecer un héroe, después de un esfuerzo, que creo que fue mayor al que hacen las personas heterosexuales, pude tener estas posiciones de liderazgo, haciendo siempre muy evidentes mis resultados y el valor que generaba con mi trabajo.

E: ¿Cómo fue el momento en el que te ofrecen ser socio de la firma?

GO: En el año 2000, me invitaron a ser parte de la sociedad. Eso fue una gran alegría para mí. Normalmente, este tipo de promociones van acompañadas de un festejo corporativo, y uno a nivel personal con los socios más cercanos a tu carrera. Pero, en mi caso, preferí omitirla. Obviamente, ya habían empezado los comentarios: “Hablemos con tu esposa para ver los gustos que tiene y planear algo que vaya de acuerdo al reconocimiento que te queremos dar”. Estas cosas, aunque en el fondo son un reconocimiento a tu esfuerzo, en la forma te van desgastando un poco. Todos los años se celebra una convención de socios, que suele ser fuera de la Ciudad de México, durante tres ó cuatro días, normalmente acompañados de nuestras parejas, con una agenda que combina los negocios y el aspecto social. Los primeros tres años no pasaba de: “Bueno, es que mi pareja no puede venir”. Al cuarto año no aguantaba más la historia y ahí vino mi salida del clóset. Les dije que tenía una relación bastante sólida con otro hombre. Sientes, evidentemente, la incomodidad de las personas, que muchas tienen un sentimiento de cariño hacia ti y de respeto por tu trabajo. Me tocó lidiar con ese sentimiento de incomodidad en el entorno laboral, porque no están muy acostumbrados a tocar estos temas y no conocen el comportamiento de las personas LGBT. Para ellos, era extraño ver a una persona que tiene un comportamiento perfectamente normal, entendiendo por normalidad el comportamiento de la mayoría. Las únicas diferencias no estaban al alcance de su conocimiento.

E: ¿Qué cambió a partir de ese momento en que saliste del clóset?

GO: Al principio, sientes un poco esa incomodidad en los demás. Eso, a su vez, me causaba incomodidad a mí, y un poco de enojo. Mi postura fue casi inmediatamente la de tratar de educarlos en algunos temas. Les explicaba que dormimos igual, comemos igual, tenemos los mismos intereses… traté de involucrarlos y concientizarlos de lo importante que era sentirse cómodos, aun sin ser parte de la comunidad LGBT. En eso, tenemos que ser empáticos, algo que a mí me resultó bastante bien. Entendí que su incomodidad era algo genuino, por falta de conocimiento, de interacción con personas LGBT. Sentí que era mi obligación informarles y contarles de qué se trataba. Ha habido comentarios a veces muy desagradables de gente que no estaba tan enterada de la situación. Al final, se me hizo la piel un poco más gruesa, porque entendí que no había una mala intención, sino que más bien era una cuestión de costumbre y de educación.

E: ¿Fuiste el primero y el único durante esa época?

GO: Sí. El primero, y el único que, al menos, saliera del clóset. Aseguraría que había más personas, algunas incluso con relaciones fingidas, algo que se me hace imperdonable o al menos no entra dentro de mis valores ni mis principios. Y todo con la finalidad de poder seguir avanzando en su carrera profesional. Creo que ahora hay muchos menos techos de cristal. Con la interacción que tenemos con las nuevas generaciones, es mucho más común ver gente de la comunidad LGBT fuera del clóset, siendo absolutamente genuinos y no está mal visto. Todavía nos queda una resaca en las organizaciones grandes, en el medio empresarial, que sabemos que son empresas familiares las que dominan nuestro mercado en México, y hay ciertas tradiciones que aún hacen que estos techos de cristal no desaparezca totalmente. A pesar de que digamos que nuestro entorno empresarial es totalmente corporativo, me parece que, de unos años a esta parte, los valores están ahí pero, en la práctica, todavía sigue habiendo cierta incomodidad.

E: ¿En qué momento empezó a mejorar la situación?

GO: Durante la transición que tuvo Deloitte, tras una reestructura a nivel global en la que se separa el área de consultoría. Me ofrecieron el puesto de director, función que desarrollé por unos seis años. La empresa comenzó alinearse mucho más con políticas internacionales, que trajeron valores nuevos, como la inclusión. Ahora, me siento absolutamente apoyado, aunque no creo que todas las personas que trabajamos en la organización estén convencidas de esta inclusión. Pero estos lineamientos nos han llevado a ser más respetuosos. Los beneficios también han concluido que tener una cultura inclusiva, en la que cada cual pueda desarrollar lo mejor de sí mismo, es en automático un beneficio para las empresas. En Deloitte, tenemos gente muy creativa, y normalmente la creatividad se asocia con la comunidad LGBT, pero también hay gente con un pensamiento muy ingenieril, muy disciplinado, muy estructurado, cuyo valor también se refleja cuando se siente cómoda. En los últimos años, hemos visto definitivamente ese valor. Me gusta decirlo porque, en general, estamos más contentos y, de otra manera, limitamos el valor que podemos generar. Es un ganar-ganar. De manera sistemática, vemos los valores que el medio empresarial obtiene al tener una cultura incluyente, basada en el respeto, donde podemos sacar lo mejor de los colaboradores.

E: ¿Qué tanto interés despierta el tema de la inclusión de la diversidad sexual en las empresas a las que les das consultoría y cuánto se involucra el liderazgo de esas empresas en estos asuntos?

GO: Probablemente, lo que te voy a decir sea políticamente incorrecto. Tengo la oportunidad de atender a empresas transnacionales y a empresas nacionales de gran importancia. Desde hace un par de años, veo un liderazgo en acción, que promueve los valores de la inclusión de la diversidad. Y me he dado cuenta de que esa acción del liderazgo en muchos casos es genuina, pero en otros es una acción ficticia, actuada.  Hay empresas que, evidentemente, buscan estar al nivel de la evolución de otras que, por sí mismas, han obtenido estos resultados de los que hablaba antes. En mi caso, tras haber estado en el listado de 40+1 Ejecutivos LGBT de Expansión del año pasado, comenzó una conversación muy interesante con clientes muy importantes. De pronto, se dieron cuenta de que yo era parte de la comunidad LGBT, y eso ha fomentado una amistad en otros términos, algo que extrañé mucho en otros momentos de mi vida, que era poder socializar con la gente que quiero. He visto que muchos de los ejecutivos se sienten más cómodos y que, definitivamente, esto permite que tengamos una relación de negocios mucho más fluida. Somos más honestos, más francos, mucho más productivos en nuestra relación de negocios. Pero, también quiero señalar que hay clientes que, desafortunadamente, no les encanta el tema. Pero han sido honestos conmigo y me han dicho que prefieren trabajar con otros miembros del equipo. Eso no lo tomo mal. Todavía nos falta mucho camino por recorrer en términos de educación, de socialización y, sobretodo, de experimentar la inclusión. Pero la balanza, definitivamente, se inclina por el lado de las situaciones positivas y de mucha mayor confianza.

E: ¿Qué avances te gustaría ver en cuanto a inclusión en los próximos años?

GO: Estoy convencido de que un tema fundamental es la educación y la comunicación. Desafortunadamente, tuve una situación complicada en redes sociales, relacionado con ser parte de la comunidad LGBT. Hace un par de años, tuve que recorrer unos 12 ministerios públicos, de prácticamente toda la Ciudad de México, tratando de levantar una demanda, para que avalara, cuando menos, el riesgo que yo estaba sintiendo. Me enfrenté a cualquier cantidad de experiencias. Desde el policía de la entrada del Ministerio Público, que me decía: “Mire joven, usted sabe que así es la cosa. Ustedes son muy apasionados. Si, cuando toman alcohol, hasta se matan”. Ésa es la percepción que se debe a una falta de información. Eso tiene que ver con un proceso educativo, pero necesitamos ser más enfáticos. Que sepan quiénes somos, cómo vivimos, qué hacemos. Cuando esta información esté al alcance de más personas, estas situaciones se van a empezar evitar. No tenemos política pública, te puedo asegurar que, incluso en las instituciones que están designadas para atender a la comunidad LGBT, no están poniendo la atención adecuada. Y lo sé en carne propia. A mí, me costó unos cinco o seis meses de andar como pidiendo posada por los Ministerios Públicos, hasta que no me quedó más tiempo ni más recursos que contratar a un abogado, para que pudiera hacer el trámite que yo nunca logré hacer, para que las autoridades pudieran darle el procesamiento. Todavía tengo citatorios de una demanda, que comencé a levantar hace un par de años, y aún no se resuelve.