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En una entrevista exclusiva para Life and Style,
el delantero mexicano Raúl Jiménez habla de sus inicios,
de cómo se prepara para volver a las canchas tras la lesión más grave de su carrera y de sus planes a futuro.

Texto: Pedro Aguilar Ricalde
Fotografía: Alex Styles
Moda: Macarena Carballo

Del 29 de noviembre de 2020 a la tarde en que entrevisto a Raúl Jiménez vía Zoom, han pasado más de dos meses y medio. Aquel día de finales del año pasado, tras un brutal choque contra David Luiz, Jiménez sufrió una fractura de cráneo durante el encuentro de los ‘Wolves’ contra el Arsenal. En la Ciudad de México son las dos de la tarde y en Wolverhampton, ciudad del Reino Unido en la que reside actualmente, son las ocho de la noche. Raúl viste de negro, como en muchas de las fotos que publica en su cuenta de Instagram –red social en la que tiene más de 2.3 millones de seguidores– y luce relajado y sonriente. Más allá de la intermediación de una cámara, no puedo evitar pensar que estoy ante uno de los mejores delanteros de la Premier League y, sin embargo, su actitud accesible prepara el ambiente para una conversación relajada.

Raúl ha vuelto a los entrenamientos y, en las últimas semanas, su equipo ha sostenido ya varios partidos oficiales. Él, por su parte, sigue recuperándose de su lesión. “Nunca había estado tanto tiempo fuera de las canchas y, definitivamente, he imaginado muchas veces el momento en que vuelva a ellas. He pensando que hasta se me pueden salir las lágrimas”, asegura. Con el regreso en mente, trabaja todos los días para lograr su total recuperación y para retomar e, incluso, sobrepasar su nivel. “Esa es la idea. Teniendo la cautela y la serenidad para hacerlo de la mejor manera, sin obsesionarme, pero sí queriendo siempre alcanzar lo más alto”, añade.

Más allá de las cifras –es el futbolista mexicano más caro de la historia con un valor de 40 millones de euros, según la última actualización de Transfermarkt– y de los premios –ganó el Balón de Oro MX 2020 y fue reconocido como el jugador de la temporada 2019-2020 por su actual equipo–, de su meteórica carrera y de los titulares que le han sido dedicados los últimos meses a raíz de su lesión y de su inminente regreso a las canchas, la intención de nuestra charla es conocer a la persona detrás del jugador, al papá de Arya y al esposo de Daniela Basso.

Y es que la ventana que las redes sociales nos abren para ser observadores de la vida de las personas a las que seguimos nos dicen que Raúl es un atleta de alto rendimiento, un fanático de su deporte y, también, un hombre de familia que disfruta pasar tiempo en su hogar. A través de sus stories y publicaciones, igual se le puede observar en sus entrenamientos, cocinando con su esposa o viendo algún capítulo de Peppa Pig con su hija sentada en sus piernas. A finales de junio de 2020, durante un Live realizado por Life and Style, en plena pausa de actividades, confesaba que estaba aprovechando el tiempo para estar más cerca de Daniela durante su embarazo.

Pero este ídolo, al que los fanáticos de los ‘Wolves’ compusieron una canción y que está a punto de cumplir 30 años en mayo, ha tenido que recorrer un largo camino para llegar al lugar donde se encuentra hoy. Su vida ha estado guiada por una pasión descubierta en su infancia y por el apoyo de una familia que ha creído en su talento. Ese joven, que antes de entrar a tercero de prepa le pidió a sus papás la oportunidad de dejar sus estudios por un tiempo para perseguir su sueño, es el mismo que está sentado al otro lado de la cámara y al que se le encienden los ojos con solo mencionar la palabra futbol.

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Jiménez se es un jugador clave de los Wolverhampton Wanderers. (©GettyImages)


El niño que soñaba ser futbolista


“Me cuentan mis papás que podía estar jugando con cualquier cosa –sentado a la mesa o cuando apenas comenzaba a gatear–, pero que si alguien tiraba una pelota y yo la veía de reojo, dejaba lo que estaba haciendo e iba detrás de ella”, recuerda. Y a pesar de que esa imagen no está registrada en su memoria, la que sí tiene completamente clara es la de su primera fotografía con un balón. “Acompañé a mi papá a un partido –nunca fue profesional, pero sí jugó amateur– y yo quería jugar con los grandes, pero no me dejaron. Recuerdo que me tomaron una foto en la que me veo muy enojado pisando el balón”, relata. Años después llegarían recuerdos más bonitos como aquellos que guarda del Club América, pateando balones y metiendo goles.

“Siempre supe que quería ser futbolista. Desde que era niño y me preguntaban qué quería ser de grande esa era mi respuesta. Y cuando intentaban convencerme de que tenía que ser algo más, yo siempre volvía al mismo punto”, asegura. De la escena del futbol mexicano, las hazañas de delanteros como Hugo Sánchez, Carlos Hermosillo, Ricardo Peláez y Zague alimentaron ese sueño. “Me tocó verlos desde niño y siempre me inspiraron a ser delantero o portero. Portero porque, siendo niño, te daba la oportunidad de aventarte”, dice entre risas.

A esas alturas, la pregunta que surge es: ¿Cómo es distinta la vida de un niño que sueña con ser futbolista? “Desde niño la vida de un futbolista es distinta. Si bien uno no piensa en estarse cuidando, en tener que descansar y ese tipo de cosas, la realidad es que, muchas veces, te invitan a casa de un amigo un sábado y no puedes ir porque tienes partido”, relata haciendo un recuento de sus propias experiencias. También recuerda los períodos vacacionales en los que tenía torneos fuera de la Ciudad de México que terminaban por convertirse en viajes familiares. “Mis papás y mis hermanos perdían sus vacaciones para ir a mis torneos, aunque luego aprovecháramos para conocer los lugares a los que íbamos. Siempre estoy agradecido de que mis papás, hermanos y tíos me acompañaran”, asegura.

Combinando los estudios y los entrenamientos llegó a la adolescencia. Ya siendo parte de las fuerzas básicas de las Águilas del América, equipo con el que debutó profesionalmente, se enfrentó a un momento, alrededor de los 15 años, que hoy considera como un parteaguas en su vida y su carrera. “Pasé por muchas dificultades en el club y hubo un momento en el que me dijeron ‘Te pones las pilas o tenemos que darte de baja porque no estás rindiendo como deberías’”, relata. Las cosas se acomodaron y a los 17 años habló con sus papás para pedirles su apoyo para dejar los estudios y dedicarse de lleno al futbol. “Mira, al final todo salió bien. Debuté, dejé un buen tiempo los estudios, pero al final todo funcionó. He hecho las cosas bien y también terminé la prepa”, sostiene.

“PASÉ POR MUCHAS DIFICULTADES EN EL CLUB Y HUBO UN MOMENTO EN EL QUE ME DIJERON ‘TE PONES LAS PILAS O TENEMOS QUE DARTE DE BAJA PORQUE NO ESTÁS RINDIENDO COMO DEBERÍAS”

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En 2019, ganó la Copa de Oro con la Selección Nacional y recibió el Balón de Oro MX. (©GettyImages)

De águila a lobo

Del 9 de octubre de 2011 a 2014, Jiménez portó con mucho orgullo la camiseta del equipo en el cual se formó. Sin embargo, a los 23 años le llegó la oportunidad de sumarse a las filas del Atlético de Madrid. “Salí de mi casa para irme a Madrid a vivir solo por primera vez. Al principio fue difícil, pero salí adelante”, asegura. Después de Madrid, vendría su transferencia al Benfica, en Portugal, y en 2018 firmó con los Wolverhampton Wanderers.

El cálculo de riesgos, el poner el alma en una jugada e, incluso, las lesiones son parte de la vida diaria de un futbolista. Todos los días se entrena para desarrollar la fuerza y la inteligencia que ayuden a resolver las jugadas con contundencia. “Es algo instintivo saber que a eso te dedicas. Simplemente ves una jugada dividida y quieres ir con todo a ganar. Sin ser mala leche, por supuesto, yendo por el balón, tratando de ser lo más limpio posible, pero sí yendo fuerte para ganar la jugada, terminar metiendo un gol o salvar un gol en tu área. De tanto que lo hacemos nos sale natural”, explica.

No obstante, a finales de noviembre de 2020 algo falló. De aquel encontronazo contra David Luiz asegura que recuerda poco. Lo cierto es que el resultado fue una fractura de cráneo que lo incapacitó unos meses y que todavía lo mantiene fuera de las canchas. Si bien ya ha regresado a sus entrenamientos y su evolución es favorable, lo cierto es que su afición espera con ansias su regreso. Y aunque esta no es su primera lesión en la cancha, sí es la primera de esta magnitud y la primera a la que se enfrenta siendo papá.

“Esto me ha hecho pensar que tengo una hija, que tengo que ver por ella y que, un poquito más acá o más allá, pudo haber sido peor. lo importante es estAr consciente de eso y tener todo preparado para los hijos”.

¿Cómo cambia la paternidad la manera en que percibe estos riesgos? “Mis lesiones anteriores me habían costado tres semanas sin poder jugar, un desgarro o un esguince, tal vez, pero nunca fueron tan fuertes. Esto me ha hecho pensar que tengo una hija, que tengo que ver por ella y que, un poquito más acá o más allá, pudo haber sido peor. Lo importante es estar consciente de eso y tener todo preparado para los hijos”, responde.

Al igual que los meses de aislamiento, esta pausa forzada fue un reto, pero también una oportunidad de pasar tiempo con su familia. “A raíz de mi accidente, he tenido que estar más tiempo en casa. Eso me ha permitido disfrutar más de Arya, verla crecer y apoyar en todo lo que puedo. Siempre me ofrezco para cocinar, bañarla o cambiarle el pañal. Daniela y yo siempre intentamos dividirnos las labores en un 50/50 y ser siempre parejos”, sostiene.

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El regreso y el futuro

Además de los partidos, también asegura que extraña a la afición que llenaba los estadios. “Que haya gente en el estadio cambia todo; sientes el apoyo ahí a un lado y más en la Premier Legue. Es impresionante que en todos los partidos, donde juegues y contra quien juegues, esté lleno el estadio. Se crea una gran atmósfera; con solo hacer un tiro, aunque no sea gol, sientes la emoción de la afición y su apoyo”, explica.

Antes de la fractura, Jiménez estaba en su mejor momento y llevaba una inercia que lo hacía parecer imparable. Cuando uno está en la cima, muy pocas veces piensa en lo que viene después, pero él, con una sensatez que sorprende, dada su edad y el nivel de fama que ha alcanzado, sabe que la carrera de los futbolistas es muy corta. “Saber que esto podría acabarse para mí en ocho años, si bien me va, me obliga a estar preparado”, sostiene. Pero, ¿qué podría deparar el futuro a un ídolo de su calibre? “Siempre he pensado que, cuando ya no juegue profesionalmente, seguiré dedicándome al futbol, pues es lo que me gusta. Tengo que prepararme para nuevos horizontes, nuevas cosas, nuevos retos. Aún tengo tiempo para pensar qué haré después, pero sea lo que sea, tengo que prepararme”, asegura.

No preguntarle acerca de las opciones que pasan por su cabeza, equivaldría a no rematar la jugada. “He pensando en ser director técnico, analista, comentarista… En realidad no lo tengo claro y tampoco sé si vaya a suceder o si decida a tomar otro camino”, responde. ¿Regresar a México es una opción? “Claro que volver a México está dentro de las posibilidades. Siento un gran cariño por el país, es el lugar donde nací, crecí y me desarrollé. Incluso podría terminar mi carrera allá. La idea sería terminarla en el América, el equipo que me vio nacer. Sería muy bonito y nunca le cierro las puertas a nada; hay que ver hacia dónde nos lleva el viento”, asevera.

“Esto es lo que me gusta hacer. Para esto he trabajado durante toda mi vida y creo que ha valido la pena. He dejado muchas cosas de lado, pero no me arrepiento”.

Al cierre de esta edición, Jiménez seguía preparándose para un regreso triunfal con un cambio de look. Su afición cuenta los días para verlo de nuevo sobre el pasto regalándoles goles –“Darles una alegría es mi manera de corresponder todo lo que ellos me dan a mí”, asegura– y para entonar esa canción que le han compuesto. La constancia, la disciplina y la perseverancia siguen siendo las armas con las que enfrenta los retos. Está convencido de que nada de lo que ha tenido que hacer para llegar al lugar en el que está ha sido un sacrificio. “Esto es lo que me gusta hacer. Para esto he trabajado durante toda mi vida y creo que ha valido la pena. He dejado muchas cosas de lado, pero no me arrepiento”, sostiene.

Hoy, Raúl luce con orgullo una cicatriz en el temporal derecho –resultado de su mayor herida de guerra– y un pelo rubio platinado. Nosotros, por nuestra parte, estamos listos para verlo de nuevo en las canchas. Después de nuestra charla, estoy convencido de que es una de esas personas que no se dan por vencidas ante nada. No en vano acompañó una de sus últimas publicaciones de Instagram –una en la que enfundado en su uniforme de entrenamiento realiza sus ejercicios en el campo– con la siguiente frase: “Y si hay que empezar de cero, se empieza”.

En 2013, Jiménez realizó una chilena durante un encuentro contra Panamá. (Roberto Maya/ MEXSPORT/ Mexsport via AFP)




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