Camisa, pantalón y chamarra, Ermenegildo Zegna; sandalias, Gucci; reloj Seamaster Diver 300 M de Omega; anillos y collar, Urblack; collar, Varón.
El clavadista mexicano está listo, a pesar de todos los retos impuestos por la pandemia, para hacer historia en los Juegos Olímpicos de Tokio 2021. De su preparación, sus proyectos y planes a futuro, habla en exclusiva con Life and Style.
Texto: Pedro Aguilar Ricalde
Fotografía: Karla Lisker #ShotoniPhone
Moda: Fernando Fernández
Peinado y maquillaje: Davo Sthebané para Givenchy Beauty
Locación: Hotel Umbral
Diseño y programación: Diana Lobera
Que gran parte del éxito de un campeón depende del poder de su mente, no hay duda. Que otra gran parte es resultado de sus hábitos, es indiscutible. Y basta que Jahir Ocampo describa cómo es un día de concentración, semanas antes de su partida a la Copa del Mundo de clavados, para descubrir que su éxito es resultado de sus hábitos y su mentalidad: “A las 4:40 de la mañana me conecto con un amigo para hacer un ritual de poder, después, leo un poco, escribo y medito; también hago respiraciones para oxigenarme. Continúo dándome una ducha de agua fría durante algunos minutos y, de 5:30 a 7:30, tengo una sesión de entrenamiento con pesas. Desayuno y vuelvo a entrenar, de 10:30 a 2:00 de la tarde, en el agua y en el gimnasio de clavados. Hago un promedio de 100 clavados diarios, sin contar las vueltas en los colchones del gimnasio. Siguen la comida y mis sesiones de terapia y rehabilitación, que terminan a las 4:00. Vuelvo a entrenar de 5:00 a 6:30 o 7:00. En este tercer entrenamiento practico técnica de clavados, saltos mortales y termino con cardio. A las 9:30 tengo que apagar todo para dormirme a las 10:00 y descansar seis o siete horas”.
Total look, Dolce & Gabbana.
Total look, Dolce & Gabbana.
Hoy, a sus 31 años, Jahir lleva 26 como clavadista, pues, como menciona en algún punto de la entrevista, comenzó a los cinco. Es decir, sus hábitos y su disciplina son el resultado de toda una vida de constancia y, sin embargo, esto no significa que este tiempo haya sido de sacrificios. “Yo iba a donde mis papás me llevaban y lo bonito es que, afortunadamente para ellos y para mí, me encantan los deportes. No me pesó ser un niño que no estuviera jugando en la calle”, recuerda.
Traje vintage; camisa y sandalias, Dior.
Sus primeras medallas las obtuvo a los nueve años, en su primera Olimpiada Nacional. “Éramos más de 60 niños. Mi mamá fue a verme y pensaba que yo no iba a ganar, pero me llevé dos medallas de plata. Desde ahí, quedó marcado en mi mente que estaba hecho para grandes cosas en este deporte”, sostiene. Tiempo más tarde, cuando tenía alrededor de 11 años, asistió a su primera competencia internacional en Estados Unidos. Antes de partir hizo un trato con su papá: como también le gustaba mucho el futbol, pero no tenía tiempo para practicarlo, acordaron que si ganaba una medalla de oro, tendría permiso para cambiarse de disciplina. En ese entonces, Jahir era el miembro de menor edad de la selección y de los seis oros posibles, ganó cinco. “Cuando llegué al aeropuerto, lo primero que me dijo mi papá, antes de felicitarme, fue, ‘Ya dale las gracias a tu entrenador y dile que te vas a cambiar a futbol’”, relata. Dos meses más tarde tenía otra competencia internacional en Canadá. Entonces, tomó la que probablemente haya sido una de las decisiones más importantes de su vida. “Me había gustado viajar, competir, ganar, conocer otras culturas, hacer amigos; me gustó todo ese ambiente. Así que le dije a mi papá que quería seguir entrenando clavados otro rato porque quería ir a esa competencia y me respondió: ‘O te cambias ahora o ya no te cambias, porque no vas a desperdiciar el tiempo de tu entrenador’. Decidí quedarme”, recuerda.
Camisa, Saint Laurent para Jet; pantalón, Louis Vuitton; tenis, Dior; reloj, Seamaster Diver 300M de Omega; pulsera y anillo, Urblack.
Camisa, pantalón y chamarra, Ermenegildo Zegna; sandalias, Gucci; reloj, Seamaster Diver 300M de Omega; anillos y collar, Urblack; collar, Varón.
En el año 2000 los Juegos Olímpicos se celebraron en Sídney, Australia. Jahir tenía 10 años y desde la pantalla de su televisión vio a Fernando Platas ganar la medalla de plata en el trampolín de tres metros. “Desde ese momento, decidí que yo sería el siguiente medallista olímpico en esa misma categoría. Hasta la fecha no ha habido nadie que sea medallista, por lo que todo indica que nos irá muy bien este año”, sostiene.
En ese momento no sabía que iba a tener la oportunidad de entrenar en la misma alberca que él de 2001 a 2004. A lo largo de ese tiempo, se hicieron amigos y verlo en acción –“No tengo en mi mente la imagen de un clavado malo de Fernando”, asegura– reafirmó el deseo de seguir sus pasos. “Las cosas no se ganan de la noche a la mañana. Hay que seguir entrenando, incluso cuando no tienes ganas de entrenar, porque la práctica hace al maestro”, fue el mejor consejo que le dio Platas.
Pero su mentalidad de campeón viene de más atrás. Desde pequeño, su papá le ponía audiolibros de motivación de autores como Jim Rohn y Alex Dey. “Siempre fui muy positivo, muy aventado, siempre le encontraba el lado bueno a las cosas. Mi papá me creó muchos hábitos del poder personal y de la mente, y eso es algo que he conservado”, afirma. Las figuras de Bruce Lee y Mohamed Ali también dejaron huella en él. Del primero, intenta seguir el ejemplo de mantener la calma, de ser como el agua, de fluir y adaptarse, de pensar antes de actuar para tener la calma y la sabiduría necesarias para elegir un curso de acción. “Mohamed Ali, por su parte, siempre hablaba de la confianza que tenía en sí mismo. Algunas personas pueden tomar eso como arrogancia, pero eso genera una creencia poderosa en uno mismo. Siempre creyó en él más que en cualquier otra persona”, asegura.
Camisa, pantalón y chamarra, Ermenegildo Zegna; sandalias, Gucci; reloj, Seamaster Diver 300M de Omega; anillos y collar, Urblack; collar, Varón.
Todo esto fue puesto a prueba cuando se anunció que los Juegos Olímpicos programados para 2020 serían pospuestos a causa de la pandemia. “Te preparas cuatro años para los Juegos Olímpicos y luego no ocurren; es como si echaran a la basura todo el trabajo, todo el entrenamiento, toda la preparación psicológica para la competencia”, explica. Después de una semana de llorar, enfadarse y no saber qué pensar o cómo actuar, Ocampo asimiló que no era el único afectado. “Era algo que le estaba pasando a todo el mundo. Eso me hizo darme cuenta de que le tenía que sacar provecho; también me di cuenta de que si yo decidía descansar, habría alguien que estaría entrenando en algo en lo que yo quiero tener éxito”, añade.
Ese fue el impulso que necesitaba para ponerse manos a la obra. De un gimnasio de su propiedad –que tuvo que cerrar debido a las disposiciones gubernamentales–, aprovechó los aparatos y el equipo para entrenar con su preparador físico a través de Zoom. También aprendió cosas nuevas –como tenis y golf–, tomó cursos en línea y tuvo tiempo para leer. Cuatro meses después –“Nunca había estado tanto tiempo fuera del agua”, señala–, regresó a sus entrenamientos a la alberca olímpica para, poco a poco, retomar su nivel.
Gabardina y pantalón, Ocelote; botas, Ermenegildo Zegna; pulsera, Urblack.
Gabardina y pantalón, Ocelote; botas, Ermenegildo Zegna; pulsera, Urblack.
Los intereses de Jahir hablan de su constante curiosidad y deseo por aprender cosas nuevas. Estudió Mercadotecnia Deportiva y está en proceso de concluir una maestría en Mercadotecnia de Moda. Él mismo no tiene empacho en decir que le encanta modelar –lo ha hecho en sesiones de fotos y sobre la pasarela– y en hablar del proyecto que tiene de lanzar una marca de ropa deportiva, que dará a conocer con una línea de trajes de baño.
En 2018, participó en el programa Exatlón de TV Azteca. Esto significó un fuerte impulso a su popularidad y al número de seguidores en sus redes sociales. Si bien, no fue consciente de manera inmediata de que mucha gente lo veía como una inspiración, poco a poco fue asimilando esta fama. “Al principio, ves tu número de seguidores y quieres subir cualquier contenido solo para tener atención. Eso te lleva a generar un contenido absurdo y vacío, que muchas veces no tiene sentido. Después me hice consciente de que era una imagen para muchos niños, muchos papás y muchos adultos, y que subir contenido con valor es una gran responsabilidad y una muestra de respeto hacia las nuevas generaciones”, reflexiona.
Y claro, también está el tema de su alimentación, algo de lo que habla constantemente a través de su cuenta de Instagram. “Soy vegetariano desde los 13 años y la alimentación a base de plantas la adopté hace casi año y medio, seis meses antes de la fecha original de los Juegos Olímpicos”, explica. Interesado en temas como la recuperación, el gasto energético asociado a la digestión de ciertos alimentos y su aporte nutricional, fue investigando y asesorándose con amigos hasta tomar la decisión. “Esta alimentación rompe con muchos paradigmas de la nutrición deportiva. Muchos nutriólogos y doctores deportivos no la adoptan, casi siempre por falta de conocimiento y porque no son expertos para aventarse el tiro”, explica.
Total look, Louis Vuitton; reloj, Apple Watch.
A partir del 23 de julio los ojos del mundo estarán puestos en Tokio, ciudad japonesa que, un año más tarde de lo planeado, será sede de los Juegos Olímpicos. Toda una vida de preparación, constancia y disciplina, todo el esfuerzo por no dejar que la pandemia doblegara su determinación, se reflejarán en los saltos que Jahir ejecutará desde el trampolín de tres metros. “El reto será mantener la mente en calma, no desesperarme y no tratar de hacer cosas que no voy a lograr en el tiempo que falta para llegar a esa competencia”, asegura.
¿En qué pensará cuando esté a punto de dar el salto que podría valerle la medalla con la que tanto tiempo ha soñado? “Cuando ya estoy en una competencia, trato de no pensar. Para llegar hasta allá, uno ha hecho miles de clavados y lo que se tiene que hacer es fluir, dejar la mente en blanco. Yo me paro en el trampolín y me visualizo haciendo el clavado perfecto dos o tres veces. Cuando estoy listo, respiro, suelto y fluyo”, sostiene.
Sin embargo, sabe que, más allá del resultado, al final de las Olimpiadas seguirá siendo el mismo. “Una medalla no te hace ni te define, un resultado tampoco te define. Acabas la competencia, puedes ganar o quedar en el último lugar, pero sabes que vas a ser la misma persona. Lo importante es que sepas quién eres, a dónde vas y que tu felicidad no depende del resultado”, afirma. Dar el 100% es lo que realmente importa. “El resultado es el extra, es la cereza del pastel, sobre todo en un deporte de apreciación como los clavados”, añade.
Si al final la puntuación no lo favorece, probablemente haya enojo, frustración e, incluso, lágrimas. No obstante, sabe que vendrán más competencias, más días de entrenamiento, más saltos; habrá más mañanas para levantarse a las 4:30 y continuar con la vida que se se ha propuesto vivir, una en la que intenta no pensar tanto en el futuro –algo que le genera cierta incertidumbre, sobre todo, a raíz de la pandemia–, sino construir el presente que desea. Su manera de resumirlo es precisa: “Vivo una vida de 24 horas todos los días”.