A sus 55 años de edad, Moby revisita su vida y su carrera como una forma de entender la condición humana a través de sus experiencias.

Texto: Fernanda López
Fotografía: Travis Schneider / Universal Music
Diseño y programación: Pamela Jarquín



En la vida todos tenemos algo a lo que Richard Melville Hall –mejor conocido como Moby– llama un “portafolio existencial correcto”: una serie de características personales y posiciones en las que debemos afianzarnos para tener una existencia feliz. Una serie de metas que nos convierten en lo que, según nosotros, deberíamos ser. Para Moby, muchas de ellas llegaron en 1999, con el éxito de su disco Play, un álbum que marcó la historia de la música electrónica y que a la vez lo condujo por una espiral que le dio lo que muchos querrían para sus propios portafolios: fama, dinero, fiestas, viajes, admiración, poder y todos aquellos clichés con los que soñamos alguna vez en la historia. Pero, como sucede a menudo, basar la vida en esos valores puede desembocar en soledad, vicios y depresión. Afortunadamente para algunos, a veces se logra salir de eso. Después de doce años de sobriedad, Moby puede considerarse un sobreviviente. Y no sólo eso, sino que, gracias a una capacidad privilegiada de autoobservación, ha asumido la responsabilidad de compartir su historia como una especie de moraleja para la humanidad.

En los últimos años, Moby se ha dedicado –entre otras cosas– a mirar al pasado, autoevaluarse y reflexionar, por medio de dos autobiografías (Porcelain: A Memoir, publicada en 2016, y Then It Fell Apart, lanzada en 2019), un documental narrativamente extraordinario (Moby Doc, 2021) y un disco (Reprise, 2021) que reconstruye con estándares orquestales sus mayores éxitos. A simple vista estos son solo productos. Sin embargo, basta platicar unos minutos con Moby para darse cuenta de que todo esto obedece a una búsqueda mucho mayor: una exploración en las profundidades de su ser para entender la condición humana.


“Hay mucha nostalgia”, comenta Moby desde su casa en Los Ángeles, en una conversación vía Zoom. “Pero todo esto para mí ha sido una forma de terapia, de mirar a ciertos aspectos de mi historia, de mi pasado, para ayudarme a entenderme mejor. También quería usarme a mí mismo como un ejemplo de la condición humana y de lo que sería una buena respuesta hacia ella. Estudié filosofía y siempre ha sido una pregunta recurrente en mi vida lo que significa ser humano”. Esto se hace muy presente en los dos materiales que produjo el músico y activista este año. Por un lado está Reprise, un disco que realizó con la icónica productora de música clásica Deutsche Grammophon, con el que el músico revisitó tanto las canciones que han marcado su trayectoria y las convirtió en piezas sinfónicas, lo que a su vez, le hizo regresar a la infancia:

“Es curioso porque yo crecí con esa música. Cuando tenía nueve años estudié teoría musical y guitarra clásica, luego cumplí trece o catorce y conocí el punk rock, y casi traté de desaprender la teoría que me habían enseñado. Hacer Reprise fue regresar a la educación musical que tuve en la infancia. Quise experimentar con esto porque, al final, la música es para crear y comunicar una emoción; por eso he experimentado con géneros tan diferentes a lo largo de mi carrera. Todos tienen una habilidad única, inherente de comunicar. Al principio, mi idea era revisitar estas canciones y tomar sus cualidades emotivas y expandirlas, pero también, egoístamente, me encantaba la idea de hacer un disco de una manera en la que nunca antes hubiera trabajado, ¿sabes? Con orquesta, un coro, muchos cantantes… fue algo muy emocionante para mí”.


A la par del lanzamiento de Reprise, Moby lanzó Moby Doc, un documental que fácilmente entrará en las listas de los mejores documentales musicales jamás hechos, no sólo por su formato visual –en el que los recuerdos y una introspección onírica conviven–, sino por la presencia de un Moby sin tapujos, brutalmente honesto y con un sentido del humor que contrasta con las realidades tan crudas que cuenta en ocasiones: “Mucho de esto es resultado de la sobriedad”, explica Moby al preguntarle sobre la valentía de sentarse frente a una cámara y narrar su verdad, que no siempre es la más pintoresca. “Dejé de beber y de consumir drogas hace doce años porque ya estaba fuera de control. Empecé a ir a las reuniones de doce pasos, y una de mis cosas favoritas era escuchar las historias de la gente, especialmente cuando eran honestas; apreciaba mucho eso. Entonces pensé que si me gustaba la honestidad en los demás, yo tenía que estar dispuesto a ser igual. Hay algo muy liberador en contar tu historia de una manera honesta, sin preocuparte por las consecuencias, especialmente porque pasamos mucho tiempo viviendo nuestras vidas escondiendo nuestras historias, lo que somos en realidad. Es lindo no escondernos más”.

Así, en Moby Doc, dirigido por el cineasta Robert Bralver, no tiene recato alguno en contar su vida en primera persona, desde la muerte de su padre alcohólico cuando era un niño, la negligencia de su madre, su vida en una bodega abandonada, su ascenso a la fama y la perdición que llegó con ella. Sin embargo, a diferencia de sus otros proyectos introspectivos recientes, aquí no vemos sólo a Moby según Moby, sino que lo apreciamos a través de decenas de ojos desconocidos que grabaron material de archivo, así como de testimonios de personajes como David Lynch y el fallecido David Bowie: “Es un proceso fascinante, sobre todo ahora que tengo 55 años y hay mucho material de archivo. Al verlo, claro que hay una acción inmediata al mirarme cuando era mucho más joven, y luego está la respuesta casi paradójica de verte a ti mismo como tú, pero luego verte como una persona distinta y recordar la inocencia y la ignorancia; ver al yo del pasado y pensar: ‘Estabas muy mal’. O sea, lo que asumí antes sobre la vida iba en cuanto a lo que iba a crear significado o felicidad… la realidad es que sólo puedes aprender por experiencia”.



“Mi trabajo es ser un activista por los derechos animales. Amo hacer música, amo hacer muchas cosas, pero lo más importante en mi portafolio existencial son los animales. En lo más profundo de mi ser, no puedo vincularme con nada que cause sufrimiento animal o que contribuya a eso de alguna manera”, explica el músico.

Y su pasión se nota. A pesar de que durante toda la conversación se ha mostrado entusiasta y muy dispuesto a hablar, un cambio en su tono de voz delata una pasión innegable. Para cualquiera que no haya visto Moby Doc, podría parecer un stunt típico de celebridad. Pero no para Moby. No para el hombre que tiene tatuadas en el cuerpo leyendas como “Animal Rights” y “Vegan for Life” en el cuello y brazos con tipografías pesadísimas, que aportan máxima visibilidad. Para él, habiendo crecido en un escenario infantil tormentoso, con una madre ausente y una vida de carencias dentro de la afluente sociedad en Connecticut, lo único incondicional fueron los animales. De hecho, en el documental señala que ellos “eran buenos y la gente aterradora” y que “eran seguros, no me juzgaban y no tenía que sentirme avergonzado con ellos”. Al preguntarle sobre eso, el activista reflexiona:

“Cuando era niño viví momentos difíciles que me hicieron muy sensible al sufrimiento de los animales inocentes o de los seres inocentes, en general. En un nivel más esotérico, no creo sólo en la inocencia de los animales, sino en el hecho de que los animales están conectados al orden natural de las cosas. Ellos entienden su lugar en el mundo natural. Los humanos no entendemos el nuestro y por eso destruimos el único hogar que tenemos. Al trabajar con animales, lo que he descubierto es que, por ejemplo, si ves un documental en el que un león de montaña va a atacar a una cabra, la cabra no quiere que la ataquen pero tampoco se ve confundida. En cambio, si ves a una persona lastimando a un animal, sí se ven confundidos porque no entienden por qué nos separamos del mundo natural y lo expresamos con violencia y asesinato”.

El portafolio de Moby se complementa con la pregunta que siempre le ha acompañado: ¿qué significa la vida?: “Es una combinación de explorar la condición humana y cuál es un buen uso para la vida. ¿Qué errores hemos cometido de los que podemos aprender? Estoy tratando de entender las cosas antropológicamente desde una perspectiva evolutiva”, explica.
“Quisiera que la gente se preguntara a sí misma cuál es su respuesta a la condición humana, qué errores han cometido, qué están haciendo bien. Una vez escuché a un alcohólico resumir la vida de una manera muy simple: ‘Haz más de lo que funciona y menos de lo que no’, y creo que de eso se trata. Pero para hacerlo, tenemos que estar dispuestos a ser honestos con nosotros mismos sobre lo que funciona y lo que no”. Y si un alcohólico y un abstemio pueden estar de acuerdo con esa máxima, significa que Moby tal vez no esté tan lejos de descubrir el mejor uso para la vida.