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Paulina Gaitán
ha demostrado que es a prueba de todo.
¿La clave de su superpoder?
Una pasión inagotable por su trabajo.

Texto: Fernanda López
Dirección creativa: Something Wonderful
Asistente de moda: Alexis Tame
Peinado y Maquillaje: Marco Casasola para Givenchy Beauty
Locación: The Fashion Residence
Video: Carla González y Miguel Montaño
Coordinación de producción: Pedro Aguilar Ricalde
Diseño y programación: Pamela Jarquín

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En un mundo ideal se nos enseña que todos somos únicos e irrepetibles. Si bien esto es indiscutible, también es cierto que hay personas que se quedan grabadas en nuestra memoria con más facilidad que otras. Paulina Gaitán es una de ellas. Desde su llegada a la locación para esta sesión de fotos exclusiva con Life and Style, la actriz de treinta años se muestra amable, curiosa, elocuente y siempre con una respuesta para todo. ¿Al stylist se le empañaron los lentes con el cubrebocas? Paulina tiene el tip perfecto para que esto no suceda. ¿Alguien está preparándose para hacer ayuno intermitente? Ella sabe todos los consejos para aprovecharlo de la mejor manera. ¿Trae puesta una sudadera que no le gusta, pues tiene un dibujo animado? La usa al revés y de repente la prenda parece salida de una concept store de moda. Paulina tiene una solución para todo y eso la hace una verdadera mujer maravilla.

Su trabajo no hace más que sustentar esta teoría, y basta con ver su extensa filmografía para comprobarlo. Con más de cincuenta créditos en su trayectoria, Paulina se ha forjado una carrera en la que ni un solo papel parece de relleno y, además, despliega una diversidad especial, una en la que no sobresale sólo por incursionar distintos géneros, sino por explorarlos en producciones seleccionadas con una minuciosidad admirable: “Creo que he sido bastante delicada para elegir proyectos completamente distintos y no caer en el rollo de hacer el mismo personaje todo el tiempo, algo que sucede mucho en México”, reflexiona la actriz.“Tengo un equipo que me ayuda a tomar decisiones y siempre buscamos personajes que conlleven un reto y que le den diversidad a mi carrera”.

Así, Paulina un día puede interpretar a la legendaria Violetta de Diablo Guardián, obra memorable del escritor Xavier Velasco, interpretar a una madre subrogante, como lo hizo en Souvenir, dar vida a una poco refinada Ana Paula en Las niñas bien, mostrarnos el lado más ególatra de Poncho Herrera en Me casé con un idiota (a estrenarse en el transcurso de este año), o bien, buscar a su hermana desaparecida en la desgarradora serie No fue mi culpa, que se estrenará el 17 de septiembre en la plataforma Star+. Y esto es sólo una parte mínima y reciente del viaje por el que Paulina nos está guiando con sus papeles. Para agendar esta entrevista y sesión de fotos, por ejemplo, tuvieron que pasar múltiples ajustes de agenda, pues la actriz tiene el calendario que cualquier histrión querría, repleto de proyectos que abren oportunidades interesantes que explorar.

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Sin embargo, llegar a ese punto no ha sido fácil. De entrada, viniendo de un mundo familiar de abogados, en el que –al menos al inicio– ser actriz no sonaba como una forma razonable de vivir la vida. A eso se suma una disciplina y una pasión constantes que la han llevado a prepararse y procurarse papeles que le den el crecimiento que busca:

“Estos papeles me los he ganado haciendo castings, involucrándome en el proceso de crear a los personajes, siempre intentando buscar el otro lado. Ha sido un trabajo de muchos años. También se ha tratado de estar en el momento correcto en el lugar correcto”, explica la actriz.

“Amo mi trabajo. Siento que me ha salvado de muchas cosas y estoy muy agradecida por eso”. Ese agradecimiento se nota con el compromiso que muestra con cada personaje al que da vida, incluso si eso implica transformar su cuerpo. Para Narcos, por ejemplo, subió quince kilos y bajó veinte para Guardián. Después, para Niñas bien, subió doce. Paulina tiene claro que un actor no sólo trabaja con la voz y la cara, sino también con el cuerpo.

Pero esa es sólo parte de su preparación. En realidad, parecería que cada cosa que marca el periplo humano de Paulina es una oportunidad para crecer en su carrera. Durante la pandemia, por ejemplo, la actriz aprendió a tomar fotografías en digital y en 35 milímetros. Su curiosidad e interés por el arte de la lente son innegables. Durante la sesión de fotos, observaba con atención y hacía preguntas al equipo que parecían reforzar el conocimiento que ha adquirido al respecto en este tiempo. Incluso la obra que ha publicado (se puede ver en su cuenta alterna de Instagram, @ojodetauro) muestra una delicadeza y una sensibilidad por demás interesantes. Estereotípicamente podría pensarse que lo hace para despejarse de su trabajo. Sin embargo, al preguntarle al respecto, no tarda en explicar: “Me encanta porque en algún momento quisiera fotografiar o dirigir; no quiero ser actriz toda la vida. Me gusta explorar, aprender, y si el día de mañana me sale un personaje de fotógrafa, será algo que ya sepa hacer”.
Me gusta explorar, aprender, y si el día de mañana me sale un personaje de fotógrafa, será algo que ya sepa hacer”. Claramente, estamos ante una mujer que ama lo que hace: “No quiero descansar de mi trabajo nunca, quiero seguir aprendiendo cosas nuevas. Soy una morra muy movida y me gusta estar siempre de aquí para allá. Por eso, también en la cuarentena, aprendí a tocar el ukulele. Siempre estoy buscando aprender y todo esto al final ayuda a que, si sabes montar a caballo, si sabes tocar el piano, te quedas con el personaje. Uno siempre tiene que seguir creciendo y buscando cosas que alimenten a la persona y al alma”.

¿Lo más extraño que ha tenido que aprender?
Volar en trapecio: “Fue muy complicado porque le tengo pánico a las alturas. Lo hice hace como cuatro o cinco años para una película de mi suegro y, la verdad, fue una locura. Me tuvieron que llevar al circo y ahí los trapecistas me enseñaron. Fue un reto bastante duro, fuerte, pero muy enriquecedor porque al final yo ya agarraba solita el trapecio y me aventaba”.

Pero si de retos duros se trata, la mayor dificultad no ha estado en el aire, sino en el papel que le ha llevado a excavar la tierra: No fue mi culpa, una serie en la que se explora el tema de los feminicidios, en la que Paulina encarna a una mujer que emprende una búsqueda implacable para saber quién mató a su hermana: “Es un tema bastante complicado y encarnar a mi personaje fue muy duro. Yo llegaba de repente muy afectada a mi casa porque me movía muchas cosas. Me cuestionaba muchas otras cosas como mujer, acerca de la sociedad en la que vivimos, sobre temas como la falta de educación en México, todos temas que me duelen. Pero creo que es necesario contar este tipo de historias para generar un cambio o sembrar un poco de conciencia en la gente”.

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Cuando alguien tiene una pasión tan fuerte por su trabajo, necesita una pareja que esté en el mismo canal. En ese sentido, Paulina ha encontrado al hombre más complementario: el director de fotografía chileno Daniel Blanco: “Mis pilares más fuertes son mi madre, mi hermano y mi pareja. Daniel me ha enseñado mucho en cuestión técnica y me brinda apoyo constante. De repente le digo: ‘Me salió una serie en Colombia’, y él dice: ‘Tómala, yo me voy contigo’. Siempre ha estado presente; creo que eso es lo que nos ha hecho una pareja tan unida. Las personas que nos han visto juntos dicen que somos el uno para el otro. Y la ventaja es que trabaja en la industria, entonces no hay ese rollo de que no entienda mis horarios o de que se extrañe porque de repente llegó agüitada, triste o demasiado eufórica; al final nosotros jugamos con las emociones y por más que el director diga ‘¡Corte!’, en ocasiones nos llevamos cosas a tu casa. Si tu pareja no sabe lo que está sucediendo o no conoce del medio, podría haber un conflicto.Y creo que por este lado lo único que recibo de parte de él es mucho respeto y muchísimo amor”.

Y es con estos tres pilares que Paulina comparte los éxitos alcanzados en este camino: “Me siento muy satisfecha con las decisiones que he tomado y con los personajes que he elegido. Creo que eso es algo que la gente también ve. Les gusta mi trabajo y eso me hace sentir muy bien”, explica. “Esto lo celebro con mi familia, con mi novio. Nos sentamos y vemos la serie, nos echamos un vinito y platicamos sobre el tema. Esas son las cosas que me gustan. Soy mucho de mis amigos, pero también de mi familia. Empecé muy joven y al principio ellos no apoyaban la idea de que yo fuera actriz. Estos logros son compartidos, pues han sido una enseñanza para todos nosotros. Todos en mi familia son abogados y nadie hubiera imaginado que alguno de nosotros terminaría en un lado como del cine o algo por el estilo. Los triunfos quiero compartirlos con ellos; los veo como la prueba de que cuando uno tiene sueños y tiene ganas de hacer las cosas, se pueden lograr”.

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