as pantallas del mundo se llenaron el 11 de septiembre de 2001 con imágenes que parecían sacadas de una película de acción de Hollywood. Un avión se estrelló contra una de las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York. Pero no era una ficción. Ese día, la amenaza terrorista golpeó a Estados Unidos en sus símbolos de progreso y de poder.
as pantallas del mundo se llenaron el 11 de septiembre de 2001 con imágenes que parecían sacadas de una película de acción de Hollywood. Un avión se estrelló contra una de las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York. Pero no era una ficción. Ese día, la amenaza terrorista golpeó a Estados Unidos en sus símbolos de progreso y de poder.
20 años después, Estados Unidos no ha vivido otro atentado terrorista islamista en su territorio, pero el costo ha sido muy alto. El país libró en Afganistán la guerra más larga en la que haya participado en su historia, con miles de soldados estadounidenses y de otras nacionalidades, insurgentes talibanes y civiles afganos muertos.
La guerra terminó para Estados Unidos apenas el 30 de agosto pasado, con un sabor que recuerda a la salida de las tropas de Saigon, derrotadas en la guerra de Vietnam. A continuación, repasamos algunos de los hitos de este conflicto, que inició hace 20 años con el secuestro de cuatro vuelos comerciales.
El 11 de septiembre de 2001, en menos de dos horas, el World Trade Center de Nueva York, compuesto por dos edificios gigantes de 110 pisos cada uno, fue reducido a una montaña de polvo y acero incandescente, el Pentágono —la sede del Departamento de Defensa de Estados Unidos— quedó destruido y casi 3,000 personas perdieron la vida.
Los atentados fueron perpetrados por 19 terroristas del grupo Al Qaeda que desviaron cuatro aviones de pasajeros para estrellarlos contra los símbolos económicos, militares y políticos de Estados Unidos.
Dos aviones fueron estrellados contra el World Trade Center en Nueva York y un tercero contra el Pentágono, cerca de Washington DC.
En menos de dos horas, las Torres Gemelas de Nueva York terminaron reducidas a polvo y fuego.
Un cuarto avión apuntaba posiblemente contra el Capitolio, sede del Congreso, o la Casa Blanca, pero tras la intervención de sus pasajeros se estrelló en una zona rural de Shanksville, en Pensilvania
El vuelo 11 de American Airlines, un Boeing 767 con 92 personas a bordo —incluidos cinco yihadistas—, impacta a 790 km/h contra la torre norte del World Trade Center, localizado en el sur de Manhattan
El vuelo 175 de United Airlines también un Boeing 767, con 65 personas a bordo —incluidos cinco yihadistas— se estrella a 950 km/h contra los pisos superiores de la torre sur y genera una gigantesca explosión
El presidente George W. Bush está en una escuela primaria de Sarasota, Florida, cuando su jefe de gabinete le susurra al oído: "Un segundo avión golpeó la otra torre. Estados Unidos está bajo ataque”
La Administración Federal de Aviación (FAA) impide el despegue de todos los aviones en el territorio nacional
El vuelo 77 de American Airlines con 64 personas a bordo, que había despegado del aeropuerto Washington-Dulles, en Virginia, y se dirigía a San Francisco, se estrella contra la fachada oeste del Pentágono tras ser secuestrado por cinco yihadistas
La FAA ordena a todos los vuelos comerciales que sobrevuelan Estados Unidos aterrizar cuanto antes
La torre sur del WTC se desploma en 10 segundos, en medio de un diluvio de fuego, acero y polvo. El impacto es tal que jamás se encontraron los rastros de ADN de cientos de víctimas.
El vuelo 93 de United Airlines que viajaba de Newark a San Francisco se estrelló a las 10:03 en el campo en Shanksville, Pensilvania, con 44 personas a bordo, incluidos cuatro yihadistas
La torre norte del WTC se derrumba 102 minutos después de haber sido atacada. Una inmensa nube de polvo cubre todo el sur de Manhattan
George W. Bush, evacuado a la base aérea de Barksdale, Luisiana, pone a las fuerzas armadas en "estado de alerta máxima"
George W. Bush se dirige a los estadounidenses desde el despacho oval de la Casa Blanca y denuncia "actos terroristas despreciables, malvados"
El vuelo 93 de United Airlines que viajaba de Newark a San Francisco se estrelló a las 10:03 en el campo en Shanksville, Pensilvania, con 44 personas a bordo, incluidos cuatro yihadistas. Algunos pasajeros, informados por teléfono celular de lo que estaba ocurriendo en Nueva York, lucharon contra los terroristas que habían secuestrado el avión e impidieron que éste se estrellara contra el Congreso, el Pentágono o la Casa Blanca en Washington DC.
Estados Unidos se creía intocable después de ganar la Guerra Fría. Los atentados, sin embargo, mostraron la vulnerabilidad del país norteamericano y destrozaron las esperanzas de un futuro pacífico.
"El 11-S marcó el inicio de la pérdida del poder de Estados Unidos con respecto a otros países", dijo a la agencia EFE un profesor emérito de seguridad nacional en la American University, Gordon Adams.
En la década de 1990, Estados Unidos disfrutó de una hegemonía global y de un nivel de riqueza prácticamente inéditos en la historia, un poder que parecía no tener límites.
"Había una sensación de exuberancia, y nada simbolizaba esa exuberancia mejor que esas dos torres gigantes, de 110 pisos cada una, que llegaban hasta el cielo, dominando el horizonte de Nueva York, e incluso podría decirse que el de Estados Unidos y del mundo", relató a la agencia española el historiador y psicólogo Charles Strozier.
Tras la caída de las Torres Gemelas, Strozier entrevistó a decenas de supervivientes, familiares de víctimas y testigos, y constató el efecto de los ataques en una generación de estadounidenses que había crecido temiendo un ataque nuclear, y cuyos miedos persistían "bajo la superficie calmada" de finales del siglo XX.
"Los ataques (del 11-S) tuvieron una dimensión apocalíptica. Fue un desastre a tal escala que hizo sentir a la gente que (...) el mundo se podía acabar", explicó el experto.
“Estados Unidos era un animal herido; un animal herido con un enorme poder militar”, añadió Strozier.
Nueve días después de los atentados, el entonces presidente George W. Bush formuló en un discurso una pregunta que tenía al país en vilo y le dio una respuesta que marcaría los siguientes 20 años.
“Los estadounidenses se están preguntando, ¿por qué nos odian? Odian lo que ven aquí mismo, en esta cámara: un gobierno elegido democráticamente", dijo el presidente desde la sede del Congreso.
Bush lanzó la operación "Libertad Duradera" el 7 de octubre de 2001.
El entonces régimen islamista talibán en el poder en Kabul daba refugio al yemenita Osama bin Laden y a su red Al Qaeda, los responsables del ataque. Washington exigía a los talibanes la entrega de Bin Laden, a lo que el movimiento islamista se negó.
Los talibanes, un grupo islamista, gobernaba Afganistán cuando ocurrieron los ataques.
En pocas semanas, la coalición internacional liderada por Bush derrotó y sacó del poder a los talibanes, que habían ocupado Kabul tras largos años de guerra civil, en 1996.
Además de los ataques aéreos, Washington dio apoyo a la Alianza del Norte, una serie de tribus que peleaban contra los talibanes. Al 1 de noviembre, Estados Unidos ya tenía desplegados 1,000 soldados en territorio afgano, que pasarían a ser 10,000 al año siguiente.
“Los hombres y mujeres de Afganistán están construyendo una nación libre, orgullosa y combaten el terrorismo; Estados Unidos está honrado de ser su amigo”, aseguró entonces Bush.
La atención de Estados Unidos se desvió de Afganistán con la siguiente aventura militar, la invasión de Irak en 2003 para derrocar al dictador Sadam Hussein, acusado de tener armas de destrucción masiva. Este señalamiento fue desmentido años más tarde.
Estados Unidos invadió Irak en 2003 con el argumento de que el país poseía armas de destrucción masiva.
Los talibanes y otros grupos islamistas se reagruparon en el sur y el este de Afganistán, desde donde podían viajar a las zonas tribales de Pakistán, y empezaron un movimiento de insurgencia.
La jefatura militar estadounidense pidió en 2008 más refuerzos. El presidente Bush aprobó el despliegue de 48,500 soldados adicionales.
En 2009, Barack Obama —elegido presidente con la promesa de que acabaría con las guerras en Irak y Afganistán— aumentó el despliegue de tropas a 68,000. En diciembre vuelve a mandar 30,000 más.
El objetivo era sofocar la insurgencia talibán y fortalecer las instituciones afganas.
“Afganistán no está perdido, pero durante varios años ha ido en reversa. No hay una amenaza inminente de que el gobierno de ese país caiga, pero el Talibán ha ganado fuerza”, decía Barack Obama.
En 2010 más de 150,000 soldados extranjeros estaban en suelo afgano, de los cuales 100,000 eran estadounidenses.
Bin Laden murió el 2 de mayo de 2011 en una operación de las fuerzas especiales estadounidenses en Pakistán.
La OTAN anunció el 31 de diciembre de 2014 el fin de su misión de combate en Afganistán.
Osama Bin Laden murió en una operación de Estados Unidos el 2 de mayo de 2011
Pero de acuerdo a pactos firmados meses antes, 12,500 soldados extranjeros —9,800 estadounidenses— se quedaron en Afganistán para entrenar a las tropas afganas y llevar a cabo operaciones puntuales antiterroristas.
“Después de los sacrificios hechos, queremos preservar lo ganado y asegurar que Afganistán nunca más ataque nuestro país”, señalaba Obama.
La seguridad en Afganistán volvió a empeorar con la nueva expansión de la insurgencia talibán, y la aparición del grupo yihadista Estado Islámico (EI) a principios de 2015.
Obama redujo el ritmo de retirada de tropas en julio de 2016 y anunció que 8,400 seguirían en Afganistán hasta 2017.
Barack Obama, que llegó al poder con la promesa de terminar la guerra en Afganistán, llegó a enviar hasta 100,000 soldados al campo de batalla.
En abril de 2017, ya bajo el gobierno de Donald Trump, Estados Unidos lanza la mayor bomba convencional jamás utilizada en combate contra una red de túneles y cuevas del Estado Islámico en el este de Afganistán. Según responsables afganos, mató 96 yihadistas.
Trump canceló canceló en agosto de 2017 el calendario de retirada de tropas y volvió a mandar miles de soldados. A mediados de noviembre de 2017, unos 3,000 soldados llegaron para reforzar la tropa de 11,000 militares ya presentes.
Los ataques contra las fuerzas afganas se multiplicaron, algo a lo que Estados Unidos respondió con un gran aumento de ataques aéreos.
Donald Trump ordenó la detonación de la mayor bomba convencional contra el Estado Islámico en Afganistán.
Washington y los talibanes iniciaron discretamente a mediados de 2018 conversaciones en Doha, Qatar. El equipo estadounidense estaba liderado por el enviado especial Zalmay Khalilzad, cuya misión era acabar con la presencia militar en Afganistán.
Estados Unidos exigió a los talibanes que impidieran que Afganistán se convirtiera en una base para grupos yihadistas como Al Qaeda.
La violencia talibán no cesó, y en septiembre de 2018 Trump canceló las negociaciones, enfadado por la muerte de un soldado estadounidense en un ataque en Kabul.
La violencia en Afganistán continuó en 2018, a pesar de inicio de las conversaciones entre Estados Unidos y los talibanes.
Las negociaciones se reanudaron el 7 de diciembre de 2018 en Doha. Un nuevo ataque, cerca de la base aérea de Bagram, en las afueras de Kabul, volvió a provocar su suspensión.
Los talibanes y Estados Unidos firmaron el 29 de febrero de 2020 un histórico acuerdo en Doha para la retirada de las tropas estadounidenses con un calendario de 14 meses y una serie de compromisos mutuos.
“Lidiamos bien con el Talibán. Son muy duros, muy inteligentes, muy agudos. Pero ya van 19 años e incluso ellos ya están cansados de pelear”, presumió Trump.
El 12 de septiembre de 2020 se abrieron las primeras negociaciones de paz directas entre los insurgentes y Kabul, aunque la violencia continuó y se multiplicaron los atentados contra periodistas, jueces, médicos y miembros de la sociedad civil
El 15 de enero de 2021 el Pentágono anunció que el ejército estadounidense redujo sus efectivos en Afganistán a 2,500 soldados.
El 13 de abril, el nuevo presidente Joe Biden decidió que las tropas estadounidenses permanecerían en Afganistán más allá del 1 de mayo, la fecha en la que debían abandonar ese país según las disposiciones de Trump. En todo caso, la retirada sería completada y "sin condiciones" antes del 11 de septiembre, advirtió Biden.
Joe Biden ha defendido que la decisión de salir de Afganistán fue la mejor que pudo tomar.
A principios de julio, Biden anunció que la fecha definitiva de la retirada de todas las tropas estadounidenses de Afganistán sería el 31 de agosto. La decisión fue muy cuestionada por diversos especialistas en seguridad y terrorismo, pues los talibanes ganaban terreno con rapidez en diversas zonas del país.
El 1 de mayo, se inició de manera oficial la partida de los últimos 2,500 soldados estadounidenses y 7,000 de la OTAN. Después de esto, los talibanes iniciaron una ofensiva que terminó con la caída de Kabul, la capital afgana, el 15 de agosto.
El regreso de los islamistas al poder obligó a los occidentales a evacuar precipitadamente desde el aeropuerto de Kabul a sus ciudadanos y afganos que podían ser objeto de represalias de los talibanes, especialmente por haber trabajado para las fuerzas extranjeras.
El aeropuerto de Kabul fue escenario de un caos, cuando miles de personas se agolparon para intentar salir de Afganistán.
En 16 días, Estados Unidos y sus aliados evacuaron a 120,000 personas de Afganistán, pero miles de ciudadanos afganos que cooperaron con los occidentales, fueron dejados atrás.
“Me mantengo firme en mi decisión. Tras 20 años he aprendido de la manera más dura que nunca hubo un buen momento para retirar las fuerzas de EU”, dijo Joe Biden.
La guerra dejó decenas de miles de afganos fallecidos y más de 2,400 soldados estadounidenses muertos. Los últimos 13 fueron asesinados el 26 de agosto en un atentado con bomba contra el aeropuerto de Kabul y que fue reivindicado por el Estado Islámico.
El 30 de agosto a las 7:29 GMT (2:29 pm, hora del Centro de México) el último avión estadounidense, con el ex embajador de Estados Unidos en Afganistán y un general como pasajeros, despegó del aeropuerto de Kabul.
Estados Unidos perdió a 2,400 soldados durante la Guerra de Afganistán, una cifra muy cercana a los más de 2,900 muertos en los atentados.
INFORMACIÓN: AFP, EFE y Gonzalo Soto / EDICIÓN: Fernanda Hernández Orozco / DISEÑO Y PROGRAMACIÓN WEB: Evelyn Alcántara / COORDINADORA DE FOTOGRAFÍA: Paola Hidalgo