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El mundo cambia cuando elegimos el camino que nos hace felices. Para Andrés Baida, el actor del momento, esta decisión lo ha colocado en las producciones más ambiciosas de México.

Texto: Luis Baylón
Fotografía: Tanya Chávez
Moda: Fernando Fernández
Asistente de moda: Valeria Villa
Peinado y maquillaje: Davo Sthebané para Givenchy Beauty
Diseño Web Pamela Jarquin Rojas
Video: José Ricardo Gutiérrez
Editor General: Pedro Aguilar Ricalde

2021 nos envolvió con retos, esperanza y un proceso de autoanálisis que llegó en medio de una situación global que nos obligó a elegir entre dar el siguiente paso o dejar que el impulso de la época nos llevara hacia algún lugar incierto. Andrés Baida, en su tarea actoral, se enfrentó a una encrucijada de decisiones y proyectos que marcaron su carrera a lo largo de un año que también le dejó cicatrices y aprendizajes.
Baida es un joven de 26 años que reconoce a la actuación como su mayor pasión en la vida. “2021 fue un año para cerrar proyectos, encontrarme con la felicidad y el nervio de hacer lo que más me gusta rodeado de gente muy talentosa. En 2022 no hay nada asegurado, pero tenemos que regresar a buscar oportunidades y picar piedra con la frente en alto”, reflexiona.

El año pasado, Baida formó parto de de dos grandes producciones de Netflix, ¿Quién mató a Sara? y Control Z. “El trabajo en set exigió gran disciplina y casi una concentración de claustro; por la naturaleza de los contagios se realizaron pruebas frecuentemente y, en correspondencia, el elenco limitó al mínimo sus salidas o exposición a grupos de personas. A decir verdad, no lo hubiéramos logrado sin protocolos tan estrictos”, detalló el joven actor. Durante las grabaciones, los actores son los únicos que no llevan cubrebocas, lo cual aumentaba el riesgo: “Fue un trabajo tan celoso que por esa razón se dio un gran resultado en pantalla y una sensación de seguridad con el equipo”, comentó Andrés.

Con sus 1.85 metros de estatura es difícil pasar desapercibido. “Aunque suene raro mi apellido, es libanés, mi abuelo era de este país”, comenta el actor con una amplia sonrisa. “Sin embargo, yo crecí en Cancún. Llegué a esa ciudad siendo muy pequeño. Para mí, ese lugar no se trata de la fiesta desbordada, es mi hogar, es mi lugar seguro, tengo a mi gente de siempre, todo está ahí. Aunque me fui hace ocho años, es parte de mi corazón”, recuerda.
Tras una infancia que describió como fascinante en el paradisiaco Caribe mexicano, ingresó a la universidad y decidió hacerlo en Estados Unidos. “A los 18 me fui de Cancún, decidí estudiar finanzas en El Paso, Texas, lugar donde nací. Toda mi familia es de Ciudad Juárez; mi mamá en su juventud era modelo ahí”, relata.
“Estudié dos años una carrera en la que me sentía capaz, pero me di cuenta de que no era lo que quería. Si bien tenía amigos, un trabajo, el gimnasio, mi espacio y todo lo que uno vive en ese periodo de la vida, no me hacía feliz”, recuerda. “Aunque los burritos de barbacoa siempre me llenan un poquito el corazón”, añade entre risas.

“No veo esa época como un tiempo perdido; me ayudó a descubrirme y encontrar otras cosas en mi interior. Explorar la soledad de la manera correcta me hizo darme cuenta de quién soy y que no quería estar en una oficina toda mi vida. Mira, yo quería ser actuario y terminé siendo actor”, reflexiona. Pasaron esos dos años y surgió la oportunidad de ingresar a una importante escuela actoral en la Ciudad de México. “Me daba mucha pena grabarme para hacer mi primer casting. Eso me detuvo un tiempo, pero todo cambió”, recuerda.

“Llegar a Ciudad de México te sacude mucho. Tienes que buscar una casa, mantenerla, y trabajar porque no todo se resuelve tan fácil como cuando vives en casa de tus papás. Eso me encanta, que no puedes quedarte estático y eso me ha impulsado a seguir buscando oportunidades y crecer en esta carrera”, sostiene.
Control Z, uno de los proyectos que lo catapultó, es una serie que aborda la problemática planteada por el uso de las redes sociales. “Reviso todo lo que me envían y decido que subir y que no. Las veo como un canal para convivir con personas a quienes les gusta verme en la pantalla y puedo decir que no he tenido que enfrentarme con haters o con que me tiren mala onda. Al final, busco manejarlas de una manera muy espontánea y que sean un reflejo de quien soy”, asegura.

En lo privado, Andrés Baida es un apasionado del mundo gamer y hasta otaku, por lo que el anime y los videojuegos son parte de sus proyectos personales para 2022. “Dado que me gustan mucho los videojuegos, este año quiero abrir mi cuenta de Twitch para compartir lo que disfruto desde la comodidad de mi casa. Soy un gamer muy cañón, Warzone y Halo son de mis juegos favoritos. Si ya juego todo el día, no habría nada mejor que me pagaran por hacerlo”.
Probablemente sea un gusto muy propio de su generación, tal vez no, pero Baida es también es un ávido consumidor de ánime. “El primer videojuego con el que me enganché fue Pokémon. Novedad que lanzan, voy por ella pues le soy muy fiel todavía. Si de anime hablamos, Naruto es mi favorito por mucho”.

Para Andrés, los momentos de descanso y esparcimiento suelen estar asociados con su consola y el videojuego en turno. “Llevé el aislamiento muy bien porque diseñé mi habitación para ser lo más cómoda posible. Es mi lugar más privado, porque representa mi descanso y el espacio en el que puedo desentenderme de todos los roles que nos toca interpretar en el día a día. Pero además la diseñé de este modo para poder jugar videojuegos como me gusta”.
Entre el trabajo en el set, las fotos, las luces, los fans y las redes sociales, Baida sabe que su refugio está en casa. En este espacio convergen todas las buenas consecuencias de sus elecciones, esas que le han hecho encontrar el camino para ser feliz.