San Juanico es un pueblo pesquero, a más de cinco horas de La Paz, Baja California Sur. La comunidad solo tiene electricidad unas cuantas horas al día, un poco antes de que el sol comience a esconderse.
San Juanico es un pueblo pesquero, a más de cinco horas de La Paz, Baja California Sur. La comunidad solo tiene electricidad unas cuantas horas al día, un poco antes de que el sol comience a esconderse.
Por: Diana Nava
Fotografía: Jesús Almazán
En medio de la discusión sobre una reforma que cambiará la dinámica del mercado energético y quiere dar mayor poder de mercado a la estatal CFE, hay un tema que se ha dejado de lado: hay más de 12,000 comunidades en el país que no tienen electricidad. San Juanico, un pueblo pesquero en el norte del país, solo tiene el servicio algunas horas al día.
No es culpa de Prudencio. Él ha llegado puntual. Como todos los días, tomó su bicicleta, pedaleó hasta una de las partes más altas del pueblo y llegó a las 5 de la tarde en punto para arrancar la planta. Es el único que sabe cómo hacerlo. Pero no había combustible y San Juanico se quedó a oscuras.
No es la primera vez que ocurre. El pueblo se queda sin luz eléctrica a menudo, a veces por hasta 10 días, cuenta Prudencio, mientras busca qué hacer durante su horario laboral porque no ha podido echar a andar la central. Barre, quita el polvo a las máquinas, entra y sale del cuarto desde el que hace unos años operaba las turbinas eólicas y los paneles solares que daban luz al pueblo, pero que sirvieron poco tiempo.
Prudencio dejó su oficio como pescador cuando le ofrecieron hacerse cargo de la central eléctrica de San Juanico, Baja California Sur. Era el más capacitado en el pueblo: es técnico mecánico.
La electricidad llegó tarde a San Juanico, y ahora solo funciona a cuentagotas. En 1999 se instaló un proyecto híbrido para generar energía mediante sol, viento y una planta de diésel. Pero esta última, que solo se planeó como respaldo, es la única que aún funciona. “Yo nada más me acuerdo que ya no volvieron los de Comisión Federal de Electricidad (CFE), no sé si sea de ellos la planta. Yo sé que se la prestaron al pueblo, que el pueblo la opera y la maneja. Pero yo no sé más”, dice Prudencio, que ya rebasa los 70 años.
Prudencio Aguilar conduce su bicicleta hasta la parte más alta del poblado. Realiza ese trayecto todos los días, por la mañana y por la tarde. La segunda ocasión es para encender la planta de electricidad que funciona a base de diésel.
San Juanico tuvo uno de los primeros parques renovables que se instalaron en el país. Hace dos décadas las tecnologías eólica y solar aún no eran baratas ni estaban masificadas, como ahora. La central se instaló como parte de una colaboración entre el gobierno mexicano y el estadounidense. “Esta población cuenta con el servicio eléctrico las 24 horas del día”, se lee en una placa de metal colocada en el parque híbrido. La placa ya está oxidada, pero aún es legible. Pero San Juanico hace más de 10 años que ya no tiene electricidad de manera continua.
De las 12 turbinas eólicas que se instalaron, ya solo cinco se mueven, el resto están rotas o ya no están. Prudencio cuenta que hace tiempo, cuando la central funcionaba, se subía hasta lo más alto para repararlas. Pero el presupuesto se acabó, la central dejó de funcionar y él ya no tiene la misma fuerza. Los paneles solares a simple vista parecen intactos.
De él y de la disponibilidad de diésel depende que San Juanico tenga electricidad unas horas al día, de 5 de la tarde a 10 de la noche. Debido a esto, el primero no puede salir del pueblo y nunca ha tenido vacaciones. El segundo, el diésel, escasea cada vez que el gobierno estatal o municipal retrasa el subsidio para su compra, como este día en el que Prudencio no pudo prender la planta.
Y este día, un sábado de noviembre, los habitantes del pueblo sufrieron las molestias: Jaime tuvo que salir más temprano a hacer sus compras antes de que la calle se quedara totalmente a oscuras, Arturo no pudo utilizar su lavadora y Gloria atendió su restaurante con un foco de emergencia que funciona con una batería privada. Y en esa ocasión, la ausencia de luz también se extendió por días.
Ante los registros oficiales los habitantes de San Juanico tienen electricidad. Un oficio de la CFE al Congreso de Baja California Sur asegura que el 90% de quienes habitan en la comunidad cuenta con energía eléctrica a través de un generador de diésel propiedad del gobierno estatal y de paneles solares individuales. Sin embargo, el primero no funciona todo el día, y a los sistemas fotovoltaicos solo tienen acceso unos pocos, generalmente los extranjeros y los grandes pescadores, quienes pueden desembolsar entre 70,000 y 100,000 pesos para la compra del equipo necesario para dotar de electricidad suficiente a una casa.
La central híbrida fue construida en 1999, como parte de un convenio entre el gobierno mexicano y algunas compañías estadounidenses. Solo sirvió unos cuantos años. Ahora, el generador de diésel, que fue diseñado para uso de respaldo, es el único que funciona.
Los últimos datos compartidos por la estatal CFE dicen que en el país hay 12,332 localidades sin luz eléctrica. Pero San Juanico, que vive a media luz, no está dentro de estas estadísticas.
La central híbrida se ideó para dar electricidad a 117 casas, pero conforme pasaron los años dejó de ser suficiente, hasta que un día no sirvió más. Cada familia de la comunidad desembolsó a plazos 2,000 pesos para su instalación y ahora pagan una cuota fija bimestral de 80 pesos si se trata de hogares o de 110 pesos si son un negocio, más el consumo que marque cada uno de los medidores, de los que Prudencio toma lectura para fijar el precio final del recibo.
“Fue algo muy bonito [cuando se instaló la planta], a lo mejor no íbamos a poder crecer mucho como pueblo, pero sí como personas. Ya podías tener tu alimento [en refrigeradores], hacer cosas por la noche, era muy bonito. Al principio nos sobraba mucha corriente, y como vimos que comenzó a funcionar, todos empezamos a comprar un freezer, una lavadora, electrodomésticos. El pueblo comenzó a crecer también, rebasamos la capacidad de generación y de ahí vinieron los problemas.
Dejó de funcionar, primero el banco de baterías, después el transformador, el inversor y así sucesivamente”, platica Ignacio Romero, el presidente del comité que administra la central y uno de los principales pescadores de San Juanico. “Los estadounidenses [que pusieron la central] empezaron a desinteresarse [del proyecto], al poco tiempo la Comisión y hasta el gobierno del Estado”. El proyecto surgió de una alianza entre la estatal CFE y las estadounidenses Arizona Public Service y Niagara Mohawk Power Corporation, una empresa de servicios públicos de Nueva York.
Ahora en los patios de San Juanico se observan refrigeradores, lavadoras y otros electrodomésticos que ya no pueden ser utilizados porque ya no hay electricidad.
Cuando llegó la luz al pueblo, los habitantes compraron electrodomésticos. Algunos ya no pueden ser utilizados y se pueden observar, como adornos, en los patios de las casas.
A falta del servicio, algunos habitantes hacen uso de baterías de auto para encender sus electrodomésticos.
IZQUIERDA: Cuando llegó la luz al pueblo, los habitantes compraron electrodomésticos. Algunos ya no pueden ser utilizados y se pueden observar, como adornos, en los patios de las casas; DERECHA: A falta del servicio, algunos habitantes hacen uso de baterías de auto para encender sus electrodomésticos.
En San Juanico la insuficiencia de electricidad ha perpetuado la desigualdad.
Este pueblo tiene una doble identidad. Por un lado, es una comunidad de pescadores que a las seis de la mañana ya están en la orilla de la playa para salir a sus labores diarias y un pueblo con carencias básicas, como el acceso a la salud. Ningún médico quiere establecerse en San Juanico porque no hay electricidad, dicen sus habitantes. Hace un año, la comunidad se organizó para comprar una ambulancia porque no tenían cómo trasladar a los enfermos de Covid-19 a los hospitales cercanos. Ahora los más jóvenes se están capacitando sobre primeros auxilios, para suplir la labor que tendría que hacer un profesional.
Y en esa cara de San Juanico habitan Arturo y su esposa, en una casa con una sola celda fotovoltaica colocada en la entrada que apenas sirve para encender el foco que tienen en su cocina. Arturo tiene en su casa un refrigerador que solo está prendido unas horas al día y afuera, en su patio, un bote y un palo que utiliza a modo de lavadora improvisada cuando no hay electricidad. “A veces uno no tiene la manera de cómo hacerse de un sistema solar de esos. Algunos tienen sus paneles, pero no sé cómo es que le hacen, a mí no me alcanza”, dice Arturo.
Y en su otra cara, este pueblo es Scorpion Bay, un sitio que atrae a turistas –principalmente extranjeros– porque “tiene la segunda ola más larga del mundo”, te dicen con orgullo casi todos los pobladores. En la comunidad se pueden encontrar hoteles que cotizan sus noches en dólares, terrenos que se venden en la misma moneda, casas de más de dos niveles, la mayoría situadas en lo alto de la colina frente al mar, con palapas privadas y celdas fotovoltaicas en el techo. A ninguno de quienes las habitan les urge que llegue la electricidad.
Ilustración: Oldemar González
Terry Carmello, o Teresita como le gusta que le llamen, una mujer de origen estadounidense y la dueña de la única galería de arte en San Juanico, dice que espera que pronto llegue la electricidad al pueblo porque sus vecinos dicen que la necesitan, pero que ella ha preferido dejar de preocuparse. Terry tiene dos sistemas solares en su casa, uno de ellos con encendido automático. “Mi sistema solar es más fuerte que la luz del pueblo, se corta la luz [producida por la planta de diésel] y mis luces se reconectan [con la batería de su sistema fotovoltaico]. Yo puedo tener luz 24 horas, pero cuando estoy en mi casa con la luz del pueblo solo puedo tener una luz encendida, no puedo tener más luces, música u otra cosa”, dice. Teresita llegó hace 30 años como turista, y nunca más se fue.
San Juanico está en Comondú, el segundo municipio de Baja California con el índice más alto de pobreza del estado, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Según el último conteo disponible, de 2015, el 38% de su población vive en condición de pobreza y el 3.2% en pobreza extrema. San Juanico es la comunidad más habitada de Comondú, con casi 1,000 habitantes.
“Lo más importante [de carecer de acceso a energía] es que se trata de una condición vinculada profundamente con el goce de derechos de las personas. Hay un puente entre los insumos energéticos y la posibilidad para las personas de desarrollarse libremente, con dignidad”, destaca México Evalúa, un centro de análisis, en un documento publicado en diciembre pasado.
Los datos oficiales sugieren que Baja California es el noveno estado con mayor rezago en cuanto a energía eléctrica, con el 1.7% de su población o 13,573 hogares sin el servicio. Esa cifra aumenta a 4% en Comondú, de acuerdo con un mapa realizado por Rigoberto García Ochoa, un investigador del Colegio de la Frontera Norte.
“La comunidad tiene mucho potencial y ya es reconocida por cierto sector turístico, sobre todo de quienes practican surf, lo que les está agregando una población flotante en ciertas temporadas. En ese sentido se vuelve prioritario el que cuenten con todos los servicios básicos para que puedan crecer en condiciones justas”, dice Jacqueline Valenzuela, una académica y directora del Centro de Energía Renovable y Calidad Ambiental (CERCA), con sede en Baja California Sur. Pero en esta comunidad la brecha cada vez es más amplia y la electricidad no llega.
Jaime llegó a vivir a San Juanico, cuando conoció a su esposa. No quiere irse, pero la falta del servicio eléctrico le ha hecho pensar en migrar para crecer su negocio. Está comenzando una pequeña compañía de embutidos marinos.
Su nombre de nacimiento es Terry, pero le gusta que le llamen Teresita, y es una de las extranjeras que habita en la comunidad. Tiene una galería de arte y a ella no le hace falta la electricidad.
El operador de la central de San Juanico desde hace más de 20 años. De él depende que la comunidad tenga electricidad. Nadie más en el pueblo sabe cómo manejarla. Aún no piensa en retirarse.
Jaime llegó a vivir a San Juanico, cuando conoció a su esposa. No quiere irse, pero la falta del servicio eléctrico le ha hecho pensar en migrar para crecer su negocio. Está comenzando una pequeña compañía de embutidos marinos.
Su nombre de nacimiento es Terry, pero le gusta que le
llamen Teresita, y es una de las extranjeras que habita en la comunidad. Tiene
una galería de arte y a ella no le hace falta la electricidad.
El operador de la central de San Juanico desde hace más de 20 años. De él depende que la comunidad tenga electricidad. Nadie más en el pueblo sabe cómo manejarla. Aún no piensa en retirarse.
San Juanico vive de la pesca y Jaime Rendón se dedicaba a ello de tiempo completo hasta hace unos meses, cuando su hijo Paul finalizó una fórmula para producir salchichas y chorizos de pescado como parte de su tesis para graduarse de licenciatura.
Jaime arrancó la producción hace seis meses. Pero la falta de electricidad le deja un espacio reducido para la elaboración de sus productos. Solo puede hacerlo de 12 del día a 2 de la tarde, cuando el Sol es suficientemente fuerte para que la placa solar que tiene en el techo dé la energía necesaria para utilizar su licuadora y el resto de maquinaria que necesita en el proceso. Cuando el Sol no es suficiente, Jaime echa mano de la batería de su auto, cuenta entre risas. Ya tiene grandes clientes en Ensenada y Los Cabos, pero en San Juanico la falta de electricidad no le deja crecer el negocio y arrebata oportunidades. “Todo lo que hago en una semana lo podría hacer en un día si tuviéramos electricidad”, dice. “Yo tendría que irme de aquí, a otro lado, a donde cuente con el servicio. Pero ya estoy escuchando rumores de que ya va a llegar la luz y por eso no he hecho movimientos”, añade.
Pese a ello, Jaime no quiere irse, dice que su negocio podría crear puestos de trabajo para la gente de la comunidad, principalmente para las mujeres, y que su modelo de producción incluye un pago justo a los pescadores de San Juanico, quienes debido a la falta de energía eléctrica no pueden mantener su producto fresco y muchas veces lo terminan rematando debajo del precio.
Pero el rumor al que se refiere Jaime se escucha desde hace varios años, desde el sexenio pasado, y se aviva cada que se aproxima una elección, dice Florencio Aguilar, ex delegado del pueblo y representante de Puerto Chale, la principal cooperativa pesquera de la comunidad. Aguilar recuerda que, en 2015, el gobierno estatal lo buscó para preparar una gran comida con mariscos y pescado, porque el entonces director de CFE, Enrique Ochoa Reza, iría a la comunidad a anunciar un gran proyecto que llevaría electricidad constante al pueblo. Los habitantes prepararon la reunión, hubo fotografías y promesas, pero la electricidad no llegó.
Jaime Rendón inició un negocio de embutidos marinos, que no ha podido crecer debido a la falta de electricidad. Dice que tiene grandes pedidos para Los Cabos y Ensenada, Baja California. Pero el pequeño panel solar que tiene en casa no le es suficiente para producir. Algunas veces, para prender su maquinaria, echa mano de la batería de su auto.
Y todos los habitantes de San Juanico coinciden: llevar electricidad al pueblo se ha convertido en la principal promesa de quienes aspiran a un cargo público. Todos y todas prometen que harán las gestiones necesarias y buscarán el presupuesto para que la estatal CFE construya infraestructura de distribución y transmisión que lleve electricidad hasta la comunidad. Pero ninguno ha cumplido.
El proyecto que podría llevar energía eléctrica a San Juanico desde alguna de las centrales de Baja California Sur requiere de la construcción de tres subestaciones eléctricas y 79 kilómetros de línea eléctrica con una inversión de 70 millones de pesos, según un documento oficial de 2017. Para que se pueda llevar a cabo, se necesita el visto bueno de los dueños de 138 parcelas por donde pasaría la construcción. Quedan alrededor de 10 firmas pendientes. Si los dueños de esos terrenos no autorizan será imposible la construcción.
La esperanza en los habitantes de San Juanico se encendió de nuevo en septiembre pasado, cuando el morenista Víctor Manuel Castro Cosío asumió la gubernatura del estado. Los pobladores de San Juanico hablan de él con cierta proximidad, aseguran que “el profe Víctor” –como todos se refieren a él– también ya hizo una promesa y les ha dicho que expropiará los terrenos por donde tendría que pasar la línea de transmisión de la estatal CFE.
La información que tiene el gobierno de Baja California Sur es que para brindar de electricidad a la comunidad es necesario un proyecto por 8 millones de pesos, que incluye la construcción de líneas de transmisión y transformadores, pero que no se puede echar a andar por problemas entre los ejidos, dijo en una breve respuesta escrita. Es una versión similar a la de la CFE, pero que toma en cuenta una inversión mucho menor. El gobierno del estado no respondió a una petición de entrevista.
Florencio Aguilar lleva más de una década buscando que la electricidad llegue de tiempo completo a San Juanico. Primero, buscando reparaciones para la central híbrida, después intentando convencer a los gobernadores o presidentes municipales de dar el sí al proyecto. Ya perdió la cuenta del número de oficios que ha enviado. Todos solicitan lo mismo: que la CFE lleve electricidad al pueblo. Para Aguilar los intentos no se agotan. El último oficio lo envió apenas el 4 de febrero pasado.
“Todos los gobiernos que han pasado y ninguno nos ha hecho caso [...]. Nosotros lo que queremos es ya avanzar a la conexión de la red de la Comisión Federal de Electricidad y no sabemos si existe alguna comisión del gobierno que le esté dando seguimiento a este asunto, porque al día de hoy todo está estancado, todo sigue igual”, dice el último oficio.
Y desde hace unos años, cuenta Florencio, va a donde va el presidente López Obrador –cuando está cerca de la Baja Sur– para intentar acercarse a su gente y lograr que alguien ponga a San Juanico en la lista de prioridades. “Cada vez que el presidente llega a La Paz o a Los Cabos y que tenemos oportunidad ahí andamos con pancartas, con letreros, no hemos dejado de insistir”, dice.
En 2020, Aguilar logró que el congreso del Estado enviará un punto de acuerdo para exhortar a la CFE a comenzar con los trabajos de electrificación de la comunidad y explicara porqué no había priorizado la obra. Pero en enero de 2021 la respuesta de la CFE volvió al representante pesquero a la realidad: la estatal afirmó que “no cuenta con los recursos para este proyecto de electrificación”. Ya no solo es la ausencia de firmas lo que impide que la luz llegue a San Juanico.
Virginia Aguilar vive en San Juanico desde hace más de 70 años. Ella ya rebasa los 90. Mucho ha cambiado, dice en una entrevista, pero la electricidad no ha llegado. La mayoría de su familia ha decidido migrar.
Florencio Aguilar, presidente de Puerto Chale, la cooperativa de pescadores más grande de la comunidad, y ex delegado del pueblo. Lleva más de 10 años intentando que la electricidad llegue de manera constante.
Virginia y su esposo [en la fotografía] fueron los primeros habitantes de San Juanico. Llegaron, acompañados de los mayores de sus hijos, para dedicarse a la pesca.
IZQUIERDA: Virginia Aguilar vive en San Juanico desde hace más de 70 años. Ella ya rebasa los 90. Mucho ha cambiado, dice en una entrevista, pero la electricidad no ha llegado. La mayoría de su familia ha decidido migrar; DERECHA: Florencio Aguilar, presidente de Puerto Chale, la cooperativa de pescadores más grande de la comunidad, y ex delegado del pueblo. Lleva más de 10 años intentando que la electricidad llegue de manera constante ; ABAJO: Virginia y su esposo [en la fotografía] fueron los primeros habitantes de San Juanico. Llegaron, acompañados de los mayores de sus hijos, para dedicarse a la pesca.
Desde finales del año pasado, San Juanico ya tiene electricidad una hora más, de cuatro a 10 de la noche, debido a un ligero aumento en la cantidad de subsidio mensual –que equivale a alrededor de 100,000 pesos– que reciben del gobierno estatal. Pero de la CFE y de un plan concreto para la comunidad aún no tienen noticias.
“Hay muchas regiones costeras a las que no puedes llegar por un tema de costos, no es viable expandir la red de distribución para llegar a ellos, mucho menos para un modelo con las prioridades que tiene ahora CFE. Pero esto es algo que se da mucho en comunidades costeras, no solo en Baja California Sur. Entonces aquí realmente el reto es: ¿cómo es que vas a llegar a ellos?”, dice Eleazar Castro, un especialista del mercado eléctrico con sede en la península.
La reforma de 2013 quitó el monopolio de generación a la eléctrica mexicana, pero le dejó la exclusividad de las actividades de transmisión y distribución. Desde ese punto, que la compañía es la única que puede desembolsar inversiones para llevar electricidad al pueblo mediante una de las centrales que hay en el estado. La CFE fue consultada sobre sus planes para esta población, pero tampoco ofreció comentarios.
Existe un mecanismo ideado desde el sexenio pasado y resultante de la reforma de 2013 para electrificar a las comunidades alejadas y que el actual gobierno federal decidió continuar operando: el Fondo de Servicio Universal Eléctrico, un vehículo que se financia con los excedentes de las pérdidas técnicas del Mercado Eléctrico Mayorista y cuya finalidad es aportar los recursos para llevar electricidad a comunidades alejadas, mediante la extensión de la red, la construcción de granjas solares o la instalación de paneles fotovoltaicos individuales.
Pero San Juanico tampoco es candidato a acceder a este financiamiento, dice la CFE en el documento enviado al Congreso, porque las subestaciones eléctricas y las líneas de transmisión que necesita el poblado superan los cinco kilómetros de distancia del último punto de la red a la comunidad.
Las reglas de operación del fondo dicen que solo los poblados que están a un radio de hasta cinco kilómetros y superen las 12 viviendas son elegibles para la extensión de la red. Si se quiere llevar a cabo el proyecto, explica la CFE en el oficio, “se tendrían que obtener los recursos a través del gobierno del Estado y del municipio”, a excepción del último tramo que sí podría acceder a ese financiamiento.
La empresa eléctrica ofrece en el mismo texto una solución para la comunidad: dotar de paneles solares individuales a los hogares que así lo necesiten. Pero el oficio fue enviado en enero del 2021, un año ha pasado y esa solución también se ha convertido en promesa. “Estamos solos”, dice Florencio.
Fuentes internas de la compañía confirmaron que la CFE no tiene en puerta ningún proyecto que beneficie a la comunidad pesquera.
Prudencio es hijo de Virginia, la mujer que juntó a su marido fundó San Juanico hace poco más de 70 años. Virginia cuenta con una voz baja –la que le permite su edad– que muchas cosas han cambiado: ya no vive en la cueva a la que llegó con los más grandes de sus hijos, ya no conoce a la mayoría de quienes habitan en el pueblo y la mitad de su familia migró a otra parte del estado porque se cansaron de vivir sin luz.
Pero como hace más de 70 años San Juanico aún no tiene electricidad y Prudencio, que sigue pedaleando su bicicleta todos los días para encender la planta, aún no piensa en el retiro.
La comunidad, que vive principalmente de la pesca, es famosa por tener “la segunda ola más larga del mundo”, dicen sus habitantes. San Juanico se ha convertido en un punto importante para el turismo, principalmente internacional. Los turistas son atraídos por la idoneidad de sus playas para practicar surf.
TEXTO: Diana Nava / DISEÑO Y PROGRAMACIÓN WEB: Paula Carrillo / COORDINADORA DE FOTOGRAFÍA: Betina García / EDITOR DE FOTOGRAFÍA: Arturo Limón