El precio internacional del café ha llegado a niveles no vistos en más de una década; pero los productores auguran un largo periodo de precios bajos.

El precio internacional del café ha llegado a niveles no vistos en más de una década; pero los productores auguran un largo periodo de precios bajos.

DAVID + GOLIAT



Por: Víctor Lomelí Ángeles
Fotografías: Jesús Almazán

Los grandes y los pequeños productores de café de Tapachula se unen para tratar de salir del círculo vicioso en el que los intermediarios y el mercado internacional marcan la pauta de sus negocios. ¿Lo lograrán?

La seriedad domina el rostro de Aurelia, pero, de vez en cuando, suelta una risa nerviosa, como de quien quiere reír y no lo hace para no llamar la atención. Una emerge mientras Mateo, su esposo, platica sobre el dinero que recibió por el café que cosecharon semanas atrás. Ella no sabe cuánto le pagaron por cada kilo del aromático, o no lo quiere decir. “Bien barato”, dice en uno de los pocos momentos en los que rompe el silencio mientras él suelta las cifras: “Vendimos a 55 pesos por kilo, pero si Mario no llega, hubiéramos vendido con el coyote a 45 y ahí quedó, ‘muerto’”.

Se refiere a Mario López, nodo local de EthicHub, una cooperativa que ofrece un precio más competitivo –según la calidad del grano– a los caficultores de la comunidad chiapaneca de Progreso, y otras más del municipio de Cacahoatán, como la de El Águila. Está a 1,400 metros sobre el nivel del mar y es el lugar donde Mateo y Aurelia viven con sus seis hijos. EthicHub es uno de varios esfuerzos que hay en la entidad para ayudar a los productores a elevar la calidad de sus cultivos y vender mejor su producto.

La familia posee cinco hectáreas. En tres cultiva robusta, una de las dos variedades del grano que se producen en varias partes del mundo; en otra tiene café arábica. En la hectárea que resta, Mateo resembró arábica y espera que contribuya a la productividad del siguiente ciclo agrícola.

Aurelia y Mateo confían en que las plantas recién sembradas ayuden a elevar la producción de su cafetal, ubicado a 1,400 m de altura.

62.5%

Del café comercializado a nivel global es variedad arábica, según datos de la Organización Internacional del Café (OIC).

En el ciclo 2021-2022, que terminó en marzo, su pequeña finca generó siete quintales de arábica. El quintal es la unidad con la que se vende el café en pergamino y equivale a 57.5 kilos. El ciclo previo apenas dio para tres quintales, que vendió en no más de 38 pesos por kilo, con todo y que su café es ‘estrictamente de altura’, una etiqueta para el grano que crece por arriba de los 1,200 metros y al que se le atribuye una mejor calidad.

POR LAS NUBES

Los caficultores reinician el camino cada mayo, cuando preparan sus tierras, y terminan en marzo o abril, cuando cortan el café. La mayoría prevé la inversión que se requiere para el siguiente ciclo productivo a partir del saldo anterior; pero nada les asegura que al final de la cosecha tengan una ganancia o si alcanzará, siquiera, a cubrir los costos de producción.

Es ahí donde las organizaciones de caficultores toman especial relevancia, pues solo así pueden negociar directamente con el comprador y mitigar los vaivenes del mercado.

Ilustración: Oldemar González

Al ser un commodity, el precio del café está sujeto a la especulación, las fluctuaciones en los precios del fertilizante, de los energéticos y del transporte. Y los fenómenos naturales, como la histórica helada de julio de 2021 en Brasil, el mayor productor y exportador mundial de café. “Son temporales que escapan al control de los productores y que, sin duda, seguirán causando daños”, comenta Vanusia Nogueira, directora ejecutiva de la OIC y directora de la Asociación de Cafés Especiales de Brasil (BSCA, por sus siglas en inglés).

A partir de esa fecha, la cotización del café escaló hasta 2.34 dólares por libra (0.453 gramos) a mediados de abril, un nivel no visto desde 2011. La fluctuación ha llevado el precio arriba de 80 u 85 pesos por kilo de café en pergamino, una presentación en la que es más fácil de transportar y vender.

La semilla adquiere mayor valor conforme avanza en su camino por convertirse en una taza de café. Si un productor vende el fruto recién cortado (café en uva), recibirá mucho menos que si lo comercializa despulpado (sin piel) y seco (café pergamino) o sin la cascarilla que lo envuelve (café verde u oro) cuando el grano está listo para tostar, un proceso más industrial que escapa a los pequeños productores.

“Al venderlo en uva se le pierde mucho; pero te da unos 1,000 pesos más por bulto cuando está seco… Un bulto [quintal] de café seco alcanza los 4,500 pesos”, dice Orbelín Gómez, productor de Cantón Sinaí, una comunidad en el extremo norte de Tapachula, en Chiapas.

El ciclo anterior produjo 40 quintales en las dos hectáreas de café arábica que posee, por encima de los siete u ocho quintales que en promedio genera por hectárea una finca pequeña; pero su rendimiento es inferior si se compara con los 100 quintales que produjeron tres de las cinco hectáreas que tiene Adolfo, su hermano. “Las otras dos están en ruinas”, menciona mientras señala una de las matas que recién cosechó. “Está un poco descuidado porque el precio ha estado bajo; pero este año ya se ha levantado algo y nos ha ayudado”, comparte.

Orbelín (izq.) y Adolfo saben que el precio que logren por cada kilo de café determinará lo que pueden invertir el siguiente ciclo.

A finales de 2015, la libra de café cotizaba en 1.18 dólares, unos 45 pesos por kilo, al tipo de cambio de ese entonces. Adolfo vendía a un intermediario o coyote a entre 38 y 40 pesos cada kilo de café en pergamino, muy lejos del precio actual.

Pero no se engaña, sabe que es muy probable que la siguiente cosecha no tenga estos precios y que, por el contrario, los costos de producción –como el fertilizante– seguirán subiendo. “En años pasados, mi presupuesto era de 60,000 a 70,000 pesos, y este año tengo que considerar 200,000, para jornaleros y fertilizantes, principalmente”, platica.

Para los caficultores, la recolección del café cereza representa hasta 80% de sus costos de producción.

Los productores realizan cruzas en viveros para obtener variedades de café más resistentes a plagas.

Los granos cosechados adquieren mayor valor conforme avanzan en su camino por convertirse en una taza de café.

IZQUIERDA:Para los caficultores, la recolección del café cereza representa hasta 80% de sus costos de producción; DERECHA ARRIBA: Los productores realizan cruzas en viveros para obtener variedades de café más resistentes a plagas; DERECHA ABAJO: Los granos cosechados adquieren mayor valor conforme avanzan en su camino por convertirse en una taza de café.

Según los dos cafeticultores, el precio del bulto de 50 kilos de fertilizante se duplicó, por lo cual redujeron su uso pese al impacto en sus plantaciones. Orbelín usa 20 bultos para una aplicación sobre sus dos hectáreas, pero “si los recursos alcanzaran”, serían tres. “Es lo óptimo, con tres, mi producción se triplicaría a 120 quintales”, calcula.

“El jornal ha subido a 200 pesos; el año pasado estaba en 160 [diarios]”, señala Rainer Boehme, dueño de la finca San Francisco, ubicada a más de un kilómetro de Cantón Sinaí. Está a la misma altura que la finca de Aurelia y Mateo, en El Águila, pero su realidad es otra. Tiene 180 hectáreas seccionadas en tres: San Francisco, con 29 hectáreas, es la más pequeña y su producción total ronda los 6,000 quintales, unas 276 toneladas de café verde.

Las otras fuentes de ingreso han permitido a Rainer Boehme, sobrellevar mejor los sobrecostos que implica la producción de café.

De origen alemán, llegó a México en 1978, tiene un hotel boutique y una empresa familiar dedicada a la venta y exportación de anturios y orquídeas. Su volumen de producción le permite pagar más a cosechadores que cobran sin importar cuánto grano cortarán en una hectárea.

“Es por destajo. Si uno tiene mucho café, ganará más que una finca que tenga unos granitos aquí y allá. Con nosotros hacen unos 140 kilos al día, y en una finca donde hacen 30 o 40 kilos el productor tiene que pagar mucho más para que ‘levanten’ el café”, explica.

VALOR COMPARTIDO

El costo de producción de un quintal de café en México ronda los 140 dólares y hasta un 80% es mano de obra, según Pedro Roque, coordinador de Operaciones de la Asociación Mexicana de la Cadena Productiva del Café (Amecafé). Explica que el saldo al final de la cosecha es clave para la continuidad de esta actividad agrícola que, en 2021, generó 340.7 millones de dólares en exportaciones, 1.7% más que el año previo.

“En la medida en que el precio es mejor, la gente se interesa en producir un mejor café, cuando el precio que recibe por su café es muy bajo la gente dice ‘¿para qué?, mejor lo que salga’”.
Pedro Roque, Coordinador de Operaciones de la Amecafé


Con los precios actuales del café, “todo mundo le quiere invertir al cafetal”, dice Tomás Edelmann, dueño de la finca Hamburgo, en el noroeste de Tapachula. Descendiente de una familia con largo arraigo en la actividad, sabe que los mercados no son de fiar. “Ha pasado siempre. Tienen dinero, van e invierten. En dos o tres años, se pondrá interesante”, señala.

“Hace 11 años tuvimos un precio similar (2 dólares) y luego, ocho años de 1.30-1.40 dólares y nadie se cubrió. ¿Qué sucedió? Que muchos abandonaron, no aguantaron”, afirma el también presidente de The Coffee Farmer’s Co-Op México, una cooperativa creada en agosto de 2021, que une a dueños de fincas grandes y pequeñas de Tapachula, el segundo municipio con mayor producción de café cereza en Chiapas, según los últimos datos del SIAP.

40.7%

De la producción nacional en 2021 fue de Chiapas, con 384,937.1 toneladas.

Municipios que lideran la producción de café en Chiapas

El top 5 generó 129,854 toneladas, 33.7% de la producción estatal en 2021.

The Coffee Farmer’s Co-Op México es parte de una iniciativa global que también incluye a finqueros de Colombia, Guatemala, Ruanda e Indonesia, y se prevé que, en breve, se sumen de Costa Rica, Nicaragua y Panamá, según Jorge Padilla, director comercial y cofundador de la cooperativa. La comercialización se da en esos países, además de en Estados Unidos y Canadá.

Hamburgo tiene 287 hectáreas y la infraestructura requerida para el beneficio húmedo y el seco, así como un pequeño tostador.

El modelo de negocio combina, en cada país, el músculo de los grandes finqueros con los pequeños productores de café de calidad, y la experiencia de un equipo liderado por Pete Rogers, exempresario estadounidense que por décadas creó una gran relación con comercializadores y cadenas de retail de varias partes del mundo, como Costco.

La meta es poder negociar directamente, asegurando calidad y cantidad del producto a un precio que favorezca en el tiempo a los productores, en especial, a los más pequeños y sus comunidades. Al final, dice Edelmann, los productores son los dueños de la cooperativa.

Los pequeños, por lo general, aportan café en pergamino y los grandes, en verde. El proceso de tueste sucede con finqueros que tienen esa infraestructura o con un externo, y la cooperativa se encarga de la distribución a socios comerciales. En México, la empresa vende en tiendas Costco y en canales digitales, como Amazon.

Tomás Edelmann asegura que cada caficultor o grupo de productores –sin importar tamaño o producción aportada– tiene derecho a voto en las decisiones que la Cooperativa tomará al final de cada ejercicio.

Hasta inicios de abril, la empresa estaba integrada por 3,000 productores de Colombia, Guatemala, México y Sumatra, que representan 2,150 hectáreas. Poco más de 1,800 hectáreas y 2,000 finqueros están en Chiapas, un número que, según Jorge Padilla, permite cubrir la demanda de los siguientes 12 meses. “Costco apenas está agarrándonos confianza, pero vamos a entrar a otras cadenas y, poco a poco, vamos a ir creciendo”, afirma Edelmann.

Pete Rogers confía en que así será, pues un modelo similar implementado en su anterior empresa –cuyo nombre pidió omitir– demostró su efectividad. La diferencia está en el beneficio de fondo que quiere dejar a los productores y las comunidades cafetaleras: elevar la productividad y la calidad, para romper el círculo de pobreza en el que están. “Los productores son pobres y casi el 90% tienen menos de dos hectáreas”, señala Pedro Roque, de la Amecafé.

También hay quien pide prestado para trabajar y además de obtener un interés alto, logra un precio bajo porque no tiene oportunidad para vender mejor, y el otro ciclo vuelve a empezar con deudas, según Mario López, de EthicHub, organización que aún analiza si participará en Coffee Farmer’s.

500,000

productores de café hay en México

350,000

Son los caficultores que realmente producen, según la Amecafé

90%

De los productores tiene menos de dos hectáreas. En cada una producen de seis a siete quintales, en promedio.

Fuera del mercado

La base para tratar de romper el círculo de la pobreza de los productores está en el pago fijo a los finqueros por los siguientes años. Este no considera el precio internacional y sí parte del costo de producción –entre 1.80 y 1.90 dólares para el pequeño productor, según Edelmann– más una utilidad de al menos 10 centavos de dólar por libra. Hasta abril, era un precio poco competitivo respecto al del mercado; pero si baja a 1.20 dólares por libra, por ejemplo, la Cooperativa pagaría entre 70 y 80 centavos más, conforme se den las ventas.

“Esos centavos extra no los recibiría de otra forma si vende a un comercializador común. Él le paga 1.20 en el momento y se acabó”, explica Tomás Edelmann. Una de las claves para lograrlo es la negociación directa entre la cooperativa y las tiendas, como Costco.

En la industria del café, precisa Padilla, el que más dinero gana, por lo general, es quien compra barato y vende caro: los coyotes o el mismo tostador. Por esa razón, la cooperativa pretende conectar al productor con el consumidor y reducir su vulnerabilidad con los precios del commodity y evitar que caiga en la tentación de obtener liquidez inmediata con el coyote.

“La forma de vencer al mercado es estar fuera de él. No hay forma de vencerlo, ni matemática ni algorítmicamente”.
Jorge Padilla, Director comercial y cofundador de The Coffee Farmer’s Co-Op.


Los coyotes son percibidos como un mal necesario del mercado al dotar de liquidez inmediata al pequeño productor.

“Lo bonito de que se venda tostado es que el mercado ya no se refleja en el precio. Cuando vas al súper ya no importa si el mercado subió o bajó, el café cuesta 180 pesos kilo y se acabó; y la gente lo sigue consumiendo, o van a la cafetería y pagan 80-90 pesos [por taza]”, señala Jorge Gallardo, quien junto a su madre, Maeggie Rodríguez y su hermano, José Luis, lidera Muxbal, una finca ubicada en el municipio de Unión Juárez, cerca del Tacaná.

Gallardo es uno de los ocho grandes productores que participan en The Coffee Farmer’s Co-Op. El próximo año prevé aportar tres de los ocho contenedores que la finca produce con fines de exportación. Se sumó pensando en llevar sus microlotes y lotes de especialidad a otros mercados. Esa diversificación de ingresos le permitirá asegurar, en la medida de lo posible, la continuidad del negocio para su familia y sus trabajadores, entre ellos, Marconi Arriaga.

Jorge Gallardo llegó a Tapachula hace 12 años para dirigir, junto con su familia, la finca Muxbal, en el límite con Guatemala.

Durante 40 años, Marconi ha realizado varias labores, incluyendo la guardianía del camino que conduce a la finca. Actualmente, es supervisor general y es el encargado del almácigo (el vivero), un área de la que surgirán plantas para renovar el cafetal. “Queremos sembrar 10% de la finca al año y para eso necesitamos 60,000 plantas. Ahora solo hay 30,000”, dice Gallardo.

Marconi Arriaga regresó hace seis años a la finca Muxbal, de la que hoy es supervisor de campo y encargado del vivero.

A Maeggie Rodríguez le gusta llevar el control del secador solar y los temas contables de la finca, que dirige junto con sus hijos.

IZQUIERDA: Marconi Arriaga regresó hace seis años a la finca Muxbal, de la que hoy es supervisor de campo y encargado del vivero; DERECHA: A Maeggie Rodríguez le gusta llevar el control del secador solar y los temas contables de la finca, que dirige junto con sus hijos.

¿PRODUCCIÓN O CALIDAD?

Rainer Boehme es otro de los grandes productores que se sumó a la cooperativa con el objetivo de sacar más ingresos con la venta de su café ya tostado. El dueño de la finca San Francisco considera que la clave para que la caficultura subsista en un entorno de insumos caros y precios bajos del café, es aumentar la productividad.

“La única forma de compensar algo de eso es tener una producción muy alta por hectárea. Si alguien produce 10 o 12 quintales, definitivamente está fuera del mercado. Veo años muy difíciles. Creo que vamos a quedar muy pocos en la cafeticultura. Quien no logre ahora hacer un cambio y hacer una cafeticultura moderna, está condenado al fracaso”, augura.

Pedro Roque, de la Amecafé, asegura que los productores deben perfeccionar sus procesos productivos y organizativos y orientarlos hacia el café orgánico y de especialidad. “La revolución es el café orgánico porque ahí no hay de otra: a fuerza le tienes que meter a la producción porque si no sale bien, te castigan [en precio]. En época de vacas flacas, el café orgánico es lo que sostiene”.

La calidad del grano permite a los caficultores negociar con sus clientes y competir en el mercado del café de especialidad.

Yomol A’tel, una cooperativa chiapaneca que tiene toda la cadena de producción de café orgánico, es un caso probado. Surgió en 2001 con 28 productores de la comunidad de Nuevo Progreso, en Chilón, y a la fecha, ya tiene 350 productores en 11 comunidades de Sitalá, Ocosingo, Pantelhó y Yajalón, además del municipio de origen.

Estas familias integran Ts’umbal Xitalha’, área encargada de la producción del café orgánico para la cooperativa. Una segunda arista es Bats’il Maya, que tiene una tostadora en Chilón; y las cafeterías Capeltic, instaladas en Ciudad de México, Guadalajara, Puebla y Chiapas, la mayoría, en colaboración con instancias académicas, como la Universidad Iberoamericana.

Esta tríada productiva ha sido crucial para mantenerse a flote en momentos críticos, como sucedió en 2013, cuando el precio cayó a 1.07 dólares por libra desde máximos históricos que años atrás rondaron los 3 dólares, según Alejandro Rodríguez, codirector general del grupo Yomol A’tel.

“Tener cafeterías y la planta torrefactora ha permitido llegar más estables a esos momentos y, con eso, fortalecer el precio de la cooperativa y de los productores, de tal forma que ya no cae”, señala. Incluso, dice, desde 2011 cuando el precio del coyote cayó, el precio de Yomol A’tel se separó hasta por 20 pesos por kilo de café.

Para la Amecafé, el precio base que todo agricultor debe considerar es el costo de producción y la calidad del grano.

Un caso similar es el de la Cooperativa Integral Agrícola Cafetaleros (CIACAFE), integrada por 45 productores de la comunidad de San Juan Sacatepéquez, en Guatemala. Surgió en 2011, fruto de un acompañamiento que hizo Cementos Progreso, para desarrollar proyectos productivos en comunidades donde tiene operaciones.

Dimas Boror, gerente de Comercialización de la cooperativa, resalta que al inicio de la intervención de la empresa, con cursos de capacitación y asesoría técnica, la comunidad llegaba a producir casi dos quintales en 1,600 m2 con 400 matas; pero tres años después, la producción llegó a 5.2 quintales.

Lo más importante, dice, fue el impacto que ha tenido en la comunidad que antes no valoraba sus cultivos, a verlos como una fuente de ingreso que valía la pena trabajar con recursos y asesoría técnica. Tan es así que en estos 10 años el área de cultivo productivo pasó de poco menos de una hectárea a 1.5 hectáreas y otros 7,000 metros cuadrados de nueva plantación.

“Ahora, los productores ya no desean venderle al intermediario al precio que caiga, y menos, después del esfuerzo que han hecho por renovar sus cafetales y ver el beneficio que ha dado a la comunidad. Hoy tenemos que velar por la organización para que sea productiva”. La producción de CIACAFE se da entre 1,600 y 1,900 metros sobre el nivel del mar, lo que ha sido bien capitalizado para enfatizar la calidad de su producto.

Pedro Roque, de la Amecafé, sostiene que en la medida en que los productores conozcan la calidad de su café y se ocupen para sacarle el mayor de los provechos con base en procesos bien estructurados, los caficultores de la región podrán obtener un precio más equitativo en relación a sus costos de producción.

“Tu precio base siempre tiene que ser el costo de producción, pero si no sabes cómo sacarlo y no conoces la calidad de tu producto, no hay forma de negociar”, advierte.

GALERÍA

Floración del Cafeto
Cosecha o corte de café
Despulpado
Tornillo sin fin
Fosa de Fermento
Secado en patio
Secado en horno
Tostado

Créditos:

DISEÑO Y PROGRAMACIÓN WEB: Paula Carrillo / COORDINADORA DE FOTOGRAFÍA: Betina García