Las reacciones durante y luego de un sismo son tan diversas como las personas que lo resisten, igualmente sucede con quienes padecieron efectos de un derrumbe; algunos lograron reponerse, recuperar su patrimonio, pero en la mayoría de los casos las heridas emocionales que les dejó la experiencia no han terminado de sanar.
Por: David Santiago
Jojutla, Morelos, fue uno de los lugares más afectados por el sismo del 19 de septiembre de 2017; de ese lugar surgió una de las fotografías icónicas sobre los efectos de ese sismo: la de Martín Moctezuma Hernández, un joven cabo de infantería de la Secretaría de la Defensa Nacional, quien rompió en llanto ante la frustración por no haber logrado rescatar con vida a una mujer de nombre Samara y a su bebé, Sofía, de entre los escombros.
FOTO: EFE / Salvador Kellerman Pérez
Han pasado cinco años desde que se tomó la imagen, cuya autoría es de Salvador Kellerman, tío de Marco Gil Vela, esposo y padre de las víctimas de este derrumbe.
El cabo Martín Moctezuma –de 21 años al momento de la foto– es originario de Juchitán, Oaxaca, un municipio que había sido afectado por un sismo previo el del 7 de septiembre –apenas 12 días antes de sus labores de rescate en Jojutla– con una magnitud 8.2 grados. A pesar de que su familia sufrió afectaciones físicas y patrimoniales, Martín no pudo estar con ellos de tiempo completo para ayudar, pues ya estaba comisionado en el 108 batallón en Jojutla, Morelos.
El 19 de septiembre de 2017, a las 13:14 horas, el momento de la comida para los elementos del batallón de infantería, comenzó la alerta cuando la tierra se movió con fuerza.
Ante la emergencia, el cabo Moctezuma recibió instrucciones para aplicar el Plan DNIII de ayuda a la población y el batallón se distribuyó por distintas partes de Jojutla, fue entonces que llegó a la parroquia de San Miguel Arcángel, zona donde se derrumbó una vivienda con víctimas al interior.
Relata que las labores de rescate fueron lo más difícil y triste que ha vivido, pues se juntaron diversos elementos; el saber que había víctimas entre los escombros, los gritos desesperados de la familia, la tensión del momento y ver a la comunidad volcándose a apoyar, sin embargo, al hallar a la bebé en brazos de su madre, ambas ya sin vida, no pudo contener el llanto.
“Me mantuve un buen tiempo tratando de aguantar el llanto, de asimilar, como usted comprenderá, pues es algo bastante complicado ver esa situación, ver la magnitud del desastre y pues no me pude contener; esa es la verdad, mis compañeros me trataban de tranquilizar y yo les decía que estaba tranquilo, pero pues por dentro ya mis lágrimas ya no podían más”, relata.
Martín Moctezuma, quien en 2017 no llegaba a un año de trayectoria dentro del Ejército, reconoce que su adiestramiento militar no le pudo ayudar a contenerse ante lo vivido.
“La verdad, todos somos seres humanos, somos pueblo, salimos del pueblo y una vez ingresando al Ejército te inculcan muchas cosas, pero eso no te abstiene a ignorar tus sentimientos; no dejas de sentir, eso es muy independiente a lo que uno vive día a día aquí en el ejército”, señaló.
Tras la foto, el nombre de Martín Moctezuma se hizo público; fue entrevistado en diversos medios y dos meses después fue condecorado y, como reconocimiento, la Sedena lo integró a un batallón en Ixtepec, Oaxaca, cerca de su familia; hoy su compromiso es uno: “ayudar”.
Por Mariel Ibarra y Shelma Navarrete
Para no trabajar a solas desde su departamento, Lucía Zamora acudió a un coworking en el edificio de Álvaro Obregón 286, en la Colonia Roma Norte, cuando a la 1:14 pm del 19 de septiembre de 2017 la interrumpió un movimiento que nunca había sentido.
Tomó su celular y caminó hacia las escaleras del edificio, pero se detuvo por lo angostas que eran; entonces, se encontró con Isaac, encargado de mantenimiento, quien la llamó para salir por las escaleras de emergencia.
Foto: JESÚS ALMAZÁN
“No dimos ni tres pasos cuando vimos que el techo se estaba desplomando sobre nosotros y un segundo después obscuridad total.
“A la retrospectiva, entiendo que había una serie de corrupción en cuanto a la construcción del edificio y soportes que habían quitado. Se cayó muy rápido ese edificio, no nos dio tiempo de reaccionar a nadie”, dice en entrevista.
Con una loza a solo una palma de distancia, Lucía quedó en un ‘espacio vital’ en el cual no podía mover las piernas y cubierta de polvo; narra que le costaba respirar, pero estaba libre de heridas
Al usar la lámpara de su celular vio que Isaac estaba junto a ella, mientras escuchaba gritos de una mujer que conoció entre los escombros a quien ayudó a calmar.
“Minutos después, u horas después, nos dijo que era Paulina y que era del cuarto piso, pero nosotros no conocíamos a nadie y menos del cuarto piso, entonces nos dimos cuenta que ella había caído hacia nosotros, hacia el tercer piso.
“Fuimos un equipo de tres: Isaac y yo, que nos podíamos tocar y ver si prendíamos una luz, una lámpara del celular y Paulina a la distancia”, recuerda.
Foto: Google Maps
Lucía pasó más de 33 horas atrapada entre los restos del edificio de seis pisos, tiempo en el que la mayor batalla fue enfocar su mente en sobrevivir, ante el miedo a morir de sed, hambre o desesperación, pero manteniendo la esperanza de ver de nuevo a su hermana y su sobrino.
“Como yo veía que no tenía ni una sola herida yo decía ‘tengo que salir viva, estoy bien, todo depende de mí’”, afirma.
Junto a Paulina e Isaac se turnaban para pedir ayuda y hacer ruido con la esperanza de ser encontrados, con el sonido de personas trabajando al fondo, hasta que alrededor de las 4 pm del día siguiente escuchó una voz que preguntó ‘¿quién está ahí?’. “Fue como que me regresó el alma al cuerpo”, dice.
Lucía fue la última de los tres en ser sacada de los escombros ya entrada la noche. Sus ojos se llenaron con la luz en los cascos de los rescatistas, la lluvia cayó sobre su rostro lleno de polvo.
“Para mí fue una bienvenida de la vida en todos los sentidos: salí de la tierra, estaba lloviendo y la gente me aplaudía, yo sonreía”, relata.
Al salir fue trasladada a la Cruz Roja para una revisión médica donde se encontró con el “abrazo más esperado”, el de su hermana, quien llevaba un chaleco naranja y había ayudado a mover escombros.
“Me agarró de los brazos, de la cara y me dijo ‘juré que iba a hacer todo lo posible hasta encontrarte’”.
Tras su rescate, Lucía se aventuró a perseguir el deseo de estudiar en el extranjero; ahora vive en España desde hace cuatro años, donde estudió escritura creativa en la Universidad Complutense de Madrid y realiza un doctorado, además de avanzar en su carrera como escritora.
“La única misión que yo me di cuenta que tengo es ser feliz en la vida y creo es la de todos los seres humanos. Obviamente yo sí veo en la palabra como un don que yo tengo”, señala.
A cinco años, para Lucía lo que aún duele es la impunidad en el colapso de Álvaro Obregón 286, pues ella como otras víctimas no pudieron sostener el costo de demandar al dueño del edificio, el cual fue modificado comprometiendo su seguridad
“Eso es lo único que lamento porque no fue producto de un acontecimiento de la naturaleza únicamente porque si algo se aprendió del 85 fueron todas las nuevas leyes, las reglamentaciones, las formas de construcción y claro quieres meter más oficinas y le quitas dos muros de contención y pilares, pues pasa lo que pasa”, señala.
Por Mariel Ibarra y David Santiago
A Rosa María García Calzadilla, el sismo del 19 de septiembre de 2017 le dejó como enseñanza de vida que ningún bien material vale más que la vida de su familia y que en una tragedia como la vivida hace cinco años, la sociedad civil y la iniciativa privada se desbordan para apoyar a quien pase por un momento difícil.
Ella y sus dos hijas pasaron de perder todo su patrimonio, a tener un departamento completamente nuevo por el programa de reconstrucción de viviendas impulsado por la Fundación Carlos Slim.
Aquél caótico día, Rosa María caminó por dos horas desde la colonia Guadalupe Inn hasta su departamento en la calle Enrique Rebsamen esquina con La Morena en la alcaldía Benito Juárez pero al observar los graves daños que dejó el sismo a su edificio, entró en shock. Al ver a sus dos hijas a salvo, su mentalidad cambió por completo.
Foto: TWITER / REBSAMEN249
“María José, mi hija, me alcanzó, me abrazó y me dijo: mamá, lo perdimos todo, se me hace un nudo en la garganta. Hay una enseñanza muy grande (por el sismo) y la enseñanza es que las cosas materiales van y vienen, sentir viva a mi familia, que a nadie le pasó nada, para mí es una tranquilidad”, reflexiona.
Lo que esta familia tenía frente a ellos era un rumbo completamente incierto por recorrer, hasta que una publicación en redes sociales, les cambió la vida.
“Yo di clases en el colegio Asunción y cuando empiezo a subir fotos a Facebook (del edificio que habitaba) las mamás de mis alumnos, me preguntaron: ‘¿Es tu casa? ¿Cómo estás? ¿Dónde estás?’, y en ese instante me empiezan a llegar despensas, mil cosas”, detalla.
Sin pedir condiciones, el abuelo de un ex alumno le ofreció un departamento en la Colonia Del Valle para que Rosa María y sus hijas lo pudieran habitar el tiempo que fuera necesario. Durante cuatro meses, no pagó un solo centavo, pero fue en enero de 2018 cuando por decisión propia decidió firmar un contrato con esta persona para el pago de renta.
De 2018 a febrero de 2021, la fundación Carlos Slim absorbió el 98% del gasto para la reconstrucción del edificio en el que vivió desde 1994, el cual hoy tiene un rostro completamente nuevo.
“El departamento es muy diferente a como nosotros lo habitamos. La distribución fue diferente. Yo me sentía en una casa nueva; la verdad es que están muy bien construidos”, agradece.
Afirma que en tiempos difíciles, como el vivido hace cinco años, surgen las buenas personas quienes tienden la mano a aquellos que lo necesiten, aún sin conocerlos.
Foto: TWITER / REBSAMEN249
Por Paulina Torres y Shelma Navarrete
Jael Elizabeth Castillo Gutiérrez estaba en la cocina de su departamento cuando sintió de pronto que las paredes se estremecían y por un momento pensó que el edificio de Alfonso Reyes 188, colonia Hipódromo, se le vendría encima.
Tras el movimiento, se alivió al darse cuenta que ella y la construcción aún estaban de pie, hasta que vio las grietas que atravesaron los muros del hogar que junto a su esposo le había llevado 20 años pagar.
“Estoy todavía sin regresar a casa a cinco años del sismo”, dice en entrevista.
Jael Elizabeth y sus vecinos comenzaron a organizarse sobre cómo rescatar sus departamentos. El hermano de una de las propietarias, a quien sólo señala como de apellido Rojas, presidente de una Cámara de la Construcción, fue el primero en acercarse a los habitantes de Alfonso Reyes 188 con la pregunta “¿no te gustaría ver tu edificio nuevo?”.
“Es difícil que ante una situación tan dolorosa como es perder tu casa se empiecen a acercar las personas y ver cómo hacen un negocio.
“Empezaron las presiones, sobre todo diciéndonos que si no teníamos dinero para pagar la reconstrucción, pues que lo vendiéramos. Te empiezas a sentir desprotegido por lo que va a pasar con todo tu trabajo de más de 20 años, donde te sacrificaste, donde nosotros teníamos una hipoteca que acabábamos de pagar, mi esposo jubilado… En fin, muchas situaciones donde no puedes volver a empezar”, relata.
Cuenta que el Gobierno de la ciudad –entonces encabezado por Miguel Ángel Mancera– dio recursos a los damnificados, pero no eran suficientes para rehabilitar o reconstruir los edificios o viviendas y carecían de la mínima asesoría técnica.
Ante la falta de ayuda, Jael Elizabeth buscó a otros damnificados al recordar la organización ciudadana surgida ante el sismo de 1985 y así como llegó a Damnificados Unidos de la Ciudad de México (DUCDMX).
Una primera esperanza llegó ya con César Cravioto al frente de la Comisión para la Reconstrucción de la Ciudad de México, cuando la Fundación Slim se ofreció a reconstruir su edificio, pero esta opción se esfumó tan pronto como llegó, por lo que fueron por la redensificación: la reconstrucción de los seis departamentos, a cambio de sumar tres más que serán vendidos para cubrir la inversión.
La primera piedra se colocó el 31 de agosto de 2021 y poco más de un año después, apenas está en proceso de cimentación.
“Cuando colocaron la primera piedra simplemente fue un acto político, un acto simbólico al que asistió la comisionada para la Reconstrucción, Jabnely Maldonado. Se colocó pero la empresa constructora no tenía un peso, no le habían dado el anticipo para la obra.
“Cuando yo ya pensaba regresar a lo mejor hacia el mes de febrero o marzo del año que entra, ahora regresaré –espero que así sea, que no se alargue más– hacia el mes de noviembre, diciembre de 2023”, sostiene.
Por David Santiago
Juan Pablo Guerrero, damnificado del multifamiliar de Tlalpan en la Ciudad de México, asegura que a cinco años del sismo del 19 de septiembre de 2017, cada que escucha una sirena de ambulancia o la alerta sísmica el ruido le cala “hasta los huesos”, dice que es algo que le pasa a todos los que vivieron el colapso de un edificio en esa fecha.
En su conjunto, el Multifamiliar Tlalpan, en el grupo de diez edificios habitacionales perdieron la vida nueve personas y hubo decenas de rescatados de entre los escombros, por lo que fue considerado uno de los principales puntos de emergencia en la ciudad de México; la situación generó que los vecinos se solidarizaran entre ellos, sobre todo con quienes antes vivieron en el del edificio 1C, que colapsó en su totalidad.
Para otros, ver sus departamentos con cuarteaduras y con las puertas descuadradas hizo tomar de no volver a sus viviendas por seguridad e incluso, dejar a la deriva 30 años de esfuerzo por lograr un patrimonio.
Refiere que para salir adelante tuvieron que aprender a organizarse para hacerle frente a las autoridades que, en ese momento de emergencia, se encontraban ausentes.
“Montamos campamentos para apoyar en las labores de rescate o cuidar los depas porque también hay que decirlo, hubo personas que intentaron meterse a robar, hubo un intento de robo de un niño en un albergue, nos tuvimos que organizar para esas dos tareas inmediatas”, explica.
Esta organización vecinal fue el inicio de lo que después se le denominaría “Damnificados Unidos de la Ciudad de México”, asociación a la que se sumaron afectados de otras alcaldías quienes hicieron frente al intento de las autoridades de la administración capitalina en turno y de los empresarios del ramo inmobiliario, de especular y aprovecharse de la situación.
“Cerramos todas las avenidas viales de la CDMX, fuimos a 20 mil reuniones de trabajo que duraban mucho y no se resolvía nada, luchamos por un presupuesto, descuidamos a nuestra familia, amigos, parejas, digamos que hubo una pausa de por lo menos tres años. Logramos un regreso digno a casa, pero ese regreso digno se empañó con la corrupción de las constructoras”.
En febrero de 2020, un mes antes de la pandemia de Covid-19, los damnificados de Tlalpan comenzaron a regresar a sus casas paulatinamente tras la rehabilitación de nueve edificios del programa de reconstrucción.
A cinco años los edificios del multifamiliar fueron reconstruidos, pero quedan las heridas emocionales y que no se sanan con tabiques y cemento.
En esta unidad habitacional, compuesta de diez edificios, nueve de los inmuebles quedaron en pie, con daños de leves a graves, pero uno se derrumbó. Se dieron afectaciones a 300 familias.
FOTO IZQUIERDA: JIMENA ZAVALA / FOTO DERECHA: ANYLÚ HINOJOSA
El derrumbe de un edificio de oficinas dejó 49 muertos y 27 heridos; el gobierno ordenó la expropiación del predio para un memorial, pero actualmente, el terreno sigue vacío. Las edificaciones aledañas fueron o están siendo rehabilitadas.
FOTO IZQUIERDA: JESÚS ALMAZÁN / FOTO DERECHA: ANYLÚ HINOJOSA
Afectado por el sismo, estas dos torres conocidas como La Osa mayor, tuvieron que ser demolidas en su totalidad luego que se determinara la afectación de los 16 pisos de las estructuras.
FOTO IZQUIERDA: BERNARDO MONCADA / AFP; FOTO DERECHA: ANYLÚ HINOJOSA
En este derrumbe, Mónica García Villegas, la dueña y directora de la escuela, sigue presa en Santa Martha, al igual que el director Responsable de Obra. En ese centro educativo de la delegación Tlalpan, en el que murieron 19 niños y siete adultos, las estructuras afectadas siguen en pie como testigos de que continúan los litigios.
FOTO IZQUIERDA, ALEJANDRA RODRÍGUEZ / AFP; FOTO DERECHA: ANYLÚ HINOJOSA
El terreno que alojó por décadas a una tienda departamental de Grupo Gigante luce abandonado, se tiene el proyecto de construir un centro de transferencia de transporte con un centro comercial, pero hasta la fecha no se ha avanzado en la demolición de la estructura afectada.
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