Bacadéhuachi era un nombre poco conocido en el país hasta hace poco. Ahora, se ha convertido en la imagen de la esperanza que genera la producción de litio en México.
Por: Diana Nava
Fotos: RAFAEL MONTIEL
BACADÉHUACHI, SONORA
speranza es quizá la palabra que más se repite entre quienes habitan en Bacadéhuachi. La pronuncian cada vez que se les pregunta sobre el litio, un metal del que han escuchado mucho, pero del que tienen muy poca certeza. Dicen que no saben cómo se ve: algunos imaginan que es una roca luminosa, otros, que es transparente y el resto, que es algo así como “pequeñas partículas blancas” esparcidas en la arcilla naranja que domina en las montañas que rodean la comunidad y que son parte de la Sierra Madre Occidental. Estos últimos son quienes más se aproximan a la explicación real.
Pocos han subido a los terrenos en donde se pretende abrir una mina, a dos horas de la iglesia blanca que marca el centro del pueblo. El único acceso es por un camino tan rocoso que hay vehículos varados que no soportaron el trayecto. También son pocos los que saben dónde se localiza el yacimiento que ha convertido a la comunidad en una inesperada protagonista del discurso político. Pero todos señalan con el dedo, a lo lejos y a lo alto, un pequeño hueco entre dos montañas, hacia un rancho al que llaman La Ventana.
Dicen que ahí estará la mina de la que llevan escuchando hablar varios años, después de que alrededor de 2015 se vendió el primer centenar de hectáreas a Bacanora Lithium, la empresa que tiene la adjudicación de la explotación y que ahora es propiedad de la china Ganfeng Lithium, y el rumor sobre la existencia de litio en las montañas del pueblo –que solo se usaban para pastar ganado– comenzaba a comprobarse. De la mina aún no ven nada, pero hay una esperanza compartida entre esa fracción de sonorenses: la llegada de empleos y el cese de la partida de los jóvenes de la región en busca de una oportunidad para mejorar su vida.
Esperanza es quizá la palabra que más se repite entre quienes habitan en Bacadéhuachi. La pronuncian cada vez que se les pregunta sobre el litio, un metal del que han escuchado mucho, pero del que tienen muy poca certeza. Dicen que no saben cómo se ve: algunos imaginan que es una roca luminosa, otros, que es transparente y el resto, que es algo así como “pequeñas partículas blancas” esparcidas en la arcilla naranja que domina en las montañas que rodean la comunidad y que son parte de la Sierra Madre Occidental. Estos últimos son quienes más se aproximan a la explicación real.
Pocos han subido a los terrenos en donde se pretende abrir una mina, a dos horas de la iglesia blanca que marca el centro del pueblo. El único acceso es por un camino tan rocoso que hay vehículos varados que no soportaron el trayecto. También son pocos los que saben dónde se localiza el yacimiento que ha convertido a la comunidad en una inesperada protagonista del discurso político. Pero todos señalan con el dedo, a lo lejos y a lo alto, un pequeño hueco entre dos montañas, hacia un rancho al que llaman La Ventana.
Dicen que ahí estará la mina de la que llevan escuchando hablar varios años, después de que alrededor de 2015 se vendió el primer centenar de hectáreas a Bacanora Lithium, la empresa que tiene la adjudicación de la explotación y que ahora es propiedad de la china Ganfeng Lithium, y el rumor sobre la existencia de litio en las montañas del pueblo –que solo se usaban para pastar ganado– comenzaba a comprobarse. De la mina aún no ven nada, pero hay una esperanza compartida entre esa fracción de sonorenses: la llegada de empleos y el cese de la partida de los jóvenes de la región en busca de una oportunidad para mejorar su vida.
Bacadéhuachi, en Sonora, se ha convertido en la imagen del litio en México. Esta pequeña población, sin embargo, aún no ve los resultados del fervor por este metal.
tiene el municipio, que ha perdido casi el 22% de su población en 10 años. La falta de oportunidades lleva a los jóvenes a buscar trabajo en Hermosillo o a emigrar a EU.
vive en una situación de pobreza moderada, de acuerdo con cifras de 2020 del Coneval. El porcentaje en todo el estado es de 26.4%.
empleos directos dijo Bacanora Lithium que crearía en la región, durante una reunión con los representantes de los pueblos de la zona.
Un letrero en una de las orillas de la comunidad dice que en Bacadéhuachi hay 2,007 habitantes, pero los datos oficiales dan una cifra menor: 979 pobladores en el último censo, de 2020. La población se redujo 21.8% en tan solo 10 años. Los jóvenes se van a trabajar a Hermosillo o cruzan la frontera hacia Estados Unidos. Los más viejos creen que, el día que se abra la mina, aquellos que se fueron volverán.
Es una tarde de diciembre en la plaza central de Bacadéhuachi, en la que una decena de palmeras rodean el kiosco. En el pueblo sonorense las temperaturas son muy bajas en invierno y muy altas en verano, cuando llegan hasta los 50 grados. Son las seis de la tarde, el sol ya está bajando y el clima ronda los 10 grados. Casi nadie está fuera. A lo lejos, con una especie de eco –como si fuera un altavoz–, se escucha al presidente Andrés Manuel López Obrador: “El litio no va a ser ni para China ni para Rusia ni para Estados Unidos. El litio es de México”, dice con la voz enérgica que utiliza cada vez que habla del metal.
El mandatario no está ahí, desde luego, y en realidad nunca ha visitado Bacadéhuachi, cuentan quienes ahí viven. Una circunstancia que podría cambiar pronto. López Obrador anunció a mediados de enero que visitará Sonora entre el 17 y el 19 de febrero, una gira en la que estará incluido el pueblo y la zona de La Ventana. El presidente dijo que el gobierno ya trabaja con la compañía que tiene adjudicado el sitio y que algunas concesiones se entregarán a “una empresa de la nación”. Apenas el 24 de enero reveló que su administración busca un acuerdo con una compañía dedicada al litio y con presencia en el norte del país. No dijo el nombre ni lo que se busca con el proceso, pero Ganfeng es la única, por ahora, con actividades en la zona.
PROYECTOS. En Bacadéhuachi lo que predomina es la tranquilidad y el silencio. Sus habitantes esperan mejorar su vida con la mina de litio.
En febrero del año pasado, se anunció la creación de Litio.mx, la estatal que se hará cargo de toda la cadena de valor del metal. La compañía ya tiene director, Pablo Daniel Taddei, pero de su funcionamiento poco se sabe. Hasta ahora, la administración federal había dejado la puerta abierta para que colabore con privados.
Mientras tanto, el silencio y la quietud del pueblo hacen que la voz del mandatario se escuche clara y alta, con proximidad. Todo porque Francisco Palencia ha decidido escuchar la grabación de la conferencia presidencial del 1 de febrero de 2022 –una de las tantas en las que habló del litio– en su celular, que tiene una cinta para disimular que está roto, mientras pasea por la plaza con su nieta, quien se rehúsa a irse a casa, pese a que la temperatura continúa bajando.
“¿Será cierto lo que dice el presidente, que acá en Bacadéhuachi hay litio y que no van a dejar que se lo lleven los extranjeros? ¿Será que el presidente sabe que acá hay algo que nosotros no hemos visto?”, dice sentado en una banca, mientras sigue con la mirada fija en su nieta.
Bacadéhuachi tiene su esperanza cimentada en una promesa que ha sido propagada desde varios frentes: la compañía que posee la adjudicación del terreno donde se ubica el yacimiento, el presidente y la reforma a la Ley Minera aprobada en abril del año pasado, que prohíbe dar más concesiones de terrenos en donde pueda haber litio, y el gobierno de Sonora, que promete un plan para hacer de la región un hub industrial que tendría como parte esencial al pueblo.
El municipio espera una plenitud económica que no ha experimentado nunca: el 45.6% de su población vive en una situación de pobreza moderada, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) de 2020. Eso es mucho más de la que registra Sonora como entidad, de 26.4%.
La esperanza se vive de diferentes maneras. Eleazar Figueroa es policía municipal desde hace poco más de seis meses, pero dice que nunca ha ganado tanto como cuando en 2021 trabajó para una empresa que fue contratada para hacer labores de limpieza para Ganfeng Lithium. Su tarea, y la de otros trabajadores más, era limpiar unas 15 hectáreas en el rancho Las Perdices, que fue adquirido por la empresa china y en donde se pretende levantar, según le contaron, una pequeña comunidad para quienes trabajarán ahí, con dormitorios, comedor y otras instalaciones.
La rutina era la misma cada día: salía poco antes de las seis de la mañana de su casa, se subía a una camioneta en la que él y sus compañeros viajaban cerca de dos horas por el camino de terracería y pasaban ya en el terreno alrededor de 10. Así estuvo seis meses, con la promesa de que quizás un día ya no tuviera un periodo establecido para el término de su contrato. A Figueroa le dijeron que podría trabajar en la mina. Y él dice que sí, que quiere hacerlo, que le gustaría ser chofer, manejar una pipa o una camioneta. Ya no quiere volver a ser jornalero.
Antes de trabajar para Ganfeng Lithium, Figueroa nunca había tenido un empleo con un contrato: el campo y la ganadería no dan esas cosas aquí. Recibía alrededor de 12,000 pesos mensuales y un vale de despensa semanal por 700. Ahora, como policía municipal, se hace de 6,000 pesos al mes solo con seguro social, pero sin vales de despensa o cualquier otro beneficio. Eso debe alcanzar para su familia de cuatro.
Eleazar Figueroa es policía municipal, habita en una de las orillas de Bacadéhuachi, con su esposa y dos hijos, y todas las noches maneja una patrulla. Dice que ha escuchado que la mina puede ser peligrosa, pero que también ha prometido empleo y eso es lo que a él le interesa.
Antes de esos dos empleos, su labor como jornalero le dejaba 300 pesos diarios por más de 10 horas de trabajo. Para completar, se ocupaba como ayudante en la construcción y vendía chiltepín, un chile de la región que prepara con vinagre, sal y algunas especias o que ofrece en crudo. Dice que un kilo se lo compran en 1,700 pesos y que, algunas veces, en las mejores temporadas, junta hasta tres o cuatro kilos en un día, cerca de los terrenos donde está el yacimiento. Pero el chiltepín, un fruto rojo más pequeño que una ciruela, solo se da tres meses al año y cada vez es más escaso. Figueroa también hace de vez en cuando bacanora, un licor de agave que solo se produce en la región, que vende por alrededor de 400 pesos el litro.
ANHELO. Eleazar Figueroa señala que su única preocupación sobre el proyecto es que haya empleo. Cuando estuvo en la mina, le contaron que ahí llegarían trabajadores de todos los municipios de Sonora y del sur del país, adonde nunca ha ido.
Bacanora Lithium dijo a los representantes de los pueblos aledaños a Bacadéhuachi que la mina generaría entre 1,200 y 2,000 empleos directos y que los habitantes de la zona tendrían prioridad en su contratación, cuenta Luis Portillo, alcalde de Nácori Chico, uno de los cuatro municipios por los que se extiende el yacimiento y donde la compañía ya se ha hecho de un terreno para construir el centro comunitario para sus colaboradores. Pero nada de eso se ha visto. El estado financiero anual de la empresa apunta que, al cierre de 2021, el proyecto de Sonora solo tenía 15 empleados y algunos contratistas.
“Aquí va a crecer, va a cambiar, va a haber más movimiento, tiendas, de todo. Nacozari también era así, pero ahora con la mina todo es más grande”, dice Figueroa, sentado en el patio de su casa, a las orillas de Bacadéhuachi.
En la década de 1970 en Nacozari, un pueblo a más de dos horas, comenzó a explotarse el cobre con la apertura de la mina La Caridad, de Grupo México, que hasta la fecha es la principal actividad económica de la comunidad. En realidad, Figueroa no recuerda cómo era antes Nacozari, pero dice que imagina que la mina ha servido a esa región y que la historia podría repetirse.
VIVIR AL DÍA. María Loreto Valenzuela dice que del litio solo ha escuchado rumores. Tita, como la conocen, abre a diario las puertas del comedor de su casa para vender alimento a quienes visitan la mina, un sitio que ella aún no conoce.
Varios informes académicos muestran que la actividad minera no es necesariamente cercana a un progreso económico ni un gran ingreso para las finanzas públicas: un análisis del colectivo #CambiémoslaYa, que busca hacer cambios a la Ley Minera y está formado por organismos como Oxfam México, el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda) y Fundar, Centro de Análisis e Investigación, entre otros, dice que en 2021 solo 0.97% de la recaudación total del Estado vino de la minería. En Bacadéhuachi ha comenzado a construirse el primer banco de la zona: una sede de Banjercito. Y sus habitantes dicen que eso se ha hecho porque la mina llegará pronto y el dinero comenzará a moverse.
María Loreto Valenzuela, a quien en la comunidad conocen como Tita, dice que pronto imagina ver en el pueblo una oficina de correos o un supermercado. Cuando se le pregunta de qué vive la gente en Bacadéhuachi, responde que ahí “se vive de milagro”. Las principales actividades económicas son la ganadería y la industria de la madera, pero las sequías son cada vez más pronunciadas en el norte y están dejando a quienes se dedican a estas actividades cada vez con menos posibilidades. Lo que Tita quiere es ver su comedor lleno: abre las puertas de su casa para ofrecer alimentos a quienes visitan la comunidad. En los últimos años, ha visto llegar a geólogos, ingenieros, académicos y periodistas que visitan el lugar donde está el yacimiento, pero ella nunca ha ido.
María Loreto Valenzuela, Tita, atiende desde hace unos años el negocio familiar que su mamá comenzó hace décadas: un comedor en donde atiende a quienes visitan el lugar. En Bacadéhuachi no hay restaurantes y apenas dos hoteles para albergar a quienes llegan de fuera.
Óscar Madrid,
Habitante de Bacadéhuachi.
La promesa de una mina a cielo abierto se ha ido retrasando constantemente. Los estados financieros de Bacanora Lithium hablan de que podría haberse tenido una primera producción desde 2019, pero los tiempos quizá fueron mal calculados. En una entrevista a principios de 2021, que puede verse en su sitio web, Peter Secker, el CEO de la empresa, decía que a mediados de 2023 tendrían la primera producción de litio en el yacimiento. Ese plan incluía comenzar hace dos años con la construcción de la planta que transformaría una parte de esa arcilla naranja en carbonato de litio –el elemento que se utiliza en la producción de baterías–. Dos años, según sus declaraciones, les tomaría la edificación de la infraestructura para extraer el metal y transformarlo. Esa construcción no ha comenzado.
Bacanora ya tiene una planta piloto para producir litio en una zona industrial de Hermosillo, según académicos que han seguido el desarrollo del proyecto. Un portavoz de la compañía que habló bajo condición de anonimato dijo que ya cuentan con la patente para producir el carbonato de litio que está en la región. Así habrían solucionado uno de los retos más grandes: lograr la producción comercial de litio desde la arcilla. Hasta ahora, toda la producción se obtiene de salmueras y de roca.
De concretarse, México sería el primer país en donde se produciría el metal desde la arcilla, pues nunca se había conseguido una solución financieramente viable. En un documento sobre lo que denominan el Proyecto Sonora Lithium, Bacanora dice que ha logrado la tecnología para ofrecer uno de los “costos operativos más bajos de la industria”.
María Romero también abre las puertas de su casa para vender alimentos a quienes visitan Bacadéhuachi. Tiene un hijo que emigró a finales del año pasado hacia Estados Unidos: estudiaba ingeniería en minas, pero la pandemia lo obligó a dejar la escuela unos meses antes de terminar la carrera. Había decidido ir a la universidad para conseguir un trabajo en la mina de litio.
Bacanora Lithium se constituyó en 2008 como una empresa local. Cotizó desde 2018 en las bolsas de Londres, Múnich y Fráncfort. En 2019, la china Ganfeng Lithium compró poco menos del 30% de la compañía, hasta que en enero del año pasado se hizo de todas las acciones.
Bacanora tenía un valor de mercado de 124 millones de dólares en 2018 –cuando recién comenzó a cotizar–, pero para 2021 –poco antes de ser deslistada– había disminuido a 64 mdd, muestran datos recopilados por Bloomberg. En opuesto, el capital de la compañía ha crecido de manera acelerada: en 2018 era de apenas 42 mdd y, actualmente, después de su compra, ya es de 194 mdd.
Bacanora dio el salto al ojo público en 2019: Mining Technology, un sitio especializado en la industria minera, publicó en agosto de ese año un listado que denominó ‘Las 10 minas de litio más grandes del mundo’. Colocó el Proyecto Sonora Lithium, de Bacanora, en el sitio número uno y le adjudicó reservas probables de 243 millones de toneladas del mineral. El dato es incorrecto, dicen los académicos, y solo cerca del 10% podría resultar carbonato de litio.
DIFÍCIL ACCESO. Los terrenos donde se encuentra el yacimiento están a dos horas de Bacadéhuachi y el único ingreso es por un camino rocoso.
Los datos del Servicio Geológico Mexicano indican que el yacimiento solo contendría 0.85 millones de toneladas de litio. La publicación de Mining Technology tomó la información de un estudio publicado por Bacanora y el dato no fue cuestionado: el contenido del texto se reprodujo rápidamente y entonces Bacadéhuachi, de la noche a la mañana, ya tenía los reflectores encima. Pero ahí nada se movía: el pueblo continuaba quieto.
La confusión, dicen los expertos, radica en que los primeros estudios de la compañía indican reservas totales por esos 243 millones de toneladas, de la que solo una parte sería litio.
Pero Ganfeng continúa asegurando que tiene el depósito más grande del mundo. Lo afirma en la página web del proyecto y en su estudio de factibilidad: dice que en Sonora tiene recursos por 8.8 millones de toneladas de carbonato de litio y más de 10 concesiones mineras. El Servicio Geológico Mexicano apenas está haciendo un estudio de exploración para determinar en qué zonas del país habría litio. Los datos del Servicio Geológico de Estados Unidos apuntan que México, al que ni siquiera señala como uno de los principales potenciales productores, tendría reservas por 1.7 millones de toneladas.
ECONOMÍA. Martín Morán cuenta que en algún momento en el pueblo se dedicaron a la pisca de marihuana y ahí su economía mejoró un poco. Pero esos años quedaron atrás: hoy, la principal actividad es la ganadería.
La cifra presentada por Bacanora y Ganfeng quintuplica esta cantidad y los analistas dudan de que la información sea real. “Esto suele pasar como parte de la estrategia geopolítica de las compañías chinas, que es tener propiedades de materias primas en otros países, aunque las reservas ni siquiera estén comprobadas. Y entonces ir con esa información a las bolsas y levantar capital, como parte de un sistema de especulación”, dice Jaime Alee, académico y consultor chileno especializado en el mercado del litio. Bacanora Lithium, cuyo único activo son las concesiones que tiene en Sonora, se vendió en 300 mdd a Ganfeng, según Bloomberg.
Mientras tanto, Ganfeng sigue prometiendo una gran producción y afirma que la mina a cielo abierto que abrirá en Bacadéhuachi tiene 250 años de vida útil. Que la primera parte del proyecto para producir carbonato de litio durará 19 años, con una etapa inicial en la que producirá 17,500 toneladas anuales de litio del grado necesario para utilizarse en la manufactura de baterías y que cuatro años después duplicará esa cantidad. El pueblo sigue esperando.
“Viajar hacia la mina es solo ver vacas pastando. Aquí en Bacadéhuachi seguimos viviendo como si no hubiera litio. Acá nada se mueve”, señala Luis Alfonso Sierra, presidente municipal del pueblo. En la sede del municipio dicen no tener información sobre la operación de la compañía, que no hay una relación cercana entre el pueblo y la empresa, aunque Bacanora nombró hace menos de un año a un responsable de relaciones con la comunidad. Los habitantes recuerdan algunas reuniones con representantes de la compañía, pero dicen que todo lo que les explicaron les pareció ajeno, que entendieron poco de lo que ahí les dijeron. El gobernador Alfonso Durazo fue de visita apenas en noviembre pasado. El gobierno de Sonora fue consultado, pero no se concretó una solicitud de entrevista.
Un comunicado del municipio que encabeza Sierra pegado en un pizarrón a la entrada de la sede municipal es toda la información que otorgan a quienes cuestionan sobre el estado de la mina. El documento fue redactado a finales de abril del año pasado, cuando después de la aprobación de la reforma, el pueblo acaparó reflectores y comenzó a recibir a visitantes inesperados. “Se destaca que en esta región se registra una de las reservas más importantes en el mundo del mineral litio, que esperamos finalmente se haga realidad. (...) Con la explotación de este patrimonio se generará riqueza que beneficiará y generará bienestar directamente hacia los habitantes de nuestro municipio y a todos los sonorenses”. El contenido del texto no ha cambiado desde que se escribió por primera vez porque, dicen, no tienen más información.
Coque Valencia dice que el litio hará que a Bacadéhuachi llegue más dinero. Él trabaja como vigilante en una mina de sal a las orillas de la comunidad y haciendo bacanora. Tiene un hijo que estudió ingeniería en minas en Hermosillo, dice que si el proyecto arranca, podría regresar a casa porque aún no ha conseguido empleo de su profesión. Ahora es repartidor en una refresquera.
Las declaraciones de Secker en 2021 se dieron meses antes de que se formalizara la compra de la compañía por la china Ganfeng Lithium y casi un año antes de que un cambio a la Ley Minera interrumpiera los planes de Bacanora. En ese momento, a inicios de 2021, los terrenos donde Eleazar Figueroa trabajó estaban siendo limpiados. El siguiente paso consistía en construir los caminos de acceso y entonces sí comenzar con la construcción de una planta. Pero ese proceso no llegó.
Bacanora no ha obtenido los permisos necesarios para iniciar la construcción y el proyecto –en cuanto a su avance físico– por ahora está detenido, dijo una fuente cercana a la compañía que pidió el anonimato. La última fecha estimada para el inicio de la construcción, dijo en una breve conversación, es hacia 2024, pero no hay ninguna certeza: el gobierno está revisando los términos de la concesión, pese a asegurar que ningún permiso dado antes del sexenio tendría cambios. Ni la empresa ni la Secretaría de Economía respondieron a una solicitud de entrevista.
Coque Valencia,
Habitante de Bacadéhuachi.
Portillo, el alcalde de Nácori Chico, dice que antes del inicio de la pandemia se reunió con los representantes de Bacanora, que le dijeron que el proyecto estaba por avanzar, que construirían una central eléctrica, un gasoducto y un complejo habitacional. Le hablaron de una inversión de 400 mdd y ofrecieron mostrarle cómo se procesaría el litio, pero eso al final no se concretó. Vino la pandemia y luego la coloquialmente denominada “nacionalización del litio” y, entonces, la comunicación desapareció.
“No crea que son muchos los movimientos, se desconoce mucho lo que es el litio. La información es escasa, es poca, pero nosotros esperamos cosas buenas, que haya beneficios en estos municipios. Lo que se oye y lo que se dice de parte del gobierno del estado es que los beneficios los van a tener estos municipios. Pero nosotros todavía no tenemos algo certero, queremos pensar que lo están adecuando, que lo están armando todavía y próximamente nosotros sabremos”, cuenta en entrevista. Portillo será presidente municipal hasta 2024 y ve poco probable ser testigo de la primera producción de litio.
Luis Portillo es presidente municipal de Nácori Chico, un sitio vecino a Bacadéhuachi y por donde se extiende el yacimiento de litio. Dice que “esperan cosas buenas”, pero que la información es escasa y la infraestructura del lugar insuficiente para recibir a la nueva población que atraería el funcionamiento de la mina.
En abril, en medio de un revuelo por una negativa hacia un cambio constitucional a la reforma energética, en Bacadéhuachi se pintó una leyenda sobre un muro que bordea una de las entradas del pueblo: “México no es tierra de conquista, eso se acabó. México se queda con el litio de Sonora”, dice en letras color guinda, que tanto se utiliza después de que Morena ganó las elecciones presidenciales hace cuatro años. En el municipio nadie recuerda si algo extraordinario ocurrió entre el 18 y 19 de abril de 2022. Tampoco hubo movimiento. Pero en esos días la reforma a la Ley Minera se aprobó vía rápida en las dos cámaras del legislativo.
Luis Portillo,
Alcalde de Nácori Chico.
El discurso detrás de la aprobación, desde el altavoz presidencial, ha sido evitar que se repliquen los modelos de negocio bajo los cuales operan las compañías mineras en el país, que en su mayoría se trazaron cuando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte entró en vigor. La forma en que se explotaron el oro y el cobre es un modelo del pasado, dice el presidente. Ahora, con la reforma, se ha plasmado el camino para que solo el Estado sea el que explote el litio, pero, más allá de eso, en la Ley Minera poco ha cambiado.
“Ha sido una gran oportunidad perdida para cambiar sustancialmente las reglas del juego a las mineras”, dice la investigadora Beatriz Olivera. En el movimiento no se han modificado los estándares ambientales o sociales. La regulación aún conserva el acceso preferente al agua y no se establecen límites territoriales para las compañías, explica Olivera. “No hay un anclaje jurídico bajo el cual se pueda garantizar que estos beneficios, si es que se llegan a obtener de la producción del litio, sean obtenidos por las comunidades”.
Abelardo Ayala dice que no sabe casi nada del litio, que mucho ha escuchado, pero que más allá de querer entender para qué funciona, lo que le interesa es que habrá empleo en la comunidad y pide que le expliquen el impacto que la mina tendrá en el medio ambiente.
EL DÍA A DÍA. Abelardo Ayala se dedica a la ganadería y sube continuamente a los terrenos donde está el yacimiento. Sabe que una vez iniciadas las obras, no podrá continuar con su actividad.
Pero mientras el proyecto no muestra avances físicos y el pueblo sigue esperando, algunos hechos son tomados como señales: los vecinos cuentan que, a finales del año pasado, un empresario chino llegó a Bacadéhuachi, rentó una de las casas del centro del pueblo y continuamente recorre las dos horas de la plaza principal hacia unos terrenos que están cerca de La Ventana, en un auto que los pobladores ya reconocen.
Con más de 80 años, Abelardo Ayala lleva a pastar sus vacas a los terrenos donde tendría que estar la mina. Ya no cree poder ver con sus propios ojos la explotación del metal del que tanto hablan en el pueblo. Esa esperanza, para él, ya se esfumó.
ANIMACIONES Nayeli Araujo / DISEÑO Y PROGRAMACIÓN WEB Salvador Buendía COORDINADOR DE FOTOGRAFÍA Betina García