La etapa de estudiante no acaba con un MBA. En un entorno cambiante, la formación continua se vuelve cada vez más necesaria.
Por: Puri Lucena
l MBA sigue siendo el rey y su corona no está en juego. Lo que sí ha cambiado es la corte que lo rodea. Frente a aquel pensamiento de que, una vez estudiada la maestría en Administración de Empresas ya estaba todo hecho en materia de formación, los cambios en el mundo de los negocios de los últimos años, con los vertiginosos avances tecnológicos y las nuevas necesidades, como la atención que demandan los criterios ASG (ambiental, sociales y de gobernanza, ESG, por sus siglas en inglés), ponen sobre la mesa una necesidad cada vez mayor de capacitación y actualización continuas.
Esto supondrá, reconoce Julián Sánchez García, director general adjunto de la IPADE Business School, un reto enorme para las escuelas de negocios: lograr que los programas sean cada vez más flexibles y se conviertan en trajes a la medida. “La idea del one size fits all cuesta cada vez más trabajo. Cada ejecutivo tiene momentos de desarrollo y empresariales distintos”, asegura. La solución es tener un portafolio de programas que aborden estas diferentes etapas.
Esto es algo con lo que ya cuentan las escuelas de negocios. La mayor parte de los MBA tienen, además de las materias core del programa, una serie de electivas que permiten a quien lo estudia enfocarse en sus necesidades. Y a ello se une otro tipo de programas cortos alrededor de la maestría. En el ITAM, por ejemplo, Luis Arciniega, director de los programas de las maestrías en negocios, explica que el centro de estudios cuenta desde hace varios años con cursos optativos en el MBA de transformación digital de las organizaciones, de introducción a la toma de decisiones basadas en datos, de ASG o de narrativa y visualización de datos, entre otros. A la vez, para aquellas personas que quieran actualizarse en estas materias hay cursos 100% en línea. “Nos ha permitido captar una audiencia importante de gente de diversos países”, explica.
El MBA sigue siendo el rey y su corona no está en juego. Lo que sí ha cambiado es la corte que lo rodea. Frente a aquel pensamiento de que, una vez estudiada la maestría en Administración de Empresas ya estaba todo hecho en materia de formación, los cambios en el mundo de los negocios de los últimos años, con los vertiginosos avances tecnológicos y las nuevas necesidades, como la atención que demandan los criterios ASG (ambiental, sociales y de gobernanza, ESG, por sus siglas en inglés), ponen sobre la mesa una necesidad cada vez mayor de capacitación y actualización continuas.
Esto supondrá, reconoce Julián Sánchez García, director general adjunto de la IPADE Business School, un reto enorme para las escuelas de negocios: lograr que los programas sean cada vez más flexibles y se conviertan en trajes a la medida. “La idea del one size fits all cuesta cada vez más trabajo. Cada ejecutivo tiene momentos de desarrollo y empresariales distintos”, asegura. La solución es tener un portafolio de programas que aborden estas diferentes etapas.
Esto es algo con lo que ya cuentan las escuelas de negocios. La mayor parte de los MBA tienen, además de las materias core del programa, una serie de electivas que permiten a quien lo estudia enfocarse en sus necesidades. Y a ello se une otro tipo de programas cortos alrededor de la maestría. En el ITAM, por ejemplo, Luis Arciniega, director de los programas de las maestrías en negocios, explica que el centro de estudios cuenta desde hace varios años con cursos optativos en el MBA de transformación digital de las organizaciones, de introducción a la toma de decisiones basadas en datos, de ASG o de narrativa y visualización de datos, entre otros. A la vez, para aquellas personas que quieran actualizarse en estas materias hay cursos 100% en línea. “Nos ha permitido captar una audiencia importante de gente de diversos países”, explica.
Ya no hay escuela que no hable de esto. “Por muchos años, si una persona tenía un MBA del IPADE, de Harvard o de cualquier universidad, lo que decían es: ‘Yo ya me eduqué de por vida, estoy listo’. Es una mentalidad que hoy no funciona”, apunta Sánchez, del IPADE. De nuevo, la gran tarea de las escuelas de negocio (y de los centros educativos en general) es crear programas que sean atractivos para los ejecutivos y ejecutivas en las diferentes etapas de su vida. No es lo mismo lo que requiere una persona que está en la fase inicial de emprender un negocio, que los retos que tiene cuando su empresa está madura y busca crecer en otros mercados.
Pablo Buitrón, decano asociado de Educación Ejecutiva de la EGADE Business School, ha trabajado en los sectores público, privado y social. Fue rector de una universidad pública y ahí comprendió que las nuevas tecnologías tenían que incorporarse a las escuelas de negocios. Pero el gran problema en México, sostiene, es que la oferta y la cobertura de los programas de educación ejecutiva es baja. “Hay un mercado enorme que no está siendo atendido”.
Para el académico, la cuestión es importante, ya que son estos equipos directivos (el target de las escuelas de negocios) quienes transforman las organizaciones. “Si cambiamos la mente y el corazón del directivo, probablemente podremos tener empresas más humanas y más eficientes”, dice Buitrón. A ello ayuda el desarrollo en las universidades de centros de investigación, como los de emprendimiento o el de familias empresarias, que permiten detectar tendencias tempranas e integrarlas en los planes de estudio.
Para el especialista de la EGADE, esta necesidad ha hecho que más ejecutivos regresen a las aulas, una tendencia que, asegura, ha impulsado también la llegada de las edtech, las plataformas tecnológicas educativas. En esta ‘competencia’, la matrícula se ha mantenido estable para las escuelas de negocios.
Pablo Buitrón,
decano asociado de Educación Ejecutiva
de la EGADE Business School.
Eso no quiere decir que no entiendan el cambio. Apostar por una educación continua exige pensar en nuevas opciones de formación, programas cortos, diferentes usos de la tecnología, programas apilables que se puedan integrar en certificados. “Hay toda una transformación interesante que se tiene que dar”.
Martín Rodríguez sabe lo que es gestionar el cambio. El director de Digital Learning y Online Solutions en la IE Business School y en la IE University lleva casi dos décadas trabajando en innovación educativa. En la IE University, el área, entonces llamada de e-learning, se creó en 2001 y buscaba generar contenidos digitales y lanzar los primeros MBA online, que luego fueron evolucionando hacia el esquema blended, en el que se integran periodos presenciales con online. Hoy, la tecnología forma parte central de los programas ejecutivos, más allá del formato, e incluyen simulaciones, experiencias inmersivas, acciones en el metaverso o realidad aumentada y virtual.
“Estamos implementando diversas experiencias de realidad virtual en el aula. Te doy el ejemplo de una en particular, que es sobre el cambio climático. Para nosotros, es fundamental que nuestros alumnos tengan un entendimiento de lo que es el concepto de sostenibilidad y cambio climático”, explica el especialista. Para eso, la universidad ha diseñado una experiencia en fases en las que los alumnos ‘viven’ los efectos de sufrir un huracán, interactúan como si fueran actores claves en un desastre (ambientalistas, empresarios, miembros del gobierno…) y trabajan en equipo para encontrar y desarrollar soluciones.
Rodríguez recuerda los primeros años de los MOOC (cursos en línea masivos y abiertos). Se trata, insiste, de que sean un complemento. La IE University tiene 45 MOOC y es partner de Coursera. “Cuando salieron, en 2012, se llamó, de hecho, el año de los MOOC. Yo hice uno, seguramente, ese año”, afirma. “Y se pensaba que esto iba a sustituir perfectamente y totalmente todo lo que es la educación formal. La realidad es que esto es un complemento, te permite un aprendizaje, pero no puedes profundizar al mismo nivel, no es tan transformador como puede ser una experiencia más larga, en la que te tienes que esforzar más e interactuar con otros participantes”.
“El MBA será el programa del que se hablará por mucho tiempo. Creo firmemente que lo que se busca en las escuelas y su intención de fondo tendría que ser la formación de una persona, no un mero proceso ejecutivo y de transmisión de conocimientos. Desarrollar y modificar habilidades, actitudes, una forma de pensamiento o actuar se da con mucho tiempo y repetición, señala Sánchez, del IPADE. Y eso, sostiene, no se da en programas cortos. “La combinación perfecta es un programa largo que ayude a la persona a formarse en hábitos, habilidades y formas de pensar, y luego estar actualizado en nuevas tendencias”.
Arciniega, por su parte, recuerda que llevamos hablando de la supervivencia de los MBA un cuarto de siglo. Y señala que, si bien en algunas regiones y países, como Estados Unidos, ha habido una decadencia de esta maestría para dejar paso a un crecimiento importante de los posgrados en business analytics y ciencia de datos, en el caso de América Latina el MBA se mantiene. “Sigue siendo un producto robusto y, en la medida que los programas tomen una línea clara de aprovechar las fortalezas institucionales para reforzar sus programas, por ejemplo, un MBA con una fuerte carga hacia business analytics y transformación digital, creo que seguirá en el futuro”.
director general adjunto de IPADE Business School, señala que las necesidades de los ejecutivos no son las mismas que enfrentaban hace no muchos años. El académico apunta a cinco cambios generales en todas las industrias:
Inteligencia artificial, blockchain, data analytics… La digitalización y la transformación digital están haciendo que los ejecutivos deban tener conocimientos de estos temas para que puedan estar a la altura de lo que las empresas, los entornos y la competencia les exige. “Estar a la vanguardia de una era digital requiere que los ejecutivos estudien estos temas y no puedan estar ajenos a ellos”, dice Sánchez.
Las culturas organizacionales, que durante mucho tiempo fueron homogéneas y estables, hoy son diversas culturalmente, en ideologías y formas de entender la vida. “Esto hace que los directores tengan que aprender a dirigir generaciones que conviven de forma totalmente diferente. La dinámica cultural en las empresas está cambiando a pasos agigantados”.
“Hay indicios de que algunos países están tratando de dar marcha atrás, pero sigue siendo la tendencia. Por mucho tiempo podías crecer sólo en tu país, pero ahora ya no, cada vez las barreras se ven menos físicamente”, explica el académico. El nearshoring va a generar oportunidades que el empresario tiene que saber aprovechar, pero también entender que, en ambientes más multiculturales, siempre hay que pensar global y actuar local.
La sustentabilidad y la responsabilidad social son parte de la estrategia de negocio. Con una mayor conciencia por parte de los consumidores sobre el impacto que generan sus acciones, el director de una empresa debe saber detectar estas necesidades y adaptarse a ellas.
Volátil, incierto, complejo y ambiguo. Así son los negocios y los equipos directivos de las organizaciones deben aprender a navegar y adaptar las estrategias a estos entornos tan complejos.
FOTO: Cortesía
Para el CEO de Coursera, la apuesta es combinar lo mejor de los dos mundos: la educación tradicional con los cursos cortos online.
Por: Nancy Malacara
Jeff Maggioncalda jamás imaginó que la educación corta se volvería tan relevante. El CEO de Coursera terminó su MBA en la Universidad de Stanford en 1996, una formación que lo aupó a fundar la firma de consultoría sobre jubilación Financial Engines, que dirigió durante 18 años.
A Coursera llegó en 2017, atraído por el potencial de la edtech para generar un cambio en el mercado laboral. “El MBA me sigue pareciendo inestimable porque aprendí todas las disciplinas básicas para administrar una empresa”, dice. “Pero los certificados son como una canción de Spotify. Si no me gusta, la cambio. Probaré con analista de datos y, si no me convence, me paso a diseño UX”.
Para él, lo mejor es la combinación de ambos mundos, considerando que no siempre existió la posibilidad de mezclar la educación tradicional con el aprendizaje online. Incluso, en un inicio este no fue el objetivo de Coursera, que nació en 2012 cuando, a falta de espacio en el aula, los profesores de la Universidad de Stanford Andrew Ng y Daphne Koller optaron por subir a internet sus clases de machine learning.
Los cientos de miles de visitas de todo el mundo los motivó a crear la plataforma y sumar a otras universidades para tener más contenido, como Princeton, Duke y Yale. Luego, la iniciativa se extendió a empresas como SAP, IBM, Google, Microsoft, Salesforce, PwC y Meta.
El modelo de negocio consistió en cobrar una suscripción mensual de 49 dólares, con acceso a todos los cursos, mientras que los planes para empresas contemplan la compra de una licencia anual que suele costar alrededor de 200 dólares por alumno. En 2016, Coursera ya tenía 21 millones de estudiantes registrados y durante la pandemia, el número pasó de 44 millones a 71 millones de alumnos.
“La gente puede experimentar diferentes cursos, sin tener que pagar mucho dinero ni comprometerse a obtener un determinado grado. Ayuda mucho poder decir: ‘¿Cómo es ser un profesional de soporte informático? ¡Voy a sacar ese certificado!’”, dice Maggioncalda.
Para saber qué tan válidos son en el mercado laboral sus certificados, Coursera encuestó a 3,300 alumnos de 11 países y a 1,600 empresarios. Casi el 90% de los sondeados en México dijo que tener un certificado le ayudaría a destacar al solicitar trabajo, el 84% considera que un curso corto es un beneficio para su carrera y el 27% consiguió un nuevo empleo tras concluir un programa de certificación.
En cuanto a los empleadores, para el 95% es más atractivo un postulante que tenga un título universitario y un certificado profesional. ¿Eso les garantizaría el puesto? No, responde Maggioncalda, pero tres de cada cuatro empleadores aseguraron que es más probable que se dé la contratación.
“Gastamos millones de dólares para diseñar los programas y cada uno toma de tres a seis meses. El profesor o empresario trabaja con un equipo de diseño didáctico que los ayuda a escribir el guión, a grabar el video, editar el audio y lanzarlo. Pero la inteligencia artificial (IA) va a cambiar esto radicalmente”, apunta.
El futuro de la educación está en integrar IA para ofrecer cursos personalizados e interactivos. De ahí la necesidad de contar con un coach, el ChatGPT, que explique las inquietudes del estudiante. “Puedes preguntar si necesitas saber matemáticas para hacer pruebas A/B. Y en segundos da una respuesta basada en el contenido. Es un asistente personal al que le puedes pedir que te explique las cosas”.
Coursera también está trabajando en un creador inteligente de contenidos. Así, cuando una empresa pida un determinado curso, el sistema podrá combinar clips de video para desarrollar un programa específico mucho más rápido.
“El mundo cambia cada vez más rápido. La diferencia la marcarán aquellos que puedan aprender, cambiar y crecer. Mantén la curiosidad porque el desarrollo de habilidades será la base del éxito profesional. La ventaja es que las oportunidades son mucho más amplias de lo que nunca han sido”.
Jeff Maggioncalda,
CEO de Coursera.
Estos tips te pueden ayudar a buscar esquemas para financiar un posgrado sin descapitalizarte en el intento.
Por: Luis Alberto Zanela
Desde hace 10 años, Enrique Jiménez tenía claro que quería estudiar un MBA. Si bien ya contaba con una maestría que finalizó en 2015, decidió que la maestría en negocios sería su próxima opción para seguir preparándose. “Yo sabía que era algo deseable que te podía abrir puertas en tu carrera”, comenta desde su actual posición como director de Recursos Humanos.
Hace cinco años, mientras trabajaba para una compañía en Morelia, fue identificado para ingresar a un programa de becas para directivos con alto potencial, pero los tiempos no le favorecieron. Estas becas se otorgaban cada dos años (el tiempo que toma regularmente cursar un MBA) y cuando le tocaba entrar al esquema decidió cambiar de empresa. No todo fue negativo, la compañía a la que ingresó también le ofrecía la oportunidad de lograr el MBA del que egresó recientemente.
Con costos que pueden superar el millón de pesos, Jiménez siempre buscó que la empresa para la que trabajara financiara sus estudios, al retribuirle con mayores conocimientos sobre el negocio. Reconoce que de no haber contado con ese apoyo, habría tenido que buscar no sólo una institución más económica, sino algún esquema de financiamiento.
Con su experiencia, recomienda que los aspirantes identifiquen muy bien el momento en el que se encuentran sus carreras y para qué quieren un MBA, pero, sobre todo, hacerlo lo más pronto posible si es que confirman la decisión y así tener más tiempo para hacerlo redituable.
Andrea Longaretti, responsable global de Reclutamiento y Admisiones de la IE Business School, en España, afirma que los aspirantes ya no sólo buscan el MBA, sino otras maestrías especializadas. Pero, ante cualquier programa, la herramienta más valiosa es la información.
“Lo más importante cuando hablamos con candidatos que se plantean una maestría u otro programa, es que lo hagan con tiempo, porque son muchos los aspectos que hay que juntar, sobre todo, cuando deciden trasladarse a otro país. Esto incluye una serie de gastos directos o indirectos que hay que tener en mente”.
Longaretti recomienda buscar asesoramiento con el área de Ayuda Financiera de la universidad. Las opciones van desde las becas, que en el caso de IE son de 15 a 20% del costo, tomando en cuenta variantes como la situación económica del postulante, su trayectoria profesional y su desempeño académico. También ve oportunidades como las fundaciones, fideicomisos y créditos bancarios.
El IE recibe anualmente entre 160 y 170 alumnos mexicanos y en los últimos dos años ha otorgado becas por 1.8 millones de euros en programas que van desde 35,000 hasta 80,000 euros ya en el caso de un MBA, aunque también hay uno que llega a 145,000. Una buena opción es la combinación de recursos, es decir, la beca, financiamiento de la banca o apoyo de alguna empresa y recursos propios del postulante.
El IE también cuenta con el Fondo de Becas Valentín Diez Morodo a la Excelencia, que da entre 20 y 30 becas anuales para cursar programas de maestría, incluso alianzas con entes como el Fondo para el Desarrollo de Recursos Humanos (FIDERH) o la Fundación Mexicana para la Educación, la Tecnología y la Ciencia (FUNED). “La clave es la información, no caer en el error de que no hay opciones”, enfatiza.
En México, los postulantes encuentran esas opciones. Por ejemplo, el FIDERH, un fideicomiso administrado por el Banco de México desde hace más de cinco décadas, cuyo objetivo es financiar posgrados mediante créditos, de acuerdo con la gerencia de Fideicomisos Culturales y Educativos.
Los estudiantes que cuentan con una carta de aceptación incondicional de la universidad pueden solicitar un crédito de hasta 300,000 pesos por año para posgrados en México o hasta 400,000 pesos para programas en el extranjero. En caso de que el posgrado dure dos años o más, el monto es de hasta 600,000 pesos para México y hasta 800,000 pesos para educación en el extranjero. En los últimos años, aproximadamente el 80% de las solicitudes fueron para universidades de fuera del país.
ANIMACIÓN Nayeli Araujo / ILUSTRACIONES Shutterstock / DISEÑO Y PROGRAMACIÓN WEB Salvador Buendía / COORDINADORA DE FOTOGRAFÍA Betina García