Pat Gelsinger, CEO de la empresa y una de las figuras más conocidas del sector tecnológico, platica sobre los retos a los que se ha enfrentado y cómo el chip se impuso en la economía.

Por: Fernando Guarneros

na oblea de silicio, intacta y brillante, yace sobre una mesa en la sede central de Intel en Santa Clara, California. En su interior caben más de 200 chips que pueden hacer funcionar desde un teléfono celular hasta un automóvil. Son cerca de 30 centímetros de diámetro que Pat Gelsinger, CEO de la empresa, manipula con cuidado paternal.

Luego de la crisis que comenzó en 2020 y puso de cabeza a la industria de los chips, Gelsinger no se da el lujo de desperdiciar ni una sola oblea. Él, como pocos, es consciente de que esta tecnología no sólo hace funcionar un dispositivo electrónico, sino que también es capaz de definir el futuro de la economía mundial.

Patrick Paul Gelsinger nació en 1961 y ha dedicado más de 40 años a liderar equipos de tecnología. Inició su carrera en Intel, donde se convirtió en uno de sus principales ingenieros y en 2001 fue el primer director de Tecnología de la compañía, por lo que conoce las entrañas de la organización y la importancia de cada componente. “Sí, soy un geek. Amo el poder de la tecnología y la combinación de la ciencia con la ingeniería”, declara con firmeza.

En 2021, después de 12 años fuera de Intel, nueve de ellos como CEO de la firma de software VMware, regresó a la compañía para asumir el rol de director ejecutivo e iniciar una revolución en un puesto en el que apela a las enseñanzas de Andy Grove (el tercer CEO de Intel, un periodo que Gelsinger compartió como CTO de la empresa) y a su crianza en una comunidad granjera donde le gustaba ensuciarse las manos con el trabajo.

Pasa tiempo con los ingenieros para entender en qué trabajan y estar al tanto a nivel tecnológico de lo que sucede. “Creo que me hace un mejor CEO si entiendo más de cerca cómo funcionan las máquinas”.

También se describe con tres adjetivos: directo, franco y transparente, y agrega que sus decisiones están basadas en datos y el cuidado de los detalles, por lo que las inversiones multimillonarias que ha anunciado desde que asumió el cargo no son para nada fortuitas.

A su regreso a Intel, Gelsinger encontró una compañía golpeada. Aunque estaba posicionada como una de las empresas más importantes de Silicon Valley, ya había perdido el liderazgo en la fabricación de chips frente a Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC).

Por otra parte, Apple rompió en 2020 el acuerdo para que Intel fuera el que le suministrara chips para sus dispositivos, mientras que AMD mejoró sus productos para endurecer la competencia, al tiempo que la pandemia supuso un reto organizacional para la industria tecnológica.

“Tomar una empresa cuando no puedes reunirte es complejo”, platica, pero para solventar la falta de contacto comenzó a hacer reuniones virtuales cada semana para hablar con sus más de 120,000 trabajadores, algo que ha mantenido hasta la actualidad, pues disfruta el contacto con sus empleados.

El día de la entrevista, los alrededores de las oficinas de Intel están desiertos. Muy poca gente trabaja de forma presencial, debido a que se acerca la conmemoración del 4 de julio, lo que resulta conveniente para la conversación, menciona la asistente de Gelsinger, pues señala que tiene “don de gente” y si hubiera más personas en el lugar, se detendría a platicar con cada una de ellas.

Por otra parte, es un líder al tanto de las tendencias tecnológicas. Con el auge de la inteligencia artificial generativa, Gelsinger acepta que es un reto mantenerse al día, pero ha experimentado y actualmente su principal objetivo al respecto es motivar su uso al interior de Intel para mejorar la productividad de los equipos.

Una oblea de silicio, intacta y brillante, yace sobre una mesa en la sede central de Intel en Santa Clara, California. En su interior caben más de 200 chips que pueden hacer funcionar desde un teléfono celular hasta un automóvil. Son cerca de 30 centímetros de diámetro que Pat Gelsinger, CEO de la empresa, manipula con cuidado paternal.

Luego de la crisis que comenzó en 2020 y puso de cabeza a la industria de los chips, Gelsinger no se da el lujo de desperdiciar ni una sola oblea. Él, como pocos, es consciente de que esta tecnología no sólo hace funcionar un dispositivo electrónico, sino que también es capaz de definir el futuro de la economía mundial.

Patrick Paul Gelsinger nació en 1961 y ha dedicado más de 40 años a liderar equipos de tecnología. Inició su carrera en Intel, donde se convirtió en uno de sus principales ingenieros y en 2001 fue el primer director de Tecnología de la compañía, por lo que conoce las entrañas de la organización y la importancia de cada componente. “Sí, soy un geek. Amo el poder de la tecnología y la combinación de la ciencia con la ingeniería”, declara con firmeza.

En 2021, después de 12 años fuera de Intel, nueve de ellos como CEO de la firma de software VMware, regresó a la compañía para asumir el rol de director ejecutivo e iniciar una revolución en un puesto en el que apela a las enseñanzas de Andy Grove (el tercer CEO de Intel, un periodo que Gelsinger compartió como CTO de la empresa) y a su crianza en una comunidad granjera donde le gustaba ensuciarse las manos con el trabajo.

Pasa tiempo con los ingenieros para entender en qué trabajan y estar al tanto a nivel tecnológico de lo que sucede. “Creo que me hace un mejor CEO si entiendo más de cerca cómo funcionan las máquinas”.

También se describe con tres adjetivos: directo, franco y transparente, y agrega que sus decisiones están basadas en datos y el cuidado de los detalles, por lo que las inversiones multimillonarias que ha anunciado desde que asumió el cargo no son para nada fortuitas.

A su regreso a Intel, Gelsinger encontró una compañía golpeada. Aunque estaba posicionada como una de las empresas más importantes de Silicon Valley, ya había perdido el liderazgo en la fabricación de chips frente a Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC).

Por otra parte, Apple rompió en 2020 el acuerdo para que Intel fuera el que le suministrara chips para sus dispositivos, mientras que AMD mejoró sus productos para endurecer la competencia, al tiempo que la pandemia supuso un reto organizacional para la industria tecnológica.

“Tomar una empresa cuando no puedes reunirte es complejo”, platica, pero para solventar la falta de contacto comenzó a hacer reuniones virtuales cada semana para hablar con sus más de 120,000 trabajadores, algo que ha mantenido hasta la actualidad, pues disfruta el contacto con sus empleados.

El día de la entrevista, los alrededores de las oficinas de Intel están desiertos. Muy poca gente trabaja de forma presencial, debido a que se acerca la conmemoración del 4 de julio, lo que resulta conveniente para la conversación, menciona la asistente de Gelsinger, pues señala que tiene “don de gente” y si hubiera más personas en el lugar, se detendría a platicar con cada una de ellas.

Por otra parte, es un líder al tanto de las tendencias tecnológicas. Con el auge de la inteligencia artificial generativa, Gelsinger acepta que es un reto mantenerse al día, pero ha experimentado y actualmente su principal objetivo al respecto es motivar su uso al interior de Intel para mejorar la productividad de los equipos.

Fuente: CounterPoint Research.

Fuente: CounterPoint Research.

Asia y su relevancia en la geopolítica de los chips

En 1990, Estados Unidos y Europa eran las regiones responsables del 80% de la fabricación mundial de chips; sin embargo, esta hegemonía cambió. Estados Unidos ahora produce el 12%, según la Asociación de la Industria de Semiconductores, y Asia revirtió las cifras, convirtiéndose en la región más importante en el tema, lo que ha llevado tanto a gobiernos como a empresas a buscar diversificar los territorios de manufactura.

Según cifras de la consultora Gartner, del total de semiconductores que se fabrican en Asia, el 90% se concentra en Taiwán, un país que preocupa a Occidente, pues existe la posibilidad de una invasión militar por parte de China, lo que pondría en riesgo el suministro de chips.

Asimismo, China es consciente de la importancia de los semiconductores y, por ello, ha aumentado su participación en el mercado de estos sistemas que son fundamentales para la fabricación de aparatos electrónicos e, incluso, automóviles, una industria en la que este país tiene cada vez más importancia.

Gelsinger espera que en los próximos 10 años estas diferencias en el mercado se equilibren, disminuyendo la participación de Asia a un 50%, pues es una preocupación que ha puesto en acción a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien el 28 de febrero hizo pública la Ley Chips y Ciencia.

Para Gelsinger, estos elementos han sido vitales para encontrar armonía entre los intereses políticos, tecnológicos y económicos. “Debemos construir una cadena de suministro geográficamente más equilibrada y resistente”, menciona el directivo.

Desde que se dio a conocer por primera vez en 2020 la Ley de Chips y Ciencia, se han anunciado más de 50 nuevos proyectos de semiconductores en Estados Unidos por más de 210,000 millones de dólares.

El petróleo de esta era


En la industria tecnológica, Silicon Valley es un sitio fundacional y precisamente Intel fue una de las primeras empresas en hacer de este lugar en el norte de California un centro de innovación. Sin embargo, su relevancia no se quedó en la década de los 70, cuando floreció el valle, pues la compañía sigue influyendo para el avance de la industria tecnológica.

Desde su regreso y a lo largo de 2022, Gelsinger e Intel fueron parte del desarrollo de la Ley Chips y Ciencia, una iniciativa entre empresas tecnológicas y el gobierno de Estados Unidos para fortalecer la cadena de suministro de semiconductores y dejar a un lado la dependencia de Asia, a partir de la inversión en nuevas fábricas para la manufactura de chips.

La crisis de los semiconductores detuvo una parte importante de la economía durante la pandemia. Entre sus consecuencias se encuentra la disminución en la producción, desde teléfonos celulares o consolas de videojuegos hasta automóviles, lo cual derivó en un desabasto que se ha estabilizado apenas este año.

“Las reservas de petróleo definieron la geopolítica de las últimas cinco décadas, pero ahora, las cadenas tecnológicas de suministro serán las más importantes para los siguiente 50 años”, señala el ejecutivo.

Con esta perspectiva, llegó ante la junta directiva de Intel, que fue unánime en el apoyo a sus decisiones, aun cuando se trataba de una propuesta osada. “No sólo íbamos a ser parte de las innovaciones, también vamos a fabricarlas”, cuenta mientras recuerda cómo presentó su plan de inversión.

Intel cuenta con fábricas en diferentes países alrededor del mundo, pero eso no es suficiente para Gelsinger, quien luego de su llegada anunció su estrategia IDM 2.0 (Integrated Device Manufacture), que consiste en una inversión de 20,000 millones de dólares en Arizona y la misma cantidad en Ohio para levantar nuevas plantas. El plan es que inicien operaciones en 2025.

En Europa, por otra parte, planeó una inyección de 36,000 millones de dólares, 18,700 de ellos para construir dos plantas en Magdeburg, Alemania, con la previsión de que la producción inicie en 2027. El plan de la compañía también contempla centros de investigación, servicios de fabricación y fundición en Francia, Italia, España, Polonia e Irlanda, donde la empresa pretende duplicar su espacio de fabricación a través de una instalación en Leixlip, en Irlanda, que costará cerca de 13,200 millones de dólares.

Más recientemente, Intel anunció 4,600 mdd para una nueva instalación de ensamblaje y prueba de semiconductores cerca de Wroclaw, Polonia, un gasto que Mateusz Morawiecki, primer ministro de Polonia, calificó como “la mayor inversión de construcción” en la historia del país.

Pero aunque el plan de crecimiento está progresando, Gelsinger es consciente de que no será suficiente para el futuro porque la industria evoluciona todos los días, desde la ciencia de los materiales hasta los procesos de fabricación.

Al platicar sobre la lógica detrás de las inversiones, hace ademanes que dimensionan el tamaño de las fábricas y su importancia para recuperar el liderazgo en los procesos de fabricación y productos. “Intel tropezó, pero debemos volver al gimnasio y recuperar el músculo”, afirma.

La alusión al ejercicio es inesperada dentro de la conversación, pero transmite la idea de Gelsinger: una persona no obtiene resultados inmediatos tras unas semanas de actividad física. En el caso de Intel, prevé que la empresa requiera de un par de años para que el negocio de fabricación comience a despegar para satisfacer sus necesidades y las de terceros, pues también cumple con la demanda de manufactura de chips por parte de otros clientes a través de su vertical Intel Foundry Services.

Las reservas de petróleo definieron la geopolítica de las últimas cinco décadas, pero ahora, las cadenas tecnológicas de suministro serán las más importantes para los siguientes 50 años

Reconocimiento a la competencia


El vecindario en Silicon Valley es complejo. Enfrente de Intel se encuentran las oficinas de AMD, su principal competidor en el área de tecnología de chips. Unos metros más adelante se encuentra Nvidia, que ha tenido gran auge gracias a sus chips y tarjetas gráficas, ideales para hacer funcionar los modelos de inteligencia artificial, y a unos cuantos kilómetros está Apple, ese cliente que solía comprar sus productos, pero decidió emprender su propio camino.

Hace 10 años, Intel dictaba las reglas en este vecindario. Tenían los mejores productos del mercado, sus procesos eran óptimos y eso se reflejaba en sus ventas o en el hecho de que algunas empresas seguían sus pasos; sin embargo, ahora la situación es totalmente diferente.

“Se sentía bastante bien, pero eso fue hace 15 años”, dice Gelsinger. TSMC ha avanzado en sus procesos de fabricación sobre Intel desde hace un par de años, mientras que AMD “se ha convertido en un buen competidor”, reconoce.

“Apple solía usar nuestros chips, pero ahora diseñan los propios. Hemos perdido a un cliente y no somos la voz líder en IA. Así que tengo cuatro competidores muy buenos”, continúa Gelsinger, para quien el reto es claro: recuperar la cuota de mercado y hacer que los productos Windows de Intel sean mejores que las alternativas de Apple.

Fuente: Gartner.

Cuando habla de la competencia, la voz del directivo asume un tono firme para mencionar su portafolio de opciones. Por ejemplo, en IA si bien sabe que Nvidia es el líder, su empresa también está trabajando en desarrollos y alternativas para ser un referente y habilitar funciones a partir de su tecnología.

Gelsinger asume un enfoque de humildad para mejorar. “Son buenas empresas y los buenos competidores deberían hacernos mejores. Ese es el rumbo que nos hemos marcado, la buena competencia favorece a los clientes. Tenemos que aparecer y ser mucho mejores en esos aspectos”, señala.

Antes de que tomara el liderazgo de la empresa, Intel tuvo ingresos anuales de 77,900 millones de dólares en 2020, beneficiada por el aislamiento y la mayor demanda de equipos de cómputo. En su primer año como CEO de la compañía, esta registró 79,024 mdd.

Sin embargo, 2022 representó una caída en ingresos, hasta los 63,054 millones de dólares y, a pesar de que 2023 también ha sido desafiante, debido a las bajas ventas en los mercados de PC y servidores, según Gelsinger, el reporte financiero del segundo trimestre fue más sólido de lo esperado, gracias a los esfuerzos por reducir costos.

Fuente: Intel.

México: campo de oportunidades


El interés que México ha suscitado en las empresas extranjeras no es accidental. El contexto geopolítico entre China y Estados Unidos ha provocado que las compañías volteen a ver en el país un destino viable en sus estrategias de fabricación, para ubicarlo en un momento “inmejorable”, describe Gelsinger.

Para el ejecutivo, México es uno de los países más importantes en la actualidad en la meta de balancear y hacer más resilientes las cadenas de suministro. En el caso de Intel, es un destino fundamental para realizar otros procesos primordiales alrededor de sus chips, como los que se realizan en el Guadalajara Design Center (GDC).

El GDC es uno de los centros tecnológicos más relevantes para la empresa, pues ahí se lleva a cabo la investigación, diseño y pruebas de los chips. En ese lugar, más de 1,800 personas se dedican a la validación de código y diseño electrónico de los procesadores del futuro.

“México, al estar tan cerca de Estados Unidos, es un lugar estupendo”, comenta. “Ahora estamos muy contentos de ver cómo surgen esas negociaciones. Muchos de nuestros clientes nos están llamando para pedir recomendaciones de cuáles son los mejores estados para invertir o ayudar a facilitar dichas conversaciones”.

Las iniciativas en torno al nearshoring son una muestra de que el gobierno mexicano está comprendiendo la importancia de producir tecnología, opina. “Este es un tren que quizá no vuelva a pasar”, afirma y da pie a su siguiente premisa: “Es el momento de ser agresivos en la búsqueda de esas oportunidades”.

La firmeza de su sentencia se debe a que cree fervientemente en los efectos positivos que pueden tener inversiones multimillonarias como las que han hecho, pues detalla que al construir una fábrica, esta suele crecer y necesitar centros de investigación y desarrollo para complementar sus procesos, lo cual establece una cadena de refuerzo al ciclo de innovación económica.

Al preguntarle qué recomendación daría al próximo presidente o presidenta de México en el ámbito tecnológico responde: “Lo mismo que al presidente Joe Biden cuando asumí como CEO de Intel en relación a la Ley Chips: ‘Haga los esfuerzos necesarios para atraer estas inversiones. Asegúrese de que dispone de la infraestructura necesaria, el agua, la electricidad. Asegúrese de que construye los flujos de talento necesarios para atender esta etapa, pues se requiere seguir reforzando las universidades en los campos STEM”, dice. “Asegúrese de que tiene la base fiscal para incentivar las inversiones también. Porque otra de las cosas que formaba parte de la Ley Chips era el crédito fiscal a la inversión. México debería fijarse en lo que hizo Estados Unidos y crear su versión de este buen modelo”, opina.

LOCAL. El GDC es uno de los centros tecnológicos más relevantes para la empresa, pues ahí se lleva a cabo la investigación, diseño y pruebas de los chips. Fotos: Cortesía.

Los consejos de Gelsinger, aunque claros, representan retos importantes para un país. La fabricación de semiconductores exige mucho en términos de recursos naturales. Por ejemplo, en 2021 Samsung usó alrededor de 38,000 millones de galones de agua para fabricar sus chips y, por ello, las inversiones en Estados Unidos se han hecho en lugares donde hay lagos cercanos.

En Texas, los legisladores locales, en un movimiento para incentivar la inversión de TSMC y Samsung, compraron derechos de agua en el lago Texoma, ubicado en la frontera entre Texas y Oklahoma, uno de los embalses más grandes del país, pero que también es testigo de la sequía que hay en una cuarta parte del estado sureño de Estados Unidos.

Respecto a los incentivos fiscales, el ejecutivo resalta que son importantes para motivar la inyección de capital, ya que uno de sus efectos colaterales sería atraer más inversiones, tanto de Intel como de otras empresas alrededor de la actividad que ya tienen en México. Como ha ocurrido con Tesla: tras el anuncio de construcción de una gigafábrica en México, 16 compañías que forman parte de su cadena de suministro ya están considerando invertir cerca de 500 millones de dólares en el país, algo que podría generar 5,000 empleos nuevos.

El futuro de la computación


Mientras Gelsinger habla en las instalaciones del Museo Intel, lo rodean las imágenes de los fundadores de la compañía (Arthur Rock, Robert Noyce y Gordon Moore), a quienes el director ejecutivo dice honrar en un camino de evolución e innovación tecnológica que apunta hacia la computación cuántica.

La Ley de Moore, una de las premisas más relevantes en la industria, sostiene que aproximadamente cada dos años se duplica el número de transistores en un microprocesador, lo cual lo hace más potente. Se trata de una idea que transmite la evolución constante de la tecnología, que ha tenido detractores, como el CEO de Nvidia, Jen-Hsun Huang, pero el propio Gelsinger considera que sigue vigente y que Intel podría superar en el futuro, donde se vislumbra tanto la IA como el cómputo cuántico.

“Vamos a ser la empresa que siga doblando la física, los nuevos transistores, los nuevos materiales”, comenta Pat Gelsinger en referencia al tema. “Vamos a seguir por ese camino, pero también tenemos por delante grandes avances”.

INNOVACIÓN. En junio, la tecnológica anunció un chip cuántico basado en silicio dirigido a la comunidad científica. Fotos: Walden Kirsch.

En junio, la tecnológica anunció un chip cuántico basado en silicio dirigido a la comunidad científica y de investigación en el campo, donde también están invirtiendo otras empresas, como Google, Microsoft o Amazon, demostrando que esta es la siguiente gran etapa de la tecnología mundial.

De acuerdo con datos de la consultora McKinsey, el mercado de la computación cuántica puede alcanzar un valor superior a 90,000 millones de dólares para 2040, pues será fundamental para las aplicaciones en las que se requiere mayor rendimiento, como la IA a una mayor escala, la criptografía e, incluso, la simulación química, entre otros usos.

Al finalizar la conversación, Pat Gelsinger se levanta de su silla y mira unos segundos a su alrededor. Se identifica dentro del Museo Intel y reconoce el compromiso que asumió como el CEO de una compañía con decenas de miles de personas que “no están satisfechas con cómo son las cosas hoy. (...) Es un honor este legado. Tengo la oportunidad y la responsabilidad de llevar la batuta mientras transformamos esta compañía”.

Vamos a ser la empresa que siga doblando la física, los nuevos transistores, los nuevos materiales

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La trayectoria de Pat Gelsinger
El CEO de Intel tiene más de
40 años de experiencia.

1961
Nació en una zona rural de Robesonia, Pensilvania.

Foto: Cortesía.

1979
A los 18 años se trasladó a Silicon Valley para iniciar su carrera en Intel como técnico de control de calidad.

Foto: Cortesía.

1985
Trabajó en el diseño del microprocesador 386, que permitió a Intel establecerse como uno de los principales proveedores de componentes para los fabricantes de computadoras. El mismo año, Gelsinger se graduó en la Universidad de Stanford con un máster en ingeniería eléctrica e informática.

Foto: Cortesía.

1992
Se convirtió en vicepresidente del grupo de productos Intel.

Foto: Cortesía.

2001
Asumió el cargo como primer director de Tecnología de Intel, donde a lo largo de los años dirigió la creación de tecnologías clave para la industria, como el USB y el wifi.

2009
Dejó Intel para unirse a EMC, donde se desempeñó como presidente y director de Operaciones del negocio de productos e infraestructura de información.

Foto: Cortesía.

2012
Fue nombrado director general de VMware.

2019
Fue reconocido como el principal CEO de Estados Unidos, según la encuesta anual de empleados de Glassdoor.

2021
Regresó a Intel para fungir como su director general.

Foto: Cortesía.

2023
Fue elegido miembro de la Academia Nacional de Ingeniería de Estados Unidos.

Foto: Rafael Montiel.



Créditos

FOTO DE PORTADA Rafael Montiel / ANIMACIÓN Nayeli Araujo / DISEÑO Y PROGRAMACIÓN WEB Salvador Buendía / COORDINADORA DE FOTOGRAFÍA Betina García