La exsecretaria de Energía, ahora en la carrera por la gubernatura de Veracruz, hace un balance de su trabajo en la última entrevista que dio como funcionaria de la administración de López Obrador.


Por: Diana Nava

Hasta hace unas semanas, en la oficina de Rocío Nahle había un presente que aguardaba a ser entregado: una bolsa de celofán transparente adornada con un moño, de los que se usan para envolver cualquier regalo. Contenía una botella de vidrio con la primera muestra de gasolina que se produjo en la refinería de Dos Bocas, en Tabasco. El destinatario era el presidente Andrés Manuel López Obrador, el ideólogo del proyecto. Nahle, como secretaria de Energía, fue la ejecutora. La refinería aún no opera comercialmente, la muestra que está en ese despacho, que hace unos días dejó de ser ocupado por Nahle, no puede utilizarse como combustible y aún faltan meses para que esto sea posible. Los pronósticos de la administración federal dicen que ocurrirá a fin de año, pero dentro del complejo se rumora que será después del primer trimestre del próximo.

Ella, sin embargo, comenta que su trabajo está hecho, que realizó todo lo que le fue posible y que deja los pendientes a la siguiente administración. “Yo quisiera haber cambiado las leyes, quisiera haber hecho muchas cosas, pero se hizo todo lo humanamente posible”, dice.

Los cambios en la política energética promovidos desde la Presidencia, la bancada morenista y el escritorio de la funcionaria se vieron topados en su mayoría por el Poder Judicial. La Suprema Corte y los juzgados en materia de competencia pararon muchas de las modificaciones a los reglamentos y leyes secundarias. Las próximas semanas serán definitorias para la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica –presentada en 2021–, con un proyecto que pretende declararla inconstitucional y que aguarda a ser votado. El intento en materia constitucional no prosperó desde el Legislativo, la mayoría simple de Morena no fue suficiente. Así, el sexenio terminará sin dar revés a la reforma constitucional de 2013, que abrió el mercado energético. Aunque, en la práctica, esta ya ha sido casi del todo asfixiada.

Nahle recibió a Expansión en la oficina principal de la Secretaría de Energía, en la que fue su última entrevista antes de dejar la titularidad de la dependencia. Su discurso es casi idéntico al que utilizó desde principios del sexenio. “Aquí ha sido un tema de estar enderezando lo que nos dejaron mal. Y si lo hicieron tantos años así, a lo mejor nos va a llevar otros añitos más enderezarlo, pero se tiene que hacer”, afirma.

Al final de la entrevista, incluso dice que, si por ella fuera, se hubieran construido dos refinerías. En las palabras de la ahora exsecretaria se encierra la esencia de lo que piensa sobre la política energética: para ella no hubo errores, ni el cierre a las inversiones privadas ni los 345,000 millones de pesos que, según cifras oficiales, ha recibido Pemex, ni poner en el tablero eléctrico a la CFE. Aunque los movimientos en la petrolera hundieran sus bonos a grado especulativo y pese a que otras medidas derivaran en una disputa que está en fase de resolución de controversias con Estados Unidos y Canadá.



“Se hicieron muchísimas cosas para rescatar el sector y el tiempo nos va a dar la razón, no tengo la menor duda, nos la está dando ya”, asegura. La morenista minimiza las declaraciones de funcionarios estadounidenses sobre la posibilidad de que los desacuerdos se eleven a un panel de disputa. “Va muy bien, Estados Unidos pidió la revisión, se ha llevado. Se les han mostrado todas sus inquietudes. Pero también les hemos dicho hasta dónde sí y hasta dónde no. Estados Unidos está respetando el marco de derecho de México como nosotros respetamos el de ellos”.

Metas en el aire


Era 9 de abril de 2020, los impactos por el covid-19 comenzaban a mover la dinámica económica. Los mercados estaban frenéticos, el precio del petróleo, por los suelos y, en una pantalla, entre decenas de cuadros con rostros de distintas nacionalidades, estaba el de Nahle asegurando que México no disminuiría su producción de petróleo, como le solicitaban los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y aliados, que, en conjunto, buscaban limitar la oferta para evitar el colapso en la cotización del crudo. México se resistió y mantuvo en vilo por más de un día las negociaciones. Todo el mundo esperaba una flexibilización de su postura. La OPEP pedía un recorte de 400,000 barriles, México sólo ofreció 100,000. Y de esa posición no se movió.

Había pasado poco más de un año desde el inicio del sexenio, los cambios regulatorios ya se habían vuelto una constante y la dinámica gubernamental con el sector privado había dado un giro pronunciado y no hacia la apertura.

En ese momento no se sabía, pero en la escena protagonizada por Nahle, que ocupó la cobertura de medios internacionales, se enclavaba lo que sería la política energética del sexenio: firme y sin disposición a moverse de lo que se fijó al inicio, pese a que decenas de voces –de calificadoras, analistas, funcionarios que dejaron el cargo, entre otros– pedían con diferentes tonos un cambio de dirección. Nunca llegó porque para Nahle, su equipo y, sobre todo, para el presidente, esa era la correcta.

“Se hicieron muchísimas cosas para rescatar el sector y el tiempo nos va a dar la razón, no tengo la menor duda.”

El gobierno federal terminó con las rondas petroleras y no dio más campos a las compañías privadas. Cesó los permisos de generación eléctrica a empresas distintas a la CFE, aunque en la segunda mitad del sexenio la postura pareció virar un poco.

En abril pasado, en Palacio Nacional, se anunció la compra de 13 centrales a Iberdrola. No estuvo Nahle, que hoy busca gobernar Veracruz y no descarta más adquisiciones.

Al hacer un balance, señala que haber cerrado el sector fue la mejor decisión, en términos eléctricos y petroleros. “De 110 contratos, sólo 10 o 12 son los que están realmente invirtiendo. Entonces, ¿por qué vas a dar más bloques que además sirven, en muchos casos, para papeles contables o papeles bursátiles a muchas empresas que se dedican a especular? Y no puedes especular a nombre de un gobierno. Claro, no todas, pero todo eso se cuidó. Fue una excelente decisión”, asegura.

En la conversación continúa refiriendo los argumentos utilizados habitualmente en la conferencia matutina del presidente: que los permisos de generación otorgados en el sexenio pasado rebasan la demanda actual y ponían en detrimento a la CFE, que las petroleras privadas producen menos crudo que el prometido y se remite a un número, dado por la administración pasada, que aseguraba que con las rondas petroleras resultantes de la reforma energética el país produciría tres millones de barriles al día en 2018. Una cifra que, como la prometida al inicio de la administración obradorista, de 2.6 millones de barriles, no llegó.

En esto último, Nahle sugiere tener un juicio más condescendiente. El presidente cambió a mediados del sexenio la meta de producción de crudo y la fijó en dos millones de barriles para el final de su administración, con el argumento de que sólo extraería el hidrocarburo que el país necesita. Y ella asegura que se llegará al objetivo. Las cifras de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, el regulador del sector, dicen que Pemex promedia 1.8 millones de barriles diarios este año (con datos a agosto), una medición que incluye petróleo y condensados, un tipo de hidrocarburos muy ligero que, para algunos, no debe contabilizarse en esta fracción, pero que deja ingresos a la estatal.

Las calificadoras y analistas han sido, en su mayoría, críticos con las estrategias en las dos compañías estatales, pero han reconocido un cese al aumento continuo de la deuda de Pemex, pese que no ha disminuido como se prometió, y en la declinación de producción de petróleo. Pero ello no ha bastado. En abril de 2020, Pemex perdió el grado de inversión y fue el ángel caído más grande de los mercados bursátiles. En julio, Fitch y Moody’s hundieron la nota de Pemex aún más en el grado especulativo.

Aunque usted tenga otra opinión, las calificadoras creen que no lo están haciendo bien. ¿Qué piensa de eso?
—Qué bueno que me preguntas. Yo soy la presidenta del consejo de administración de Pemex y las calificadoras, en todas las empresas, cuando van a emitir una calificación, buscan al consejo de administración para pedir opinión, que a mí nunca me han pedido. Qué raro, ¿no?

¿Cree que es injusta la calificación?
—Sí, por supuesto. Por eso yo he reclamado a las calificadoras. No pueden ser tan irresponsables de emitir una opinión en su momento si no consultan las partes. Y dicen: “Es que me baso en los datos que presentó Pemex”. Sí, muy bien. Pero ¿por qué no te sientas y platicamos? Y vamos haciendo un análisis. ¿Por qué las calificadoras nunca han considerado que va a sumarse un activo de 15,000 millones de dólares a Pemex, como es una nueva refinería? Nunca lo han mencionado.

¿Nunca se ha sentado con ellas?
—No, nunca. Nunca.

Nahle, que mantuvo un temple duro durante su gestión, deja por un momento la postura confrontativa y acepta, por ejemplo, que el robo de combustible desde Pemex no se ha reducido. Los estados financieros de la petrolera lo revelan, pero en el discurso se dice lo contrario. Por ejemplo, respecto al número de tomas clandestinas, en 2022, Pemex contó 13,946, el número más alto desde 2018, cuando esta cifra llegó a su pico, con casi 15,000 tomas.

La refinería que aún no es

El ruido en la refinería de Dos Bocas es, por momentos, ensordecedor. Más allá de las actividades naturales de estos complejos, aún se trabaja a marchas forzadas.

Entre los medios y altos mandos del complejo se habla de Rocío Nahle de manera constante: dicen que al inicio visitaba Paraíso al menos una vez a la semana y que, en los últimos periodos, lo hacía prácticamente a diario, que identificaba a muchos de los trabajadores y les reclamaba cuando algo estaba mal hecho o habían tardado más de lo prometido, que llamaba a sus pares, como el entonces canciller Marcelo Ebrard o a Luis Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional, cuando alguna pieza aún no llegaba y agilizaba su arribo; que no recorría el complejo en auto sino a pie. Todo son buenas referencias sobre ella.

Las críticas al complejo se dividen en tres tipos: el destiempo en que se entregó la obra, la apuesta de Pemex por el petróleo y los sobrecostos. Nahle dice en la entrevista no tener la cifra exacta, pero calcula entre 15,600 y 16,000 mdd el costo. La promesa del presidente eran 8,000 mdd. Ella argumenta que ese número sólo incluía el precio de los tanques de almacenamiento y las plantas químicas, y que eso sí se cumplió.

Aunque la refinería ha sido inaugurada en más de dos ocasiones y, probablemente, el presente que estaba en la que era la oficina de Nahle ya haya sido entregado, aún todo son pruebas de operación. Pero, para López Obrador, la misión ya fue cumplida. Y en el tablero de la política morenista, Nahle se fue vencedora.

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