LLEGA A LIDERAR EL GIGANTE DE LA BELLEZA EN NUESTRO PAÍS CON UN AMBICIOSO OBJETIVO: QUE EL MERCADO PASE DEL TOP 10 AL TOP 6 PARA LA COMPAÑÍA A NIVEL GLOBAL.

Por: Gonzalo Soto

ste texto comienza con una confesión: apenas un par de semanas antes de escribirlo, no sabía exactamente para qué era el ácido hialurónico y, meses atrás, cualquier jabón era bueno. Uso protector solar de manera cotidiana desde marzo, cuando antes sólo lo hacía en la playa o los domingos de futbol, y fue en octubre cuando por primera vez tuve en mis manos un shampoo en barra.

La industria de la belleza y el cuidado personal no solía aparecer en mi radar, pero debió hacerlo antes. En México, tiene un valor de 8,800 millones de dólares y tiene una perspectiva de alcanzar los 10,900 millones en cinco años. En el centro de ese crecimiento están L’Oréal y su nueva CEO, Deborah Armstrong, cuya firmeza y optimismo en el futuro de su negocio en el país radica, principalmente, en un consumidor que demanda más y mejores productos de cuidado y belleza, y que con mucha creatividad ha fungido como uno de sus principales promotores, ya sea en redes sociales, en los salones de belleza o en el boca a boca.

Con presencia en 150 países, 36 marcas globales y casi 500 patentes, L’Oréal es un gigante en el mercado de la belleza, de esos que, de pronto, no sabemos que forman parte de nuestro consumo regular. En México, sus marcas más conocidas y vendidas son Garnier, L’Oréal Paris, La Roche-Posay, Maybelline, CeraVe y Lancôme, todas ellas en algún momento han llegado a manos de 46 millones de consumidores al año que la empresa tiene en el país.

Este texto comienza con una confesión: apenas un par de semanas antes de escribirlo, no sabía exactamente para qué era el ácido hialurónico y, meses atrás, cualquier jabón era bueno. Uso protector solar de manera cotidiana desde marzo, cuando antes sólo lo hacía en la playa o los domingos de futbol, y fue en octubre cuando por primera vez tuve en mis manos un shampoo en barra.

La industria de la belleza y el cuidado personal no solía aparecer en mi radar, pero debió hacerlo antes. En México, tiene un valor de 8,800 millones de dólares y tiene una perspectiva de alcanzar los 10,900 millones en cinco años. En el centro de ese crecimiento están L’Oréal y su nueva CEO, Deborah Armstrong, cuya firmeza y optimismo en el futuro de su negocio en el país radica, principalmente, en un consumidor que demanda más y mejores productos de cuidado y belleza, y que con mucha creatividad ha fungido como uno de sus principales promotores, ya sea en redes sociales, en los salones de belleza o en el boca a boca.

Con presencia en 150 países, 36 marcas globales y casi 500 patentes, L’Oréal es un gigante en el mercado de la belleza, de esos que, de pronto, no sabemos que forman parte de nuestro consumo regular. En México, sus marcas más conocidas y vendidas son Garnier, L’Oréal Paris, La Roche-Posay, Maybelline, CeraVe y Lancôme, todas ellas en algún momento han llegado a manos de 46 millones de consumidores al año que la empresa tiene en el país.

FUENTE: Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2022 del INEGI.

Armstrong, quien comparte nacionalidad española y británica, habla del mercado mexicano como si tuviera años trabajando en él, pese a que se trata de una responsabilidad relativamente nueva. Recibió el ofrecimiento para asumir como CEO de L’Oréal en México entre un tercer plato de paella y el postre en un restaurante de Madrid, donde se desempeñaba como directora general de la División de Productos de Gran Público. Estaba embarazada de su segundo hijo y tomó la llamada del corporativo que la invitó a asumir la responsabilidad. Con 17 años en la empresa, la directiva ha pasado también por Reino Unido, Francia e Italia. México, adonde llegó en mayo, es su mayor encargo.

Sus colaboradores cercanos la describen como una mujer brillante, eficiente y muy enfocada en la preparación de cada una de sus actividades. Conversar con ella es exponerse a una visión de empresa de corto y largo plazos, siempre acompañada de datos duros, de la realidad de los retos que tiene por delante y mucho reconocimiento a su equipo de trabajo.

De todos los objetivos que plantea, uno se asoma como el más ambicioso: llevar a México del top 10 al top 6 de los principales mercados de la empresa en el mundo. El nombre de los otros países, por política interna y pese la insistencia, no los revela, pero con un guiño asegura que no es tan complicado identificarlos.

El mercado mexicano, afirma, está en crecimiento y comparte dos datos de inmediato: el año pasado creció 14%, una de las cifras más altas a nivel global, y este año siguió acelerando, alrededor de 17%. En todo el mundo, L’Oréal factura alrededor de 41,500 millones de dólares anuales.

“Es un dinamismo muy potente”, asegura Armstrong, con una sonrisa. “Este crecimiento es tanto en volumen como en valor, un mercado muy sano”.

¿De dónde viene el dinamismo? La directiva apunta rápido a la evolución de varias categorías dentro del segmento de belleza, una de ellas en los productos de skin care o cuidado de la piel. Desde la pandemia, añade, se percibe un creciente interés por los productos preventivos o de cuidado de ciertas patologías, incluyendo la hipersensibilidad, el acné y otro tipo de problemas que se han vuelto cada vez más comunes con factores como la contaminación, el cambio climático, el estrés y el estilo de vida de algunas personas. Marcas como CeraVe o Vichy, especializadas en ese segmento, han cuadruplicado sus ventas desde 2020 en México.

MANTENER EL RITMO. La innovación es uno de los pilares de la firma, que en 2022 destinó más de 1,000 mdd para investigación y desarrollo.

“Es verdad que en México no existía tanto el hábito de protegerse del sol, pese a ser un gran país con mucho sol”, señala Armstrong. “Ese mercado se está abriendo, la gente se empieza a cuidar más, usa fotoprotección tanto en el cuerpo como en el rostro, es un hábito que va creciendo, sobre todo, entre los jóvenes”.

La protección y la prevención no son los únicos elementos que han acelerado las ventas de L’Oréal, también ha sido producto de lo que la CEO llama la sofisticación de los consumidores mexicanos. “Una de las cosas que he apreciado es que el consumidor mexicano busca marca, busca calidad, lo hace en Google, en redes sociales, aprecia mucho la belleza”, dice. “Lo vemos en el tipo de productos que compra, si antes compraba un hidratante básico, ahora va por uno mejor, usa productos antiarrugas especializados con ingredientes potentes, busca más”.

Conceptos como sérum, ácido hialurónico o retinol son parte común ya del habla de millones de consumidores mexicanos cuando acuden a las tiendas o recomiendan un producto de belleza o de cuidado personal. Quienes nos resistimos por años a entrar a detalle en esta industria nos descubrimos leyendo cuidadosamente las etiquetas para identificar ese ingrediente que nos sentó bien.

COLOR NACIONAL


A los mexicanos nos gusta vernos bien y gastamos en ello. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2022 que realiza el INEGI, los productos para el cuidado personal son el quinto concepto al que más recursos le destinamos, por debajo de alimentos, bebidas y tabaco; transporte, educación y entretenimiento, y vivienda y servicios. Incluso gastamos más en productos como los que comercializa L’Oréal que en vestido y calzado.

La pandemia, además, no fue impedimento para seguir gastando en artículos para vernos y sentirnos bien. De 2016 a 2022, el gasto en cuidado personal creció 8.3% por encima de la mayoría de los conceptos de gasto que mide el INEGI en su encuesta. Según UN Comtrade, de 2015 al cierre del año pasado, el valor de las importaciones de productos cosméticos y cuidado de la piel crecieron 48%. De acuerdo con L’Oréal, el artículo más vendido los últimos años en los Hot Sale, los días de mayor rebaja en las plataformas digitales de venta, incluyendo todas las categorías, es el ácido hialurónico de la marca.

Es en ese contexto que se apalancan los planes de crecimiento de Armstrong para la marca en México y enlista tres puntos a favor de su estrategia. El primero de ellos es que pese a la evolución del mercado de cuidado para la piel aún hay un amplio margen de crecimiento por la baja penetración de los productos más especializados, confinados todavía a ventas en farmacias. En la misma línea, la directiva destaca que México es un país todavía relativamente joven, pero que conforme envejezca generará una mayor demanda de productos asociados a la edad, que ya son de conocimiento de los consumidores del país, aunque todavía no sientan la necesidad de usarlos.

Otro de los ejes de crecimiento es la omnicanalidad, pues si bien todavía la venta en tiendas físicas es muy relevante, el comercio electrónico ha ganado terreno en los últimos años y el margen de expansión en ese rubro es grande. A nivel global, las ventas en línea de L’Oréal representan el 30% del total, mientras que en México esa cifra llega apenas al 12%, pese al avance acelerado que esa forma de venta registró en el periodo 2020-2022.

“Ahí queda muchísimo por hacer, queda muchísimo mercado por abrir, tenemos buenos partners en México, que eso es fundamental en el e-commerce”, dice. “No siempre tenemos un consumidor que está cerca de un punto de venta para comprar un producto de maquillaje o una fragancia, por eso, el desarrollo de la venta digital nos puede abrir muchísimo más el mercado”.

El tercer eje es el más importante para Armstrong: su equipo. “Son gente muy preparada, gente con idiomas, con grandes cualidades y esa ambición, esas ganas, ilusión, pasión y motivación”, asegura enfática. “Han encontrado soluciones muy creativas a los retos de la empresa”.

Una de las ventajas de L’Oréal, no sólo en voz de la CEO, sino de varios integrantes de su equipo de trabajo, es la profunda investigación y desarrollo de cada producto que lanzan al mercado. Una labor que lleva incluso décadas antes de algunos lanzamientos y requiere ciencia, mucha ciencia.

EL CONSUMIDOR MEXICANO BUSCA MARCA, CALIDAD, BUSCA EN GOOGLE, EN REDES SOCIALES, APRECIA MUCHO LA BELLEZA.

VISIÓN. Armstrong llegó a México en mayo, pero tiene claros los indicadores del mercado y los objetivos que quiere alcanzar.

RUBOR CIENTÍFICO


Unos 20 minutos entrados en la película de 2006 El diablo viste a la moda, el personaje de Miranda Priestly, interpretado por la legendaria Meryl Streep, alecciona a Andrea (Anne Hathaway) luego de que esta se ríe cuando observa una discusión sobre dos cinturones que, a primera vista, lucen igual, pero que en el contexto de la industria de la moda distan de serlo. Priestly lanza un recuento de varios diseñadores que emplearon el color (cerúleo) del suéter de Andrea años atrás, lo probaron, pusieron de moda, para finalmente terminar en prendas de bajo costo o poco fashion.

La industria de la belleza y los cosméticos carga en ocasiones con un estigma de frivolidad o superficialidad también, aunque detrás de sus productos existe una exhaustiva investigación, inversión y desarrollo que llega a nosotros, lo pretendamos o no.

En Aulnay-sous-Bois, una comunidad en el área metropolitana de París, se encuentra el Centro Global de Investigación Avanzada de L’Oréal. La avenida de la entrada principal se llama Eugène Schueller, en honor a su fundador. Ahí, un grupo de los casi 4,000 científicos empleados por la marca desarrolla métodos de prueba y presentaciones para los productos que, en unos años, estarán a la venta en todo el planeta.

En total, L’Oréal invirtió en 2022 más de 1,000 millones de dólares en investigación y desarrollo en varias áreas, incluyendo cuidado de la piel, tratamientos capilares y cosméticos. Una de las principales innovaciones de la marca, que se asemeja más a la ciencia ficción, es Episkin, una reconstrucción de piel humana que la empresa desarrolló para dejar de probar sus productos en animales, algo que asegura no hace desde 1989.

LOCAL. L’Oréal tiene dos plantas en el país, una en Ciudad de México y otra en San Luis Potosí. En total, la compañía tiene 2,400 empleados en México.

De la misma forma en que desarrolla tejidos humanos in vitro, para todo tipo pieles y complexiones, el equipo conformado por 69% de mujeres científicas, de 80 nacionalidades y con medio millar de patentes en su haber, realiza avances en biología, química, física, bioinformática, dermatología y otras disciplinas relacionadas con el negocio.

En total, L’Oréal tiene 21 centros de investigación en el mundo, 14 centros de evaluación (uno en México) y 58 departamentos de regulación científica y tecnológica. Estas cifras suelen ser punta de lanza en los argumentos de algunos directivos de L’Oréal para contrarrestar los argumentos de la frivolidad detrás de la industria de la belleza. Ciencia y también la demanda misma de los consumidores.

“Es una cuestión de cuidado, de bienestar, no sólo de estética”, asegura Armstrong. “El ser humano busca la estética, la belleza, la armonía. Hay una parte emocional muy importante de sentirse bien con uno mismo, de autoconfianza, de empoderamiento”.

Eso último, el empoderamiento a través de la belleza, es algo que la directiva retoma con fuerza para ilustrar los objetivos de L’Oréal y que ha encontrado un eco muy particular en el país. La compañía realizó un estudio sociodemográfico a nivel global para identificar el perfil de los consumidores en sus principales mercados y destacó con fuerza uno que es endémico de México: mujeres jóvenes, generación Z, de alrededor de 24 años, fanáticas de los productos de belleza y creativas para comunicar a través de redes sociales.

“Es una consumidora muy empoderada, que usa la belleza para mostrar su creatividad. No necesitan la belleza para empoderarse, ya lo están”, detalla Armstrong. “Es un mercado bastante grande, que se expresa, muy potente de cara al futuro”. Son esas jóvenes las que en redes sociales han impulsado tendencias de belleza y cuidado, que la empresa también adecua con sus propias campañas y programas, con muchos recursos detrás.

FUENTE: L’Oréal

EL FILTRO IDEAL


En 1971, Ilon Specht, una redactora de 23 años de la agencia de publicidad McCann en Manhattan, acuñó el eslogan “porque tú lo vales”, con el que L’Oréal se identificó y adentró en los mercados. Desde entonces, la marca se ha convertido en el cuarto anunciante global y uno de los 10 más grandes de México.

El enfoque del marketing de L’Oréal, de acuerdo con Asmita Dubey, Chief Digital & Marketing Officer de la compañía, es buscar la hiperpersonalización y resaltar los modelos positivos de belleza y salud de acuerdo con las necesidades de cada mercado.

“Es belleza para todos y belleza para cada uno”, señaló Dubey en una entrevista realizada en el verano durante el evento de tecnología VIVA Tech, que se celebra cada año en París. “Queremos destacar que somos una empresa basada en la tecnología y que esta nos permite acercarnos con mayor fuerza a los consumidores”.

Fuente: Mordor Intelligence.

Beauty tech, o tecnológica de belleza, es un término cada vez más empleado para referirse a L’Oréal, derivado de las innovaciones en la industria que emplea como punta de lanza para la promoción de sus productos. No sólo son los ingredientes, también es la forma en la que la marca utiliza sus nuevos desarrollos para acercarlos a la base de clientes a la que pretenden conquistar.

La firma, por ejemplo, impulsa con fuerza un dispositivo llamado Hapta, una especie de brazo biónico que estabiliza labiales y aplicadores de máscara por medio de inteligencia artificial, para que personas con daño motriz por enfermedades puedan aplicarse maquillaje. La promoción del producto incluye personas con capacidad motriz reducida, fuera de los estándares tradicionales de la publicidad del sector de belleza.

Con IA también desarrollaron una aplicación que ayuda a las personas con acné a identificar los productos de acuerdo con el tipo de patología que presentan, lo mismo que un escáner del cuero cabelludo para buscar caspa o resequedad. Junto con Microsoft, L’Oréal desarrolló filtros que maquillan digitalmente a las personas, incluyendo hombres, y después muestran los productos reales que se pueden comprar para lograr un resultado similar al generado por la IA.

FUENTE: L’Oréal

TONO VERDE


Además del testeo en animales, una crítica de larga data para las empresas de la industria de la belleza es el impacto ambiental. Tradicionalmente exhaustivo en agua y otros recursos naturales, el sector ha buscado que otro diferenciador de mercado sea su cuidado por el medioambiente. “Tenemos los resultados financieros y también los resultados no financieros y ahí uno de los pilares, además de la digitalización, es la sostenibilidad”, afirma Armstrong. “Es un tema que desde lo más alto se ha convertido en una prioridad”.

Los objetivos verdes de la empresa son ambiciosos: para 2025, la totalidad de los empaques de sus productos serán rellenables, reusables o reciclables. En 2030, el 100% del plástico utilizado por la compañía será reciclado o de origen orgánico y deberá restaurar un millón de hectáreas de bosques para capturar entre 15 y 20 millones de toneladas de CO2. Armstrong explica que también se busca que el 100% de los ingredientes usados en los productos de la marca sean de fuentes renovables.

Otra de las ‘obsesiones’ de la directiva y la empresa son los proyectos sociales. L’Oréal lanzó, por ejemplo, Belleza por un Futuro, que capacita de manera gratuita a mujeres con vulnerabilidad social y económica para que se conviertan en estilistas y maquillistas, y obtengan una fuente de ingresos. Hasta el momento, 1,850 mujeres se han graduado del programa y la intención es que, para 2025, al menos 5,000 hayan podido acceder a esta iniciativa. “Somos una empresa con una mayoría de consumidores mujeres”, asevera Armstrong, quien es la primera CEO mujer de la empresa en el país. “De alguna manera, tenemos que dar siempre el ejemplo”.

De los proyectos sociales de mayor impacto de la compañía destaca Women in Science, creado en conjunto con la UNESCO en 1998 para visibilizar, impulsar y apoyar económicamente a mujeres científicas. En México, el programa lleva 17 años de vida y un centenar de ganadoras hasta este año. Un dato: desde la creación del Premio Nobel en 1901, 640 científicos han sido galardonados, de los cuales menos de 30 son mujeres. Siete científicas premiadas desde la creación de Women in Science han sido acreedoras al Nobel en su ramo.

ES UNA CONSUMIDORA MUY EMPODERADA, QUE USA LA BELLEZA PARA MOSTRAR SU CREATIVIDAD. NO NECESITA LA BELLEZA PARA EMPODERARSE.

FUTURO CON BRILLO


“Me apetecía mucho salir de Europa y encontrar los retos de un país como México”, asegura Armstrong sobre su movimiento. “La edad media de los consumidores allá es de 42 años, aquí es de 29, las estrategias son muy distintas”.

La marca tiene una buena posición en el país y una larga historia. La primera planta de L’Oréal en México se instaló hace 61 años en la capital y hace 11 abrieron otra en San Luis Potosí. En total, la empresa suma 2,400 empleados, el 60% son mujeres. Pero las nuevas formas de comunicación y consumo, aunado a la competencia en el terreno de la sustentabilidad han hecho que esta directiva vea México como una oportunidad única.

“No quiero ser líder sólo en el sector cosmético, sino líder en todo el sector consumo y dar el ejemplo en la transformación sostenible, acelerar la transformación digital, llevar a México al top 6 [de mercados de L’Oréal]”, asegura. “Para mí, es importante el empoderamiento femenino, tenemos todo para hacerlo, una gran coyuntura para el mercado de la belleza”.

En algún punto de la entrevista, Armstrong me pregunta sobre algunos productos de L’Oréal que conozca y le respondo que mi último descubrimiento es el shampoo sólido. “¿Qué te ha parecido?”, indaga. “Hay que acostumbrarse”, respondo. “Pero me ha gustado, al menos, no se me ha caído el pelo”. “Y es un pelazo”, interviene de inmediato. “Es un producto natural, que además no utiliza plástico y la fórmula no requiere agua y eso ayuda a que se gaste menos y además la fórmula…”.

Armstrong conoce su negocio y sabe venderlo. La industria de la belleza, insiste, es descubrimiento para todos, incluso para quienes seguimos sin probar el ácido hialurónico.



Créditos

FOTO DE PORTADA Diego Álvarez / DISEÑO Y PROGRAMACIÓN WEB Evelyn Alcantara / COORDINADORA DE FOTOGRAFÍA Betina García