EN MARZO DE 2010, EL EMPRESARIO MEXICANO VISITÓ POR PRIMERA VEZ JEZZINE, EL PUEBLO DE SU PADRE EN LÍBANO. PERO UN ARZOBISPO HIZO QUE SU VISITA FUERA UNA RECEPCIÓN INESPERADA.
POR: GINGER JABBOUR / JEZZINE, LÍBANO
“¡Tú ahora eres como el papa! ¡Saluda a tu pueblo!”, le dijo Georges Abi Younes, el arzobispo maronita de México, a Carlos Slim, mientras el empresario miraba el escenario frente a él. Se encontraban ante la Virgen de Jezzine, una estatua de casi tres metros de altura en la entrada del pueblo del mismo nombre, en Líbano. Desde ahí contemplaban a una multitud de más de 5,000 personas que esperaban la llegada del magnate mexicano.
Esta fue la primera vez que Carlos Slim fue a Jezzine, lugar de origen de su padre, Julián Slim Haddad. “Él pensaba que iba a llegar a un lugar tranquilo, a ver un par de casas, comer y ya. Pero yo no iba a permitir que pasara desapercibido”, explica a Expansión el arzobispo Abi Younes.
Slim Haddad nació aquí, en un pueblo ubicado entre montañas, a 950 metros sobre el nivel del mar. A pesar de las constantes crisis económicas que vive Líbano, pareciera que en esta comunidad no ha pasado nada. Las calles se encuentran pavimentadas y limpias. Las casas son muy parecidas entre sí: grandes, con puertas de madera y hechas con piedra de la región. Y aunque el centro no debe de contar con más de 20 locales, no hace falta nada: hay un restaurante de shawarmas, una tienda de los tradicionales cuchillos que se fabrican en Jezzine, otra de artesanías y un par de tiendas de conveniencia.
Pero es poco probable que el padre de Carlos Slim haya visto este pueblo así, pues migró a México a los 14 años, en 1901, a causa del yugo que el Imperio otomano imponía en la región. Sin embargo, 122 años después, el legado de la familia sigue en este territorio.
El 12 marzo de 2010, el empresario visitó por primera vez el país de su padre y sus ancestros. Permaneció cinco días en Líbano, pero fue suficiente para ser recibido por los altos mandos del país, como el entonces presidente Michel Sleiman y el presidente del Parlamento, Nabih Berri. También fue reconocido por Adnan Kassar, jefe de la Comisión Económica de Líbano, otorgándole un reconocimiento por sus logros empresariales; y visitó la casa-museo del poeta, pintor y escritor Khalil Gibrán.
“Me dijo que tenía unos trabajos en Europa y quería aprovechar el viaje para conocer Líbano, y me preguntó si podía acompañarlo unos días”, dice Georges Abi Younes. El arzobispo cuenta que cuando recibió aquella llamada se puso en contacto con las autoridades del pueblo para darles la noticia y comenzar los preparativos, pues aquella no era cualquier visita. En aquel tiempo, Slim era el hombre más rico del mundo, reportando una fortuna de 53,000 millones de dólares, que lo posicionó por encima de Bill Gates. La llegada del magnate mexicano a este pueblo, cuyo ingreso promedio por persona era de 7,965 dólares anuales, resultaba valiosa.
El trayecto desde el centro de Beirut hasta Jezzine es de casi dos horas en automóvil, a través de una carretera con muchas curvas, que inicialmente mira hacia el mar y que lentamente se pierde en las montañas pobladas de altos y olorosos pinos. Incluso, por esta razón, esta región es conocida como la jungla de los pinos del Medio Oriente.
Cuando Slim finalmente llegó a Jezzine, el camino estaba bloqueado por la multitud de personas y en el pueblo ese día se declaró como feriado. Aunque actualmente hay cerca de 16,000 habitantes registrados, se estima que dentro del pueblo solamente viven entre 3,500 y 4,000.
Una de las personas que más se preparó para aquella visita fue Ghassan Karam, doctor en Historia de la Universidad Libanesa Americana. Karam es el historiador oficial de Jezzine y los días previos a la visita se dio a la tarea de recopilar fotografías del pueblo y de la familia Slim. Detrás de cada una escribió sus historias, que la tía del magnate le ayudó a traducir al español. Cuando Slim llegó a la presidencia municipal, Ghassan le entregó el álbum con más de 100 fotos. “Es un señor muy amable, muy educado. Me agradeció mucho el gesto y fui de las pocas personas a las que les dio la mano”, dice.
El arzobispo recuerda que recorrer los casi 200 metros que separan la estatua de la Virgen de la municipalidad fue complicado, pues como si él fuera la estatua sagrada, miles de personas esperaban verlo. “Todo el mundo quería tocarlo. Había muchísima gente esperando y él se molestó conmigo. Pero le dije que era un día muy importante para él, en el pueblo de su padre, y que así son las recepciones en Líbano”.
No le falta razón: a poco más de 100 kilómetros de aquí, en Caná de Galilea, hace casi dos milenios la Biblia registró el primer milagro de Jesús de Nazaret, cuando convirtió el agua en vino. Esta región del mundo está acostumbrada a celebrar a sus grandes hombres y mujeres.
Así, en la cabecera municipal, que da vista a las famosas cascadas de Jezzine, Slim vio desfilar a niños uniformados, adultos vestidos con el tarboush, el típico traje libanés, mujeres y hombres con sus mejores ropas, y al presidente municipal de Jezzine, quien le otorgó el certificado de ciudadano honorífico.
Después, Slim dio unas palabras: “¡Oh, hijos de Jezzine! Me siento muy feliz y honrado de estar presente con ustedes, en el pueblo donde nació mi padre. Agradezco especialmente la presencia de los más jóvenes. Pues todos nosotros, como residentes y expatriados, debemos unirnos para explorar mejores oportunidades para la juventud, especialmente, los que pertenecen a Jezzine. Ustedes y este pueblo están siempre en mi corazón, y cuentan con todo mi apoyo”.
Estas palabras desataron el júbilo popular: la gente chiflaba, gritaba y aplaudía eufórica. Los medios locales registraron el discurso y difundieron decenas de fotografías. Pero lo que los hijos de Jezzine no saben es que el discurso de Slim no estuvo correctamente traducido.“Carlos no habla árabe, entonces, me pidió que yo tradujera sus palabras”, cuenta el arzobispo.
En realidad, Slim estaba ensayando el discurso que dos días después ofrecería en la Universidad Americana de Beirut (AUB), enfocado en la importancia de la educación para la juventud. Pero este discurso no le pareció tan atractivo al arzobispo: “Cuando estábamos de regreso en su avión me preguntó qué fue lo que le dije a la gente de su pueblo, porque él no creía que se hubieran puesto tan contentos por su discurso. Y le contesté que sólo dije lo que la gente quería oír. Cosas reales, de su pueblo. Él sólo se rió y dijo: ‘Me ganaste’”. Un traductor traidor.
Después de aquel discurso, Slim fue a la iglesia de Nuestra Señora de Jezzine, que construyeron sus familiares. En su exterior se encuentra una imagen de la Virgen María y, saliendo, un mirador con vistas a las montañas de pinos y olivos. Celebraron la misa en el rito maronita, es decir, el que practican católicos de la región de Siria, Líbano, Israel y Palestina, y, al finalizar, una mujer con una bebé en brazos se acercó al arzobispo.
“Me pidió que por favor bautizara a la niña en ese mismo momento y que Carlos fuera el padrino”, dice entre risas Abi Younes. Cuenta que Slim se puso nervioso y no sabía qué hacer, pero lo convenció. Al finalizar, el empresario le regaló una medalla de la Virgen de Guadalupe. Fue así como Slim, de improviso, se convirtió en el padrino de una bebé.
La visita de Slim concluyó con una íntima comida en casa de su primo. Aunque es la más grande del pueblo, con cuatro pisos y una terraza en su exterior, no durmió ahí. Regresó a Beirut antes del anochecer para continuar con su visita al país que vio nacer a su padre y a sus suegros, pues cuenta el arzobispo que una de las cosas que más añoraba ver Slim eran los cedros milenarios, emblemáticos de esta tierra.
Slim no ha vuelto a visitar Líbano, pero su presencia en el país está vigente gracias a una cantidad importante de iniciativas para ayudar a sus habitantes. Por ejemplo, en 2014, donó cerca de 50 millones de dólares a varios municipios para construir o restaurar instalaciones destinadas a los jóvenes. Así se completaron los deportivos Raffoul Fakhri y Michel Sleiman en la región de Jbeil. Esto, sin mencionar que en Jezzine también fundó el Centro Julián y Linda Slim, en honor a sus padres, el cual a la fecha es un importante centro deportivo y cultural para la gente de esta área.
A su vez, en Líbano es conocido, entre otras cosas, por ser donador de equipos de cómputo en las escuelas de todo el país y después de la devastadora explosión del 4 de agosto que destruyó el puerto de Beirut, medios locales reportaron que Carlos Slim, en conjunto con el Centro Libanés, donaron para la reconstrucción de la capital.
Si bien sus palabras fueron ligeramente modificadas por el arzobispo, sus intenciones reales de apoyar a su pueblo se mantuvieron intactas. Sin conocer el árabe, Slim habló como un verdadero hijo de Jezzine.
FOTOS DE PORTADA Mahmoud Zayyat / AFP FOTOS Aziz Taher/Reuters, Ginger Jabbour / MAHMOUD ZAYYAT/AFP DISEÑO Y PROGRAMACIÓN WEB Pamela Jarquin Rojas