Expansión cumple 25 años de poner el foco en las mujeres y su influencia. Por eso, nos detenemos un momento para analizar cómo ha evolucionado este poder.
Por: Puri Lucena
uando comenzó a resquebrajarse el techo de cristal, empezamos a comprender que no se trataba sólo de eso. Y aprendimos términos como ‘el piso pegajoso’, ‘las escaleras rotas’, ‘el precipicio de cristal’ o ‘los techos de cemento’, que describen condiciones estructurales que limitan y frenan el desarrollo profesional de las mujeres. El camino sigue siendo difícil. En 2024, Expansión cumple 25 años hablando de la influencia y del poder de las mujeres. Lo que comenzó como un listado sin metodología y sin un número fijo (lo mismo eran 16, que 20, que 11) llamado ‘Mujeres influyentes’ se convirtió en un ranking, primero con 50 líderes y, finalmente, con las 100 que conforman el listado hoy.
En el camino, la metodología evolucionó. De dar la mayor parte del peso de la evaluación, 60%, al tamaño de la empresa, y el resto, a la importancia del rango de la ejecutiva en su sector, a incorporar también desde 2020 algo que denominamos como ‘transcendencia’, que valora la participación en consejos de administración o comité ejecutivo de la compañía donde labora y de otras empresas, si es parte de otros organismos, si participa en foros o si realiza mentorías o coaching. También este parámetro ha evolucionado, del 20% de la valoración, al 30% actual. Pero celebrar también supone hacer una parada en el camino para analizar cómo se vive este poder.
“Cuando le empezaron a llamar ‘Mujeres poderosas’, a mí me hizo al principio mucho shock y eso es por la relación que tenemos las mujeres con el poder”, explica Silvia Dávila, presidenta para América Latina de Danone y su CEO en México. “Después empezaron a hablar mucho de la palabra ‘empoderada’ y esa me molesta más. Ahí fue cuando acepté la palabra ‘poder’. La palabra ‘poder’ como tal me generó una relación emocional fuerte, pero cuando oí ‘empoderada’, ahí fue cuando dije: ‘Poderosa es la palabra correcta’. ¿Por qué? Porque empoderada es que alguien te lo tiene que dar, poder es aceptar que lo tienes y usarlo”, apunta.
La directiva señala que aunque la primera reacción ante el poder puede ser el miedo, el primer paso que hay que dar es realizar un trabajo interno de aceptar la responsabilidad que viene con él. El segundo, es dejar ir aquellas cosas ‘para las que no te va a dar la vida’ y hacerlo sin culpa. Porque aunque la narrativa de la superwoman que alcanza a llegar a todo en el trabajo, en su vida personal y familiar, y además estar siempre perfecta, cada vez nos gusta menos y comienza a generar rechazo, en la práctica, sigue persiguiendo a las mujeres y resulta difícil dejar ir. Y hacia allá es necesario también enfocar el camino. “El tema tiene que evolucionar hacia cómo dejas ir: aceptas el poder, tomas la responsabilidad pero también dejas ir”, asegura Dávila.
El poder también causaba rechazo por la imagen social que teníamos de él. Y eso ha empezado a cambiar, lo que ha ayudado a que sea más fácil aceptarlo y ejercerlo. “Es una palabra que puede ser malinterpretada, ya que en el contexto social puede confundirse con aplicaciones políticas o con poder económico y justo ahí está el error, pues más bien se trata de tener el dominio, la facultad y jurisdicción para ejecutar alguna acción en pro de una meta”, dice Angelines Diez, CEO de Kraft Heinz México, ante la pregunta de qué es para ella el poder.
Amanda Berenstein, CEO y líder regional de Atención a Clientes de la agencia Weber Shandwick, coincide en esta reconfiguración del término. “Me parece que el concepto de poder ha cambiado y deja ser símbolo de poder ser distante, lucrativo y tratar mal a las personas. Hoy, el poder es empatía, conexión personal e ir más allá del negocio que representas”.
El poder puede también tener muchos apellidos. Y dos de ellos son el de efectivo o vacío. ¿Ejercen las mujeres el poder al 100% cuando lo obtienen? Para la directiva de Danone y vicepresidenta global del International Women Forum (IWF), no hay duda de que, cuando una mujer llega a posiciones de poder, lo ejerce. Aunque internamente haya un proceso de aceptación, que todavía supone una diferencia con cómo lo asimilan los hombres.
“En el hombre, el poder es natural, en una mujer es primero el susto y luego, la aceptación y esto toma tiempo”, afirma. Pero se trata de una batalla interna. “Porque la responsabilidad llega primero y recuerda que el síndrome del impostor nos pega fuerte. ¿Y qué hacemos cuando nos llega el síndrome del impostor? Trabajamos más duro para que no haya duda de que el trabajo que tenemos nos lo ganamos. El poder se ejerce desde la acción, yo creo que asumirlo desde el corazón es lo que nos cuesta trabajo”, apunta.
Marina Cigarini, Managing Partner de la consultora McKinsey México, que realiza el estudio ‘Women Matter’, pone sobre la mesa que el hecho de que a las mujeres les cuesta más trabajo llegar a las posiciones de liderazgo provoca que por el camino obtengan habilidades como la resiliencia y que realmente tengan las capacidades. “Nunca he encontrado una mujer en una posición de liderazgo que esté ahí porque haya tenido suerte. Los datos están claros, en general, a las mujeres les cuesta más trabajo llegar”.
El análisis ‘Women Matter México 2022. Paridad dispareja’ señala que aunque 60% de los empleados de las empresas encuestadas opina que la diversidad debe ser una prioridad para las organizaciones porque contribuye a un mejor ambiente de trabajo, para 26% de las compañías no es una prioridad. Aunque hay datos que mejoran: 74% de las empresas en el país señalan la diversidad de género como una de sus 10 prioridades principales, mientras que en 2017, la fecha de la encuesta anterior, lo hacían 48%.
“El poder es tener el privilegio de tomar las decisiones que no sólo definen el rumbo de tu propia carrera, sino que pueden impactar a toda una plantilla e, incluso, definir el futuro de una industria. El poder parece tener mala reputación pero, particularmente en el mundo corporativo, puede ser una fuerza transformadora cuando lo ejerce una mujer. Por eso debemos dejar de tener miedo a tomar posiciones de liderazgo. El poder necesita de las mujeres para articular, orquestar y crear los escenarios que beneficien al mundo de los negocios y a las personas que lo componen.Pero más que definir el poder, para mí, es conocer su dinámica lo que considero una herramienta maravillosa que, si no la dominas, puede ser un obstáculo representativo en el desarrollo de la carrera de una mujer. Las mujeres debemos entender y observar cómo se manifiesta el poder en nuestra organización, cuáles son sus dinámicas, quiénes lo ejercen, para así crear nuestro propio mapa de poder y hacer un plan de acción. La meta máxima será crear nuestra propia red de poder y aliadas que impulsen a más y más mujeres a no tener miedo a la ambición e ir por sus sueños”.
Para mí, el poder es una fuerza que adquiere su verdadero significado cuando se utiliza para impulsar el bienestar y la prosperidad de todos. En lugar de ser un concepto aislado, lo veo como una herramienta para fomentar la inclusión y dar voz a aquellos que a menudo han sido subrepresentados. En el contexto sobre la visibilidad de las mujeres en puestos directivos, el poder se traduce en la capacidad de generar cambios significativos, promover la equidad de género y garantizar que todas las voces, independientemente de su género, tengan la oportunidad de contribuir y prosperar en el ámbito laboral.El poder se vuelve auténtico cuando se utiliza para construir un entorno inclusivo y colaborativo en el que cada persona pueda alcanzar su máximo potencial. ¡El poder de un líder sólo se mide en su capacidad transformadora para generar cambios positivos desde su experiencia!”.
“Hace 25 años, cuando se publicó por primera vez la lista de ‘Mujeres influyentes’, el poder se asociaba, principalmente, con la capacidad de tomar decisiones y liderar desde una posición de autoridad en el ámbito empresarial. Si bien esas cualidades siguen siendo esenciales, hoy, el poder tiene una dimensión mucho más amplia y enriquecedora. Se trata de la capacidad de utilizar ese poder para crear un impacto positivo y exponencial en la sociedad y en la vida de las personas. El poder significa tener la oportunidad y la responsabilidad de impulsar el cambio, promover la igualdad de género y la diversidad en el lugar de trabajo, y contribuir a la sostenibilidad y al bienestar de nuestra comunidad.Además, también implica la habilidad de inspirar y motivar a otros, especialmente, a las mujeres jóvenes, a perseguir sus metas y aspiraciones sin importar las barreras en el camino. Es importante utilizar nuestra posición para abrir puertas y crear oportunidades para aquellos que pueden no haber tenido las mismas ventajas. Hoy, las mujeres en posiciones de liderazgo tenemos la responsabilidad de redefinir y expandir el concepto de poder para lograr un impacto más significativo y positivo en la sociedad y en el futuro de México”.
“Para mí, el poder representa no sólo una posición de autoridad, sino también la capacidad de inspirar y empoderar a los demás, especialmente, a las niñas y a otras mujeres. Veo el poder como una herramienta para el cambio y la inclusión. Cuando las niñas ven a mujeres como yo en puestos de liderazgo, se dan cuenta de que las posibilidades para sus propios logros son infinitas. En el entorno empresarial actual, las mujeres líderes desempeñamos un papel crucial en la transformación de la visión del negocio. No sólo estamos aquí para liderar en tomas de decisiones, sino también para asumir la responsabilidad personal de abordar cuestiones fundamentales, como la igualdad de género, el cambio climático y la educación.Para que las mujeres lideren es esencial que tengamos la capacidad de ocupar posiciones de poder e influencia. Estoy comprometida a crear un entorno donde las mujeres sean apoyadas, capacitadas y alentadas a alcanzar su máximo potencial. El poder, para mí, es la oportunidad de hacer una diferencia significativa y positiva en la vida de los demás, y trabajar incansablemente para construir un futuro más equitativo y prometedor para las mujeres y niñas que vienen detrás de nosotras”.
Y en un contexto en el que las mujeres representan 40% del talento en el nivel de entrada de las empresas, pero sólo uno de cada 10 directores generales es mujer, de acuerdo con McKinsey, Dávila, que realiza círculos de mentoría en Brasil, México, Argentina, Colombia y Francia, señala dos factores entre las prioridades para cerrar la brecha.
En sus sesiones con mujeres en diferentes países, las conversaciones y las historias suelen ser similares, pero con una diferencia en México que tiene que ver con el bagaje cultural. “Tú le preguntas todavía a mujeres sobre el hecho de que ganen más que sus esposos y 52% opina que va a ser un problema, y 50% dice que si sus hijos están al cuidado de alguien más, van a sufrir. Y cuando ves el número de horas que dedican al trabajo de la casa, todavía es de 40 versus casi 16 del hombre”. E insiste en la necesidad de “dejar ir” para poder despegar. El otro gran factor que apunta son las políticas públicas robustas para permitir que las mujeres puedan ‘dejar ir’, como la disponibilidad de guarderías o centros de larga estancia.
Revisar las respuestas de las integrantes del listado de ‘Las 100 mujeres más poderosas de los negocios’ a la pregunta de qué significa para ellas el poder es encontrar, sobre todo, la palabra ‘influencia’ y la idea de impulsar a otras mujeres y de generar cambios.
“Ser reconocida por la labor que haces y tener visibilidad para que otras mujeres puedan aspirar a participar en el ranking conlleva la oportunidad de apropiarse del concepto ‘mujer poderosa’, ya que no significa criterios exclusivos de dirigir o ser dueña de una empresa”, contesta Liliana Reyes, directora general de la Asociación Mexicana de Capital Privado (AMEXCAP).
“Yo creo que ‘el poder’ significa tener la capacidad de autodeterminación para generar acciones que impacten positivamente en individuos y grupos que integran tu comunidad profesional, tomar riesgos y adueñarte de iniciativas fuera del statu quo y que salen de las responsabilidades implícitas de un puesto o cargo laboral”, continúa. “El poder puede tener muchas definiciones y percepciones, pero las mujeres que participamos y hemos sido seleccionadas en este ranking somos además disruptivas, desafiantes, agentes del cambio y eso logra que más mujeres se identifiquen y busquen participar, pero que también se inspiren y salgan de sus zonas de confort”.
“El poder, cuando se entiende y se aplica de manera constructiva, va más allá de la autoridad o la influencia superficial. Para mí, es la capacidad de generar un impacto positivo y transformador en las personas y en el entorno que nos rodea. En este contexto, puedo afirmar que el verdadero poder radica en la habilidad de inspirar, elevar y generar cambios significativos. El poder positivo se manifiesta a través de acciones que generan un impacto benéfico, inspiran confianza en uno mismo y en los demás, y reconocen la fortaleza en la autenticidad y la vulnerabilidad. Este tipo de poder es una fuerza constructiva que eleva y transforma, dejando un legado de influencia positiva en las personas y en el mundo que nos rodea”.
“Entiendo el poder como la capacidad de incidir, de tener impacto, de transformar la realidad. Las personas decidimos para qué usamos nuestro poder, para crear valor o para destruirlo. Yo elijo usarlo conforme a mis valores, para construir organizaciones más rentables, que a la vez también sean más incluyentes y sustentables, que potencien el talento de las personas y aporten a las comunidades en las que operan. Como CEO de AT&T México, estoy consciente de ser la primera mujer en liderar una gran empresa de telecomunicaciones en el país. Por lo tanto, considero mi responsabilidad de construir una empresa rentable e incluyente y una palanca de transformación para la economía digital. A diario busco demostrar que es posible crecer la rentabilidad sin sacrificar nuestros principios”.
“Como buena ingeniera, me gustan las definiciones de la física, de las cuales tenemos mucho que aprender. En física, poder se define como trabajo (que, a su vez, es energía transferida) entre tiempo. Para mí, esa es la definición de poder, lo que logras con tu trabajo a través del tiempo. El poder no es inherente a una posición ni depende de un cargo, el poder depende de la capacidad de actuar a través del tiempo que tenemos las personas”.
“Libertad. El poder por sí mismo no existe si no tenemos la libertad de decidir. Decidir qué estudiar, dónde residir, con quién vivir, en qué trabajar con plena conciencia nos da el poder que desde nuestra perspectiva necesitamos para vivir con armonía, entre el éxito laboral y la paz de amar y ser amadas. Ese es el verdadero poder de una mujer”.
“Para mí, el poder es decir con orgullo que, como mujeres, somos ambiciosas, que hacemos lo que nos corresponde e impulsamos la conversación porque necesitamos más mujeres que crean en su capacidad y que estén dispuestas a crecer, comerse al mundo, y que confíen en su talento. El poder es la capacidad de utilizar nuestros aprendizajes personales y profesionales para enfrentar los desafíos que se nos presenten y así poder inspirar a más mujeres y a las nuevas generaciones a perseguir sus sueños. El poder está en crear una sororidad entre mujeres, sabernos como iguales, que podemos aliarnos, compartir y, sobre todo, cambiar nuestra realidad”.
En el momento en el que vemos a más mujeres líderes, se crean más vínculos de ayuda y de confianza, apunta Cigarini, de McKinsey. “Y una de las cosas que más ayuda en la progresión de carrera de mujeres es el sponsorship y las mentorías de compañeros y compañeras”, agrega la directiva de la consultora. El problema es que las personas tienen tendencia a ser “sponsor y mentores de minimis” y al haber menos mujeres, el resultado es también que hay menos patrocinadores para ellas. “Esto no es algo que tiene que estar sólo en las manos de las mujeres que están en el top. En todos los estudios que hemos hecho, el sponsorship de mujeres no está donde debe”.
Silvia Dávila menciona como estrategia clave el networking, hacia una misma y hacia las demás, es decir, ayudar a las demás a hacer estas redes de contactos, para que sepan que no están solas y tienen a quien preguntar, a quien admirar e, incluso, a quien no.
“Se crea un efecto multiplicador, mientras más mujeres hay en posiciones de liderazgo, también es más fácil para la siguiente generación ver que sí se puede y cómo se puede, cómo quiero ser y cómo no quiero ser”, argumenta.
La directiva de Danone explica que ella cada año cuenta con un grupo de mujeres a las que ofrece mentoría, pero les exige algo a cambio: que, a su vez, ellas mentoreen a cinco mujeres más, de forma que se cree un efecto multiplicador dentro de la empresa y se generen redes.
Esto implica que el poder va más allá de la autoridad o de la posición jerárquica y que supone la habilidad de “inspirar, liderar y motivar a otros hacia un propósito común”, como responde Magdalena López, directora general y presidenta de Renault México.
“Tomando en cuenta el artículo sobre las ‘Mujeres influyentes’, el poder también puede interpretarse como la capacidad de romper barreras y desafiar estereotipos. Estoy consciente de que el poder es la facultad de cambiar narrativas, inspirar a otras mujeres a alcanzar posiciones de liderazgo y contribuir a la construcción de una sociedad más inclusiva”, agrega.
“Me siento poderosa al promover redes de mentoría para mujeres, al poner a disposición mi experiencia, mis aprendizajes, mis errores, para impulsar a otras mujeres a seguir su meta aun cuando el camino no es fácil”, respondía, por su parte, Laura Cruz, presidenta para la División Norte de Latinoamérica y el Caribe de Mastercard.
¿Están cansadas las mujeres de hablar de género? Dávila contesta que le encantaría dejar de hacerlo. Y hace una analogía. “Cuando me preguntan qué opino de las cuotas, respondo que las detesto pero son necesarias. Te diría lo mismo [sobre hablar de género], no me gusta, pero es necesario.
FOTOGRAFÍA Cortesía / Anylú Hinojosa-Peña / Gilberto Contreras / José Luis Velázquez Layseca / Zony Maya DISEÑO Y PROGRAMACIÓN WEB Pamela Jarquin Rojas / COORDINADORA DE FOTOGRAFÍA Betina García / ANIMACIÓN Nayeli Araujo