Por: Luis Alberto Zanela
odría sonar extraño que un urbanista viva en Santa María Tecajete, un poblado a una media hora de Pachuca, o al menos eso le han dicho algunos allegados a Federico Muñoz, quien llegó a vivir ahí en la pandemia. Nació en Ciudad de México y estudió su licenciatura y un par de maestrías en la UNAM, la Anáhuac y Centro, respectivamente. “No es tan lejos y es un clima similar. Ahora vivo en una granja con mis perros, mis gatos, mis pollos… y mis abejas”, dice.
Allí se mudó con su pareja. “El espacio ya estaba y él quería meter originalmente vacas y eso, porque es veterinario y lo trae más en la sangre. Y yo, sin embargo, dije: ‘No quiero andar limpiando tanto’”, recuerda. Fue cuando encontraron una nueva vocación en las abejas, mediante cursos. “Ahí dije: ‘¡Ay, qué bonitas y limpias son!’”.
Esos fueron los inicios de Abejedario, empresa que si bien nació con la idea de producir miel allá por 2015, ahora ayuda a las empresas en sus estrategias de cumplimiento de criterios ASG, al tiempo que promueve una apicultura profesional, responsable y sustentable. “Cuando estimas con tu Excel que te van a salir como 200 litros de miel en tu primera cosecha y te sale una cubeta, dijimos: ‘Por aquí no es el camino’”.
Al darse cuenta de lo rústica y rezagada que está la apicultura en México, pese a ser un gran productor y exportador de miel, Muñoz puso en práctica sus conocimientos sobre urbanismo y responsabilidad social, una de sus maestrías. Desarrolló un modelo de negocio de leasing, que permite a las empresas tener sus colmenas, ya sea en corporativos previamente evaluados o en los santuarios de Abejedario, lo que contribuye a una polinización ética y, al final, las empresas obtienen su propia miel.
Hoy, Abejedario está en vías de consolidarse a través no sólo del rescate de panales y del leasing, sino también de pilares como la profesionalización del sector y la educación para la polinización. A su vez, Muñoz tiene claro que él y su pareja viven de este proyecto y que debe ser negocio, por lo que confía en que su Excel esta vez será más certero y facturar más de 9 millones de pesos sólo por el leasing de colmenas, en cinco años.
“La idea es tirarle a las Fibras. En las certificaciones LEED, a ellos les dan hasta siete puntos dentro de la certificación por su estrategia con polinizadores y a ellos queremos llegar”, añade Muñoz. Y también va sobre los parques industriales y hasta los aeropuertos. La producción de miel, además, ha crecido, pues aquella primera cubeta de 19 litros ya se convirtió en media tonelada anual y más de un centenar de colmenas.