POR: Puri Lucena
Independientemente del género, en algún punto o en varios de la carrera profesional, es siempre óptimo tener un mentor, que es esa persona con más experiencia, con diferentes puntos de vista o con una visión más amplia del mismo entorno o de otro sector en el que tú no eres experta, que te puede guiar, aconsejar, dar feedback, acortar el camino, presentar personas, ayudar a que mejores tus áreas de oportunidad y también te dice lo que haces muy bien.
Hablando de mujeres, es mucho más importante, porque no estamos acostumbradas a levantar la mano, a dar el primer paso, a levantar la voz. O tenemos tantos frentes abiertos entre todas nuestras facetas, que estás envuelta en un torbellino de cosas que no te dan claridad. Y el mentor te da esa claridad de qué sigue o cómo lo debes caminar. También en las mujeres nos puede ayudar a estructurar en otro lenguaje lo que queremos. Yo lo consideraría como un coach de futbol. Y después tendría que buscarse un sponsor, que sería como el agente deportivo, el que vende y mueve jugadores entre los equipos. El mentor te guía, te acompaña, te aconseja. El sponsor se juega su capital político por ti.
Cada vez que he tenido que tomar una decisión importante, una preocupación o, incluso, una idea “genial”, ha habido alguien que me ha ayudado a analizar, canalizar y concluir. Cuando estamos con un tema importante, es difícil verlo con otra perspectiva; un mentor nos ayuda a despegarnos 100,000 metros con sus preguntas y con su experiencia, nos ayuda a cuestionarnos, profundizar y, si es el caso, resolver el problema del momento en nuestra carrera o en nuestra vida.
Un mentor es alguien temporal, que puede cambiar dependiendo del momento o situación de carrera o vida en la que estés y debe ser alguien con quien no trabajes directamente, porque, en ese caso, sería un sponsor, que también creo que es fundamental.
El combo perfecto es identificar a tus sponsors, que es, básicamente, alguien que ha trabajado contigo, directa o indirectamente, y que hablaría bien de ti cuando haya una oportunidad, y en paralelo, tener un mentor, que justamente te ayude a estar alerta, visible y preparada para estas nuevas oportunidades, para ir de estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado, a estar lista en el momento correcto, con la actitud correcta y con la confianza correcta.
Es que hemos vivido ese mundo al que te enfrentas. Y, sobre todo, ante temas como la maternidad o de sí tener que ofrecer un diferenciador versus talento masculino.
Y porque hemos vivido en entornos en donde la representación femenina sigue siendo muy baja, sabemos compartir esas experiencias para el crecimiento. Creo que el valor adicional es que entendemos, de primera mano, los retos específicos de una mujer que está creciendo o llega a un nivel directivo o, incluso, en consejos de administración.
La mayoría de las mentoras mujeres aportan/aportamos valor no solo en el ámbito profesional, sino también personal y es más integral, especialmente, al empoderar a otras mujeres. Sirviendo como referente y modelo –como un caso de sí se puede–, para inspirar y motivar con la experiencia y ayudando a otras mujeres a alcanzar sus metas y superar desafíos.
Promueve con mayor enfoque la igualdad de derechos y deberes, para cambiar el entorno y apoyando el desarrollo de habilidades y oportunidades para otras mujeres. Algo que considero característico de las mujeres mentoras es que también podemos ser apoyo emocional y de confianza, permitiéndonos ser vulnerables y reconocer que esto es parte del camino.
Primero, la experiencia y el conocimiento: alguien que ha pasado por desafíos similares o alcanzado metas que deseamos. Segundo, alguien que esté dispuesto a hablar también de sus errores.
Tercero, el networking: personas que puedan ayudarte a ampliar la red de contactos. Cuarto, objetividad: personas que aporten una visión externa e imparcial sobre decisiones importantes. Y, quinto, personas que puedan ayudarte en el desarrollo de habilidades técnicas y blandas esenciales para tu éxito.
Es importante elegir a alguien con quien sientas una conexión genuina tanto a nivel personal como profesional; compartir valores, aspiraciones y que puedas identificar una visión integral de cómo ayudarte a desarrollar tus objetivos y habilidades.
Finalmente, es muy importante asegurarse de que tenga la experiencia y conocimiento en los temas que quieras abordar.
Yo creo que sirve primero para obtener una retroalimentación honesta y objetiva de alguien que no tiene ningún interés más que ayudarte, porque ni es tu jefa ni está en la misma industria, probablemente, no sabe nada de ti en general. Segundo, sirve para construir una red de contactos. Te ayuda a saber en qué tienes que trabajar y sirve también para que tú tomes esas decisiones estratégicas sobre tu carrera un poco más informadas de ti misma.
Ahora, no es una fórmula mágica para el éxito. En el momento en el que yo tengo una mentora, automáticamente no me convertiré después en la persona más exitosa. Tampoco reemplaza ningún aprendizaje tuyo, tú tienes que seguir trabajando en tus áreas de oportunidad, tanto técnicas como blandas; una mentoría nunca va a reemplazar tu aprendizaje personal. Tampoco es un espacio para que la mentora te consiga tu siguiente promoción.
Y algo superimportante es que, aunque en las mentorías, sobre todo de mujeres, se vuelve algo como muy personal, especialmente después de cierto tiempo, la mentora no está para resolver tus problemas personales, para eso están los psicólogos y otras relaciones personales.
Un proceso de mentoría sirve como una instancia en la que nos detenemos a reflexionar sobre nuestra carrera y los desafíos que conlleva el camino profesional con la ayuda de un mentor/a.
En el día a día tan cargado de compromisos es difícil encontrar tiempo para analizar con profundidad, y justamente estas pausas permiten tomar perspectiva para ver los desafíos con un nuevo lente. No sirve para resolver problemas ni que alguien tome decisiones en tu lugar, sino, justamente, para facilitar espacios que nos empoderen y nos animen a seguir creciendo.
Mucho, sobre todo, no porque hoy ya me las sepa todas, pero cuando tenía más inseguridades y más desconocimiento y menos experiencia, [era muy importante]esta orientación, este empujón, este decir: ‘No, por la derecha no vas a llegar, mejor vete por la izquierda, o ve más despacio, o ve más rápido, o necesito que estés en este lugar a tal hora porque voy a presentarte a esta persona’. O esa parte sabia. La mayoría de las veces el mentor tiene más edad, ya recorrió un camino. Ahora quizá necesitamos mentores chavos por la onda digital, ¿no? Pero son otros tiempos. Para este tema de planeación de carrera, de futuro, de logro, de legado, me parece que la experiencia no se compra.
Para mí, contar con mentoras y mentores ha sido parte integral del éxito de mi carrera profesional: tener otras perspectivas, buenas prácticas desde otras industrias, contar con un networking intencionado y de alto valor han sido algunos de los principales beneficios.
Principalmente, me ha ayudado a identificar fortalezas para potencializarlas y sacar el máximo provecho e identificar debilidades y hacer un plan para corregirlas. Me ha ayudado a no claudicar y continuar, haciéndome ver mi peor y mi mejor escenario, impulsándome a no dejar pasar y no quedarme quieta. Y a confiar más en mí misma.
Yo creo que las experiencias compartidas [hacen] que te des cuenta de que eres menos diferente de lo que crees, ves que otras personas han podido vivir lo mismo. Una luego se cree que está viviendo sola su angustia, su tensión, su presión y a la hora de intercambiar con un mentor te das cuenta de que no estás sola. Las mentorías son un proceso de acompañamiento importante. También me han dado nuevas ideas, o sea, me han estimulado me han dado creatividad.
Me han proporcionado una red de apoyo, junto con una fuente de inspiración y motivación. Mis mentores me han enseñado lecciones que, hoy en día, sigo aplicando en momentos críticos y que he utilizado para guiarme en la toma de decisiones importantes. Por otro lado, ser mentora me ha permitido retribuir ese aprendizaje, compartir mis experiencias y poder formar parte en el desarrollo de sus carreras.
Me parece que es un must para cualquier persona que desea mejorar y seguir aprendiendo. Desde que somos estudiantes deberíamos comenzar con esta buena práctica. Yo no tengo más que agradecimiento a cada uno de mis mentores que han dedicado su energía y tiempo para guiarme cuando lo he necesitado. A veces, solo precisas escuchar de una tercera persona lo que ya has pensado para decidir. En algunos casos, me ha ayudado mucho para ordenar mis pensamientos y guiarme en una respuesta, y en otras, me ha ayudado a entender a mi organización y descifrar oportunidades. Importante que no hay edad/nivel/jerarquía para ser mentor o mentee, la clave es tener un propósito.
Por ejemplo, ahora mismo, tengo mi mentora, pero también soy mentora de alguien más. Pero debo decir que cuando más he aprendido es siendo mentora, es una experiencia revitalizante. Te ayuda a mejorar la escucha activa, a ver problemas desde otra perspectiva y entonces pensar distintas maneras de resolución; te desafía a estar preparada y traer temas interesantes e innovadores a la mesa, te ayuda a conocer y conectar con otras personas maravillosas que están trabajando en su crecimiento y eso siempre es energizante. En algunos casos, te ayuda a eliminar potenciales sesgos por edad, género, experiencias. Y te llena de orgullo y felicidad saber que alguien de quien tal vez fuiste parte de su historia haya conseguido su meta conforme se lo planteó.
Durante mi carrera profesional he tenido muchos mentores y mentoras, curiosamente, la mayoría informales, es decir, nunca les digo que son mis mentores, pero han sido superefectivos. Es importante mencionar que tengo mentores de muchos años, como mi papá y mi esposo, pero muchos otros que han sido mentores por un tiempo dependiendo del reto que tengo enfrente, como jefes, colegas y amigos de muchísimas disciplinas e industrias.
Me han ayudado a tomar decisiones importantes (cambio de rol, cambio de empresa), me han ayudado a expandir mi red de contactos (otros CEO, headhunters, medios de comunicación), me han ayudado con retroalimentación confiable. Mi carrera no ha sido lineal y en una sola industria, así que esos mentores han sido clave para mis logros personales y profesionales.
A lo largo de mi carrera, los procesos de mentoría han sido siempre enriquecedores y han contribuido a mi crecimiento y desarrollo. Contar con la guía y orientación de una mujer –u hombre– profesional con la capacidad y generosidad de compartir su perspectiva, que es aplicable a tu presente, ha sido un gran impulso para mí, especialmente, en momentos claves de mi carrera.