Por: Puri Lucena
etrás de la inteligencia artificial, hay seres humanos. Y esos seres humanos tienen, de forma consciente o no, sesgos. Por eso, asegura Daniela Camberos, es importante prestar atención a cómo está hecha y cómo se educa. “Estos sesgos se pasan al código de la IA, que empieza a aprender por sí misma, pero con estos sesgos que ya le fueron programados”, explica esta psicóloga, que encabeza el área de recursos humanos de la proptech DD360, y que ha hecho de la IA una de las herramientas principales en su día a día.
“Una de las cosas que más odiaba hacer era reclutar, tomaba mucho tiempo”, explica. Entrar al ecosistema emprendedor (trabajó en Stori, donde fue la primera empleada, y en Revolut), la llevó a realizar una maestría en Innovación con un minor en Tecnologías Emergentes. Y ahí comprendió que podía cambiar las reglas del juego.
Lo hizo a partir de la creación de unos avatares con IA que replican al especialista de RH que realiza las entrevistas y que determina si la persona candidata pasa a la siguiente fase o no. “En ese entonces, no sabía nada de IA ética, pero sí que tenía que hacer algo para no sesgar, que tuviera esa empatía para que todos tengan las mismas oportunidades”. Las personas saben que están interactuando con una IA. “Lo ven como un juego, les encanta, se aplican por el avatar”.
Empezó a seguir y a hablar con Gabriela Ramos, economista y subdirectora general de Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO. Cuando le comentó sobre los avatares, le propuso unirse a la UNESCO Women for Ethical AI. Ahí colabora en la evaluación de qué necesitan los países, como México, para implementar la IA.
Como Country Chair de AI, Data & Cybersecurity en el grupo de mujeres líderes G100 ayuda a establecer políticas internacionales, y quiere enfocarse en derechos digitales. Además, considera que más y mejores condiciones educativas pueden hacer un cambio en el sector tecnológico. “Yo estudié en una secundaria pública y era la única mujer en el taller de electrónica. Es necesario empujar la educación”.
Cuando no está preparándose para el maratón de Chicago o con sus perros, se dedica a dar retroalimentación a ChatGPT. Está convencida de que la IA puede hacer un cambio. “Hay quienes no quieren candidatos que estudiaron en ciertas escuelas, por ejemplo. Pero si le presentas el análisis que hizo la IA y que los mejores perfiles incluyen los de esas escuelas, cambia mucho la perspectiva. Y las empresas ganan, porque contratan a las personas más competentes”.