Por: Rosalía Lara
omo subir una montaña. Así ha sido el camino de La Huerta de Elisa para entrar al mercado de papillas para bebé en México, un sector dominado por una marca. Roxana Antohi está detrás de este alimento que, señala, no tiene conservadores ni aditivos.
Antohi llegó a La Huerta de Elisa en 2021, cuando la start-up estaba a punto de cerrar. Rosalino Molina, su socio, había fundado la empresa en 2018 inspirado en su hija Elisa, pero la dificultad de vender un producto fresco a través del e-commerce hacía inviable el negocio. Ella vio la oportunidad y propuso un giro: llevar las papillas a los anaqueles de los supermercados.
El reto era enorme. La industria de alimentos infantiles en México está dominada por productos envasados y convencer a las cadenas de autoservicio de apostar por una opción fresca significó abrir camino en un terreno desconocido. “La innovación fue clave”, recuerda. “Las cadenas buscan productos nuevos y lo que ofrecemos no existía en el mercado”.
En 2024, La Huerta de Elisa logró colocar sus papillas en Walmart. Hoy, opera un programa piloto en la Ciudad de México, con planes de expansión a Monterrey y Guadalajara este año y, eventualmente, a nivel nacional. El sueño de Antohi es replicar el modelo en América Latina, aprovechando su riqueza de frutas y verduras para ofrecer opciones saludables a más bebés.
Uno de los desafíos del ecosistema emprendedor es que el mundo tech domina y la inversión va hacia esas empresas. “Lo he vivido bastantes veces. Me preguntan: ¿dónde está tu lado tech? Y mi respuesta es que estoy salvando a los bebés, ¿qué más necesitas? Fue un desafío enorme convencer de que en una empresa que no es tech también vale la pena invertir”, cuenta. Lo que les ayudó a levantar capital en un primer momento fue ganar dos premios de innovación, uno de Harvard y otro de Cambridge. “Eso nos ayudó mucho con inversión, porque fue un premio en dinero”, agrega.
Nacida en Rumania y con siete años en México, la emprendedora ha enfrentado barreras adicionales como mujer en el ecosistema. “Me tocó estar en reuniones donde los inversionistas solo le hablaban a mi socio”, cuenta. Esa experiencia la llevó a involucrarse en Amela Network, una organización que impulsa a emprendedoras y las ayuda a navegar los desafíos del levantamiento de capital.
Su resiliencia no solo se demuestra en los negocios, sino también en su otra gran pasión, el montañismo. Antohi ha escalado el Aconcagua, en Argentina, y sueña con conquistar los siete picos más altos del mundo.