La empresa cumple 10 años en México con mayor rentabilidad y convertida en el segundo operador más importante de telecomunicaciones.
Por: Puri Lucena & Ana Luisa Gutiérrez
Fotos: Diego Alvarez Esquivel
Nota de los editores: La entrevista con Mónica Aspe que reproducimos a continuación se realizó en junio, un mes antes de que la nueva Ley en Materia de Telecomunicaciones y Radiodifusión (LMTR) entrara en vigor, y fue publicada el 1 de agosto, como portada de la revista Expansión. Tras las posteriores versiones de una posible venta de AT&T México, Expansión solicitó a la empresa una postura sobre el tema. La compañía rechazó realizar comentarios al respecto y enfatizó el buen momento que atraviesa en el país.
Pocas empresas pueden presumir de tener en su origen a uno de los principales inventores del siglo XIX.
AT&T lo hace. La compañía desciende de la Bell Telephone Company, que Alexander Graham Bell creó para
explotar su patente del teléfono, que registró en Estados Unidos en 1876. Y aunque el italiano Antonio
Meucci es considerado desde junio de 2002 el verdadero inventor de este aparato, que ha evolucionado hasta
convertirse en una extensión de nuestro cuerpo, Bell sentó los cimientos de una industria y una compañía que
se ha convertido en la tercera empresa de telecomunicaciones más grande del mundo por sus niveles de
facturación.
AT&T llegó a México en 2015 con una inversión de 3,000 millones de dólares para construir una red nacional
de 4G y con una operación de ocho millones de usuarios, gracias a la adquisición de la base de suscriptores
de Iusacell y Nextel. Una década después, la cifra asciende a 12,000 mdd y 23.6 millones de suscriptores.
“Estamos creciendo en clientes, en ingresos y en rentabilidad. Somos el operador de red móvil de mayor
crecimiento en América Latina durante los últimos tres años”, dice Mónica Aspe, CEO de la compañía en
México.
Desde la pandemia, la empresa impulsó planes personalizados de conectividad que le ayudaron a incrementar sus ventas.
Fuente: Reportes financieros de AT&T.
El camino, asegura, no ha sido fácil y ha supuesto afrontar “batallas muy importantes”, no solo para
hacerse
un espacio en el mercado, también en materia regulatoria y de competencia económica. “Hemos enfrentado una
pandemia, como todo el mundo, pero también temas específicos de este sector en términos de incertidumbre
legal y regulatoria. Y, sin embargo, nos hemos enfocado en ganar con los clientes y en el mercado”.
AT&T llegó a México dos años después de aprobarse la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión
(LFTR) de Enrique Peña Nieto, que implicó la creación del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), que
sentó las bases regulatorias para generar una mayor competencia al existir en ese momento dos competidores
principales, Telcel y Telefónica Movistar. La firma de Carlos Slim concentraba el 69.6% del mercado.
El arribo de la estadounidense se tradujo en un respiro para la competencia y en una nueva opción de
servicio, pero su operación no ha sido sencilla. La empresa se ha tenido que enfrentar a América Móvil, el
gigante que a pesar de operar desde hace 11 años con medidas regulatorias para reducir su tamaño en
suscriptores e ingresos, aún se ubica en una posición dominante, con el 56% de los ingresos del sector,
gracias a que ha sabido caminar con sus reglas asimétricas y, en algunos casos, evadirlas teniendo como
consecuencia multas millonarias por parte del regulador.
Thaddeus Arroyo, el primer jefe de AT&T en el país, tuvo como misión consolidar la transición de
Iusacell/Nextel a la operación de la estadounidense, así como buscar eficiencias con la combinación de
tecnologías de redes ya construidas con las nuevas que desplegó la compañía.
Arroyo pasó la batuta a Kelly King, quien concretó la red 4G para AT&T. Pero el gran desafío era revertir
las pérdidas. Desde que inició operaciones, la empresa reportó seis años consecutivos de caídas en sus
márgenes financieros, debido a la unificación de Iusacell y Nextel en un solo servicio de 4G. Para cambiar
la situación, la firma tuvo que pasar por cuatro directores generales.
Laurent Therivel consolidó la transición de Iusacell/Nextel y consiguió un mayor número de consumidores de
alto valor para rozar la rentabilidad. El plan del CEO comenzó a tomar forma desde su entrada en 2018, al
disminuir los márgenes negativos de flujo operativo, gracias a que en 2019 desinvirtió en activos no
estratégicos, como el retorno del espectro que pertenecía a Nextel. Pero en abril de 2020, el año de la
pandemia, Therivel decidió emprender otros proyectos y la responsabilidad pasó a Mónica Aspe.
Fue con ella, primero como CEO interina y, desde marzo de 2021 ratificada en la posición, que AT&T logró márgenes financieros positivos, con planes y tarifas personalizadas para los usuarios, el despliegue de mayor infraestructura y la 5G, el impulso al segmento mayorista y a la vertical B2B, y seguir deshaciéndose de activos no estratégicos, como el 41% de su participación en Sky México.
En una década, la compañía ha multiplicado su número de clientes casi por tres.
Fuente: Reportes financieros de AT&T.
Aspe define esta primera década como de años muy dinámicos, en los que AT&T ha pedido una cancha pareja para competir. A la vez, la transformación digital se aceleró y cambió la velocidad de todas las industrias, incluida, claro, la de las telecomunicaciones. Y ve un área de oportunidad en el servicio, en la forma en la que la empresa se comunica y se relaciona con sus usuarios. “Mucho de nuestro trabajo en transformación tiene que ver con la simplificación de la forma en la que prestamos servicios. También hay mucha transformación en productos y servicios en sí mismos. Vienen cosas muy emocionantes con las nuevas tecnologías”, dice.
El portafolio de la empresa está formado por la oferta de prepago, pospago, equipos, internet de las cosas
(IoT) y la capacidad mayorista y de servicios para negocios. Y evoluciona para incluir distintas formas de
conectividad y financiamiento en el acceso a los dispositivos.
La quinta generación de redes abrirá además nuevos negocios. “Tener menos latencia, la capacidad de conectar
más dispositivos a la red y mayores velocidades, que es lo que nos da 5G, nos permite entrar a una nueva era
de innovación de productos y servicios que tiene que ver con calidad y servicios muy interesantes para lo
industrial”, explica.
Como en la automatización de las plantas de manufactura. O productos que antes no existían y que ahora están en desarrollo, como la ubicación de los dispositivos. “Esto anonimizado, por supuesto, pero es un producto muy interesante para combatir el fraude bancario. Si hay una transacción con una tarjeta de crédito, la distancia entre la tarjeta donde sucede la transacción y donde se encuentra tu teléfono móvil es un predictor de la probabilidad de fraude”, ejemplifica Aspe.
AT&T fue la primera empresa que desplegó 5G en México, en diciembre de 2021, apenas dos meses antes que su principal competidor, Telcel. Hoy en día, ofrece cobertura en 56 ciudades. La empresa avanza, dice Aspe, de manera sostenible. Y apunta a los altos costos del espectro en México, la espina dorsal para dar servicios de conectividad, como motivo que ha ralentizado el despliegue de todos los operadores en el país, en comparación con otros países latinoamericanos, especialmente, Brasil, que ha llevado una política de licitaciones de espectro empujadas por una visión de cobertura, no recaudatoria.
A la compañía de telecomunicaciones le tomó más de cinco años que su salud financiera se encaminara por un rumbo positivo.
Fuente: Reportes financieros de AT&T.
En 2021, la Agencia Nacional de Telecomunicaciones brasileña sentó el precedente con la banda de 3.5 GHz,
idónea para 5G, al licitarla con solo el 10% de su costo total, mientras que el 90% fue pagado con
obligaciones de cobertura y despliegue. Y el pasado julio determinó que la banda de 700 MHz, un espectro
similar al que tiene actualmente Altán en México, será licitada sin carácter lucrativo, ya que la finalidad
es ampliar la cobertura de telecomunicaciones del país en donde operan Vivo, Claro, TIM y Oi.
En México, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ha rechazado más de seis veces la propuesta del IFT
de reducir los costos de las bandas espectrales, un precio que es hasta 89% mayor al de algunos países como
Alemania, Grecia o Países Bajos y lleva a Telcel y AT&T a desembolsar el 5.4 y el 10.8% de sus ingresos
anuales, respectivamente, para costear las bandas de espectro.
El regulador señala que esta decisión incrementa la incertidumbre en la industria y aumenta la probabilidad
de que las empresas devuelvan bandas al Estado. De hecho, AT&T devolvió en 2019 diversos tramos de
frecuencias en la banda de 800 MHz que habían sido de Nextel, con la finalidad de hacer más eficiente su
operación. En 2023, regresó más espectro, lo que se tradujo en pérdidas de 106 millones de pesos anuales
para el gobierno, según señaló el regulador a Expansión en ese momento.
Telefónica es, quizás, el caso más complejo de esta situación. El operador español renunció por completo a
su espectro en 2019 para migrar a la red de AT&T. El movimiento tuvo como impacto una pérdida de 4,569
millones de pesos anuales entre 2019 y junio de 2022, según estimaciones del IFT.
En la actualidad, las licitaciones han pasado de ser atractivas a incómodas. En 2021, de 41 bloques que se
buscaba colocar, 38 quedaron desiertos. El año pasado, el regulador intentó lanzar una última puja con la
que pretendía vender 40 Megahertz de la banda de 2.5 GHz, cuya frecuencia es una de las más codiciadas por
las compañías gracias a su capacidad para ampliar la red 5G a nivel nacional. Pero el gobierno federal frenó
la subasta.
Ahora, la nueva autoridad, a través de la Comisión Reguladora de Telecomunicaciones (CRT) deberá lanzar las
bases de la licitación 5G antes de que concluya 2025, pero el éxito estará en los precios con los cuales
planea vender bandas espectrales a los operadores.
“Estamos manteniendo el ritmo sostenible y mantenemos a México moviéndose hacia las últimas
tecnologías”,
asegura Aspe, quien agrega que este mayor costo es “una barrera a la inclusión digital”.
En un contexto en el que todo puede cambiar de un día para otro, la directiva es clara pero cauta con sus respuestas en la entrevista, realizada en junio. Un mes después, el 17 de julio, la nueva Ley en Materia de Telecomunicaciones y Radiodifusión (LMTR) entró en vigor, pero con ambigüedades, pues estipula que la ley de 2013 y el IFT serán extintos una vez que se conforme el pleno de la CRT, pero sin precisar las fechas para elegir a los cinco comisionados del nuevo ente. Esto significa que el sector caminará por un tiempo con dos legislaciones, complicando el panorama regulatorio y operativo de las empresas.
En 2014, apenas un año antes de la llegada de AT&T a México, el término operador móvil virtual (OMV) aún no
era conocido. Pero sí lo era Richard Branson, el particular empresario británico, fundador de Virgin Group,
que trajo el primer OMV a México, hace 11 años, tres después de crear Virgin Mobile Latin America, que ya
tenía operaciones en Chile y Colombia. Su llegada fue ambiciosa, pretendía lograr el 10% del mercado. “Creo
que hay lugar para los dos. No creo que [Carlos Slim] vaya a sufrir mucho con nuestra presencia”, decía en
una entrevista exclusiva a Expansión en 2013.
Pero el plan de Branson no funcionó y el fondo de inversión Beyond ONE, con sede en Dubái, adquirió en 2023
la operación latinoamericana de Virgin Mobile. Donde el empresario no tuvo éxito, otros lo hicieron. En el
segmento de OMV, Bait, de Walmart, ha ganado terreno. Su ambición era arrebatar la segunda posición que AT&T
ostenta en México. Y, aunque el IFT ha rebajado su número de usuarios a 8.3 millones, lo que lo sitúa en
cuarta posición, el operador argumenta que cuenta con 21.5 millones activos en los últimos 180 días, lo que
lo llevaría a estar justo detrás de la empresa que lidera Aspe.
Lo cierto es que el sector ha cambiado. Al amparo de Altán Redes, los OMV han crecido en los últimos cinco
años hasta superar el 14.2% de cuota de mercado.
Aspe no habla de la competencia. Pero sí señala que además de los más de 23 millones de clientes, la empresa
es una mayorista importante con Telefónica, Megamóvil, YO México, Izzi Móvil y Red América en su red, lo que
suma más de 44 millones de líneas. “No nos asusta la competencia, ni mayorista ni minorista. Competimos y
sabemos ganar con los clientes, personas, empresas, pero también otros operadores que deciden subirse sobre
nuestra red”, afirma.
La llegada de los OMV ha provocado una mayor competencia para ganar mercado.
Fuente: IFT.
El negocio mayorista ha permitido a la compañía, que también ha lanzado Wim, incrementar sus ingresos y ha
sido uno de los factores que le ayudó a salir de la tendencia financiera negativa.
De ahí que, ante la posibilidad de que la CFE ofrezca internet y telefonía en todo México y no solo en zonas
remotas, como estaba planteado en el proyecto inicial del expresidente Andrés Manuel López Obrador, Aspe
apunte que el acceso a internet es un derecho reconocido en la Constitución. “Es difícil pensar nuestras
vidas hoy al margen de la conectividad y, cuando pensamos en las personas que viven no conectadas, es
difícil también pensar cómo ejercen otros derechos. Porque la conectividad realmente se ha vuelto la
infraestructura crítica del siglo XXI”, sostiene.
Desde ahí, agrega que los gobiernos tienen un papel clave en la inclusión digital, ante la existencia de
brechas que requieren la intervención pública para cerrarlas. La pregunta, plantea, es cuál es la forma más
efectiva de hacerlo. “A mí me parece que la forma más efectiva es facilitando, no solo permitiendo, la
llegada de los operadores privados a todos los lugares donde podemos llegar de manera sostenible y, después,
buscando colaboraciones que permitan cerrar brechas en las otras regiones donde sea más difícil hacerlo”.
La directiva fue, de hecho, una de las impulsoras de la Red Compartida, el mayorista que opera Altán Redes,
en su etapa como funcionaria, en la que contribuyó a la implementación de algunos de los proyectos que eran
parte de la reforma de telecomunicaciones de 2013. Su visión como directora de una empresa de
telecomunicaciones, la primera además mexicana de AT&T y la única mujer en la industria, pasó también por la
administración pública. Entre 2011 y 2017 trabajó en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, los dos
últimos años como subsecretaria de Comunicaciones. Después, asumió como embajadora y representante
permanente de México ante la OCDE, antes de convertirse, en 2018, en vicepresidenta de Asuntos Externos de
AT&T, desde donde pasó a CEO.
“Fue un cambio interesantísimo”, señala sobre su trayecto del sector público al privado, antes de abogar por
poner reglas claras sobre cómo se puede dar este paso. “Tiene muchísimo de positivo. Una cosa que he
aprendido es que hubiera sido mejor funcionaria si hubiera conocido el sector privado y soy mejor empresaria
porque conocí el sector público”, asegura. “Ojalá encontráramos la forma de aprovechar esa riqueza”.
“Lo que es muy importante es que, cuando se está en el sector público, se trabaja para el sector público, y
cuando se está en el sector privado, se trabaja para el sector privado, y hay que cuidar mucho los
conflictos de intereses. (...) Hay mucho valor que a veces desaprovechamos por tener ideas preconcebidas de
que no se debe pasar de un lado para el otro”, opina. “Los funcionarios decentes, íntegros, tienen que
seguir trabajando en la vida, y las carreras deben continuar. Preocupante sería que no tuvieran que buscar
trabajo después de estar en el sector público”.
Aspe no es, de hecho, la única que ha recorrido este camino en la empresa. En junio de 2022, AT&T anunciaba
la contratación de Gabriel Contreras, quien hasta 2020 era el presidente comisionado del IFT, como General
Counsel y vicepresidente de Legal y Asuntos Externos, una decisión que levantó cierta polémica. “Tanto AT&T
como Gabriel hemos sido cuidadosos con el proceso de contratación, asegurándonos de cumplir cabalmente con
la normatividad aplicable”, explicaba AT&T entonces en una postura compartida a Expansión.
CONVICCIÓN. Como funcionaria y como CEO, Aspe ha buscado ampliar la base de usuarios de telecomunicaciones en el país.
AT&T cumple sus primeros 10 años en México como segundo participante del mercado y con resultados de
rentabilidad. Para la empresa, con todo y entorno, es un momento dulce. Pero también de seguir mirando hacia
adelante, ante la enorme transformación que supone la adopción de la inteligencia artificial, que permite
gestionar de forma más eficiente las redes y obtener ventajas competitivas.
También, de continuar colaborando para, no solo a través del negocio, contribuir a cerrar brechas con
iniciativas como la de ciudadanía digital, con la que ha impactado a nueve millones de niñas y niños para
que vivan de manera segura y saludable su vida digital. O AT&T Accesible, con la que la empresa ofrece
atención especializada para adaptar las funciones de accesibilidad que faciliten el uso de los teléfonos
celulares a clientes que necesitan algún apoyo motriz, visual, auditivo e intelectual, así como para las
personas mayores. Y esto enlaza con el origen de la empresa. Fue la sordera de su madre, Eliza, y luego de
su esposa, Mabel Hubbard, lo que llevó a Bell a enfocarse en el sonido y la comunicación.
“Viene seguir creciendo en el mercado a través de servir mejor a los clientes y de tener la mejor oferta de valor en todo lo que hacemos”, asegura Aspe. “Seguir siendo el mejor lugar para atraer y retener talento en la industria de las telecomunicaciones. Y seguir siendo la infraestructura que va a definir el juego de México en el siglo XXI”.
DISEÑO EDITORIAL Rodrigo Heredia DISEÑO Y PROGRAMACIÓN WEB Paula Carrillo EDICIÓN DE FOTOGRAFÍA Diego Alvarez Esquivel COORDINACIÓN DE FOTOGRAFÍA Betina García