Por: Tzuara De Luna y Luis Alberto Zanela / Salina Cruz, Oax., y Coatzacoalcos, Ver.
Fotos: Oliver Campa
Hablar del corredor interoceánico en México es evocar el pasado, pero con bocanadas de aire fresco,
porque en el mosaico de ecosistemas que alberga el Istmo de Tehuantepec, el ruido de una locomotora
emerge ahora con más fuerza de entre sus selvas, bosques y matorrales.
La vía ferroviaria que conecta los puertos de Salina Cruz, en Oaxaca, con Coatzacoalcos, en Veracruz,
fue recorrida por Expansión a lo largo de sus poco más de 300 kilómetros para constatarlo. Como
casi
todos los trazos ferroviarios del país, fue inaugurada por el entonces presidente Porfirio Díaz, en
1907, con el objetivo de transportar mercancías entre el Pacífico y el Atlántico, vía el golfo de
México.
Pero más temprano que tarde, el sueño de Díaz se vino abajo. La creación del Canal de Panamá, en 1914,
revolucionó los flujos marítimos mundiales al permitir que los barcos navegaran sin la necesidad de
maniobrar la carga, lo cual tenía que ocurrir en México al bajarla por los puertos, trasladarla al
ferrocarril y después, subirla nuevamente a un barco, con los costos que conllevaba.
La idea de Díaz no era descabellada, simplemente irrumpió en la escena del transporte marítimo una
opción más eficiente. Tanto, que se mantiene hasta ahora. Pero, a final de cuentas, la vía ya estaba y
había que usarla, por lo que el transporte ferroviario operó desde entonces hasta que la vía fue
obsoleta, con curvas y pendientes que la volvieron ineficiente. Y, aun así, funcionaba, hasta que vino
una renovación profunda en el año 2020.
LA PROMESA. La presidenta Claudia Sheinbaum continúa con el proyecto que pretende ser motor de desarrollo económico y social para la región.
Los pobladores de la región lo tienen muy presente. Juan, un maestro oaxaqueño, incluso asegura recordar
que en su infancia tomaba esta ruta con su madre para trasladarse a Veracruz. Sin embargo, esos mismos
pobladores también fueron testigos de la debacle de este transporte que, a lo largo de la historia, se
convirtió más en un discurso político que en acciones concretas de rescate, con carga como su principal
motor y muchas limitantes operativas.
Y entonces llegó a la presidencia Andrés Manuel López Obrador. Denominado como Corredor Interoceánico
del Istmo de Tehuantepec (CIIT) por decreto presidencial en 2019, el proyecto creció y contempla ahora
la utilización de 1,200 kilómetros de vías férreas para carga y pasajeros, 610 puentes, 41 estaciones,
30 laderos, ocho patios de trasvase y 12 parques industriales, conocidos como Polos de Desarrollo para
el Bienestar (Podebis). El área de atención ya no se centra solo en Oaxaca y en Veracruz, también se
extiende a Chiapas y a Tabasco.
El principal reto, admite Octavio Sánchez Guillén, almirante en retiro y director general del CIIT,
dentro de la Secretaría de Marina (Semar), radica en la integración de todo lo que pretende ser el
corredor: una plataforma logística e industrial que genere desarrollo económico con un impacto en el
bienestar social.
El recorrido va más allá del istmo y se extiende a Chiapas y Tabasco.
Fuente: CIIT.
Al funcionario le cuesta trabajo hablar de inversiones, al estar involucradas diferentes entidades de
gobierno, aunque un estudio reciente del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) da
cuenta de 73,142 millones de pesos erogados en el proyecto, que no necesariamente ha tenido un impacto
tan significativo en el empleo, cuyo crecimiento entre 2018 y 2024 fue del 11.2% en la ocupación total;
apenas 2.6% en la construcción y 6.3% en la generación de empleo formal.
“El Corredor Interoceánico muestra un rezago significativo en el impacto laboral, aunque la inversión se
incrementa a partir de 2020; el crecimiento en empleo formal asociado es bajo y volátil, incluso con una
caída de 3.6% en el empleo formal de 2021. Esto puede indicar que el impacto de este proyecto es más
indirecto o que su ejecución ha sido más lenta o fragmentada”, detalla el documento del CIEP.
Como sea, las expectativas en torno al CIIT son altas, sobre todo, cuando empiece a reflejar mejores
indicadores laborales, sociales, de transporte e industriales. Las estimaciones de la Secretaría de
Economía (SE) indican que cuando esta plataforma logística entre en total funcionamiento, podría aportar
hasta el 5% del PIB Nacional. Los especialistas consultados no prevén que esto ocurra antes de 2030.
López Obrador inauguró la primera fase del proyecto en septiembre de 2023. A dos años de distancia, la
materialización de todos sus beneficios aún está en dicho porque el ferrocarril, que primero fue
planteado para carga y después incluyó pasajeros, apenas transita por el ramal principal del istmo, es
decir, la línea Z, entre los puertos. Los ramales hacia Chiapas (línea K) aún no funcionan y el que
pretende conectar Tabasco (línea FA) con el puerto y la refinería de Dos Bocas, llegando hasta el Tren
Maya, está en proceso de iniciar su construcción. Lo importante, para Sánchez Guillén, es que las obras
no se detienen.
Al abordar nuestro recorrido en Salina Cruz, parece que se ha entrado a una máquina del tiempo. Entre
las zonas económica y de primera clase, el tren, que proviene de manufactura estadounidense de los años
60, tiene una capacidad hasta de 400 pasajeros. Su itinerario es fácil de memorizar. En temporada baja,
solo hay cuatro corridas a la semana, una cada día –de jueves a domingo–, con salidas puntuales a las 8
am. Los precios varían según los tramos que se recorran, con rangos que van desde 22 pesos en los más
cortos hasta 476 pesos si se toma hasta la terminal de Coatzacoalcos.
“Grosso modo, el 60% de los pasajeros son turistas y un 40% es un pasajero regular o que utiliza el tren
para poder ir de un punto a otro de manera habitual o por necesidad”, comenta el capitán Édgar Vilchis,
encargado de la operación de pasajeros. En una semana habitual, el factor de ocupación ronda el 60%,
pero la situación cambia en temporada alta, con trenes al 100% de su capacidad.
Al igual que la carga, los pasajeros no han sido consistentes en este medio de transporte desde el inicio de las operaciones, en diciembre de 2023.
Fuente: Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec.
El viaje al pasado comienza al subir. Aquí se le dice adiós a las grandes velocidades que alcanzan
algunos trenes en Europa o Asia. El Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec (FIT) corre a 60 kilómetros por
hora, y si bien tiene aire acondicionado y tomas de corriente, no cuenta con wifi, además de que durante
la mitad del viaje no hay señal satelital.
Pero contar o no con internet parece no ser algo tan trascendente estando a bordo. La familia Suárez
viaja
solo de Matías Romero a Donaji, un tramo de más de una hora que usan por lo menos una vez cada dos
semanas
para visitar a sus seres queridos. Ya conocen la ruta de ida y vuelta. No hay por qué perderse. Otros
paseantes toman rutas más cortas, como la de Salina Cruz a Ixtepec, que dura alrededor de 50 minutos y
tiene un costo de 74 pesos, frente al recorrido del autotransporte de pasajeros que obliga a hacer una
parada en Juchitán y cuesta 130 pesos, ya que es necesario tomar dos transportes. Para estos pasajeros,
tampoco parece imprescindible internet.
ENCARRILADO. El servicio para pasajeros ha funcionado hasta ahora mejor que el planteado para carga y se prevé una nueva ruta interurbana.
A diferencia del Tren Maya, otro proyecto insignia del gobierno federal, el FIT no cuenta con cafetería
a
bordo, de tal manera que, para conseguir alimentos, es necesario esperar el tránsito del carrito de
venta,
que pasa entre una o dos veces cada hora con café y otras bebidas, tortas y sándwiches con precios que
no
rebasan los 100 pesos.
Las cifras del volumen de pasajeros del FIT aún no muestran una conducta uniforme, dado que no se ha
encontrado el equilibrio entre oferta y demanda, de acuerdo con Sánchez Guillén. Es por eso que la Semar
alista, para el cierre de este año, la puesta en marcha del ‘Tehuanito’, un tren más interurbano en una
ruta corta más pequeña y cuyas estaciones todavía no se terminan de definir, que pretende hacerse dos
veces al día, con miras a brindarle un mayor beneficio a las personas, que podrán ir y venir en el tren
el
mismo día.
Para Óscar Cortés Hidalgo, socio fundador de la consultora ferroviaria ALTTRAC, la rentabilidad del
ferrocarril, y también del propio CIIT, no está en función del traslado de personas, pues este modelo en
todo el mundo, no solo en México, necesita subsidios para su existencia; el verdadero negocio está en
otro
lugar. “Claramente, todavía está en ciernes este corredor. Es complicado pensar ahora en la rentabilidad
porque esto lo da la carga, y esto apenas está despegando, debe consolidarse. Son proyectos que tienen
un
periodo de maduración para poder evaluarlos de una manera más precisa. Es necesario esperar”, comenta.
Como señala el especialista de ALTTRAC, la rentabilidad del proyecto radica en el tráfico de mercancías
y, con base en los datos disponibles, todavía no representa un volumen considerable. El traslado para la
carga contenerizada aún tiene dificultades estructurales, pero los clientes empiezan a subirse al tren,
aunque en tránsitos locales y con otro tipo de productos.
Mientras que para el servicio de pasajeros las rutas ya están establecidas y los vecinos de las
estaciones
como Salina Cruz ya saben a qué hora comenzará el ruido de la locomotora; para quienes viven cerca de
las
vías del tren que conecta la ruta con el puerto, la situación es diferente porque los itinerarios
cambian
para la carga de acuerdo a las necesidades de los clientes.
“Lo hemos escuchado aquí muy temprano o muy de noche. A veces, también en la tarde, porque no hay fechas
o
tiempos exactos en los que pase”, comenta Susana, una habitante cercana quien, desde su hogar, puede
observar las vías del tren que conectan de manera directa con el puerto.
EN PROCESO. Aunque no hay rutas regulares todavía, la carga comienza a fluir en el corredor y el equipamiento va en aumento.
Desde 2023, cuando comenzó el proyecto, la carga registraba un comportamiento por debajo de las 50,000 toneladas, con crecimientos a partir de junio de este año.
Fuente: Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec.
Cemex y Gruma fueron de los primeros clientes. La cementera, con recorridos desde abril del año pasado
con rutas que van de Medias Aguas a Pearson y de Medias Aguas a Ing. Ayala; mientras que Gruma ha
utilizado el tren desde julio de 2024 en la ruta Salina Cruz-Chinameca y Coatzacoalcos, para transportar
maíz de Sinaloa a sus plantas en Veracruz, con un acumulado de 110,000 toneladas. También Minsa lo ha
hecho desde agosto, con rutas entre Salina Cruz y Jáltipan y, de manera más reciente, se han unido
empresas como Moctezuma, Pemex, Bachoco y ADN Energía.
Hasta el momento, la cartera de clientes se ha volcado hacia la carga a granel, con cemento, maíz,
coque, arcilla, ácido fluorhídrico y arena, entre otros. Esto ha hecho que el equipamiento del corredor
aumente en este rubro, hasta contar con 184 tolvas graneleras, 104 furgones de 50 pies que permiten
movilizar desde pallets de hierro hasta abarrotes y autopartes, así como 84 góndolas enfocadas al
movimiento de grava, acero y materiales para la construcción, aunado a otro tipo de equipos para el
movimiento de mercancías.
VIENTO EN POPA. El gobierno y los privados aceleran en la adecuación de infraestructura para mover más carga.
Así como sucede en el flujo de pasajeros, la carga se ha mantenido con un enfoque nacional y no ha
tenido un crecimiento sostenido. Pese a ello, la atracción de clientes desde el exterior está avanzando.
El único viaje interoceánico realmente efectuado hasta el momento fue el de la armadora automotriz
Hyundai, que desplazó 900 autos de Salina Cruz a Coatzacoalcos, un movimiento que duró seis días desde
que llegó el buque Glovis Cosmos a la costa oaxaqueña hasta que los automóviles terminaron el 3 de abril
del año pasado de nuevo a bordo del RCC África, listos para zarpar de Coatzacoalcos a la costa este de
Estados Unidos.
El capitán Juan Carlos Cruz, director comercial del CIIT, destaca que siguen en conversaciones con
Hyundai para poner en marcha otra operación interoceánica, lo que aún continúa en planeación, pero con
“una alta expectativa” de que se materialice en el primer trimestre del año entrante, ya con mayor
frecuencia.
Además de esta firma, otra automotriz asiática ha mostrado interés en hacer una operación similar.
Mientras tanto, el CIIT ya cuenta con 33 Auto Max II binivel para el traslado ferroviario de vehículos.
Los contenedores aún esperan y las cifras no se reflejan. El capitán Cruz acepta que el negocio está en
su traslado, pero los grandes volúmenes se ven lejanos porque los puertos ancla aún no cuentan con la
infraestructura necesaria para que esto se realice a gran escala o con habitualidad.
La esencia del transístmico es que Salina Cruz reciba los contenedores de Asia para dirigirlos al tren,
lleguen a Coatzacoalcos y se vayan hacia la costa este de Estados Unidos y hasta a Europa, pero esto se
complica dadas las características del puerto, que además compite con Manzanillo y Lázaro Cárdenas,
ambos
con grandes terminales especializadas de contenedores y una infraestructura logística más robusta para
el
desalojo ferroviario y carretero de estas cajas de acero; así como otros puertos, como Mazatlán y
Ensenada. El caso de Coatzacoalcos no es distinto, aunque mueve pocos contenedores, tampoco cuenta con
la
infraestructura idónea, pero ya se está atendiendo eso.
En Salina Cruz se trabaja para recibir buques pequeños tipo Panamax y post Panamax, denominados así por
sus capacidades hasta de 6,000 contenedores de 20 pies (TEU), a través del dragado a una profundidad de
12
metros desde los 10 actuales, la ampliación de la bocana de acceso al puerto, de 80 a 120 metros, y la
del
muelle, de 275 a 550 metros; así como la culminación de la construcción de un rompeolas que permitirá,
en
un futuro, incrementar su capacidad. Por ponerlo en perspectiva, Manzanillo puede recibir buques con más
de 14,000 TEU y Lázaro Cárdenas, hasta 18,000 TEU y más.
El puerto busca recibir los contenedores de Asia y que transiten por el tren hacia Coatzacoalcos, pero en 2024 no movió ninguno y en lo que va de 2025, solo cuatro.
El puerto se insertará en el proyecto una vez que concluya la rehabilitación de la vía K. El potencial se observa en carga hacia Centro y Sudamérica.
Este puerto es el otro componente importante del corredor transístmico, ya que de aquí, la carga puede partir vía marítima o terrestre hacia Estados Unidos.
*Datos a agosto.
Fuente: Coordinación General de Puertos y Marina Mercante de la Secretaría de Marina.
En lo que respecta a Coatzacoalcos, ya se ha dragado a 12 metros pensando en buques de mayor capacidad
y se avanza con inversión privada en la construcción de la TUM, que en una fase inicial brindaría una
capacidad anual de 300,000 TEU.
Al estar en el lugar, es sencillo discernir que estos puertos ancla se encaminan a incursionar en nuevos
negocios y horizontes, porque, a diferencia de otros recintos, como el de Manzanillo o Lázaro Cárdenas,
en donde desde la carretera, a distancia incluso de kilómetros antes de llegar, ya se observan grúas
enormes y robusta infraestructura, aquí la situación es diferente. No hay grandes grúas ni enormes
caminos de acceso que se puedan ver desde lejos. La mayor actividad se visualiza por las labores de
infraestructura que se están haciendo, y no porque haya un gran movimiento o dinamismo de clientes como
tal.
Aun así, la intención es que con esta capacidad portuaria inicial, el ferrocarril alcance a movilizar
hasta 1.5 millones de TEU anualmente en una etapa un poco más madura, porque ahí es donde parecería
estar la principal fuente de recursos, pero las cifras lucen poco alentadoras si se considera que, en
2024, Salina Cruz no tuvo actividad en contenedores y, en lo que va de 2025, apenas ha movido cuatro,
por las labores de infraestructura por las que atraviesa actualmente el puerto.
Octavio Arellano, consultor en desarrollo regional y portuario, considera que antes de buscar que se
realicen viajes interoceánicos con empresas internacionales, en lo que la infraestructura está lista, la
apuesta podría encaminarse a trasladar carga con un enfoque más local.
“Yo pensaría que necesitamos enfocarnos en el corto plazo, en lo que sí se puede hacer con lo que
tenemos, que sería buscar cargas regionales. Como rutas que por medio de cabotaje (transporte marítimo
entre puertos nacionales) se pueda conectar a Salina Cruz con Lázaro Cárdenas o con Manzanillo”, opina.
Mientras la infraestructura adecuada para el cruce de mercancías por contenedor aún no esté lista,
competir con un cruce logístico de calibre internacional, como lo es el canal de Panamá, luce
complicado, tal cual lo ha planteado el gobierno federal, aunque con un discurso más matizado de
complemento y no de competencia. Incluso, Sánchez Guillén, director del CIIT, reconoce que ha sido
complicado que esas empresas que mueven más del 80% del comercio mundial, las navieras internacionales,
muestren por ahora un interés por desarrollar rutas marítimas regulares que alimenten de contenedores el
trayecto.
El proyecto debe funcionar con un engranaje perfecto. Pero el tiempo también parece detenerse cuando
pasa
el tren a lo largo de los 10 Podebis que alberga la línea Z, porque, aunque se anunciaron desde el
inicio
del CIIT, las expectativas de ver un complejo industrial se mantienen en deseos. La apuesta incluso
podría
elevarse a 14 Podebis, con otros que no están presentes en el trayecto interoceánico, considerando los
ramales hacia Tabasco y Chiapas y aún sin definir.
Desde la perspectiva de Alejandra García Velázquez, coordinadora general de Desarrollo Comercial del
CIIT,
el polo de Texistepec, en Veracruz, es el que más avance acumula, pero desde el interior del tren solo
se
alcanza a observar un terreno ligeramente aplanado.
Y es que la puesta en marcha de los polos se ha trazado como una labor conjunta. El gobierno se ha
encargado de encontrar los terrenos y facilitar la ‘tramitología’, pero los privados son los que deben
encargarse de habilitar los parques industriales, atraer a los clientes y potenciar los negocios, todo
esto a través de las licitaciones públicas y las adjudicaciones a diferentes empresas. “La última milla
es
de ellos. Nosotros solo les garantizamos que el área cercana al polo contara con conectividad, que
tuviera
cerca, por ejemplo, el ducto de gas, la línea de agua, la conexión a la energía eléctrica”, comenta
García.
Las inversiones en estos centros industriales son diferentes, de acuerdo con la empresa Proistmo México,
que se adjudicó cuatro Podebis de la línea Z. La compañía describe que desarrolla y opera más de 1,500
hectáreas con beneficios fiscales, aduaneros y logísticos a lo largo del corredor y, con el apoyo de
firmas arquitectónicas y consultoras especializadas, ha concebido un plan maestro que incluye 6,000,000
de
m2 de naves industriales.
BLINDADO. Al igual que otros proyectos insignia del gobierno, el corredor está custodiado por elementos de la Semar.
Fabián Vargas, director de Estrategia y Ejecución de la firma, explica que, dependiendo de los estudios
para cada Podebi, las inversiones pueden variar, de tal manera que no existe una cifra promedio. “Por
ejemplo, el proyecto de energía para Texistepec lo teníamos prospectado en 350 millones de pesos, sin
embargo, derivado de la demanda y el tipo de consumo, de media a alta tensión, pasó a casi 1,110
millones”, comenta.
El objetivo principal es que las industrias que se asienten se encarguen de transformar y darle valor
agregado a las materias primas provenientes de Asia llegando a Salina Cruz, para luego procesarse y que
terminen llegando como un producto final destinado a la exportación, zarpando de Coatzacoalcos. A final
de cuentas, esto es lo que va a dar volúmenes al corredor y empleo a la población porque ver solo pasar
la carga no traerá beneficio social.
Gilberto Lozano Meade, socio director de Roland Berger México, opina que el modelo de negocio propuesto
parece complicado, ya que las industrias de manufactura se fijan en elementos básicos para su
producción,
como recursos energéticos, hídricos y de pavimentación, por lo que las primeras empresas que podrían
llegar, antes de grandes centros de manufactura, serían agentes económicos como compañías de logística o
afines, en lo que se consolida el proyecto. “Conforme se empiece a generar inercia, la iniciativa
privada
comenzaría a movilizarse, y así se generaría ese efecto natural.
Pero, evidentemente, es muy complejo que alguien decida poner inversiones ahora en alguno de ellos
(Podebis) si todavía no está la infraestructura básica”, enfatiza.
Pese a ello, Proistmo asegura que, para el primer trimestre de 2026, podrían anunciarse las primeras
empresas que apostarán por instalarse, en un inicio, en el Podebi de Texistepec, con enfoques hacia la
producción de paneles solares y de componentes automotrices.
Aunque el CIIT parece una gran maraña, con detractores y apostadores, lo cierto es que tiene avances y
ambiciones; y mientras tanto, su recorrido continúa, atravesando la extensa vegetación del istmo de
Tehuantepec y siendo un hito de esperanza para un mayor dinamismo económico para los pobladores de la
región.
De estar limitado en un inicio a la región del istmo, el área de oportunidad abarca Tabasco y Chiapas,
conectando los puertos de Dos Bocas y Puerto Chiapas. Además de la carga contenerizada en la línea Z, el
negocio también se observa en el movimiento de alimentos y mercancía a granel en los otros ramales, como
el FA que termina en Palenque y hará cruce con el Tren Maya, así como con la K, que conectará de Ixtepec
a
Puerto Chiapas.
Pero algunos especialistas, como Octavio Arellano, cuestionan la viabilidad de haber extendido el
proyecto
a tal magnitud sin antes haber visto la total maduración de su columna vertebral, es decir, la línea Z,
con una robusta infraestructura portuaria que permita el cruce de contenedores y, por ende, fuera el
atractivo para las industrias que desean realizar operaciones transoceánicas y de manufactura en el
país.
Y es que las dudas surgen con más fuerza al observar la vocación de estos puertos recién añadidos.
“En Dos Bocas, la actividad portuaria es muy limitada y en Puerto Chiapas también, por problemas de
azolve permanente. Pensar en que se puedan ligar de manera importante y activa al corredor lo veo
complicado”, enfatiza Arellano. “No creo que haya una base realmente comercial o técnica que diga que
esto
puede funcionar como una unidad”.
Sin embargo, especialistas como Cortés, de ALTTRAC, y Lozano, de Roland Berger, ven con buenos ojos que
la
apuesta haya crecido y se decida aumentar sus capacidades aun estando en fase de despegue, pues no se
trata de una iniciativa que pueda rendir frutos de la noche a la mañana. Lo que sí es que consideran que
es necesario que el CIIT madure, porque no se trata de un proyecto que pueda alcanzar su brillo total o
máxima capacidad en un solo sexenio.
La apuesta en los otros ramales es la misma que mantiene a flote la línea Z: revitalizar una ruta que se
usó en el pasado, pero, esta vez, buscando nuevas oportunidades de negocio que, de acuerdo con el
almirante Sánchez Guillén, ya están en puerta. “Hay mucha agroindustria que quiere mover su carga de
Chiapas hacia el centro de la República. Otros la quieren mover hacia Sudamérica, y donde podrían hacer
esto sería por la línea K cuando ya esté activa. Ya tenemos varios clientes que nos han ido a ver para
estar preparados y mover carga por ahí”, asegura.
EN TRAYECTO. Los especialistas consideran que la integración del proyecto como plataforma no será antes de 2030.
Aunque el tiempo parece detenerse a bordo del tren, en donde en el trayecto solo se observa verde de
tanta naturaleza en la zona, el tiempo en realidad es decisivo, aun para la puesta en marcha del primer
tramo de la línea K, que se extiende a Chiapas, y que tenía por objetivo inaugurarse en agosto o
septiembre de este año, pero cuya fecha ya se aplazó para finales de 2025 o inicios de 2026.
La región sureste necesitaba un proyecto de gran envergadura y alcance como el CIIT, pero mientras
continúa escribiendo su historia en tiempo real, la vida y los negocios son algo que no se detiene, y
siempre habrá otras opciones. Incluso la integración de todo, como plataforma logística, no la ven los
especialistas para antes de 2030.
DISEÑO EDITORIAL Alina Torres DISEÑO WEB Paula Carrillo EDITOR DE FOTOGRAFÍA Diego Alvarez COORDINADORA DE FOTOGRAFÍA Betina García