He tenido la suerte de trabajar en equipos donde la diferencia es bienvenida. Sin embargo, recuerdo momentos de mi carrera en los que “regresé al clóset” e hice lo que muchos gays aprendemos desde muy jóvenes para pasar desapercibidos: a controlar los movimientos de la mano, a modular la voz, es decir, a editarnos. Pero en Edelman encontré un lugar de trabajo donde la diferencia no sólo es bienvenida, sino celebrada”.