Francisco Ramos

VP de Contenidos para Latinoamérica
Netflix

Por Eladio González

Aunque nació en México, ha vivido la mayor parte de su vida en Madrid. Dejó la carrera de derecho por la televisión, a la que llegó apadrinado por Antonio Asensio, uno de los empresarios más importantes de los medios de comunicación en España. Pero quería hacer cine. Durante su trayectoria como productor independiente estuvo detrás de grandes éxitos de taquilla, como: Sobreviviré, El método, Kamchatka, Tres metros sobre el cielo o Súper López. “Producía películas que luego le vendía a Netflix”, comenta. Así comenzó una relación que se formalizó en 2017, cuando lo contrataron para llevar los contenidos originales de habla hispana de España y Latinoamérica, desde Los Ángeles. Al poco tiempo, también de Brasil. Hoy es el máximo responsable de los contenidos para la plataforma en América Latina y su base está de nuevo en la Ciudad de México.

E: ¿Tomas en cuenta la agenda LGBT+ a la hora de elegir proyectos?



FR: Un productor o director no hace una película para seguir una agenda social, lo hace para contar una historia. La suma de historias, de relatos, de películas, de libros, son lo que provoca el avance. Los productores tenemos la obligación de darle la voz a un director en el cine -en televisión es distinto-, porque pensamos que su mirada sobre los temas es interesante. Como productor, me interesan las cosas que me entretienen, que me provocan pensamientos, ideas o malestar, a veces. Entonces digo: este tema me interesa. No me gusta aburrirme.

E: Pero es un tema que ha estado presente en tu trabajo...



FR: Más allá de mi condición, eso tiene que ver con una representación adecuada del mundo real. Una regla fundamental de la ficción es la verosimilitud. A todos nos pasa que no entendemos lo que nos quieren contar cuando la construcción del símil es fallida. Los que cuentan las historias detrás de la pantalla tienen que representar la diversidad que existe en el mundo. Si no hay mujeres directoras, de color, guionistas, etc, nadie va a contar el mundo como ellas lo ven. Por eso, insisto tanto en que no se trata de tener personajes femeninos o LGBT+ porque sí. Se trata de tenerlos haciendo personajes complejos, interesantes, polémicos, tal y como son.

E: Una crítica que se le hace a Netflix es que a fuerza siempre tienen que estar representadas las minorías, aunque la historia no vaya por ahí. ¿Qué opinas de eso?



FR: Las historias no son heterosexuales u homosexuales, son sobre personas. Los conflictos muchas veces no tienen que ver con la sexualidad, sino con la humanidad. Para que los personajes de las peliculas o las series no parezcan forzados tiene que haber una escritura adecuada. En Netflix, creemos en empoderar a las voces que están detrás de la cámara, por ejemplo, que haya guionistas mujeres o LGBT+, que se van a encargar de que los personajes estén bien construidos, para que el espectador no tenga la sensación de que eso no checa.

E: Esa representatividad al interior de Netflix, ¿hay que forzarla o es orgánica?



FR: En Netflix, estamos convencidos de que lo mejor que podemos hacer es ser diversos internamente. Si nuestra empresa refleja la visión del mundo, lo más seguro es que acertemos con nuestro contenido. No dudan en lo más mínimo en poner en puestos de altísima responsabilidad a una persona por su condición sexual. Tanto es así, que soy el máximo responsable de la empresa en América Latina. Pero para conseguir esa representatividad tiene que ser una mezcla de los dos. De lo contrario, no pasaría de forma natural. Si no tuviéramos la clara convicción de que es lo correcto y nos comprometiéramos con eso, terminaría por no pasar. Si no estás comprometido o crees que va a suceder por accidente, no va a pasar.

Los que cuentan las historias detrás de la pantalla tienen que representar la diversidad que existe en el mundo.