Nerea Aragonés

Principal
AT Kearney

Por Eladio González

“Mi historia es curiosa”, empieza Nerea, dando a entender que incluso para transicionar hay cosas que se escapan de lo común. Antes de ser consultora en México para una reconocida firma estadounidense, su carrera se desarrolló en otra área, en otro país, en otra vida. En su España natal, se licenció en derecho, estudió dos maestrías: una en derecho de empresa y otra en propiedad intelectual, y decidió dedicarse a la industria del entretenimiento. Llegó a tener su propio despacho con dos socias. Su esposa, mexicana, con la que se casó hace más de una década, fue quien le propuso mudarse a su país. Kearney le dió la oportunidad laboral para poder hacerlo. Tenía todos los privilegios que quería, pero " vivía en la más absoluta ignorancia de lo que era”, cuenta. Hace dos años, lo entendió. No había otro camino que transicionar: primero con su mujer, luego con su familia, más tarde con su empresa...

E: ¿Cómo planteaste tu transición en Kearney?



NA: Por mi trabajo, conocía a una de las líderes de la red de diversidad (Crowd Kearney), una chica no binaria que está en San Francisco. Le dije: “oye, pasa esto”. Soy la tercera o cuarta persona trans en la empresa. Su respuesta fue: “No te preocupes. Enhorabuena por tu decisión”. Entonces, el protocolo se activó. Luego, yo decidí todo: cuándo, cómo, con quién. Fijamos un día D y todo se programó en función de esa fecha: charlas de sensibilización, comunicación con clientes, cambios en los sistemas.

E: ¿Cómo lo abordaste con los clientes?



NA: Hicimos un listado y consensuamos unas cartas con toda la información. Yo sólo me encargué de decirle a cinco personas, pero en la lista había unos 50. Fue un trabajo de los socios y de los otros principales de la firma decirlo por mí. Hay mucho desgaste emocional cuando lo tienes que comunicar. Parte del apoyo es ese.

E: ¿Tuviste una respuesta positiva por parte de ellos?



NA: Sí, muy positiva en todos los niveles. En los más altos, la respuesta fue: “Ah, vale, muy bien”. Nadie movió ni las pestañas. Y, a medida que bajábamos, se oía: “Oye, qué bueno que en tu empresa hagan esto”. Sólo recibimos buenos comentarios. En muchos casos, sirvió para estrechar más relaciones con algunos clientes.

E: ¿Qué deben hacer las empresas cuando se enfrentan a esta situación?



NA: Crear un ambiente seguro para ser una misma, donde no se juzgue. Parece sencillo, pero cuesta mucho. En mi caso, desde que hablé con los líderes de la red, sentía una tranquilidad absoluta. Tuve una red de apoyo que me acompañó en todo el proceso, mi equipo de transición, con el que tuve una llamada semanal durante varios meses. Siempre tuve la tranquilidad de que se estaban haciendo las cosas bien.

E: ¿Qué ha sido lo más difícil para ti?



NA: Lo más difícil es el cambio de rol de hombre a mujer porque afecta a mi trabajo, que consiste en construir relaciones con los clientes, sobre todo de confianza. Estoy en proceso de adaptarme a que soy una mujer trans en el entorno profesional, porque hay muchos temas que pueden generar ruido. Hay ciertos matices, a veces imperceptibles, que voy notando. Así que busco role models, otras principales de la firma, y veo cómo se comportan, cómo lo hacen ellas. Hay barreras que son invisibles y hasta hace poco no tenía. Un ejemplo muy sencillo: irte a cenar o ‘a echar una chela’ con el cliente al terminar una reunión. Para las mujeres es diferente.

E: ¿Sigues teniendo que salir del closet con cada nuevo cliente?



NA: Ese es un dilema que siempre existe. No me siento en la necesidad de explicarle nada a nadie. No estoy para evangelizar, mi mera presencia ya visibiliza. Las personas trans siempre estamos fuera del closet porque somos diferentes. Está claro que soy una mujer trans. Cuando hablo por teléfono, me preguntan: Sí señor, ¿su nombre? Nerea. Pues suma dos más dos y ahí lo tienes.

“Lo más difícil es el cambio de rol de hombre a mujer porque afecta a mi trabajo, que consiste en construir relaciones con los clientes, sobre todo de confianza”.