Foto: Rafael Montiel
Formó parte de la primera generación de ‘41+1 LGBT+ de los negocios’, cuando sólo había seis mujeres en el
listado, y lo es también ahora en la quinta, con un número creciente de mujeres (15), si bien aún no se
llega a una lista paritaria. Abril Rodríguez ha participado en reestructuras internacionales de empresas
multinacionales, analizado los impactos fiscales en México de más de decenas de empresas y, en temas de
planeación patrimonial, ha diseñado e implementado estructuras en México y en el extranjero para familias
binacionales. Además, desde 2017 lidera el área de Diversidad e Inclusión (DEI) de EY para la región norte
de Latinoamérica, que comprende 13 países y a 8,000 personas.
Sabe, de primera mano, el cambio que supone para una persona trabajar en una compañía con políticas de DEI.
En 2010 comenzó a trabajar en un despacho que se definía como “católico” y que era muy cerrado. “Estuve ahí
un año y fue muy difícil, había todo el tiempo una situación de ataque. Vivía superescondida, pero el mundo
fiscal internacional es pequeño y empezó a haber rumores”, recuerda. Finalmente, la despidieron. Echando la
vista atrás, explica que enfocaba su energía en ocultar quién era y no podía dedicar toda su energía en dar
lo mejor en el trabajo porque estaba “abrumadísima”.
Cuando llegó a EY, no había una red LGBT+ y ella la impulsó. “En 2017 fue la primera big four en tener una.
Un año antes me habían promovido a socia y eso ayudó a tener más tracción. En su momento, fui la primera
persona socia directora LGBT”, afirma Rodríguez.
La directiva, que es copresidenta del grupo LGBTI+ de la Cámara Británica de Comercio en México en
representación de EY México y VP del Comité de Inclusión de la AmCham, destaca la importancia de la
visibilidad para que otras personas en la organización sepan que pueden tener una carrera en la empresa si
trabajan para ello.
Pero reconoce que ser mujer y miembro de la comunidad LGBT+ supone un doble techo de cristal. “Tienes el
tema de género y el de orientación sexual y muchas veces es muy difícil empezar los dos, porque para qué se
complica una la vida. Es algo que he estado trabajando mucho, porque sí sientes que tienes que demostrar por
qué estás ahí, esta presión de que tengo que hacer un trabajo mucho mejor de lo que cualquier persona
esperaría. Siento que hay una presión de sobreexigencia y lo tengo que trabajar porque creo que no es sano,
no es real”.
También ha tratado de verlo de forma diferente. Cuando trabaja en temas patrimoniales, muchas veces es la
única mujer en una reunión y, a veces también, la más joven. “Lo puedo ver como que tengo que esforzarme
para mostrar por qué estoy ahí o lo puedo tomar como qué padre que estoy ocupando este espacio y puedo
ayudar a estas personas. He tratado de cambiar el enfoque hacia algo más positivo e inspirador, para que se
abran más espacios para personas diversas”.
Rodríguez, que destaca que en los grupos de afinidad no sólo hay personas de la comunidad LGBT+, sino
también aliadas que alzan la voz antes situaciones de discriminación y abren espacios para el talento
diverso, señala que ser una empresa con una cultura de respeto e inclusión es bueno para el negocio: tienen
hasta 30% más innovación, mejores desempeños financieros, 45% de probabilidades de incrementar su
participación en el mercado en el que se inserta y 70% más de tener buenos resultados en mercados diversos,
porque entienden mejor las necesidades de la población. “También tienes menos burnout y mayor compromiso,
factores que ayudan en la reputación”.
Al hacer balance de qué ha ocurrido en los últimos cinco años, Rodríguez señala los avances. No sólo hay más
apertura a nivel corporativo y más interés por involucrarse y compartir mejores prácticas, como muestra que
en 2018 participaron 32 empresas en el índice HRC Equidad Mx y en 2022 fueron 252, también ha habido avances
legislativos y administrativos. En los últimos tres años, 21 estados aprobaron el matrimonio igualitario, lo
que hace que ya sea un derecho en todo el país, y el año pasado, el Senado aprobó la prohibición de las
terapias de conversión, una medida que ya tuvo luz verde también en abril en comisiones de la Cámara de
Diputados.
En temas administrativos, Ciudad de México fue pionera en el cambio de identidad de género en actas de
nacimiento y en marzo, el INE de Aguascalientes emitió las primeras credenciales donde las personas se
identificaban como no binarias. “Son avances que simplifican la vida y [permiten] que la gente sea más fiel
a quien es”. También el IMSS emitió un criterio técnico el año pasado que llevó a una reforma que se publicó
en enero de 2023 que da acceso a la seguridad social plena a todas las parejas, independientemente de su
sexo.
Aún falta trabajo por hacer. Para Abril Rodríguez, las prioridades deben enfocarse en la inclusión laboral y
social de las personas trans y en acabar con el problema de violencia que sufre el país, que es uno de los
que reportan mayor número de crímenes por homofobia a nivel mundial.