Foto: Lizeth Arauz
Desde 2021 está a cargo del área de sustentabilidad en el track social, lo que implica la planeación y la implementación estratégica de los proyectos y el desarrollo de alianzas para generar mayor impacto. Uno de estos programas es El Salto Resiliente, en Jalisco, que busca empoderar a esta comunidad con capacitaciones para fortalecer sus negocios. En 2022, más de 350 personas se inscribieron en el programa, 105% más de la meta estimada. O Conectadas, para reducir la brecha de género en el mundo STEM.
Como parte de la comunidad LGBT+, considera que tiene la responsabilidad de velar por el respeto de los derechos humanos de todas las personas y que es prioritario reconocer a las organizaciones que tienen una mirada inclusiva y ayudar a quien no lo está haciendo. “La mejor estrategia es aquella en la que las políticas cobran vida, donde realmente se respira un ambiente diverso, ligero y auténtico que se comparte desde la dirección general hasta el colaborador que lleva 15 años o el que lleva tres meses. Hacer políticas porque hay que ‘cumplir’ no sirve”, asegura.
No ha sido un camino fácil. “Me importaba mucho cómo me iban a ver en el mundo corporativo que hasta hoy sigue siendo visto como un mundo muy heterosexual. Me di cuenta de que yo puedo abrir camino para que más personas se sientan seguras y plenas. Me ganó el compromiso y, sobre todo, el sueño de que algún día no necesitemos una bandera para pedir y defender el lugar que nos corresponde en el mundo, que es el mismo que el de todas las personas”.
Desde su posición, apoya en dos frentes: con una mirada estratégica en proyectos para asegurar que tomen en cuenta la diversidad y la inclusión y siendo vocera y activista en la calle, en su escritorio, en redes sociales y marchando en Reforma.