Edificación

Proyecto Four Seasons Tamarindo

Despacho: LEGO|ROCHA, colaboración LEGORRETA® + Taller de Arquitectura Mauricio Rocha


Mimetizarse con el entorno


Situado en una reserva natural en la costa del Pacífico, el Four Seasons Tamarindo brinda comodidad y un encuentro con la naturaleza.

Por: Gabriela Lara



En la costa del Pacífico de México, en una reserva natural en Jalisco, se encuentra un espacio que no sólo está rodeado de naturaleza, sino que la enmarca. El hotel Four Seasons Tamarindo se destaca por su enfoque en la sustentabilidad y la preservación del entorno. El proyecto se ha desarrollado de manera que minimice su impacto en la selva y en la playa, manteniendo una armonía con el medioambiente.

Para ello, los responsables del desarrollo contaron con trabajadores locales y utilizaron materiales mexicanos, incluyendo la piedra del lugar, que se extrajo de la zona circundante al hotel y se trabajó de manera artesanal para crear muros con una esencia y personalidad únicas; uno de ellos fue realizado por artesanos huicholes, con la finalidad de conectar el México de las entrañas artesanales con su parte contemporánea.

El concreto también desempeña un papel esencial en el diseño del hotel. Se aplicaron técnicas especiales de la mano de Cemex para lograr un color que se asemejara a la arena de la playa, lo que, de acuerdo con los arquitectos Víctor Legorreta y Mauricio Rocha (LegoRocha), se traduce en un aspecto natural y auténtico. El interiorismo también está impregnado de elementos culturales mexicanos. Desde la elección de colores que recuerdan a la tierra y el mar hasta la incorporación de textiles y artesanías.

SIN ROMPER EL PAISAJE. El hotel trata de unirse con el entorno con el uso de materiales locales y un concreto que asemeja el color de la arena.

En algunos aspectos arquitectónicos y de diseño interior se utilizó madera laminada, que permitió la creación de elementos que cumplen con las necesidades contemporáneas y ecológicas. “La arquitectura es elegante en su simplicidad y atemporalidad. Se ha evitado un estilo arquitectónico definido para garantizar que el edificio sea estéticamente atractivo durante décadas”, menciona Legorreta.

El desarrollo hotelero se encuentra en un terreno de 443,801 metros cuadrados enclavado en la reserva Tamarindo, que abarca una vasta extensión de 1,200 hectáreas, mientras que la construcción del hotel ocupa un área de alrededor de 40,000 metros cuadrados.

Con la finalidad de crear este proyecto atemporal, con un diseño arquitectónico que no imponga sino, más bien, que se mimetice y que con el paso del tiempo se funda con la naturaleza, una de sus características principales es el encuadre de las vistas.

Las 155 habitaciones y el espacio del hotel han sido diseñados para enmarcar los paisajes del entorno. Esto quiere decir que el espacio se encuentra conformado por módulos pequeños para lograr el cometido.“Dependiendo de la ubicación de la habitación, los huéspedes pueden disfrutar de vistas a la montaña, el mar o la selva”, explica Rocha.

EN LA NATURALEZA. Según la ubicación del hotel, los huéspedes pueden disfrutar de vistas a la montaña, el mar o la selva.

Y para crear una atmósfera y experiencias únicas para los huéspedes, el proyecto se convirtió en más de uno, ya que cada edificio tiene características y diseños diferentes, agregan Víctor Legorreta y Mauricio Rocha.

Al encontrarse en una reserva natural, los factores de sustentabilidad son esenciales en el proyecto, por lo que el desarrollo, entre otras medidas, emplea agua reciclada utilizada para el riego de jardines y el campo de golf, y la ventilación cruzada reduce el uso de aire acondicionado. Otro aspecto importante es que el mismo complejo protege del sol a los visitantes. Así, el hotel busca minimizar su impacto ambiental sin comprometer la comodidad de los huéspedes, enfatizan los arquitectos.

El proceso de desarrollo y construcción del Four Seasons Tamarindo abarcó un periodo de aproximadamente nueve años. Comenzó con estudios y análisis detallados del terreno y de las necesidades del proyecto de la mano de geólogos, ya que el sitio en el que se encuentra presenta muchos retos con las superficies, al tener una variedad de texturas. La construcción en sí duró alrededor de seis años.

Los arquitectos mencionan que cada edificio se fue realizando espacio por espacio para crear el escenario visual y sensorial, y que la misma arquitectura conduce la mirada para apreciar el entorno que caracteriza al hotel.







Fotos: César Bejar, cortesía, Christian Horan Photography