La línea 2 del Mexicable atiende a más de 40,000 usuarios al día, pero, para lograrlo, hubo que unir voluntades políticas y enfrentar conflictos sociales.
Por: Diana Zavala
El transporte público es uno de los lugares donde los habitantes del Estado de México se sienten más inseguros. La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), correspondiente al primero y segundo trimestres de este año, indica que Tlalnepantla destacó de enero a marzo por ser el municipio con mayor porcentaje de personas que comparten esta preocupación, con el 90.5%, y de abril a junio ocupó el quinto lugar, con el 88.5%.
Esta percepción tiene un trasfondo sólido. En 2022, en la entidad se abrieron carpetas de investigación por 7,128 robos en transporte público, con base en cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Los municipios que más registraron este delito con violencia fueron Ecatepec, Naucalpan, Cuautitlán, Nezahualcóyotl y Tlalnepantla.
Los datos mostraron la urgencia no sólo de poner más atención en la zona en términos de seguridad, sino de dar una alternativa de transporte masivo más eficiente; pero las calles laberínticas y la orografía llena de subidas y bajadas lo hacían complicado, así que ¿por qué no probar con traslados por el aire?
La línea 2 del Mexicable se inauguró en abril de este año como un proyecto ambicioso de principio a fin, ya que tiene como objetivo no sólo dar mayor seguridad a la población, sino unir el Estado de México con la capital del país, atravesando Ecatepec y Tlalnepantla, con la alcaldía Gustavo A. Madero.
RETO. Este Mexicable tuvo que superar el desafío de construirse sobre el cerro Zacatenco, en el que se colocaron cuatro postes.
Jorge Abed, director general de Consorcio Aristos, firma que construyó el proyecto a través de Alfa Proveedores y Contratistas, cuenta que ya tenían experiencia en este medio de transporte, ya que la empresa construyó la línea 1 del mismo sistema y la línea 2 del Cablebús, en Ciudad de México. Sin embargo, esto no los hizo inmunes a nuevas complejidades en esta ruta.
El primer gran desafío fue la coordinación, no sólo con dos gobiernos –de diferente partido–, sino con tres, ya que las autoridades federales también participaron. “Tuvimos que sacar permisos ambientales y debimos pasar encima de la carretera México-Pachuca, por lo que también estuvimos en comunicación con ellos”, comenta Abed.
El segundo reto mide 2,550 metros sobre el nivel del mar y 633 hectáreas de área natural protegida. El cerro Zacatenco, en la sierra de Guadalupe, es un punto estratégico para que el Mexicable conectara con Ciudad de México y se requería colocar ahí cuatro postes que unirían 750 metros de ruta, pero protestas de ambientalistas y habitantes de la zona pusieron en duda su uso y, en consecuencia, su realización.
EVOLUCIÓN. Las estaciones se hicieron totalmente de concreto para darles mayor vida a largo plazo.
“Se tenía la percepción de que se le iba a hacer daño al cerro, pero el teleférico es un sistema de transporte no invasivo porque va por el aire, hace 30 decibeles de ruido, que es menos que una biblioteca. Fue hasta que las autoridades notaron que era un sistema amigable y no se tiraría un solo árbol, que se pudo pasar por ahí”, puntualiza el directivo.
Entre las labores de convencimiento con la sociedad, se llevó a cabo un proceso de consulta vecinal y un Mecanismo de Atención, Información y Seguimiento establecido por la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) de Ciudad de México, entre los que se incluyeron una página de internet permanente con información sobre el impacto al entorno de la línea 2 del Mexicable, la comunicación de las medidas de mitigación y acuerdos con los vecinos.
Cuando las aguas ya estaban tranquilas, los trabajadores de Alfa Proveedores y Contratistas pudieron pasar y el pronóstico para la realización del Mexicable fue positivo. “Fue nuestro momento de mayor felicidad y también de mayor reto porque tuvimos que construir sin maquinaria pesada e implementar un sistema de cimentación a base de anclajes e inyecciones de concreto para no meter pilas y demostrar que no estábamos lastimando el cerro”, enfatiza Abed.
Después, fue momento de poner en práctica lo aprendido con los dos proyectos anteriores. Se crearon nuevos sistemas para evitar parar con tormentas y operar cuando hay vientos mayores a 80 kilómetros por hora y así aumentar la sensación de seguridad de los usuarios.
Las estaciones se hicieron totalmente de concreto para aminorar el mantenimiento y darles mayor vida a largo plazo. También tienen ventanales para tener luz natural, y uno de los diferenciadores de la línea anterior es que alrededor de las paradas se crearon áreas verdes, parques, bancas, mesas y miradores.
Luego de tres años de planeación y construcción, Jorge Abed califica el proyecto como un éxito. La proyección inicial era que fuera utilizado por 33,000 pasajeros diarios, pero en menos de seis meses de operación, la cifra ya superó los 40,000. “Recalculamos nuestra proyección a futuro. Ahora esperamos un crecimiento de su uso de 3% para llegar a transportar a 90,000 personas al día a lo largo de los 30 años que dura la concesión”.
La línea 2 del Mexicable mide 8.2 kilómetros con siete estaciones, de las cuales tres son intermedias, dos, de paso con transbordo interno, y dos terminales. El trayecto del punto Hank González II, en Ecatepec, a Indios Verdes, en la Gustavo A. Madero, es de 29 minutos.
Fotos: Cortesía