Este hotel pretende brindar un espacio que se vea, se sienta y esté vestido con materiales locales.
Por: Selene Ramírez
La reutilización de materiales y los acabados tradicionales fueron la consigna en el desarrollo del hotel Cigno, un proyecto en el tradicional barrio de La Ermita, en Mérida, que restauró una casona señorial del siglo XIX. Y esto se ve en los pisos de mosaico de pasta, elaborado por fábricas locales que sobreviven al paso del tiempo, o en las paredes con acabado de chukum, una herencia maya en la que se utiliza una mezcla que contiene resina del árbol de mismo nombre y que brinda un tono rojizo.
El mobiliario y la decoración son obras exclusivas de manos artesanas de la zona. El conjunto resulta un refugio para sus visitantes, explica Roger González Escalante, arquitecto del despacho Roch González Arquitectos y director de diseño.
“Parte de las directrices es tratar de hacer edificios u hoteles que se sientan incluyentes, que sean parte de la comunidad y que, de alguna manera, utilicemos lo más local o a la misma gente de la comunidad para ir armando todos estos elementos que van conformando el todo del hotel. Va muy de la mano con la idea de que cada proyecto que hagamos se sienta de Yucatán, que se sienta local y que se sienta de la gente también”, añade Karla Fraga, coordinadora de proyectos de Grupo Black Swan, enlace entre el arquitecto y el hotel.
CON HISTORIA. El hotel mezcla el pasado y el presente de Mérida, con materiales locales y técnicas tradicionales.
Uno de los espacios centrales del hotel es un mural de mosaicos, digitalización de una parte de un dibujo del explorador, dibujante, arquitecto y fotógrafo inglés Frederick Catherwood, que llegó a Yucatán financiado por el Peabody Museum y lo primero que dibujó fue la iglesia de La Ermita. “La primera imagen que queremos nosotros como usuarios de este lugar es que vuelvas a ver la iglesia de La Ermita y la tengas muy presente, que la iglesia es el corazón de la zona, del barrio”, señala González Escalante.
Es un ejemplo de cómo el hotel busca fusionar el pasado y el presente de Mérida y rendir homenaje a su historia. Karla Fraga señala que el resultado es un oasis que ofrece al visitante una experiencia no sólo de descanso o gastronómica, también desde la arquitectura.
Fotos: Pipe Gaber