Ivette Castillo vive los ascensos como una maestría y destaca como fortaleza no tener miedo de preguntar.
Foto: Anylú Hinojosa-Peña
Por: Tzuara De Luna
a preparación de Ivette Castillo antes de tomar un vuelo se parece a la de muchas madres que viajan: hablar con su hijo. “Le digo que ya me voy a subir al avión. Él ama los transportes y yo creo que, en el fondo, cree que trabajo en un avión porque hasta sabe y me pregunta: ‘¿Ya te vas a ir a tu avión?’. Trato de decirle a dónde voy, pero creo que el lugar le da igual, se queda con la figura del avión. Uso eso para que sea divertido para él y sí, le digo que me voy a subir a mi avión”, bromea.
Desde que es madre, los viajes para ella han cambiado. De pequeña, los disfrutaba mucho y esto se mantiene hasta el día de hoy. Se declara feliz por estar en un trabajo en el que parte a otro país latinoamericano al menos una semana al mes. Sin embargo, no es la misma sensación que cuando hace unos años iniciaba su carrera. Ahora, Dante, de tres años, la espera en casa.
Hace poco más de un año, Castillo asumió el cargo de General Manager para América Latina de GE Grid Systems Integration (GSI). La nueva posición no sólo significó un reto al liderar a más de 250 personas, la mayor cantidad hasta el momento en su carrera, sino también un cambio respecto a los roles que había desempeñado anteriormente, más adheridos a áreas de ingeniería o ventas.
La misión de GSI es acelerar la transición energética a gran escala con tecnologías de red avanzadas. Castillo tiene en su rol la supervisión e integración de la electrificación que la multinacional lleva a cabo en la región, lo que incluye temas comerciales, operacionales, de calidad, ventas e ingeniería. Como ella menciona, “cuida” el crecimiento tanto del personal como de las ganancias y las pérdidas.
Brasil es el país al que más viaja. También fue uno de los primeros que la directiva conoció por trabajo cuando recién iniciaba su carrera, a los 23 años, y por lo cual habla portugués, además de español e inglés. “Me permitió conseguir mi trabajo actual. La mayoría de mi equipo está en Brasil”, dice.
Pero São Paulo no es su único destino. GE GSI también tiene hubs en Bogotá y Santiago, además de viajar a París, su sede de negocio. Pero, en realidad, tiene 33 países a su cargo.
Castillo, quien en 2022, con su anterior posición como directora global de Ventas Indirectas-Canales de
Venta de GE GSI y directora comercial para el norte de América Latina fue una de ‘Las 30 promesas de los
negocios’, de Expansión, acepta que antes de dar el sí al reciente ascenso laboral, el reto y los miedos estaban en ella misma. “¿Seré capaz de estas nuevas responsabilidades?”, se cuestionaba. Había nuevos procesos que aprender, habilidades que adquirir y resultados que entregar.
Aunque cuenta con una maestría en Dirección de Empresas Energéticas por la Universidad Nebrija, en España, considera que asumir estas nuevas responsabilidades y aprender lo que traerían consigo fue una especie de “segunda maestría”. “Fue muchísimo aprendizaje, no hay mejor manera que aprender el rol y yo lo viví en carne propia. Fui muy ágil para aprender, puse toda mi energía, todas las ganas. Yo creo que eso es parte de mis fortalezas. No tenía miedo de preguntar porque fui muy real y muy auténtica con ellos en decir que no sabía, que estaba aprendiendo”, menciona.
Castillo estudió Ingeniería Química en la Universidad La Salle. Mientras estaba en la carrera, fue becaria en un laboratorio de especialidades químicas. “Estaba muy padre, cerca de la escuela, fácil, diferente, pero algo dentro de mí sabía que eso no era lo mío. Yo necesitaba gente, interacción. Era muy repetitivo, hacer 200 veces una prueba con bitácora no era lo mío”, explica.
En 2007, cuando entró a Siemens, ingresó en el área de generación de energía a través del agua. Tenía sentido con su carrera, al tratar temas como la termodinámica. “Ahí fue cuando le empecé a coquetear a la energía y me enamoré”, detalla.
Era momento de aceptar una nueva etapa: dejar atrás la ingeniería química para adentrarse en lo que ahora es su mundo. Tenía 23 años y las puertas comenzaban a abrirse de par en par. La empresa donde estaba buscaba ingenieros jóvenes para el área energética en Brasil, por lo que era tiempo de decir que sí, aceptar y enfrentarse a los cambios venideros, incluso a un nuevo país.
“Poco a poquito me fui adentrando, lo fui entendiendo, lo fui aceptando y me di cuenta de que ahí había muchas oportunidades en ese sector y que ahí había un camino para mí y para crecer. Tenía que superar el ya no ser ingeniera química, el ya no quedarme con una idea. Hay que ser un poquito flexible porque las oportunidades están ahí, siendo flexible”, resalta.
La industria energética, al tratarse de una carrera adherida a las STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés), sigue teniendo baja participación de las mujeres. Castillo acepta que a lo largo de su carrera ha sido en ocasiones la única mujer sentada en la mesa de toma de decisiones. “Varias veces, clientes me han dicho ‘señorita’, sin saber que soy yo a quien estaban esperando o también que al entrar en negociaciones preguntan por el jefe, además de que soy joven y eso a veces no ayuda mucho”, detalla.
Ivette Castillo, quien siempre sintió el apoyo de su madre (fue clave en su carrera y la motivó para estudiar su maestría en el extranjero), considera que ahora tiene en sus manos el poder de motivar a más mujeres para que lleguen a posiciones de liderazgo. Cerca del 50% de los directores dentro de su área de GSI son mujeres.
El panorama energético actual a nivel global, en específico, para Latinoamérica, luce retador. La mayoría de las economías ha estado centrando sus esfuerzos en poner en marcha sistemas de generación de electricidad amigables con el medioambiente, pero la incógnita ahora está en cómo llevar esa energía a los interruptores de los hogares.
Desde la perspectiva de Castillo, lo que se necesita para mejorar este panorama es una planeación robusta que esté acompañada de políticas integrales que hagan un especial énfasis en la transmisión de energía, en donde, hasta el momento, no se ha puesto mucha atención. El panorama para el sector está cambiando y esto trae consigo nuevas oportunidades. “Me encanta que haya cambios y eso es parte de mi historia, me gusta cuando vienen esas cosas porque siempre hay oportunidad”, sostiene.
Ivette Castillo sale de viaje, pero lo hace con una sensación de tranquilidad al saber que cuenta con una red de apoyo familiar, encabezada por su esposo, su madre y su suegra, que están pendientes de Dante mientras ella no está. “Esa es mi realidad, una semana estoy fuera y eso de saber que hay alguien que lo cuida me hace sentir muy segura y me ayuda a que yo esté 200% bien enfocada en mi trabajo”, afirma.
Como la mayoría de las mujeres, acepta que creció con algunos estereotipos de género respecto a “la mujer perfecta”, impecable en todos los aspectos de la vida, luciendo siempre como si estuviese lista para una alfombra roja, con todo aparentemente bajo control y como si se fuese inquebrantable. “La realidad es que no pasa así. A veces, mi agenda es un caos y soy vulnerable. Hay días en los que lloraba en el aeropuerto, siendo supersincera, cuando empezaba a viajar y mi hijo estaba chiquito. A veces, no existe ese balance, pero lo que sí existe es aceptar que no está, así que lloras, te secas las lágrimas y continúas porque no se vale estar en una reunión pensando en lo que no hiciste, como no se vale estar con tu hijo atendiendo una llamada de trabajo”, asegura.