RETIRARSE
NO ES PARAR


La exdirectora de Visa ha dejado la vida corporativa, pero no la actividad, que mantiene como consejera y la publicación de un libro.


LUZ ADRIANA RAMÍREZ


CONSEJERA INDEPENDIENTE


SCOTIABANK, FRESNILLO, FIBRA MTY, NACIONAL MONTE DE PIEDAD

POR: Puri Lucena

L

Luz Adriana Ramírez dejó de ser la CEO de Visa el 30 de junio de 2024, después de 11 años al frente de la compañía. Pero este retiro no ha significado que pare. El año pasado se integró al Comité de Operaciones y Finanzas de Nacional Monte de Piedad y entró a dos consejos de administración, el de Grupo Fresnillo y el de Scotiabank, que se suman al de Fibra MTY, donde tiene un asiento desde enero de 2020. Además, ha publicado el libro Lidera, inspira, acciona. Estrategias de liderazgo transformacional que impulsan el cambio.

En el nacimiento del libro influyó un obsequio. Su marido le regaló el iPad con el que comenzó a tomar notas más fácilmente en eventos, entrenamientos o convenciones. Empezó con apuntes muy específicos de alguna conferencia de tecnología o innovación que le llamaban la atención, después pasó a escribir sus reflexiones sobre liderazgo, a partir de sus propias experiencias, en sus habituales viajes en avión.

“En ese momento nunca pensé que se iba a concretar en un libro”, dice. Pero, convencida de que quería seguir impartiendo charlas y conferencias, pensó que era una buena plataforma para compartir sus aprendizajes. “Tiene la ambición de llegar a hombres y mujeres que estén en los inicios de sus carreras, para darles algún consejo, así como a mí me hubiera gustado que me dieran cuando inicié; y también es para líderes más maduros, porque, sin duda, siempre leer sobre liderazgo te ayuda a mejorar o ver algunos puntos frescos y perspectivas nuevas”.

LA CLAVE PARA PODER ELEGIR


Ramírez es consciente de que no siempre se puede elegir dónde se trabaja, pero su consejo, sobre todo a los jóvenes, es que eviten las empresas que no comulguen con sus valores. Para ello, recomienda escribir en una matriz las cosas que son importantes para cada uno y las que no son negociables, y de ahí buscar un abanico de compañías que caigan en esos criterios. “A lo mejor entras a la que tenías como número tres, pero está cayendo dentro de esa caja de valores”, explica. “En el caso de las mujeres, observa si en la empresa hay mujeres en los mandos directivos. Si no hay, te está diciendo claramente que a lo mejor es una empresa que no es tan inclusiva y que va a ser más complejo. Y a veces una quiere cambiar el mundo, pero es muy difícil cuando estás empezando y te vas a desgastar demasiado”.

Construir a partir de la suerte

Ramírez era una ingeniera química que buscaba trabajo en plena crisis de 1994. Estaba abierta a prácticamente cualquier oportunidad y esta llegó a través de GE. Hace énfasis en el hecho de que fuera en una compañía internacional. “Yo sí tuve la oportunidad, quizás en un principio la suerte y, sin duda, después, la selección y la toma de decisión, de buscar empresas que tuvieran los valores que pudieran comulgar con las formas de pensar que yo tengo”, explica sobre la necesidad de compartir principios sobre inclusión, integridad y ética con la compañía de la que forma parte. “Y hay un valor muy importante en este tipo de empresas: la meritocracia”.

Estos principios, asegura, le permitieron crecer. Y así pasó por unidades de negocio muy diferentes en GE, desde el plástico, la división donde empezó, a luego dar el salto al mundo financiero.

La energía y el interés por aprender y verse retada es un poco un sello personal. Así que era natural que también se preparara para afrontar la nueva etapa que se abría ante ella tras la salida de Visa. “Estamos acostumbrados en esta carrera corporativa a tener mucha planeación, trabajar con las proyecciones, con los factores que van a habilitar lograr metas y objetivos. Y esto es tan importante o más que cualquiera de esos proyectos y estrategias que uno ha ejecutado durante tantísimos años, porque es tu proyecto personal de vida”, explica.

Y no todo el mundo, apunta, le pone la atención que debiera a la etapa que sigue, que debe ser “de extrema satisfacción” después de los logros, retos, desafíos, caídas y levantadas. En su caso, dos años antes de decidir que venía su momento de cambio, preparó su equipo de sucesión. Y también comenzó a pensar qué quería para su próximo ciclo, para poder empezar a ejecutarlo con disciplina.

Se enfocó en tres líneas de interés. Una de ellas fue la publicación de su libro. Otra más se centraba en los consejos de administración. Ya estaba en el de Fibra MTY y le gustaba la experiencia. “¿Qué puede haber más allá de un CEO? Los consejos de administración, que son los jefes de los directores generales y los representantes de los inversionistas. Y es donde ves toda la estrategia en el más alto nivel, es sumamente interesante”.

También para esto se preparó, con varios entrenamientos y con un diplomado de mujeres en consejos directivos en Harvard. “Nunca había ido a una escuela de este nivel porque no había tenido la oportunidad económica anteriormente”, afirma. Su tercer objetivo es tener un poco más de tiempo personal, no tanto para la familia, que siempre ha mantenido muy cerca, dice, sino para viajar y otros intereses. “Lo estructuré, lo planeé y, afortunadamente, las cosas están dando tiempo y forma”.

Ramírez menciona varias veces a su familia, que ha marcado desde el inicio sus decisiones. “Soy de las que siguen felizmente casada con mi mismo novio de la universidad”, afirma. Recién egresada, con un trabajo interesante y buena proyección, cuando a él le ofrecieron una posición en Buenos Aires no tuvo dudas, renunció y se fue con él. “Cuando nos casamos, siendo los dos profesionistas, tomamos una decisión que mantuvimos siempre y era que nunca nos íbamos a separar por las carreras de cada uno”, explica. Como no podía trabajar en Argentina, estudió varios diplomados.

Y cuando a su esposo lo destinaron a Monterrey, volvió a tomar la decisión de renunciar y, además, tener a su primera hija (tiene dos). Durante un periodo de seis años, se dedicó prácticamente a ella y detuvo su carrera en el mundo corporativo, aunque de nuevo volvió a las aulas para hacer un MBA y algunos diplomados. Necesitaba estar lista y actualizada para cumplir su objetivo de regresar a alguna posición interesante. Como ocurrió en aquel 1994.

Un nombre propio

Si la preparación ha sido una constante y una de las claves del éxito en la carrera de Ramírez, también lo ha sido, “junto al sentido del humor”, la creación de una red de contactos. El networking es importante, especialmente, si en la mira está ocupar un asiento en un consejo de administración, adonde se llega a veces por recomendación, otras, a través de un headhunter. “Pero, finalmente, te vas armando una reputación en la industria”, asegura.

Esa red, la reputación construida y el plan trazado la han ayudado a que quitarse el apellido de Visa haya sido un proceso suave, reconoce que le costó más cuando salió de GE. “La gente ya me conocía como persona. Eso es bien importante, siempre construir y cuidar tu marca personal. No suena fácil, pero es tomar las decisiones correctas todos los días, apoyar a tu gente, son muchas cosas detrás”, señala.

Ese cuidado le ha permitido ahora, como ella dice, ser Luz Adriana Ramírez Chávez. Ser consejera, escribir un libro, viajar y disfrutar de una agenda más relajada pero plena.