El proyecto de Casa Viya abrazó las piedras originales de muca con muros limpios que, además de prometer su conservación, denotan elegancia y tradición.
Por: Carolina Aguilar
Detener el paso del tiempo es imposible, pero el edificio en el número 145 de la Avenida Morelos, en el
Centro de la Ciudad de Veracruz se impone para desafiar el concepto. Una fachada fiel al siglo XVIII, pero
en el interior hay canceles de PVC con aspecto de madera. Arcos de medio punto lisos que abrazan muros de
piedra múcara histórica.
El objetivo del proyecto, realizado por el arquitecto José Antonio Ochoa Acosta, el responsable de la
restauración, de la mano de Promotora Industrial JOSELA, era detener el deterioro del inmueble bicentenario
y asegurar su conservación y, a su vez, transformarlo en un espacio confortable y seguro para los
residentes, comerciantes y turistas de Veracruz.
Las condiciones representaron un reto constructivo y logístico. El inmueble tenía 20 años inhabitado, a
excepción de biocolonizadores, y un intento de restauración en 1998 pausado por el Instituto Nacional de
Antropología e Historia (INAH) que solo dejó en indefensión la estructura. Además, forma parte de la zona
monumentos históricos de la Ciudad y el Puerto de Veracruz, declarado por el Diario Oficial de la Federación
en 2004.
Aún con ello, la restauración completa del recinto tardó 15 meses con una inversión de 30 millones de pesos.
Casa Viya dejó de ser aquel edificio aduanal del siglo pasado, para volver a la vida como un espacio social
y habitacional en 1,318.86 metros cuadrados.
A pesar de que su estructura fue concebida para otro uso, el recorrido en la actualidad es fluido e
intuitivo.
En la planta baja, a la izquierda del vestíbulo, se encuentra la administración. A la derecha, un museo
junto a una pequeña tienda. El corredor da vista al patio, una fuente de piedra con líneas talladas y unos
alambiques, aparatos de destilación que se utilizaban para extraer alcohol de frutas.
Alrededor está el cigar room, seguido de una cocina, una sala comedor, el bar y los cuartos de servicio. En
lo profundo, una gran sala de catas, la terraza, el jardín, una pequeña alberca y la bodega.
El primer piso mantiene la esencia de uso habitacional. Al fondo, la recámara principal con baño y cuarto
de blancos, tres recámaras más, una sala comedor, cocina, y cuartos de servicio. Por el frente, los espacios
para los negocios de los propietarios: un estudio, la oficina y una sala de juntas.
“Visitar Casa Viya es viajar 250 años atrás teniendo las comodidades del presente”, señaló el arquitecto
Ochoa Acosta. La descripción es particularmente acertada al mirar los arcos y paredes blancas, los detalles
de los muebles de madera tallada y los revestimientos de las sillas y sillones.
Sin embargo, el aspecto más importante fue preservar los materiales originales de los muros. La piedra
múcara, compuesta por esqueletos de corales, es clave para la arquitectura histórica de Veracruz. En lugar
de recubirlos, fueron abrazados por acabados lisos, otorgando el contraste de color y textura.
Para ello, el despacho inspeccionó las piedras y realizó tratamientos especiales para evitar una mayor
degradación. Estas intervenciones fueron revisadas y aprobadas por el INAH, así como la paleta de colores.
Se utilizó cal natural apagada durante la obra que no solo ayudó a brindar su aspecto estético, sino también
a reducir el uso de cemento y aditivos que generan un impacto ambiental negativo.
Esta restauración además de volver a dar uso a edificios considerados en ruinas, le regresa a la comunidad
local un inmueble cargado de historia e identidad.
Fotos: CORTESÍA