Estética

Casa Piscina del Cielo

Despacho: Zozaya Arquitectos

Zihuatanejo, Guerrero

La casa que nació de la piedra

En Casa Piscina del Cielo convergen lo local, lo natural, lo artesanal y lo innovador en una obra que parece que emerge de la piedra misma.

Por: Rosalía Lara

Casa Piscina del Cielo, obra más reciente de Zozaya Arquitectos, es una propuesta que se integra de forma respetuosa al paisaje, usa materiales locales y tiene una ambición estructural que lleva al límite la relación entre arquitectura y naturaleza.

Situada en un promontorio sobre la costa del Pacífico, en Punta Garrobo, Zihuatanejo, la casa de 1,976 metros cuadrados emerge como una escultura orgánica. Su volumen parece flotar entre el cielo y el mar, siguiendo la topografía accidentada del acantilado en el que se asienta.

En lugar de imponer su presencia, la arquitectura dialoga con las rocas existentes, donde de hecho se descubrieron monolitos durante la excavación que fueron preservados para anclar visual y simbólicamente el diseño en su entorno.

El elemento más emblemático de la casa es su piscina de 27 metros, que se proyecta desde la cornisa rocosa como un volumen suspendido. En su base, una ventana de vidrio permite ver cómo las olas rompen sobre las rocas, generando una sensación de ingravidez, donde el agua parece no tener límites y se extiende hacia el horizonte, difuminando la frontera entre arquitectura y paisaje.

La casa fue construída con materiales autóctonos como madera de parota, palma para la palapa y muros de tabique con aplanados de pasta tipo chukum. Elementos que fueron elegidos por su identidad regional.

Para el despacho, la estética general de la casa responde a la arquitectura vernácula del Pacífico, reinterpretada con un lenguaje contemporáneo. “La casa no se impone: parece emerger del terreno, como si siempre hubiese estado ahí”, dicen.

La planta social se resguarda bajo una palapa monumental, abierta a los vientos del Pacífico y al cambiante juego de luz natural. Este espacio se integra sin barreras a las terrazas, al comedor, cocina y áreas de convivencia, proponiendo una vida fluida entre interior y exterior.

En los niveles inferiores, el proyecto contempla dormitorios, un gimnasio y una sala de cine, todos con orientación directa hacia el mar.

Otro aspecto que refuerza su valor estético es su sostenibilidad integral. De acuerdo con el despacho, la casa funciona como un organismo pasivo, en el que sus cubiertas de palapa, pérgolas y orientación estratégica permiten ventilación cruzada y confort térmico sin necesidad de sistemas mecánicos.

Además, la vegetación nativa reduce el consumo de agua y cuenta con una planta de tratamiento permite su reutilización para riego.

Para el jurado de Obra del Año, Casa Piscina del Cielo es una propuesta ejemplar, no solo por su diseño innovador, sino por la forma con la que se conecta con el entorno.

La obra no es un mero exhibicionismo arquitectónico, tiene un enfoque consciente en la conservación del paisaje, el aprovechamiento de condiciones climáticas naturales y la implementación de materiales regionales, lo que subraya la madurez ética del proyecto.

En un país como México, donde la arquitectura frente al mar ha tendido históricamente a la espectacularidad sin fondo ecológico, esta casa se distingue por su equilibrio.

El jurado de Obra del Año valoró que, más allá de su dramatismo visual, la Casa Piscina del Cielo es una arquitectura que respeta su medio, que emociona sin desplazar, que desafía sin ignorar.

Su victoria en la categoría Estética no solo reconoce una proeza formal, sino un proyecto que, en su audacia, propone una nueva forma de habitar los paisajes más frágiles del país.



Fotos: CORTESÍA