Por: Josep Rodríguez
Quien viaja sabe que un aeropuerto define más que un trayecto: marca tiempos, emociones y percepciones. En
Guadalajara, ese paso obligatorio dejó de sentirse como un trámite rígido para transformarse en un espacio
donde el movimiento fluye con naturalidad. Hoy, la terminal nacional recibe a los pasajeros con una
experiencia distinta, más clara y humana.
La intervención que lo hizo posible fue desarrollada por Serrano+, ganadora en la categoría de Planificación
Integral, y ocupó 26,696 reportajeros cuadrados. La transformación se llevó a cabo entre el 31 de enero de
2023 y
el 31 de enero de 2024, con la participación de TDS GAP, quienes marcaron la visión conceptual; el diseño
ejecutivo de Serrano+, la propuesta lumínica de Luz + Forma, y la ejecución de las constructoras GIA
Construcción, Blue Stone y Jay Construcciones.
El plan original de TDS estableció la meta: conectar las salas B y C con el resto del pasillo del lado
aire, reorganizando el flujo y aprovechando mejor cada metro disponible. Esa idea se convirtió en el hilo
conductor del proyecto y en la base de una experiencia más intuitiva.
Esa intención inicial no solo definió la arquitectura: cambió la manera en que se vive el tránsito aéreo.
La llegada a la terminal comienza ahora en una plaza central que orienta al pasajero sin confundirlo. Desde
ese punto, el recorrido natural conecta con salas, servicios, locales y zonas operativas. Nada exige
detenerse a leer instrucciones: el espacio mismo conduce.
Las platabandas escalonadas con líneas de luz funcionan como guías silenciosas. Entre ellas, los materiales
revelan los usos: granito pulido para caminar, superficies vinílicas donde se espera y texturas específicas
para áreas de comida o convivencia. La señalización no depende únicamente de letreros, sino del diseño.
Los locales comerciales se abren con frentes de cristales claros, permitiendo ver más allá de los pasillos.
Sobre ellos, lambrines de madera regulan alturas y aportan calidez en un ambiente que antes era puramente
operativo.
En el área de alimentos y bebidas, el ritmo cambia. Módulos tipo barra ocupan el centro, mientras mesas y
superficies laterales permiten que cada pasajero elija cómo habitar el tiempo: trabajar, comer, conversar o
simplemente esperar.
Al fondo aparece uno de los elementos más potentes del proyecto: la terraza hacia las pistas. Construida
sobre la losa del sistema BHS, abre la terminal al exterior mediante bancas y mesas acompañadas por pérgolas
automáticas que regulan sombra y ventilación natural. Allí, el viaje deja de sentirse apresurado; se
contempla.
En la planta baja, el proyecto reorganiza las áreas principales pensando en quienes usan el edificio. El
nuevo espacio de revisión de 1,560 metros cuadrados reúne nueve puertas electrónicas, un módulo de seguridad
y filtros separados según el tipo de pasajero: ocho puntos de inspección para el público en general y dos
para personas con discapacidad, familias y miembros de la tripulación.
Después de pasar el control, un vestíbulo guía hacia las escaleras y elevadores o hacia la zona destinada a
las autoridades.
Más adelante se encuentra el reclamo de equipaje nacional, que ocupa 3,655.95 metros cuadrados. Ahí operan
siete bandas de equipaje, renta de autos, oficinas de aerolíneas, bodegas técnicas, módulos informativos y
un elevador accesible. Dobles alturas, lambrines blancos y paneles luminosos construyen un ambiente que
acompaña la espera sin agotarla.
En cada paso se reconoce una selección pensada para resistir uso constante sin perder claridad visual. El
granito refleja la iluminación del plafón y amplifica la percepción espacial.
El sistema lumínico, diseñado por Luz + Forma, combina iluminación directa e indirecta para cumplir niveles
de 300 luxes, adecuados para circulación y permanencia. Entre plafones con líneas de luz, vegetación
integrada y cristales continuos, todo convive bajo una lógica: facilitar el tránsito y hacerlo más amable.
El proyecto del Aeropuerto Guadalajara fue reconocido como ganador en Planificación Integral porque logra
algo más que una renovación: transforma la experiencia de viajar. Nada fuerza su protagonismo, el diseño se
percibe en cómo fluye el movimiento, cómo se lee el espacio y cómo se vive el tiempo.
Hoy, entrar en la terminal nacional no se siente como una coreografía obligada: se vive como parte del
viaje.
Fotos: Rafael Bautista