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Hasta hace seis años, Rafael Scott apagaba “el switch gay” para poder estar en su ambiente laboral. Lo hizo por casi una década, cuidando sus palabras para no revelar su identidad sexual. Era “extenuante y estresante… un gran error porque reforzaba este sentido de prohibición de mi identidad”, recuerda el especialista en energía, materiales e industria pesada; sectores poco abiertos a “perfiles no tradicionales” en los que no era inusual “escuchar ‘microagresiones’ de clientes a los que muy difícilmente podías reclamar”.
Desde que visibilizó su identidad, Scott ha trabajado para avanzar en la sensibilización de los temas sobre la comunidad hasta liderar la asociación LGBTQ en McKinsey México. Desde ahí contribuye a impulsar a la siguiente generación LGBT+ a través de mentoreo. “La falta de modelos a seguir crea una percepción de soledad en el trabajo, generando menor retención y satisfacción laboral en la comunidad... Quiero apoyar a las generaciones de nuestros analistas LGBT+ y poder darles el apoyo que, probablemente, muchos no tuvimos”, afirma.