POR: Rafael Mejía
ablar de cambios puede considerarse como una ley de vida para las personas, pero para las empresas resulta ser un proceso complejo. La percepción de tener una producción que dispone de recursos naturales infinitos se ha modificado ante los impactos negativos cada vez más visibles en el medioambiente de un modelo que se ha mantenido vigente desde hace más de 200 años.
CIMA, antes Grupo Cimarrón, un conglomerado de alimentos, educación, salud, seguridad y tecnología, se dio cuenta de que, de seguir con ese modelo del pasado, seguramente se perdería la oportunidad de participar en el futuro. La compañía decidió dar un giro y sumarse a las más de 800 empresas mexicanas que se alinean al Pacto Global de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El Pacto Global es una iniciativa que surgió en el año 2000 para que las compañías asuman el compromiso de implementar principios universales de sostenibilidad y puedan tomar acciones para acelerar el camino hacia los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Entre estas metas se encuentran salud y bienestar, igualdad de género, producción y consumo responsable, además de paz, justicia e instituciones sólidas, principales ejes en los que se sustenta la estrategia de CIMA.
“La integración de criterios de sostenibilidad establecieron un mandato del consejo consultivo desde 2024, buscando que las políticas ESG permeen en los valores, propósito y cultura de la empresa”, dice Luis Raúl Arras, Chief of Staff de CIMA.
Al integrar metas alineadas con el Pacto Global, la empresa se encontró con el reto de poder comunicar y superar el choque cultural dentro de la organización. Arras explica que se ha realizado un trabajo constante para que desde el consejo y en todos los niveles de la empresa haya iniciativas transversales que puedan impactar a toda la organización. “Desde este año, la gobernanza se siente más fluida, con una comunicación directa y transversal”, apunta.
Hoy, esa dirección ha tenido resultados en diferentes áreas de sostenibilidad. CIMA ha logrado una reducción de sus emisiones de carbono, al pasar de 240,000 a 120,000 toneladas. Pero su ambición va más allá de los buenos resultados, pues busca una disminución de emisiones adicional del 20% para este año, y su meta para 2030 es bajar más del 50% de las emisiones actuales respecto a 2023.
Arras explica que este progreso se ha logrado a través de las inversiones en paneles solares, montacargas eléctricos, equipos de alta eficiencia, y la estandarización de luces LED en sus 13 centros de distribución (CEDIS), cocinas industriales, plantas armadoras y oficinas.
El directivo reconoce que su crecimiento continuo, con la apertura de nuevas operaciones en Sonora, Coahuila y Puebla este año, y futuras integraciones inorgánicas, presenta un desafío en el ritmo de reducción de emisiones. Además, la meta es lograr una disminución de residuos de al menos un 5% este año, con el apoyo de Red Ambiental.
El plan de la compañía en el corto plazo es generar un valor compartido con colaboradores, las comunidades en las que se inserta y el propio país, con resultados medibles y notorios, y sumar certificaciones. La empresa busca la ISO 22000, para demostrar su capacidad para controlar los riesgos relacionados con la seguridad alimentaria, y cumplir con normas como la NOM 051, de etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas preenvasados en México.
Por ello, dentro de la estrategia de CIMA, Arras resalta la importancia de avanzar para tener un reporte constante de resultados con informes trimestrales y anuales, lo cual ya se discute en el consejo de administración. “Estos lineamientos generan confianza entre todos los stakeholders, se priorizan esfuerzos, alinea la cultura, los procesos y el negocio. También mejora la reputación, impulsa la innovación y fomenta un entorno laboral sano que a la gente le gusta”, resalta el directivo.