Por: Expansión
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La película Duna, que llegó a México a finales de octubre, fue uno de los grandes estrenos que por fin atrajo
de nuevo a los espectadores a las salas desde el inicio de la pandemia. Basada en el clásico de la literatura
de ciencia ficción de Frank Herbert, muestra un mundo, miles de años en el futuro, que visto hoy tiene más de
ficción que de ciencia. Las civilizaciones que describe no parecen tener ocio. No hay libros ni teatros, cine,
música o deporte.
Y no hace falta tener estudios de sociología para ver que vamos por el camino contrario: ya no vivimos en la era
de la información, sino en la del entretenimiento. Incluso en la del sobreentretenimiento: Netflix, Disney, Amazon,
HBO, Twitch, YouTube, TikTok, Instagram, Facebook, Twitter, el futbol, los conciertos… La oferta para ‘perder el tiempo’
(o aprovecharlo, según se mire) es tan amplia que casi necesitamos una hoja de Excel para organizarnos con todo lo
que queremos ver, escuchar o, por ponernos más prosaicos, ‘consumir’.
En este ambiente han crecido grupos multimillonarios y globales, como los citados en el párrafo anterior, cuya
principal labor es entretenernos, y se ha producido una transformación de los modelos de negocio que obligó a
las compañías más tradicionales –como las salas de cine, de teatro o de conciertos– a reinventarse y entrar a
lo digital. Y de pronto llegó el covid-19, que aceleró esta evolución porque hundió los números de las empresas
‘presenciales’ e impulsó los de las ‘virtuales’.
Según un análisis de PwC, la pérdida de ingresos de esta industria durante la pandemia fue de 8.37%, pero “el sector
del cine tuvo el mayor impacto, con un retroceso de 80.21%. Nuestras proyecciones indican que no será hasta 2023 cuando
el sector recupere sus ingresos prepandemia”, destaca. En cambio, el video en streaming subió sus ingresos casi 25% y los
eSports y los videojuegos crecieron más de 4%.
En ese momento, no faltaron los gurús que afirmaron que nada volvería a ser igual, que ya nadie saldría de su casa para ir
al estreno de una película o a un concierto. Sin embargo, si algo muestra la rapidez con que las calles, los restaurantes y
las tiendas se han llenado en cuanto la pandemia remitió ligeramente, es que la gente no puede ni quiere vivir encerrada en
su hogar y conectada todo el tiempo a una pantalla.
La recuperación de la industria del entretenimiento –que es el tema de nuestra portada de este mes porque es una de las
mayores industrias del mundo– ya ha comenzado. Así lo comenta en entrevista exclusiva Alejandro Ramírez, director general de
Cinépolis y uno de los principales empresarios del sector del país –y por ello, la persona que hemos elegido para protagonizar
este tema–, el futuro será distinto, pero no tan distinto: “En 2019, las salas de cine vendimos 41,000 millones de dólares para
Hollywood, y esos 41,000 millones de dólares son difíciles de replicar o sustituir con suscripciones de 5, 9 o 12 dólares en las
plataformas de streaming. Esos 41,000 millones de dólares pueden volver a estar ahí”.
En nuestro análisis no hablamos solo de cine porque la industria es muy amplia y, por lo mismo, la recuperación será desigual
en sus distintas ramas. Dos leyendas de la producción teatral, Morris Gilbert y Alejandro Gou, son pesimistas y dicen que “lo
más sensato sería cerrar, pero los que hacemos teatro no somos gente sensata”. Y aunque los festivales de música han regresado
por todo lo alto, la variante ómicron deja claro que habrá sombras en el camino.
TEXTO: Expansión / DISEÑO Y PROGRAMACIÓN WEB: Salvador Buendía / COORDINADORA DE FOTOGRAFÍA: Betina García