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Morris Gilbert, uno de los mayores productores de teatro en México, destaca que la crisis es “brutal”.
FOTOGRAFÍA: Makareno
El teatro, acostumbrado a las crisis, vive su peor momento y lucha por sobrevivir en el día a día.
Por: Eduardo Bautista
La lucha del teatro por volverse un negocio rentable no es nueva. A menudo, las verdaderas tragedias suceden tras bambalinas,
cuando se cuentan los pesos y hasta los centavos para pagar la luz, la renta, los salarios... Pero la pandemia de covid-19 fue
un inesperado “mazazo” incluso para esta industria acostumbrada a batallar. Así lo definen dos de los productores más destacados
del país, Morris Gilbert y Alejandro Gou, quienes se mueven en las grandes arenas escénicas desde hace muchos años. Si de ese
tamaño fue el golpe para los peces gordos, no se necesita mucha imaginación para recrear el impacto para los más pequeños.
Además de ser director de Ocesa Teatro, Morris Gilbert es dueño de Mejor Teatro, la productora que trae a México algunas de las
puestas en escena más prestigiosas del mundo. Todo se detuvo por la pandemia durante cerca de año y medio, cuenta, hasta que hace
apenas algunas semanas se estrenó Aladdin. Pero no es suficiente: el negocio va mal.
“Mi empresa se ha descapitalizado casi por completo. Hemos hecho circo, maroma y teatro para poder sobrevivir tras dos años de cierre.
La descapitalización ha sido brutal”, asegura Gilbert. “Quizás lo más sensato hubiera sido cerrar, pero los que hacemos teatro no somos
gente muy sensata. Estamos viviendo de milagro”.
Las pérdidas de este sector –que incluye a teatros, cines y casinos– ascienden a 38,000 millones de pesos desde el comienzo de la crisis,
según cálculos del estudio más reciente de la Asociación de Permisionarios, Operadores y Proveedores de la Industria del Entretenimiento y
Juego de Apuesta en México (AIEJA). No existen estudios específicos y actualizados sobre qué parte de este ‘agujero’ corresponde a la industria teatral.
Sólo el presidente del Colegio de Productores de Teatro, Samuel Sosa, se ha atrevido a dar un cálculo al respecto: en exclusiva para
Expansión, estima que las pérdidas del sector en 2021 ascendieron a 5,000 millones de pesos con respecto a 2019, que fue el último año
sin pandemia, y en el cual los ingresos de la industria se ubicaron en 6,600 millones, aproximadamente.
“En estos momentos, el estado de salud del teatro en México es delicado. Venimos de casi dos años de no tener ingresos. Desgraciadamente,
los productores teatrales somos una especie en peligro de extinción. Después de la pandemia se cerraron muchos teatros, muchos colegas se
retiraron de producir”, destaca Alejandro Gou, quien tiene más de 25 años de experiencia en el sector del entretenimiento y ha producido
espectáculos emblemáticos como Vaselina, Timbiriche El Musical, Billy Elliot y Hoy no me puedo levantar. Los teatros abiertos en el país,
añade, “están contados con los dedos de una mano”.
La industria ha hecho inversiones y reacondicionado los espacios para brindar mayor seguridad a los asistentes.
FOTOGRAFÍA: Paulina Chávez
Y esto se debe a que no fue fácil para todos adaptarse a los protocolos sanitarios establecidos por las autoridades.
“Tuvimos que cambiar aires acondicionados en los teatros, junto a otro tipo de medidas. Yo invertí más de 1.5 millones de
pesos en cada teatro, y tengo tres”, afirma Gou, cuyo musical Jesucristo Superestrella –con Beto Cuevas como protagonista–
acaba de concluir su temporada. La recuperación de este sector será más lenta que la de otras ramas del entretenimiento.
El presidente del Colegio de Productores de Teatro de la Ciudad de México, Samuel Sosa, afirmó durante la entrega de premios ‘Los Metro 2021’
que al teatro mexicano le tomará una década volver a los niveles de ingresos que tenía en 2019, antes de que comenzara la contingencia. También
criticó la falta de ayuda gubernamental para el gremio.
El distanciamiento entre la iniciativa privada que trabaja en las artes escénicas y las autoridades culturales federales es cada vez más visible.
“La relación con los funcionarios es cordial, nos han escuchado, pero no hemos recibido ningún apoyo. Nos han dejado morir solos, aplicando la del
‘háganle como puedan’. La verdad es que no les importa el teatro en lo más mínimo. Les da lo mismo que exista o no. Dicen que la Ciudad de México es
la capital cultural de América Latina, pero yo, como productor, no he recibido ningún apoyo”, asegura Gilbert, quien ha producido obras como Los monólogos
de la vagina y actualmente está en la temporada de Aladdin, en el Teatro Telcel, y de Sola en la oscuridad, en el Teatro México.
Si los grandes teatros sufren, los independientes están al borde de la extinción y se quejan de la falta de ayuda.
FOTOGRAFÍA: Paulina Chávez
Aunque Ocesa está detrás de la producción de Aladdin, durante los 18 meses que el semáforo epidemiológico estuvo en rojo, naranja y amarillo,
la empresa de entretenimiento más grande de Latinoamérica tomó la decisión de no hacer streaming de obras de teatro. “Solo lo hizo para conciertos”,
recuerda Gilbert. “Sin embargo, tomaron una gran decisión al volver a los escenarios con Aladdin, una obra que nos está dando mucha esperanza a los teatreros”.
Lo que tienen muy claro ambos productores es que el teatro es como un grupo de Alcohólicos Anónimos que se enfoca en sobrevivir al día a día sin mirar hacia el futuro,
como dice su lema “Solo por hoy”.
Gilbert incluso sugiere que quienes se dedican a este negocio están hechos “de otra cosa”, porque en el teatro las crisis no son situaciones excepcionales, sino comunes
denominadores de una ecuación que no se resuelve del todo.
TEXTO: Eduardo Bautista / DISEÑO Y PROGRAMACIÓN WEB: Salvador Buendía / COORDINADORA DE FOTOGRAFÍA: Betina García