Nueva Orleans y Puerto Rico también sufrieron el golpe de huracanes. La planeación y el liderazgo local fueron las claves para salir adelante.
Por: Fernanda Hernández
EN MARCHA. Las experiencias internacionales recomiendan involucrar a la población en los planes de recuperación.
FOTO: PRESIDENCIA
uerto Rico enfrentó en 2017 uno de los mayores retos de su historia: la isla caribeña recibió el golpe de dos huracanes categoría 5, Irma y María, con menos de dos semanas de diferencia. Miles de personas perdieron sus hogares o se quedaron sin electricidad, teléfono ni agua potable durante meses.
Doce años antes, en agosto de 2005, Katrina provocó daños catastróficos en Nueva Orleans. Murieron 1,833 personas y más del 80% de sus habitantes dejaron sus hogares. Se calcula que los daños fueron de más de 125,000 millones de dólares.
Ambos lugares implementaron ambiciosos planes de recuperación, aunque las cicatrices todavía están presentes. “Es muy importante establecer un plan de recuperación. Estados Unidos lo hizo muy bien en el caso de Katrina”, explica José Antonio Salazar Andreu, profesor-investigador especialista en políticas públicas de la Universidad Panamericana (UP). “También Puerto Rico fue muy transparente con la ruta que estableció”.
Salazar detalla que lo primero fue cuantificar los daños materiales y humanos que provocó el huracán, incluidos los más importantes a la infraestructura. Para Natalia Lever, directora de The Climate Reality Project América Latina, una organización fundada por el exvicepresidente estadounidense Al Gore, la importancia de las primeras respuestas puede marcar por décadas el desarrollo de las zonas afectadas por fenómenos climáticos.
Puerto Rico enfrentó en 2017 uno de los mayores retos de su historia: la isla caribeña recibió el golpe de dos huracanes categoría 5, Irma y María, con menos de dos semanas de diferencia. Miles de personas perdieron sus hogares o se quedaron sin electricidad, teléfono ni agua potable durante meses.
Doce años antes, en agosto de 2005, Katrina provocó daños catastróficos en Nueva Orleans. Murieron 1,833 personas y más del 80% de sus habitantes dejaron sus hogares. Se calcula que los daños fueron de más de 125,000 millones de dólares.
Ambos lugares implementaron ambiciosos planes de recuperación, aunque las cicatrices todavía están presentes. “Es muy importante establecer un plan de recuperación. Estados Unidos lo hizo muy bien en el caso de Katrina”, explica José Antonio Salazar Andreu, profesor-investigador especialista en políticas públicas de la Universidad Panamericana (UP). “También Puerto Rico fue muy transparente con la ruta que estableció”.
Salazar detalla que lo primero fue cuantificar los daños materiales y humanos que provocó el huracán, incluidos los más importantes a la infraestructura. Para Natalia Lever, directora de The Climate Reality Project América Latina, una organización fundada por el exvicepresidente estadounidense Al Gore, la importancia de las primeras respuestas puede marcar por décadas el desarrollo de las zonas afectadas por fenómenos climáticos.
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Una vez con el diagnóstico, los gobiernos deben diseñar planes de recuperación con etapas claras. “En el caso de Puerto Rico, se estableció esta ruta por tipo de proyecto. Lo hicieron muy bien y los montos que tienen son enormes. Estamos hablando de 200,000 viviendas afectadas”, indica la especialista en política pública, quien recuerda que en Puerto Rico se han programado 120,000 mdd para la recuperación.
Otra clave es la transparencia con la que se han ejercido los recursos. El sitio web de la Oficina Central de Recuperación, Reconstrucción y Resiliencia (COR3) del gobierno de Puerto Rico indica en qué obras se han invertido los fondos federales tras los huracanes, así como por la pandemia. Los resultados pueden ser consultados por año, tipo de proyecto y municipio.
Salazar Andreu resalta que Estados Unidos puede aprobar presupuestos multianuales, con lo que los recursos para la reconstrucción quedan blindados a pesar de los cambios de gobierno. Además la acción no sólo vino de la federación, también es un impulso local, de Luisiana y de Puerto Rico.
Lever destaca la importancia de involucrar a la población local en el diseño e implementación de las políticas de recuperación y resiliencia climáticas. “Necesitamos construir de manera inclusiva. Esto quiere decir que escuchemos a las comunidades, qué es lo necesitan. No dejar a nadie atrás porque hay efectos socioeconómicos que afectan a toda la comunidad”. La líder de The Climate Reality Project asegura que esta estrategia reduce 9% los costos, lo que puede traer ahorros por 52,000 mdd en toda la región.
Nueva Orleans, como Acapulco, es una ciudad de vocación turística. Pero la recuperación después de Katrina fue una oportunidad para ampliar sus actividades. “Fue un caso muy paradigmático porque aprovecharon para replantear el desarrollo económico de la ciudad”, afirma Salazar.
Para ello, se ofrecieron paquetes de incentivos fiscales y de inversión para atraer empresas de otra índole, como de TI. “Hemos mejorado el sistema de justicia penal, el sistema escolar y la vivienda. Todavía no están donde los necesitamos, pero han cambiado sustancialmente”, dijo Allison Plye, demógrafa jefe de The Data Center, en una entrevista en 2021 con National Geographic.
La especialista señaló que también es importante el regreso de las comunidades a sus hogares. En Nueva Orleans, parte de la población no volvió. De ahí que Lever insista en la importancia de involucrar a la sociedad y recuerda que una de las consecuencias del cambio climático es el desplazamiento forzado.
En zonas costeras, el problema no sólo son los huracanes, sino el aumento del nivel del mar. “El número de personas desplazadas por el cambio climático era, entre 2020 y 2021, cuatro veces mayor que el de desplazados por las guerras”, dice.
GRÁFICOS: Rodrigo Heredia / DISEÑO Y PROGRAMACIÓN WEB: Pamela Jarquin Rojas