Por: Ariadna Ortega
nviar currículum, acudir a entrevistas, presentar exámenes y esperar. El proceso se repite una y otra vez hasta tener suerte y ser aceptado en un trabajo. Acceder a un empleo es un desafío para los miles de jóvenes mexicanos que cada año salen de la universidad. Tres de cada 10 egresados no logran ubicarse en el mercado laboral y algunos de los que lo consiguen terminan en áreas ajenas a su carrera.
La irrupción de nuevas tecnologías y los pocos espacios disponibles impulsan a los jóvenes a ir más allá de su ámbito profesional. Sebastián Corona, investigador del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), señala que los recién egresados necesitan desarrollar una combinación de habilidades técnicas, digitales y socioemocionales para adaptarse a un mercado laboral que está cambiando con mucha rapidez.
La tendencia global muestra que las ofertas laborales más atractivas son aquellas que requieren altas competencias matemáticas y tecnológicas, como ciencia de datos y especialidades en inteligencia artificial o aprendizaje automático. Sin embargo, según la última evaluación PISA 2022, en México, dos de cada tres estudiantes no alcanzan el nivel básico de aprendizaje en matemáticas.
“Esto refleja que antes de hablar de empleabilidad, México necesita consolidar una educación obligatoria sólida, que garantice el desarrollo de habilidades fundamentales, como matemáticas, lectura, pensamiento crítico y resolución de problemas”, asegura Corona.
El investigador sostiene que el país requiere una política educativa más estratégica con inversión pública y privada para ampliar la oferta de programas STEM (acrónimo en inglés para las cuatro disciplinas del futuro: Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas. “Esto podría tener un impacto significativo en la reducción del desempleo entre los egresados y en el fortalecimiento de la competitividad del país”, afirma.
De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), solo el 26% de los estudiantes de licenciatura se gradúan de un campo STEM, pese a que son, precisamente, estas áreas las que ofrecen mayores oportunidades laborales y mejores perspectivas de crecimiento.
A su vez, los empleadores tienen dificultades para cubrir nuevos tipos de puestos que exigen experiencia en este tipo de campos. En su análisis ‘¿Qué pueden hacer las empresas para combatir la escasez de talento en áreas STEM’, el World Economic Forum señala que los gobiernos y los políticos responsables pueden enfrentar algunos problemas de carencias de estas habilidades, en lo que respecta a la educación, pero también reconocen que explorar la colaboración entre las empresas y las instituciones educativas puede generar oportunidades.
Esa es una de las apuestas del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum. El Plan México, una estrategia para impulsar el desarrollo económico y social, tiene entre sus objetivos atraer inversión nacional y extranjera, generar más empleo y desarrollar proyectos junto con el sector empresarial, además de aumentar 150,000 profesionistas y técnicos.
Corona, del IMCO, señala que para cumplir esa meta y responder a las necesidades del mercado laboral actual es necesario fortalecer la calidad de la educación desde los niveles básicos y desde el presupuesto. México es el segundo país que menos invierte en educación, entre los países de la OCDE.
Si bien para 2026 se prevé destinar 1.2 billones de pesos, que equivalen al 4% del PIB nacional, es aún un porcentaje por debajo del 8% que se recomienda para garantizar el acceso a este derecho, según la Ley General de Educación.
El investigador sostiene que la educación no debe verse como un gasto, sino como una inversión estratégica para el desarrollo del país. “Invertir en educación significa invertir en el talento nacional, porque permite formar personas más productivas, con mejores ingresos y mayores posibilidades de acceder a empleos formales”, señala.
El informe ‘Panorama de la Educación 2025’ de la OCDE señala que las personas con mayor nivel educativo generalmente enfrentan un menor riesgo de desempleo y perciben salarios más altos. Las personas sin educación media superior ganan 19% menos que quienes terminaron el bachillerato y quienes estudian la universidad ganan hasta 54% más.
De acuerdo con Corona, cada año adicional de estudio incrementa los ingresos de una persona y mejora su productividad, lo que se traduce en un crecimiento económico más sólido. “Apostar por la educación es apostar por el futuro económico y social del país: es la vía más efectiva para generar oportunidades y construir una economía más equitativa y competitiva”, asegura.
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